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Deriva iraní hacia el comportamiento de Estados Unidos e Israel
por Thierry Meyssan
Más allá del forcejeo en el que Washington y Teherán se han enfrascado, este artículo pone de relieve un cambio profundo en el comportamiento de Irán. Antes celoso en cuanto al respeto del Derecho Internacional, ese país ha pasado a ignorarlo, uniéndose así a Estados Unidos e Israel, que nunca lo admitieron.
RED VOLTAIRE | DAMASCO (SIRIA) | 21 DE ENERO DE 2020
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Las intervenciones de Irán en la ONU solían captar la atención del mundo entero. Irán enarbolaba el estandarte de los pueblos ante el imperialismo. Hoy nada queda de aquel legado.El 23 de septiembre de 2010, el presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, cuestiona la versión oficial de los atentados del 11 de septiembre de 2001 desde la tribuna de la Asamblea General de la ONU.
Los 195 Estados miembros de la ONU dicen querer resolver sus conflictos sin recurrir a la guerra sino al Derecho. Desde su creación, en la Conferencia de La Haya de 1899, ese Derecho se basa en una idea de muy fácil comprensión: al igual que las personas –incluyendo a los dirigentes políticos–, que aceptan someterse al Derecho Nacional evitar la guerra civil, los Estados pueden evitar la guerra sometiéndose voluntariamente al Derecho Internacional.
Al hablar aquí de “Derecho Internacional”, no me refiero a lo que, desde la realización de los juicios de Nuremberg hasta la creación de la Corte Penal Internacional (CPI), legaliza que los vencedores juzguen a los vencidos. A lo que me refiero es a los procedimientos que rigen las relaciones entre los Estados.
Tres miembros de la ONU muestran actualmente que no entienden el Derecho Internacional, mientras que otros han dejado de utilizarlo como referencia y, después de haber tergiversado la noción de «Derechos Humanos» [1], prefieren un «multilateralismo basado en reglas» [2].
Tres Estados fuera del Derecho
El primero de esos tres países es Estados Unidos, que, desde su creación misma –hace 2 siglos– dice ser una nación «que no se parece a ninguna otra». Según su mito nacional, Estados Unidos sirvió de refugio a la secta puritana de los «Padres Peregrinos», quienes llegaron a América en el barco «Mayflower», y hoy es refugio de todas las personas perseguidas por razones de índole religiosa o política. En nombre de ese mito nacional, Estados Unidos se permite juzgar con extrema severidad los comportamientos de otras países o gobiernos, pero disculpa a priori los comportamientos reprobables de los estadounidenses; y rechaza toda jurisdicción internacional que se interese en los asuntos internos estadounidenses [3]. Fue por eso que Estados Unidos se negó a ser miembro de la Sociedad de Naciones, mientras empujaba los demás países a incorporarse a ella. Estados Unidos aceptó los principios del Derecho Internacional durante la guerra fría –desde la creación de la ONU hasta la desaparición de la URSS– pero volvió a su comportamiento anterior en cuanto tuvo oportunidad de hacerlo. En 1999, Estados Unidos atacó ilegalmente la República Federal de Yugoslavia, arrastrando sus vasallos de la OTAN a participar en esa agresión. Posteriormente, recurriendo a pretextos falsos, Estados Unidos emprendió guerras contra Afganistán, contra Irak y contra Libia. Las agresiones que Estados Unidos cometió contra iraníes, el 3 de enero de 2020, son igualmente ilegales.
Israel es el segundo país que viola sistemáticamente el Derecho Internacional, desde su proclamación unilateral –el 14 de mayo de 1948–, en violación del proceso que las Naciones Unidas habían aprobado para la Palestina geográfica. Hace 70 años que Tel Aviv viola sistemáticamente las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU y, cuando se plantea la adopción de sanciones, Israel cuenta con la protección de Estados Unidos para garantizarle impunidad. Israel se considera eternamente amenazado y sólo puede sobrevivir a través de la guerra, posición cultural que quizás termine cuando los ciudadanos que se definen como judíos (partidarios del Likud) sean menos numerosos que los que se definen simplemente como israelíes (seguidores de la coalición Azul y Blanco).
En cuanto a Irán, desde siempre Teherán ejecutó líderes opositores en el extranjero, en el mundo entero, pero nunca ciudadanos de otros países. Por ejemplo, el shah Mohamed Reza Pahlevi ordenó el asesinato del filósofo Alí Shariati, perpetrado en Londres, en 1977. Después de 1978, el gobierno islámico eliminó varios líderes contrarrevolucionarios en Europa. Nadie reclamó nunca oficialmente la autoría de aquellas muertes. Durante la guerra de Irak contra Irán, la República Islámica organizó la realización de acciones contra los intereses de sus enemigos en el exterior: por ejemplo, el atentado contra las fuerzas estadounidenses y francesas de la ONU en Beirut, en 1983. Pero la ejecución misma del atentado estuvo a cargo de intermediarios libaneses –que participaron después en la fundación del Hezbollah– y la acción estuvo dirigida contra las actividades ilegales de aquella fuerza –la reunión secreta regional de la CIA. Pero esta vez, Irán lanzó oficialmente varios misiles, desde su territorio, contra fuerzas estadounidenses estacionadas en Irak, violando así la soberanía de Bagdad [4].
Estados Unidos se ve a sí mismo como la nación de los perseguidos y cree que, debido a ese estatus, no tiene que aceptar consejos de los demás… los perseguidores. Israel dice ser el refugio de un pueblo amenazado y que, por esa razón, no tiene que aceptar consejos de quienes alguna vez ignoraron a ese pueblo o, peor aún, lo hicieron víctima de la violencia. ¿Cuál sería entonces la “justificación” de Irán?
La evolución de Irán
Esa evolución no tiene otra explicación que un cambio profundo del Poder. Todo comenzó a salirse de control a finales del año 2013 y, desde 2017, se han visto manifestaciones no sólo en Teherán e Ispahán sino en todo el país. Poco a poco, las instituciones se han tras*formado. El sistema judicial, antes independiente del poder ejecutivo y del legislativo, se ha convertido en un órgano de represión política [5], llegando incluso a condenar a 15 años de guandoca –en un juicio a puertas cerradas y bajo cargos secretos– al ex vicepresidente nacionalista Hamid Baghaie [6]. El Consejo de los Guardianes, encargado –durante la Revolución– de excluir de las elecciones a los agentes de las potencias extranjeras, se ha convertido en un órgano de censura de la oposición que ha llegado a calificar a los miembros del equipo del ex presidente Mahmud Ahmadineyad como «malos fiel a la religión del amores». En el islam, la función de los clérigos es la de impartir el derecho, pero en este caso estamos como una clase clerical, que viola todos los principios jurídicos, que vuelve a tomar el control del poder.
Lo hemos repetido constantemente desde hace 6 años: esto no tiene nada que ver con la oposición entre prooccidentales y la facción adversa, tampoco es una cuestión de creencias. Es el regreso del problema secular de los iraníes: la ciega veneración hacia la función clerical, sin importar cuál sea la confesión dominante. Y no habrá solución posible sin una separación constitucional entre el poder civil y el poder religioso. Es un problema que se ha planteado en todas las épocas, bajo todo tipo de religiones dominantes, bajo todo tipo de regímenes.
Vuelvo a repetir que este problema no tiene nada que ver con la Revolución de 1978. Contrariamente a la idea preconcebida en Occidente, aquella Revolución no se hizo con la clase clerical sino en contra de esa clase. El ayatola Khomeini había sufrido el rechazo de la clase clerical, que sólo que se puso de su lado después de haber comprobado la victoria de Khomeini. La aparente intransigencia que caracterizó entonces la actitud de la clase clerical fue sólo la vía que esa clase encontró para tratar de hacer olvidar sus anteriores excesos. Si usamos como referencia los documentos oficiales estadounidenses ya desclasificados [7], veremos que el consejero estadounidense de seguridad nacional de aquella época, Zbigniew Brzezinski, veía en la clase clerical iraní un aliado de Estados Unidos ante el shah Mohamed Reza Pahlevi, quien se había vuelto demasiado “goloso”. Brzezinski organizó el regreso del imam Khomeini creyendo –erróneamente– que Khomeini era como los demás clérigos y sólo se dio cuenta del error que había cometido cuando conoció el contenido del discurso antimperialista que Khomeini pronunció en el cementerio de Behesht-e Zahra.
Numerosos actores del Medio Oriente, comenzando por el Hezbollah libanés y la República Árabe Siria, han entendido la evolución que ha tenido lugar en Irán. Debido a ello, tanto el Hezbollah como Siria se han distanciado de la política interior iraní. En plena guerra, Teherán tardó más de un año en nombrar un embajador a Damasco. Pero las potencias occidentales han sido incapaces de percibir el cambio porque están atrapadas en su propia propaganda contra la Revolución iraní de 1978. Así que interpretan los movimientos actuales en Irán en función de sus propios intentos –innumerables– de derrocar el “régimen”, en vez de observar los comportamientos de los iraníes.
Las explicaciones de Estados Unidos y de Irán ante el Consejo de Seguridad
Como sucede en cada caso de intervención militar en el exterior, después intercambiar andanadas de misiles, Estados Unidos e Irán dijeron ante el Consejo de Seguridad de la ONU haber actuado respetando la Carta de las Naciones Unidas.
La carta de la embajadora estadounidense Kelly Craft anunciando el asesinato del general Qassem Suleiman, el 2 de enero de 2020, sólo puede catalogarse como surrealista [8].
La embajadora estadounidense no menciona el intento simultaneo de asesinato contra el segundo del general Suleimani, Abdul Reza Shahlai, quien se encontraba en Yemen [9].
Asombrosamente, la carta de Estados Unidos al Consejo de Seguridad contiene una serie de acusaciones contra varios aliados de Irán… pero no contiene ninguna acusación contra el general asesinado.
Esa carta no menciona las acusaciones del presidente Trump sobre hipotéticos ataques inminentes –supuestamente preparados por el general Suleimani– contra 4 embajadas estadounidenses. Por cierto, esas acusaciones de Trump fueron desmentidas implícitamente por… su secretario de Defensa, Mark Esper [10].
La única acusación contra Irán mismo es sobre el ataque iraní de respuesta del 7 de enero.
La carta del embajador iraní Majid Takht Ravanchi es tan inconsistente como la de la embajadora estadounidense [11].
Proclama la legalidad de una respuesta militar iraní, pero no de la del 7 de enero. Nada autoriza a Irán a realizar un ataque contra el territorio iraquí sin autorización del gobierno de Irak.
Por su parte, Irak protestó inmediatamente contra los actos de Estados Unidos y de Irán [12].
El interés del Derecho Internacional
Muchos creen que no hay por qué respetar el Derecho si los demás lo violan. Quienes así piensan no ven el Derecho como una protección sino como un obstáculo.
En su obra Leviatán, el filósofo Thomas Hobbes, quien vivió la Revolución Inglesa (de 1642 a 1651), mostraba que los individuos deben hacer todo lo posible por protegerse del caos. Quienes lucharon contra los ejércitos yihadistas saben cuánta razón tenía Thomas Hobbes. Los demás, cuyo confort nunca fue perturbado, simplemente lo ignoran. Thomas Hobbes pensaba incluso que un Estado autoritario es preferible a los horrores del caos. Hobbes aceptaba así las derivas del Estado, comparándolo con Leviatán, monstruo que cierra el acceso al infierno.
En todo caso, el Derecho Internacional nada tiene de monstruoso. No está en contradicción con la conciencia. Apartarse del Derecho es una amenaza para la paz y, por consiguiente, una grave amenaza para la vida de todos nosotros.
Thierry Meyssan
por Thierry Meyssan
Más allá del forcejeo en el que Washington y Teherán se han enfrascado, este artículo pone de relieve un cambio profundo en el comportamiento de Irán. Antes celoso en cuanto al respeto del Derecho Internacional, ese país ha pasado a ignorarlo, uniéndose así a Estados Unidos e Israel, que nunca lo admitieron.
RED VOLTAIRE | DAMASCO (SIRIA) | 21 DE ENERO DE 2020
DEUTSCH ENGLISH FRANÇAIS ITALIANO PORTUGUÊS РУССКИЙ TÜRKÇE
Los 195 Estados miembros de la ONU dicen querer resolver sus conflictos sin recurrir a la guerra sino al Derecho. Desde su creación, en la Conferencia de La Haya de 1899, ese Derecho se basa en una idea de muy fácil comprensión: al igual que las personas –incluyendo a los dirigentes políticos–, que aceptan someterse al Derecho Nacional evitar la guerra civil, los Estados pueden evitar la guerra sometiéndose voluntariamente al Derecho Internacional.
Al hablar aquí de “Derecho Internacional”, no me refiero a lo que, desde la realización de los juicios de Nuremberg hasta la creación de la Corte Penal Internacional (CPI), legaliza que los vencedores juzguen a los vencidos. A lo que me refiero es a los procedimientos que rigen las relaciones entre los Estados.
Tres miembros de la ONU muestran actualmente que no entienden el Derecho Internacional, mientras que otros han dejado de utilizarlo como referencia y, después de haber tergiversado la noción de «Derechos Humanos» [1], prefieren un «multilateralismo basado en reglas» [2].
Tres Estados fuera del Derecho
Estados Unidos se ve a sí mismo como la nación de los perseguidos y cree que, debido a ese estatus, no tiene que aceptar consejos de los demás… los perseguidores. Israel dice ser el refugio de un pueblo amenazado y que, por esa razón, no tiene que aceptar consejos de quienes alguna vez ignoraron a ese pueblo o, peor aún, lo hicieron víctima de la violencia. ¿Cuál sería entonces la “justificación” de Irán?
La evolución de Irán
Esa evolución no tiene otra explicación que un cambio profundo del Poder. Todo comenzó a salirse de control a finales del año 2013 y, desde 2017, se han visto manifestaciones no sólo en Teherán e Ispahán sino en todo el país. Poco a poco, las instituciones se han tras*formado. El sistema judicial, antes independiente del poder ejecutivo y del legislativo, se ha convertido en un órgano de represión política [5], llegando incluso a condenar a 15 años de guandoca –en un juicio a puertas cerradas y bajo cargos secretos– al ex vicepresidente nacionalista Hamid Baghaie [6]. El Consejo de los Guardianes, encargado –durante la Revolución– de excluir de las elecciones a los agentes de las potencias extranjeras, se ha convertido en un órgano de censura de la oposición que ha llegado a calificar a los miembros del equipo del ex presidente Mahmud Ahmadineyad como «malos fiel a la religión del amores». En el islam, la función de los clérigos es la de impartir el derecho, pero en este caso estamos como una clase clerical, que viola todos los principios jurídicos, que vuelve a tomar el control del poder.
Lo hemos repetido constantemente desde hace 6 años: esto no tiene nada que ver con la oposición entre prooccidentales y la facción adversa, tampoco es una cuestión de creencias. Es el regreso del problema secular de los iraníes: la ciega veneración hacia la función clerical, sin importar cuál sea la confesión dominante. Y no habrá solución posible sin una separación constitucional entre el poder civil y el poder religioso. Es un problema que se ha planteado en todas las épocas, bajo todo tipo de religiones dominantes, bajo todo tipo de regímenes.
Vuelvo a repetir que este problema no tiene nada que ver con la Revolución de 1978. Contrariamente a la idea preconcebida en Occidente, aquella Revolución no se hizo con la clase clerical sino en contra de esa clase. El ayatola Khomeini había sufrido el rechazo de la clase clerical, que sólo que se puso de su lado después de haber comprobado la victoria de Khomeini. La aparente intransigencia que caracterizó entonces la actitud de la clase clerical fue sólo la vía que esa clase encontró para tratar de hacer olvidar sus anteriores excesos. Si usamos como referencia los documentos oficiales estadounidenses ya desclasificados [7], veremos que el consejero estadounidense de seguridad nacional de aquella época, Zbigniew Brzezinski, veía en la clase clerical iraní un aliado de Estados Unidos ante el shah Mohamed Reza Pahlevi, quien se había vuelto demasiado “goloso”. Brzezinski organizó el regreso del imam Khomeini creyendo –erróneamente– que Khomeini era como los demás clérigos y sólo se dio cuenta del error que había cometido cuando conoció el contenido del discurso antimperialista que Khomeini pronunció en el cementerio de Behesht-e Zahra.
Numerosos actores del Medio Oriente, comenzando por el Hezbollah libanés y la República Árabe Siria, han entendido la evolución que ha tenido lugar en Irán. Debido a ello, tanto el Hezbollah como Siria se han distanciado de la política interior iraní. En plena guerra, Teherán tardó más de un año en nombrar un embajador a Damasco. Pero las potencias occidentales han sido incapaces de percibir el cambio porque están atrapadas en su propia propaganda contra la Revolución iraní de 1978. Así que interpretan los movimientos actuales en Irán en función de sus propios intentos –innumerables– de derrocar el “régimen”, en vez de observar los comportamientos de los iraníes.
Las explicaciones de Estados Unidos y de Irán ante el Consejo de Seguridad
Como sucede en cada caso de intervención militar en el exterior, después intercambiar andanadas de misiles, Estados Unidos e Irán dijeron ante el Consejo de Seguridad de la ONU haber actuado respetando la Carta de las Naciones Unidas.
La carta de la embajadora estadounidense Kelly Craft anunciando el asesinato del general Qassem Suleiman, el 2 de enero de 2020, sólo puede catalogarse como surrealista [8].
La única acusación contra Irán mismo es sobre el ataque iraní de respuesta del 7 de enero.
La carta del embajador iraní Majid Takht Ravanchi es tan inconsistente como la de la embajadora estadounidense [11].
Por su parte, Irak protestó inmediatamente contra los actos de Estados Unidos y de Irán [12].
El interés del Derecho Internacional
Muchos creen que no hay por qué respetar el Derecho si los demás lo violan. Quienes así piensan no ven el Derecho como una protección sino como un obstáculo.
En su obra Leviatán, el filósofo Thomas Hobbes, quien vivió la Revolución Inglesa (de 1642 a 1651), mostraba que los individuos deben hacer todo lo posible por protegerse del caos. Quienes lucharon contra los ejércitos yihadistas saben cuánta razón tenía Thomas Hobbes. Los demás, cuyo confort nunca fue perturbado, simplemente lo ignoran. Thomas Hobbes pensaba incluso que un Estado autoritario es preferible a los horrores del caos. Hobbes aceptaba así las derivas del Estado, comparándolo con Leviatán, monstruo que cierra el acceso al infierno.
En todo caso, el Derecho Internacional nada tiene de monstruoso. No está en contradicción con la conciencia. Apartarse del Derecho es una amenaza para la paz y, por consiguiente, una grave amenaza para la vida de todos nosotros.
Thierry Meyssan