Debate: A vueltas con el tema de siempre: ¿Cómo construimos un movimiento patriota y social?

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A vueltas con el tema de siempre: ¿Cómo construimos un movimiento patriota y social? | Hispaniainfo

Por Gabriel García

El Mundo publica hoy una noticia que con el título “España no sucumbe a la extrema derecha”, recoge unas declaraciones de Norberto Pico, Jefe Nacional de Falange Española de las JONS. Que un medio de ámbito nacional y con tantos lectores se dirija a esta organización no es casualidad: en las dos últimas elecciones generales ha sido la organización que más candidaturas ha presentado en este ámbito ideológico denominado por algunos área patriota. Por mi parte desconfío de dicho término con el que pretende englobarse a todo opositor al liberalismo y al marxismo, ya que parece un cajón de sastre en el que incluir a todo el que no tiene cabida en el sistema actual, pero en esta ocasión lo emplearé ante las dudas que vuelven a plantearse sobre por qué en España no existe un equivalente a los partidos definidos como euroescépticos y populistas y etiquetados erróneamente como extrema derecha.

¿Por qué no existe una opción social y nacional en España con representación parlamentaria? La respuesta habitual acostumbra a ser los purismos ideológicos y la falta de unidad. Yo, desde luego, creo que las diferencias ideológicas son lo bastante importantes como para imposibilitar la colaboración de grupos diferentes y, sobre todo, minúsculos. Porque ahí está la principal causa: si los grupos patriotas son minúsculos no se debe a la división, sino a que los diferentes proyectos y la mentalidad de quienes los integran impiden cualquier confluencia que conceda mayores y mejores resultados.

Por ejemplo, en los últimos años he leído siempre con motivo de las elecciones de cualquier tipo (sin importar el grupo del que vinieran las declaraciones) que vale más tener militantes que votos; es decir, que es preferible tener disponibles a cincuenta afiliados para poner pegatinas o carteles que obtener apoyos electorales considerables. Imaginemos que realmente se obtiene una representación, aunque sea en un ayuntamiento pequeño. ¿De verdad creeríamos que es mejor el activismo en la calle, por muy bien que queden las fotos en Facebook o en Twitter, que la actividad del concejal en las instituciones? Por supuesto que una cosa no es incompatible con la otra, ya que los apoyos de la sociedad debemos ir a buscarlos porque no vendrán solos a nuestras filas por inspiración divina. Pero la inversión de tiempo y dinero en el activismo debería ir encaminada a entrar en las instituciones y no a quedar bien con nuestros parroquianos o para que el militante tenga la conciencia tranquila.

Pero no todo es responsabilidad del militante. Cierto es que existen más camaradas preocupados por el nombre, los símbolos y los uniformes (en el caso del ambiente falangista, en el resto del área patriota no lo sé) que por las propuestas que podamos ofrecer para solucionar los problemas de España. Pero el militante es (o debe ser) un reflejo de la mentalidad que se exige en su organización. Y cuando los comentarios en las redes sociales, el tablón público del área, muestran mayor preocupación por ver quién pone más propaganda en la calle y quién echa más horas ahí, o quién acude el 12 de octubre en Barcelona a Montjuic y quién acude a Plaza Cataluña, es porque en las organizaciones patriotas importa poco la política y más ver quién es el campeón de la carrera de caracoles. Con semejante panorama, ¿de verdad cabe esperar algo mayor si se juntan grupos ya de por sí hostiles? Estas situaciones las describió muy bien Jordi Garriga en su artículo “El océano y la pecera”, publicado en el portal Katehon y cuya lectura recomiendo para comprender mejor lo que explico.

Los males están localizados: sectarismo, mentalidad de tribu, escasa vocación política, postureo… Tampoco debe dejarse a un lado la deficiente formación, ya que por desgracia buena parte de los que se denominan patriotas basan su discurso en el rechazo a la inmi gración y a los comunistas. ¿Cómo resolvemos el problema? Un movimiento político debería contar, en principio, con un cuerpo doctrinal cuyas bases ofrezcan respuestas concretas a los problemas puntuales que vayan surgiendo. En este apartado, Falange Española de las JONS ha sabido ofrecer propuestas tanto a nivel europeo como nacional, autonómico y municipal acordes a la ortodoxia doctrinal del nacionalsindicalismo. Pero, como ya he dicho, a buena parte de los azules les importa más cantar el Cara al Sol en alguna efeméride que conocer nuestras propuestas en sanidad, educación o banca.

Una vez tengamos claro nuestro discurso, lo lógico es organizarnos para darlo a conocer. Aquí es donde más errores se cometen, ya que ni el número ni la forma de ser de las personas es el mismo en todas las provincias y eso marca el trabajo y su calidad en cada delegación. Y se sigue cometiendo otro gran error, como es creer que todo gira alrededor del partido. En el caso de Falange llevo años oyendo repetir como mantra que no somos un partido sino un movimiento, pero a la hora de la verdad el falangista es el ser más partidista que existe al concebirlo todo como actividad del partido (de ahí la escasa importancia que muchos, por desgracia, conceden a la actividad sindical o estudiantil). Un movimiento no debe exigir la agrupación en el mismo ente, sino la colaboración de varios sectores autónomos en el mismo fin.

Enrique Moreno planteaba hace una semana la necesidad de articular un “esqueleto” como base de un movimiento patriótico y social: “Las tres posibilidades para poder hacer el esqueleto para organizar luego un movimiento son: FE de las JONS (Norberto Pico), España2000 (Rafael Ripoll), o una organización nueva de rápido despegue.

FE de las JONS ha hecho hasta ahora los deberes electorales, con un resultado discreto, pero real, puede afirmar tener capacidad para operar en un tercio de las provincias españolas. España2000, con sus más y sus menos, articula una federación que va a medio gas -RESPETO- y tiene unos electos que le dan cierta visibilidad.

Para que aparezca una organización nueva de rápido despegue hace falta un grupo de personas que hagan de grupo de reflexión y que planteen seriamente la construcción de una organización con voluntad de estructurar un movimiento patriótico amplio”.

Comparto en parte su propuesta, aunque insisto en no creer en los frentes nacionales (al menos con la situación presente, con un cambio de mentalidad en el área no rechazaría la posibilidad); como tampoco puedo creer en la nueva organización lanzada por un grupo de notables (ya se intentó con el nombre de Unidad unos meses antes de las elecciones europeas de 2014 y terminó en menos que nada).

Falange Española de las JONS como marca política ha tenido mayor presencia electoral y resultados a nivel nacional que otros grupos falangistas y patriotas; faltándole, en cambio, acciones puntuales y mediáticas que generen mayor atención que las habituales mesas informativas. Se sigue insistiendo en la necesaria unidad (por lo menos estratégica) de los falangistas, pero temo que por la mentalidad de los propios azules resulta preferible trabajar por hacer crecer una organización en concreto que integrar a otros grupos que previsiblemente crearían más problemas internos de los que ya provocan estando fuera de las siglas históricas.

España 2000, dejando a un lado la mala reputación de su nombre en la Comunidad Valenciana, ha logrado presencia institucional en el ayuntamiento de una localidad importante como Alcalá de Henares y alguna concejalía más en la comarca. La coalición de Respeto ofrece una buena imagen en las redes sociales, pero por ahora no pasa de ahí.

El tercer proyecto con opciones de futuro en el área patriota, a mi juicio, sería el Hogar Social Madrid, quienes además de prestar un servicio social concreto que el Estado ni las ONGs logran satisfacer (otro debate sería lo jovenlandesalmente correcto que sea negar alimentos a un extranjero, porque como con todo habrá casos y casos) y protagonizar acciones con repercusión mediática han mostrado preocupación por la formación de sus afines mediante conferencias y actividades de tiempo libre. Pero a su discurso le sucede lo mismo que al de España 2000: la prioridad nacional gusta a la gente en el terreno privado y a corto alcance, pero electoralmente no atrae a nivel estatal (al menos por ahora).

Con estos datos y teniendo en cuenta que los puntos fuertes y débiles de unos no existen en otros y viceversa, ¿la cooperación entre estos tres sectores permitiría crear un movimiento patriota y social con capacidad de influir en la política nacional? Temo que no por razones ideológicas, aunque repito que si se presentara un proyecto serio de confluencia con personas sensatas y responsables debería estudiarse (lo que debe evitarse a toda costa es mezclarse con sujetos que repelen al pueblo español). Pero el panorama se aclara en comparación con otros años: en el sector histórico la alternativa con más opciones de salir adelante por su presencia electoral es Falange Española de las JONS, mientras que en el sector identitario es España 2000 por su presencia institucional (a la espera de ver por dónde salen el Hogar Social Madrid y algunas asociaciones de su estilo en las provincias). En política dos más dos no siempre suman cuatro y un proyecto no puede salir adelante con estimaciones de mezclar votos de unos y otros (y mucho menos con llamamientos por internet, boicots y campañas de descrédito destinadas a reducir la escasa clientela del otro para quedártela tú), sino a base de trabajo, compromiso y profesionalidad. Más adelante, si alguna de estas alternativas merece el apoyo de los españoles, su esfuerzo se verá recompensado y veremos si es cierto que podemos ser una alternativa real a la casta usurpadora de la soberanía del pueblo español.
 
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Mal que nos pese, la solución pasa por comprender el problema (mira si soy listo)...

Carecemos de una idea de España capaz de conjugar su pasado con su presente. Así como hay naciones en las que no es difícil encontrar un común denominador ampliamente sentido y aceptado, en nuestro caso, ese común denominador se muestra sumamente escurridizo. No obstante lo llaman "el problema español". La audición de las conferencias de Gustavo Bueno al respecto, puede ser un principio de acercamiento a la complejidad que en nuestro caso supone abordar teorías políticas que parecen funcionar en otros países casi de manera natural.

A España hay que quererla y difícilmente se puede querer a quien no se conoce. Se quieren "ideas" y sublimaciones que en esos estados de éxtasis patrióticos, es imposible imbricarlos en la realidad de nuestro país.

Pero no hablo de un "querer" veraniego al modo de los amores adolescentes. Como diría Jose Antonio, "queremos a España porque no nos gusta" (o algo así). Ese es el amor profundo, el que conoce al amado, en sus virtudes y defectos, en sus brotes de carácter o en su entrega al fatalismo y a la desidia.

No esperemos vernos en ningún espejo ajeno pensando en salir bien retratados.

Primero se nos tiene que pasar esa tontería de aceptarnos a partir del contraste con otras naciones. Hubo una vez que España hizo de manera original y es la única vez que a España le fue bien. Lo que triunfa en otros países profundamente distintos al nuestro, no puede dar aquí buen resultado.

España necesita reinventarse redescubriéndose. Los viejos problemas se "solucionaron" con medicinas importadas las cuales, han servido para introducir nuevas enfermedades.

Lo dijo G. Bueno: España dejará de ser un problema para los españoles, el día que recobre la conciencia global que debe poseer toda gran nación. Cuando frente a los retos globales un país es capaz de coordinar acciones globales, un país como el nuestro volverá a "cerrar España".

Por ahí creo que van los tiros: desde la izquierda que divide pasando por la derecha que diluye, nuestro país sigue buscando su sitio; cada vez más dividido y diluido.

Una España que no sea un problema para los españoles, es un Problema. Solo así se pueden entender los recursos ingentes que "intelectuales" de todo cuño invierten en contarnos su versión de los hechos.
 
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