Vlad_Empalador
Será en Octubre
Cuando el animalista conoció a la víctima de los lobos: "Llegué a tener 600 ovejas y ahora tengo 300, el lobo es un malo"
Reunimos en Palazuelo de Sayago (Zamora) a un pastor al que los lobos le han apiolado unas 80 ovejas en cuatro años y a un naturalista defensor del legendario depredador
PREMIUM
Si el cuento de Caperucita lo reescribiese hoy un ganadero, pondría que no había cazador que pudiese apiolar al lobo sin que se le cayese el pelo; en vez de una dulce niña, incluiría como protagonista a un pastor resignado a su suerte; en vez de un lobo solitario, en el bosque habría una creciente manada; y alguien, al final, iría corriendo a avisar a los tres cerditos de que se vayan preparando.
Si el cuento de Caperucita lo reescribiese hoy un ecologista, pondría que, mucho antes de que apareciese la niña, aquel bosque era ya el hogar del lobo; que la chica iba arrancando flores como una salvaje sin respetar nada; que el lobo no era tan feroz, sino lobo a secas con una prole a su cargo; y que, muy lejos de querer comerse a un ser humano, al final del cuento, personas y fieras fueron felices, comieron perdices y coexistieron en paz.
Pero los cuentos, cuentos son.
Otra cosa son las cifras.
Las cifras dicen que, sólo en 2019, en Castilla y León hubo 3.774 reses muertas en 2.579 ataques del lobo. Si en esta comunidad, se abatieron 62 de estos cánidos en aquella temporada, a partir de ahora ya no se podrá abatir ninguno.
El último censo oficial (2014) cifraba en 297 el número de manadas que hay en España.
Hemos venido hasta Palazuelo de Sayago (Zamora) para juntar a un pastor al que los lobos le han apiolado unas 80 ovejas en cuatro años y a un naturalista defensor del legendario depredador.
Porque, desde febrero, este cuento es muy nuevo en España: érase una vez un lobo ibérico al que no se podrá cazar por ley.
Pregunta. ¿Cómo es la vida de un ganadero?
Antonio Manso. Soy ganadero desde el día en que nací, hace 51 años. El día comienza a la seis de la mañana y te acuestas a la hora que puedes. Antes las ovejas se dejaban libres en el campo y nunca pasaba nada, llegué a tener 600 y ahora sólo tengo 300. Ya no es el problema económico que te generan los ataques, sino el daño jovenlandesal... Yo he llegado a caer muchas lágrimas con las fotos que tengo aquí en el móvil. En el último ataque fueron 22 muertas.
P. ¿Ves complicado el futuro?
A. M. ¿Qué vas a hacer? ¿Dormir con el ganado? Porque si no descansas y estás todo el día con el ganado, no puedes... Yo he llegado a dormir en un coche por los lobos. Pero en invierno te mueres de frío...
P. ¿Qué remedio ves a vuestra situación?
A. M. La explotación la tengo en venta desde hace cuatro años. Y sólo me han llamado dos marroquís y un búlgaro, y con la idea de quedarse gratis las ovejas... Yo no soy partidario de que el lobo no exista, yo soy partidario de que todos los animales existan. Pero es como con las personas: si alguien hace daño, tendrá que estar donde no haga daño...
P. ¿La situación de ahora es peor que la de antes?
A. M. Sí. Y es comprobable... Estoy tomando pastillas. Ver esos animales tirados y sangrando, animales que me han costado mucho dinero y tiempo y cariño...
P. Juan Pablo, ¿cómo empieza tu pasión por el lobo?
Juan Pablo Martín. Soy profesor de Biología en Tábara, Zamora, en la Sierra de la Culebra, la zona de Europa con mayor concentración de lobos. Siempre escuché hablar mal del animal... A me generó curiosidad... En cuanto pude, me dediqué a indagar, a intentar observar lobos en libertad. Fui aprendiendo a rastrearlo, me compré mi equipo, escribí libros y me puse como guía de avistamiento de lobos...
P. ¿Qué supone para ti la inclusión del lobo en el listado de especies con protección especial?
J. P. M. Una alegría. Creo que será beneficioso incluso para los ganaderos...
A. M. ¿En qué?
J. P. M. Está demostrado que, cuando se caza un lobo, la manada se desestructura. Y una manada desestructurada no tiene capacidad para atacar presas silvestres y acaba atacando el ganado doméstico. El problema se agrava cuando se mata al macho o a la hembra dominante entre octubre y febrero, porque en esa fecha es cuando los padres enseñan a las crías a cazar. Si se pierden esa enseñanza, no aprenden a cazar piezas silvestres y los miembros de esa manada acaban yendo contra el ganado.
J. P. M. ¿A qué te refieres con que no vinieron solos?
A. M. A que lo han metido a propósito. A que estamos en un parque natural y prefieren el turismo que genere el lobo a nuestras vidas de siempre.
J. P. M. No, no. Un lobo puede hacer solo en una noche 150 kilómetros...
A. M. Mira, aquí llevábamos 30 años en los que casi no se veía un lobo. Y ahora, desde hace cuatro, siempre hay alguno. El último ataque fue hace cuatro días a 30 kilómetros...
J. P. M. El lobo se ha expandido. Han llegado incluso hasta Madrid. Cuando se hace adulto, busca una familia igual que nosotros.
P. ¿Se le resarce al ganadero de sus pérdidas?
A. M. No. Si encuentran una oveja comida por los buitres, ya no te la pagan. Por una oveja de leche te dan 70 euros, cuando yo llego a pagar casi 200. Pero ya no es eso, hombre. Son los daños de las que quedan tocadas. Con el estrés dejan de dar leche. Las últimas que sufrieron un ataque no tenían ni sangre, tenían la mordedura en la garganta. Esas ovejas se me fueron muriendo a los 20 días y por ellas ya no te dan nada. El 90% de las que estén para parir abortan. Muchos corderos mueren dentro de la progenitora y, a lo mejor, la progenitora aborta al mes, con una infección interna que también se la lleva por delante o la hace inservible. ¿Quién me paga a mí lo que sufro?
P. ¿Tanto duele...?
A. M. En el último ataque del lobo, estuve sin comer hasta el día siguiente... Es muy bonito coger unos prismáticos y sentarte en la sierra a mirar. ¿Pero qué beneficios económicos da un lobo? Porque me imagino que la Humanidad se alimenta de carne. Yo no sé si a este señor le gusta la carne... ¿Carne de lobo has comido alguna vez, eh?
J. P. M. No. Ni pienso comer.
A. M. Pero vamos a ver, ¿tú eres defensor del lobo o defiendes a todos los animales...? ¿Pero es que acaso no tiene el mismo valor una oveja que el lobo?
J. P. M. Puede tener el mismo o más. Dependiendo del contexto... Es más, creo que la Administración debería de compensar los daños de Antonio mejor, pero también debería de ayudar a poner, en lugares donde no existía el lobo y ha vuelto, medidas preventivas que reduzcan lo daños. Con perros. Vallados electrificados... Antes de arrasar con una especie, hay que intentar convivir.
A. M. Pero vamos a ver... Tú me estás hablando de mastines... Si yo tengo que tener cinco mastines, ¿cuánto me cuesta a mí mantenerlos? ¿Tú sabes lo que comen cinco mastines al mes?
J. P. M. Pero es que dejar el ganado suelto por el campo es como dejar billetes de 50 euros por el suelo. Quién no los coge...
A. M. Prefieren que haya animales salvajes antes que nosotros.
P. ¿Para ti qué es un lobo?
A. M. Un malo.
A. M. ¿Qué enfermedades?
J. P. M. Está demostrado que los lobos cazan a los animales que tienen cualquier enfermedad, ya sea vírica o de otro tipo. Acaban con ellos antes de que puedan propagar la enfermedad, dan el pasaporte a los enfermos, a los cojos...
A. M. No me digas que dan el pasaporte a los enfermos, dan el pasaporte a las crías... ¿Por tener una pata rota me van a contagiar?
P. ¿Se han hecho barbaridades contra el lobo?
J. P. M. El furtivismo. Una vez fui con mi mujer de vacaciones a Cangas de Onís y en el famoso puente había dos cabezas de lobo colgadas... El lobo siempre ha sido el malo en la cultura popular... A ver, Antonio, ¿tú no estarías dispuesto a recibir un dinero de la Administración para proteger mejor a tus ovejas?
A. M. Sí, pero de parte de los que defendéis al lobo, no de parte de todos. Porque, cuando a mí me dan el pasaporte las ovejas, lo pagan estos señores [señala a los periodistas] o este otro [señala a un amigo], pero deberíais pagarlo los que defendéis al lobo.
P. ¿Ves frente a ti a un defensor de los animales?
A. M. No. Yo lo que veo es a un defensor del lobo.
J. P. M. Yo veo a un hombre que no cree en la coexistencia necesaria. Es verdad que hay que defender a los ganaderos, porque nos alimentamos de ellos, pero ellos tienen que poner de su parte para proteger su ganado.
A. M. No tenemos por qué... Mira, yo recuerdo el caso de un ataque en el que la manada se metió en una nave y todo. Y mató muchísimo. Y luego fue amontonando las ovejas muertas para poder salir, porque si no, no podían.
P. ¿Hay futuro en los pueblos?
J. P. M. Es muy complicado. Pero no es por el lobo. El problema es que no hay infraestructuras, se pagan los mismos impuestos que en otros lugares, hay menos servicios, quitan los médicos, las escuelas...
A. M. El panorama es muy malo. Es una esclavitud. Desde que me casé hace 25 años, todavía no he tenido ocho días de vacaciones. Jamás me he apartado de mis ovejas. Las vacaciones más grandes que he tenido fue porque una vez me corté con una radial en un pie y estuve 20 días sin poder hacer nada... ¿Pero qué comemos al final? ¿Qué comemos? Hace 15 años, en este pueblo, había 30 ganaderos. ¿Hoy sabes cuántos somos? Te los cuento con los dedos de una mano. Yo soy el más joven. Ahora somos 50 vecinos. En 20, quedaremos cuatro. Todos los hijos se nos han ido ya a Zamora. Si los propios hijos de las ganaderos no se quedan aquí... ¿quién se va a quedar? Esto desaparece. El ganadero se va a extinguir antes que el lobo. Yo abandono. Estoy muy cansado.
Reunimos en Palazuelo de Sayago (Zamora) a un pastor al que los lobos le han apiolado unas 80 ovejas en cuatro años y a un naturalista defensor del legendario depredador
PREMIUM
- PEDRO SIMÓN
Palazuelo de Sayago (Zamora) - FOTOGRAFÍAS: JAVI MARTÍNEZ
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Si el cuento de Caperucita lo reescribiese hoy un ganadero, pondría que no había cazador que pudiese apiolar al lobo sin que se le cayese el pelo; en vez de una dulce niña, incluiría como protagonista a un pastor resignado a su suerte; en vez de un lobo solitario, en el bosque habría una creciente manada; y alguien, al final, iría corriendo a avisar a los tres cerditos de que se vayan preparando.
Si el cuento de Caperucita lo reescribiese hoy un ecologista, pondría que, mucho antes de que apareciese la niña, aquel bosque era ya el hogar del lobo; que la chica iba arrancando flores como una salvaje sin respetar nada; que el lobo no era tan feroz, sino lobo a secas con una prole a su cargo; y que, muy lejos de querer comerse a un ser humano, al final del cuento, personas y fieras fueron felices, comieron perdices y coexistieron en paz.
Pero los cuentos, cuentos son.
Otra cosa son las cifras.
Las cifras dicen que, sólo en 2019, en Castilla y León hubo 3.774 reses muertas en 2.579 ataques del lobo. Si en esta comunidad, se abatieron 62 de estos cánidos en aquella temporada, a partir de ahora ya no se podrá abatir ninguno.
El último censo oficial (2014) cifraba en 297 el número de manadas que hay en España.
Hemos venido hasta Palazuelo de Sayago (Zamora) para juntar a un pastor al que los lobos le han apiolado unas 80 ovejas en cuatro años y a un naturalista defensor del legendario depredador.
Porque, desde febrero, este cuento es muy nuevo en España: érase una vez un lobo ibérico al que no se podrá cazar por ley.
Pregunta. ¿Cómo es la vida de un ganadero?
Antonio Manso. Soy ganadero desde el día en que nací, hace 51 años. El día comienza a la seis de la mañana y te acuestas a la hora que puedes. Antes las ovejas se dejaban libres en el campo y nunca pasaba nada, llegué a tener 600 y ahora sólo tengo 300. Ya no es el problema económico que te generan los ataques, sino el daño jovenlandesal... Yo he llegado a caer muchas lágrimas con las fotos que tengo aquí en el móvil. En el último ataque fueron 22 muertas.
P. ¿Ves complicado el futuro?
A. M. ¿Qué vas a hacer? ¿Dormir con el ganado? Porque si no descansas y estás todo el día con el ganado, no puedes... Yo he llegado a dormir en un coche por los lobos. Pero en invierno te mueres de frío...
P. ¿Qué remedio ves a vuestra situación?
A. M. La explotación la tengo en venta desde hace cuatro años. Y sólo me han llamado dos marroquís y un búlgaro, y con la idea de quedarse gratis las ovejas... Yo no soy partidario de que el lobo no exista, yo soy partidario de que todos los animales existan. Pero es como con las personas: si alguien hace daño, tendrá que estar donde no haga daño...
P. ¿La situación de ahora es peor que la de antes?
A. M. Sí. Y es comprobable... Estoy tomando pastillas. Ver esos animales tirados y sangrando, animales que me han costado mucho dinero y tiempo y cariño...
P. Juan Pablo, ¿cómo empieza tu pasión por el lobo?
Juan Pablo Martín. Soy profesor de Biología en Tábara, Zamora, en la Sierra de la Culebra, la zona de Europa con mayor concentración de lobos. Siempre escuché hablar mal del animal... A me generó curiosidad... En cuanto pude, me dediqué a indagar, a intentar observar lobos en libertad. Fui aprendiendo a rastrearlo, me compré mi equipo, escribí libros y me puse como guía de avistamiento de lobos...
P. ¿Qué supone para ti la inclusión del lobo en el listado de especies con protección especial?
J. P. M. Una alegría. Creo que será beneficioso incluso para los ganaderos...
A. M. ¿En qué?
J. P. M. Está demostrado que, cuando se caza un lobo, la manada se desestructura. Y una manada desestructurada no tiene capacidad para atacar presas silvestres y acaba atacando el ganado doméstico. El problema se agrava cuando se mata al macho o a la hembra dominante entre octubre y febrero, porque en esa fecha es cuando los padres enseñan a las crías a cazar. Si se pierden esa enseñanza, no aprenden a cazar piezas silvestres y los miembros de esa manada acaban yendo contra el ganado.
A. M. Mira, para mí esta ley no es una mala noticia, lo siguiente a mala. Si los lobos no se vuelven a cazar, si dejamos que críen, el lobo se comerá a todos los animales indefensos domésticos... El año pasado atacaba todos los días en esta zona. Esos lobos no vinieron solos aquí...Antes las ovejas se dejaban libres en el campo y nunca pasaba nada. Ahora he llegado a dormir en un coche por los lobos. En invierno te mueres de frío
ANTONIO MANSO (PASTOR)
J. P. M. ¿A qué te refieres con que no vinieron solos?
A. M. A que lo han metido a propósito. A que estamos en un parque natural y prefieren el turismo que genere el lobo a nuestras vidas de siempre.
J. P. M. No, no. Un lobo puede hacer solo en una noche 150 kilómetros...
A. M. Mira, aquí llevábamos 30 años en los que casi no se veía un lobo. Y ahora, desde hace cuatro, siempre hay alguno. El último ataque fue hace cuatro días a 30 kilómetros...
J. P. M. El lobo se ha expandido. Han llegado incluso hasta Madrid. Cuando se hace adulto, busca una familia igual que nosotros.
P. ¿Se le resarce al ganadero de sus pérdidas?
A. M. No. Si encuentran una oveja comida por los buitres, ya no te la pagan. Por una oveja de leche te dan 70 euros, cuando yo llego a pagar casi 200. Pero ya no es eso, hombre. Son los daños de las que quedan tocadas. Con el estrés dejan de dar leche. Las últimas que sufrieron un ataque no tenían ni sangre, tenían la mordedura en la garganta. Esas ovejas se me fueron muriendo a los 20 días y por ellas ya no te dan nada. El 90% de las que estén para parir abortan. Muchos corderos mueren dentro de la progenitora y, a lo mejor, la progenitora aborta al mes, con una infección interna que también se la lleva por delante o la hace inservible. ¿Quién me paga a mí lo que sufro?
P. ¿Tanto duele...?
A. M. En el último ataque del lobo, estuve sin comer hasta el día siguiente... Es muy bonito coger unos prismáticos y sentarte en la sierra a mirar. ¿Pero qué beneficios económicos da un lobo? Porque me imagino que la Humanidad se alimenta de carne. Yo no sé si a este señor le gusta la carne... ¿Carne de lobo has comido alguna vez, eh?
J. P. M. No. Ni pienso comer.
A. M. Pero vamos a ver, ¿tú eres defensor del lobo o defiendes a todos los animales...? ¿Pero es que acaso no tiene el mismo valor una oveja que el lobo?
J. P. M. Puede tener el mismo o más. Dependiendo del contexto... Es más, creo que la Administración debería de compensar los daños de Antonio mejor, pero también debería de ayudar a poner, en lugares donde no existía el lobo y ha vuelto, medidas preventivas que reduzcan lo daños. Con perros. Vallados electrificados... Antes de arrasar con una especie, hay que intentar convivir.
A. M. Pero vamos a ver... Tú me estás hablando de mastines... Si yo tengo que tener cinco mastines, ¿cuánto me cuesta a mí mantenerlos? ¿Tú sabes lo que comen cinco mastines al mes?
J. P. M. Pero es que dejar el ganado suelto por el campo es como dejar billetes de 50 euros por el suelo. Quién no los coge...
A. M. Prefieren que haya animales salvajes antes que nosotros.
P. ¿Para ti qué es un lobo?
A. M. Un malo.
J. P. M. Para mí es una especie que está en la cúspide de la pirámide de un ecosistema, muy necesaria. Aquí, en Sayago, Zamora, el lobo es un sanitario del campo. Elimina las enfermedades que se tras*miten al ganadero...Dejar el ganado suelto por el campo es como dejar billetes de 50 euros por el suelo. Quién no los coge...
JUAN PABLO MARTÍN (NATURALISTA)
A. M. ¿Qué enfermedades?
J. P. M. Está demostrado que los lobos cazan a los animales que tienen cualquier enfermedad, ya sea vírica o de otro tipo. Acaban con ellos antes de que puedan propagar la enfermedad, dan el pasaporte a los enfermos, a los cojos...
A. M. No me digas que dan el pasaporte a los enfermos, dan el pasaporte a las crías... ¿Por tener una pata rota me van a contagiar?
P. ¿Se han hecho barbaridades contra el lobo?
J. P. M. El furtivismo. Una vez fui con mi mujer de vacaciones a Cangas de Onís y en el famoso puente había dos cabezas de lobo colgadas... El lobo siempre ha sido el malo en la cultura popular... A ver, Antonio, ¿tú no estarías dispuesto a recibir un dinero de la Administración para proteger mejor a tus ovejas?
A. M. Sí, pero de parte de los que defendéis al lobo, no de parte de todos. Porque, cuando a mí me dan el pasaporte las ovejas, lo pagan estos señores [señala a los periodistas] o este otro [señala a un amigo], pero deberíais pagarlo los que defendéis al lobo.
P. ¿Ves frente a ti a un defensor de los animales?
A. M. No. Yo lo que veo es a un defensor del lobo.
J. P. M. Yo veo a un hombre que no cree en la coexistencia necesaria. Es verdad que hay que defender a los ganaderos, porque nos alimentamos de ellos, pero ellos tienen que poner de su parte para proteger su ganado.
A. M. No tenemos por qué... Mira, yo recuerdo el caso de un ataque en el que la manada se metió en una nave y todo. Y mató muchísimo. Y luego fue amontonando las ovejas muertas para poder salir, porque si no, no podían.
P. ¿Hay futuro en los pueblos?
J. P. M. Es muy complicado. Pero no es por el lobo. El problema es que no hay infraestructuras, se pagan los mismos impuestos que en otros lugares, hay menos servicios, quitan los médicos, las escuelas...
A. M. El panorama es muy malo. Es una esclavitud. Desde que me casé hace 25 años, todavía no he tenido ocho días de vacaciones. Jamás me he apartado de mis ovejas. Las vacaciones más grandes que he tenido fue porque una vez me corté con una radial en un pie y estuve 20 días sin poder hacer nada... ¿Pero qué comemos al final? ¿Qué comemos? Hace 15 años, en este pueblo, había 30 ganaderos. ¿Hoy sabes cuántos somos? Te los cuento con los dedos de una mano. Yo soy el más joven. Ahora somos 50 vecinos. En 20, quedaremos cuatro. Todos los hijos se nos han ido ya a Zamora. Si los propios hijos de las ganaderos no se quedan aquí... ¿quién se va a quedar? Esto desaparece. El ganadero se va a extinguir antes que el lobo. Yo abandono. Estoy muy cansado.