inadaptat susial
Madmaxista
De qué hablan realmente cuando hablan o escriben sobre la vía escocesa
Salvador López Arnal
Rebelión
Artículo completo:
Rebelion. De qué hablan realmente cuando hablan o escriben sobre la vía escocesa
Para Rodolfo Walsh, in memoriam et ad honorem, 40 años después de su Operación Masacre : "Un intelectual que no comprende lo que pasa en su tiempo y en su país es una contradicción andante, y el que comprendiendo no actúa, tendrá un lugar en la antología del llanto, no en la historia viva de su tierra”.
Para ser un movimiento que repite como un mantra que esto, la construcción de un nuevo estado, va de democracia, determinadas actuaciones de sus dirigentes y de algunos de sus publicistas producen sonrojo. No voy a volver sobre la falta de una mayoría social y política que legitime lo que se está haciendo: no existe por mucho que se empeñen quienes empujan hacia el desastre que se avecina. Dejemos de lado el retorcimiento de la historia para ajustarla a las necesidades del proyecto independentista. Obviemos el sectarismo informativo de los medios públicos y de aquellos que no sobrevivirían sin las subvenciones de la Generalitat. No tengamos en cuenta los libros que hacen la lista de traidores desde 1714, los ramalazos liganordistas de un sector no poco apreciable del movimiento ni los manifiestos que insultan a centenares de miles de personas que llegaron (ellos o sus padres) hace décadas a una Cataluña que no sería lo que es sin su esfuerzo, incluyendo el restablecimiento del autogobierno y la recuperación de la lengua. Olvidemos todo eso y centrémonos en el proyecto de consumar la “desconexión”, es decir, de proclamar la independencia, violentando el reglamento del Parlament, impidiendo el debate, no solo parlamentario, sino también social, de una ley que permanece guardada bajo llave en un cajón, negociada a escondidas y de espaldas a una ciudadanía que será llevada al paraíso prometido sin que previamente nadie le haya explicado ni las condiciones del viaje ni el nuevo paisaje en que le tocará vivir ni los costes que habrá que pagar por la aventura. Efectivamente, esto va de democracia, y lo peor no es el atropello a la que la están sometiendo, sino lo que nos espera si se salen con la suya. Cuando el fin justifica los medios, solo cabe esperar lo peor. Y ahí estamos.
Francisco Morente (2017)
La televisión pública catalana es uno de los más poderosos instrumentos del movimiento soberanista. En efecto, sin sus incesantes campañas a favor de la independencia, difícilmente el movimiento habría adquirido la amplitud de masas que ha llegado a tener entre las clases medias atomizadas y despolitizadas cuyo principal y en ocasiones único medio de comunicación es TV3. El nombramiento de Sanchís revela que el Govern de la Generalitat quiere controlar con mano de hierro esta fase final del proceso y limitar aun más el ya escaso pluralismo de los medios de comunicación públicos de Catalunya. Se buscaría, pues, poner a punto la máquina propagandística cara a la movilización de las bases sociales del movimiento secesionista. En esta fase del conflicto se comprueba, una vez más, que el nacionalismo es una ideología sumamente peligrosa que, en último extremo, supone un peligro para los sistemas democráticos, al restringir los derechos y libertades de la ciudadanía ante el altar de la patria.
Antonio Santamaría (2017)
La fotografía, con la presencia estelar de uno de los máximos responsables del latrocinio persistente y generalizado del 3-4%, el hijo político elegido del gran estafador-manipulador, y dos de sus principales consejeras, una de ellas vicepresidenta de gobierno, no pide ni necesita comentarios. Se impone por sí misma y golpea nuestra mirada sin ningún miramiento. ¡Todo vale!, esa la consigna. O si prefieren: ¡para chulos nosotros!
Prometí la segunda parte del artículo “Interesado, calculado y planificado desplazamiento temático”. Pero he alterado los planes. Disculpas. Lo esencial quedó apuntado: hablamos y discutimos sobre lo que ellos quieren hablar, jugamos en su terreno y casi siempre en su campo, y nos olvidamos o tendemos a olvidar de asuntos que rompen y disuelven todos sus vacíos, falsos y retóricos bla-bla-bla sobre la República de sonrisas y su más que hipócrita defensa del mal llamado estado del bienestar por gentes partidarias de un neoliberalismo extremo, vinculadas con mil lazos a lo que ellos mismos llaman “mundo de los negocios” o AEA, el ámbito de los emprendedores agresivos.
Las citas. Se puede decir con más detalle pero es difícil hacerlo mejor; el profesor de la UAB, de nuevo, pone los puntos sobre las íes: lo que llaman “proceso” es una estrategia antidemocrática que no cuenta con los avales ciudadanos necesarios y que usa cualquier truco a su alcance para generar lío, más lío, ruptura del demos común y desconexión. Con el apoyo, además, de grupos que se dicen de izquierdas, que hablaron del 55% de los votos y reconocieron la noche del 27S que el secesionismo había perdido las elecciones, los mismos colectivos que ahora diseñan y exhiben felices de conocerse a sí mismos papeletas de voto para el referéndum de secesión en catalán y aranés, sin ninguna referencia al castellano, una lengua de opresores, zafios, ignorantes y fascistas como es sabido.
Antonio Santamaría, por su parte, incide en uno de los instrumentos básicos del “procesismo”: su TV3 (nunca más ya “la nostra”) y sus prolongaciones radiofónicas afines (incluyendo las retransmisiones del Barça de Puyal, cada día que pasa más nacionalista).
Cuatro apuntes previos a la “vía escocesa”. Es el consejero de Territorio y Sostenibilidad, Josep Rull, el que comentó en una entrevista publicada por El País el pasado lunes 20 de marzo lo siguiente: “Nosotros no nos quedamos con el lamento y la queja, porque eso es muy poco productivo. Echar las culpas a Madrid es muy poco edificante”. Aparte del uso nacionalista, y según parece incorregible, de Madrid para no hablar de Madrid, esa es la supuesta postura de uno de los dirigentes ex convergentes más nacionalista-secesionista. Comprueben lo dicho en estos últimos meses y vean la distancia, medible en siglos-luz, entre lo que lo que se hace y lo que se dice, sobre todo cuando habla para los suyos.
Las chirigotas de Cádiz actuaron en el Liceo. Yo soy muy soso pero mi esposa-compañera, de orígenes sevillanos y gaditanos, ahí es ná, me convenció. Lleno total, exitazo. Los artistas, que pisaban por primera vez el teatro de ópera barcelonés, repitieron una y mil veces más la alegría que sentían por subir a ese escenario. Dio gusto oír la chirigota “Los del Planeta rojo, rojo, rojo”, los ganadores de la última edición. En el palco de invitados las siguientes “autoridades”. Arrimadas de Ciudadanos, Eduardo Reyes, de Junts pel sí, Juanjo Puigcorbé, de ERC. ¿Por qué no hubo ningún representante de la izquierda en Cataluña? ¿La hubo? ¿Dónde estaba? ¿Con acudir al Camp Nou, al palco de los negocios y contactos barceloneses, ya es suficiente? ¿Muchos, demasiados andaluces entre los asistentes? ¿No practican cultura catalana?
El penúltimo apunte: la contratación temporal crece más en el sector público que en el privado. El número de personas contratadas por la Administración catalana temporalmente ascendió a 87.600, un incremento del 24,1% respecto a 2015. Un informe de “ADAMS formación” señala que Cataluña es la comunidad autónoma con menor tasa de empleados públicos: 40 por cada 1.000 habitantes. En sanidad, Boi Ruiz, el del hacha, el amigo político del senyor Mas, ha causado destrozos de muy difícil corrección: Cataluña es la comunidad con menos efectivos dedicados a sanidad: 5,26 por cada 1.000 habitantes (media general: 10,51 por cada 1.000). Consecuencia: tras Madrid, es la comunidad con mayor número de seguros médicos privados. ¿Pueden hablar gentes así de la defensa de un potente Estado asistencial? ¿Nos querrán tomar el pelo? ¿Quién puede creerles?
El último: la CUP mostró en el Parlamento catalán su propuesta de papeletas de voto para el referéndum-desconexión unilateral. Están escritas en catalán y aranés, no en castellano. Se le preguntó a una de sus diputadas si había sido un error y no lo había sido. Su respuesta: catalán y aranás son los dos idiomas con los que queremos construir la República catalana independiente. ¿Ha quedado claro? ¿Han tomado nota los de “Súmate”?
El tema de hoy: ¿se qué hablan realmente cuando hablan o parecen hablar de la vía escocesa? De lo siguiente:
Hablan de urnas pero las urnas se han puesto en repetidas ocasiones en ciudades y pueblos de Cataluña y en una de las últimas ocasiones, el 27S de 2015, cuando por decisión propia ellos mismos convirtieron unas elecciones autonómicas en un plebiscito, perdieron la apuesta y el golpe.
Hablan de diálogo pero de lo que quieren realmente hablar es de lo suyo, de asuntos de poder y más poder. Para algunos, de todo el poder para los soviets hemos pasado, nos quieren hacer pasar, a todo el poder para los secesionistas y sus dirigentes neoliberales y afines (con ayudas inesperadas de una supuesta izquierda).
Hablan de democracia pero realmente de lo quieren hablar es de la destrucción-aniquilación, no democrática, de un demos común.
Hablan de solidaridad pero lo que sientan y piensan realmente es que ellos son la Europa rica, una Europa “muy alemana”, muy del Norte y los otros, “los españoles”, Madrid o el “Estado español” tal como hablan ellos de manera nada inocente, son una rémora, un país demorado lleno de gentes sin preparación y muy poco modernas (al estilo y por la misma senda que las declaraciones de algunos políticos institucionales de la Europa del Norte).
Hablan de la vía escocesa pero no quieren escuchar palabras como éstas, formuladas por Fraser Thompson del SNP: “Ambas [Escocia-Inglaterra, Cataluña-España] situaciones son muy diferentes. Separar Escocia supondría romper una unión política entre dos naciones que ya estuvieron separadas”.
Hablan de tras*parencia y de procedimientos democráticos pero tienen guardados en un cajón, cerrado a cal y canto y a la vista de muy pocos, proyectos constitucionales que afectan a toda la sociedad.
Hablan de información veraz y contrastada pero sitúan como director de TV3 a un hooligang sectario del secesionismo que ha insultado a babor y a estribor, incluso a colectivos separatistas.
Hablan del derecho a decidir sabiendo que es un derecho inexistente y negando al mismo tiempo a la ciudadanía española, incluyendo por supuesto la catalana, decidir sobre asuntos tan esenciales como el TTIP.
Hablan de conversar y sólo hablan con los suyos para que les jaleen los oídos y les digan estrictamente lo que quieren oír.
Hablan de apoyo sin fisuras al Estado a Bienestar y durante sus años de gobierno han golpeado con insistencia conquistas obreras y ciudadanas, sobre todo la salud y la educación, sin olvidar lecciones inaugurales de su consejero de Economía donde hacía un llamamiento explícito a los empresarios asistentes para que acabaran con el estado asistencial y extendieran en el ámbito público el dominio de sus negocios y beneficios.
Hablan, lo citan presidente y vicepresidente en su artículo del pasado lunes en El País, del derecho de autodeterminación sabiendo, como saben, que la situación de Cataluña nada tiene que ver con relaciones coloniales o semicoloniales y que ningún sentido tiene tras casi 40 años de autonomía política.
Hablan de su cercanía al legado de Nelson Mandela, de su admiración por su figura, pero, en realidad, su cosmovisión política está ubicada a siglos-luz de distancia de la del dirigente sudafricano.
Hablan, aunque ahora sea con menos insistencia, de la España que explota a Cataluña o de España contra Cataluña, tergiversando la verdad e insultando a millones de conciudadanos que se sienten catalanes y españoles.
Hablan de acuerdos entre gente dialogante que dialoga mientras preparan, con nocturnidad y alevosía, leyes de desconexión que nadie ha votado.
Hablan en contra de la politización de la justicia y ellos son maestros ejemplares en estas operaciones.
Hablan de leyes y de respeto a las leyes cuando les conviene y se pasan una gran parte de ellas por la entrepierna.
Hablan de una Cataluña socialmente más justa, más equilibrada, cuando ellos mismos practican y defienden políticas que fomentan la desigualdad.
Hablan también, y con razón, de las políticas represivas del gobierno Rajoy (para ellos “Madrid”, “España”, “Estado español” en este caso) y olvidan las políticas incendiarias de su propio gobierno (recordemos la figura de Felip Puig Corcuera-Fernández), empujando todo lo que estuvo en su mano para que se encarcelara a jóvenes estudiantes que estuvieron durante más de 35 días en prisión preventiva (con posterior sentencia absolutoria) por participar en una huelga general.
Hablan de concordia y de aproximaciones entre gentes diversas cuando han estado durante unas cuatro décadas, de forma insistente, generando y abonando diferencias de ficción, distancias irrecuperables, separaciones inevitables, memes irreconciliables (con la ayuda de “grandes intelectuales” del país) y demás venenos antisociales.
Hablan de una Cataluña de todos y no dejan de apoyar y subvencionar a los suyos, mientras arrojan fuera del ámbito público al resto de la población.
Hablan de una Cataluña plural y quitan el pan y el oxígeno al castellano, al que consideran, rascando un poco, lengua impropia del país.
Hablan de la necesidad de una España diversa y, en cambio, sueñan y quieren construir una Cataluña uniforme.
Dicen defender la enseñanza pública mientras usan dinero de guarderías públicas para pagar a escuelas concertadas.
Hablan de modernidad y de sociedades avanzadas mientras están vertebrados realmente por un nacional-catolicismo catalán, molt català, que echa para atrás incluso a cristianos no radicales.
Hablan de la importancia de la educación pública, se llenan sus oídos con sus proclamas, y dos de cada tres escuelas nuevas del próximo curso 2017-2018 estarán en barracones.
Hablan de banderas de todos y dan empujones para cambiar símbolos consensuados durante décadas por esteladas que viven como la futura bandera del país independiente.
Hablan de respetar la opinión de todos y hacen todo lo posible para aplastar las voces que no les son afines, que apenas reconocen y suelen maltratar en sus medios informativos-intoxicativos.
En fin. Hablan, hablan, hablan y hablan, se las dan de demócratas, agitan supuestos derechos, se muestran muy modernos y dialogantes y lo que esconden realmente es una tenaz e inconmensurable lucha por el poder aprovechando lo que ellos consideran momentos difíciles del adversario. No les importa un carajo la situación del resto de ciudadanos españoles.
Salvador López Arnal
Rebelión
Artículo completo:
Rebelion. De qué hablan realmente cuando hablan o escriben sobre la vía escocesa
Para Rodolfo Walsh, in memoriam et ad honorem, 40 años después de su Operación Masacre : "Un intelectual que no comprende lo que pasa en su tiempo y en su país es una contradicción andante, y el que comprendiendo no actúa, tendrá un lugar en la antología del llanto, no en la historia viva de su tierra”.
Para ser un movimiento que repite como un mantra que esto, la construcción de un nuevo estado, va de democracia, determinadas actuaciones de sus dirigentes y de algunos de sus publicistas producen sonrojo. No voy a volver sobre la falta de una mayoría social y política que legitime lo que se está haciendo: no existe por mucho que se empeñen quienes empujan hacia el desastre que se avecina. Dejemos de lado el retorcimiento de la historia para ajustarla a las necesidades del proyecto independentista. Obviemos el sectarismo informativo de los medios públicos y de aquellos que no sobrevivirían sin las subvenciones de la Generalitat. No tengamos en cuenta los libros que hacen la lista de traidores desde 1714, los ramalazos liganordistas de un sector no poco apreciable del movimiento ni los manifiestos que insultan a centenares de miles de personas que llegaron (ellos o sus padres) hace décadas a una Cataluña que no sería lo que es sin su esfuerzo, incluyendo el restablecimiento del autogobierno y la recuperación de la lengua. Olvidemos todo eso y centrémonos en el proyecto de consumar la “desconexión”, es decir, de proclamar la independencia, violentando el reglamento del Parlament, impidiendo el debate, no solo parlamentario, sino también social, de una ley que permanece guardada bajo llave en un cajón, negociada a escondidas y de espaldas a una ciudadanía que será llevada al paraíso prometido sin que previamente nadie le haya explicado ni las condiciones del viaje ni el nuevo paisaje en que le tocará vivir ni los costes que habrá que pagar por la aventura. Efectivamente, esto va de democracia, y lo peor no es el atropello a la que la están sometiendo, sino lo que nos espera si se salen con la suya. Cuando el fin justifica los medios, solo cabe esperar lo peor. Y ahí estamos.
Francisco Morente (2017)
La televisión pública catalana es uno de los más poderosos instrumentos del movimiento soberanista. En efecto, sin sus incesantes campañas a favor de la independencia, difícilmente el movimiento habría adquirido la amplitud de masas que ha llegado a tener entre las clases medias atomizadas y despolitizadas cuyo principal y en ocasiones único medio de comunicación es TV3. El nombramiento de Sanchís revela que el Govern de la Generalitat quiere controlar con mano de hierro esta fase final del proceso y limitar aun más el ya escaso pluralismo de los medios de comunicación públicos de Catalunya. Se buscaría, pues, poner a punto la máquina propagandística cara a la movilización de las bases sociales del movimiento secesionista. En esta fase del conflicto se comprueba, una vez más, que el nacionalismo es una ideología sumamente peligrosa que, en último extremo, supone un peligro para los sistemas democráticos, al restringir los derechos y libertades de la ciudadanía ante el altar de la patria.
Antonio Santamaría (2017)
La fotografía, con la presencia estelar de uno de los máximos responsables del latrocinio persistente y generalizado del 3-4%, el hijo político elegido del gran estafador-manipulador, y dos de sus principales consejeras, una de ellas vicepresidenta de gobierno, no pide ni necesita comentarios. Se impone por sí misma y golpea nuestra mirada sin ningún miramiento. ¡Todo vale!, esa la consigna. O si prefieren: ¡para chulos nosotros!
Prometí la segunda parte del artículo “Interesado, calculado y planificado desplazamiento temático”. Pero he alterado los planes. Disculpas. Lo esencial quedó apuntado: hablamos y discutimos sobre lo que ellos quieren hablar, jugamos en su terreno y casi siempre en su campo, y nos olvidamos o tendemos a olvidar de asuntos que rompen y disuelven todos sus vacíos, falsos y retóricos bla-bla-bla sobre la República de sonrisas y su más que hipócrita defensa del mal llamado estado del bienestar por gentes partidarias de un neoliberalismo extremo, vinculadas con mil lazos a lo que ellos mismos llaman “mundo de los negocios” o AEA, el ámbito de los emprendedores agresivos.
Las citas. Se puede decir con más detalle pero es difícil hacerlo mejor; el profesor de la UAB, de nuevo, pone los puntos sobre las íes: lo que llaman “proceso” es una estrategia antidemocrática que no cuenta con los avales ciudadanos necesarios y que usa cualquier truco a su alcance para generar lío, más lío, ruptura del demos común y desconexión. Con el apoyo, además, de grupos que se dicen de izquierdas, que hablaron del 55% de los votos y reconocieron la noche del 27S que el secesionismo había perdido las elecciones, los mismos colectivos que ahora diseñan y exhiben felices de conocerse a sí mismos papeletas de voto para el referéndum de secesión en catalán y aranés, sin ninguna referencia al castellano, una lengua de opresores, zafios, ignorantes y fascistas como es sabido.
Antonio Santamaría, por su parte, incide en uno de los instrumentos básicos del “procesismo”: su TV3 (nunca más ya “la nostra”) y sus prolongaciones radiofónicas afines (incluyendo las retransmisiones del Barça de Puyal, cada día que pasa más nacionalista).
Cuatro apuntes previos a la “vía escocesa”. Es el consejero de Territorio y Sostenibilidad, Josep Rull, el que comentó en una entrevista publicada por El País el pasado lunes 20 de marzo lo siguiente: “Nosotros no nos quedamos con el lamento y la queja, porque eso es muy poco productivo. Echar las culpas a Madrid es muy poco edificante”. Aparte del uso nacionalista, y según parece incorregible, de Madrid para no hablar de Madrid, esa es la supuesta postura de uno de los dirigentes ex convergentes más nacionalista-secesionista. Comprueben lo dicho en estos últimos meses y vean la distancia, medible en siglos-luz, entre lo que lo que se hace y lo que se dice, sobre todo cuando habla para los suyos.
Las chirigotas de Cádiz actuaron en el Liceo. Yo soy muy soso pero mi esposa-compañera, de orígenes sevillanos y gaditanos, ahí es ná, me convenció. Lleno total, exitazo. Los artistas, que pisaban por primera vez el teatro de ópera barcelonés, repitieron una y mil veces más la alegría que sentían por subir a ese escenario. Dio gusto oír la chirigota “Los del Planeta rojo, rojo, rojo”, los ganadores de la última edición. En el palco de invitados las siguientes “autoridades”. Arrimadas de Ciudadanos, Eduardo Reyes, de Junts pel sí, Juanjo Puigcorbé, de ERC. ¿Por qué no hubo ningún representante de la izquierda en Cataluña? ¿La hubo? ¿Dónde estaba? ¿Con acudir al Camp Nou, al palco de los negocios y contactos barceloneses, ya es suficiente? ¿Muchos, demasiados andaluces entre los asistentes? ¿No practican cultura catalana?
El penúltimo apunte: la contratación temporal crece más en el sector público que en el privado. El número de personas contratadas por la Administración catalana temporalmente ascendió a 87.600, un incremento del 24,1% respecto a 2015. Un informe de “ADAMS formación” señala que Cataluña es la comunidad autónoma con menor tasa de empleados públicos: 40 por cada 1.000 habitantes. En sanidad, Boi Ruiz, el del hacha, el amigo político del senyor Mas, ha causado destrozos de muy difícil corrección: Cataluña es la comunidad con menos efectivos dedicados a sanidad: 5,26 por cada 1.000 habitantes (media general: 10,51 por cada 1.000). Consecuencia: tras Madrid, es la comunidad con mayor número de seguros médicos privados. ¿Pueden hablar gentes así de la defensa de un potente Estado asistencial? ¿Nos querrán tomar el pelo? ¿Quién puede creerles?
El último: la CUP mostró en el Parlamento catalán su propuesta de papeletas de voto para el referéndum-desconexión unilateral. Están escritas en catalán y aranés, no en castellano. Se le preguntó a una de sus diputadas si había sido un error y no lo había sido. Su respuesta: catalán y aranás son los dos idiomas con los que queremos construir la República catalana independiente. ¿Ha quedado claro? ¿Han tomado nota los de “Súmate”?
El tema de hoy: ¿se qué hablan realmente cuando hablan o parecen hablar de la vía escocesa? De lo siguiente:
Hablan de urnas pero las urnas se han puesto en repetidas ocasiones en ciudades y pueblos de Cataluña y en una de las últimas ocasiones, el 27S de 2015, cuando por decisión propia ellos mismos convirtieron unas elecciones autonómicas en un plebiscito, perdieron la apuesta y el golpe.
Hablan de diálogo pero de lo que quieren realmente hablar es de lo suyo, de asuntos de poder y más poder. Para algunos, de todo el poder para los soviets hemos pasado, nos quieren hacer pasar, a todo el poder para los secesionistas y sus dirigentes neoliberales y afines (con ayudas inesperadas de una supuesta izquierda).
Hablan de democracia pero realmente de lo quieren hablar es de la destrucción-aniquilación, no democrática, de un demos común.
Hablan de solidaridad pero lo que sientan y piensan realmente es que ellos son la Europa rica, una Europa “muy alemana”, muy del Norte y los otros, “los españoles”, Madrid o el “Estado español” tal como hablan ellos de manera nada inocente, son una rémora, un país demorado lleno de gentes sin preparación y muy poco modernas (al estilo y por la misma senda que las declaraciones de algunos políticos institucionales de la Europa del Norte).
Hablan de la vía escocesa pero no quieren escuchar palabras como éstas, formuladas por Fraser Thompson del SNP: “Ambas [Escocia-Inglaterra, Cataluña-España] situaciones son muy diferentes. Separar Escocia supondría romper una unión política entre dos naciones que ya estuvieron separadas”.
Hablan de tras*parencia y de procedimientos democráticos pero tienen guardados en un cajón, cerrado a cal y canto y a la vista de muy pocos, proyectos constitucionales que afectan a toda la sociedad.
Hablan de información veraz y contrastada pero sitúan como director de TV3 a un hooligang sectario del secesionismo que ha insultado a babor y a estribor, incluso a colectivos separatistas.
Hablan del derecho a decidir sabiendo que es un derecho inexistente y negando al mismo tiempo a la ciudadanía española, incluyendo por supuesto la catalana, decidir sobre asuntos tan esenciales como el TTIP.
Hablan de conversar y sólo hablan con los suyos para que les jaleen los oídos y les digan estrictamente lo que quieren oír.
Hablan de apoyo sin fisuras al Estado a Bienestar y durante sus años de gobierno han golpeado con insistencia conquistas obreras y ciudadanas, sobre todo la salud y la educación, sin olvidar lecciones inaugurales de su consejero de Economía donde hacía un llamamiento explícito a los empresarios asistentes para que acabaran con el estado asistencial y extendieran en el ámbito público el dominio de sus negocios y beneficios.
Hablan, lo citan presidente y vicepresidente en su artículo del pasado lunes en El País, del derecho de autodeterminación sabiendo, como saben, que la situación de Cataluña nada tiene que ver con relaciones coloniales o semicoloniales y que ningún sentido tiene tras casi 40 años de autonomía política.
Hablan de su cercanía al legado de Nelson Mandela, de su admiración por su figura, pero, en realidad, su cosmovisión política está ubicada a siglos-luz de distancia de la del dirigente sudafricano.
Hablan, aunque ahora sea con menos insistencia, de la España que explota a Cataluña o de España contra Cataluña, tergiversando la verdad e insultando a millones de conciudadanos que se sienten catalanes y españoles.
Hablan de acuerdos entre gente dialogante que dialoga mientras preparan, con nocturnidad y alevosía, leyes de desconexión que nadie ha votado.
Hablan en contra de la politización de la justicia y ellos son maestros ejemplares en estas operaciones.
Hablan de leyes y de respeto a las leyes cuando les conviene y se pasan una gran parte de ellas por la entrepierna.
Hablan de una Cataluña socialmente más justa, más equilibrada, cuando ellos mismos practican y defienden políticas que fomentan la desigualdad.
Hablan también, y con razón, de las políticas represivas del gobierno Rajoy (para ellos “Madrid”, “España”, “Estado español” en este caso) y olvidan las políticas incendiarias de su propio gobierno (recordemos la figura de Felip Puig Corcuera-Fernández), empujando todo lo que estuvo en su mano para que se encarcelara a jóvenes estudiantes que estuvieron durante más de 35 días en prisión preventiva (con posterior sentencia absolutoria) por participar en una huelga general.
Hablan de concordia y de aproximaciones entre gentes diversas cuando han estado durante unas cuatro décadas, de forma insistente, generando y abonando diferencias de ficción, distancias irrecuperables, separaciones inevitables, memes irreconciliables (con la ayuda de “grandes intelectuales” del país) y demás venenos antisociales.
Hablan de una Cataluña de todos y no dejan de apoyar y subvencionar a los suyos, mientras arrojan fuera del ámbito público al resto de la población.
Hablan de una Cataluña plural y quitan el pan y el oxígeno al castellano, al que consideran, rascando un poco, lengua impropia del país.
Hablan de la necesidad de una España diversa y, en cambio, sueñan y quieren construir una Cataluña uniforme.
Dicen defender la enseñanza pública mientras usan dinero de guarderías públicas para pagar a escuelas concertadas.
Hablan de modernidad y de sociedades avanzadas mientras están vertebrados realmente por un nacional-catolicismo catalán, molt català, que echa para atrás incluso a cristianos no radicales.
Hablan de la importancia de la educación pública, se llenan sus oídos con sus proclamas, y dos de cada tres escuelas nuevas del próximo curso 2017-2018 estarán en barracones.
Hablan de banderas de todos y dan empujones para cambiar símbolos consensuados durante décadas por esteladas que viven como la futura bandera del país independiente.
Hablan de respetar la opinión de todos y hacen todo lo posible para aplastar las voces que no les son afines, que apenas reconocen y suelen maltratar en sus medios informativos-intoxicativos.
En fin. Hablan, hablan, hablan y hablan, se las dan de demócratas, agitan supuestos derechos, se muestran muy modernos y dialogantes y lo que esconden realmente es una tenaz e inconmensurable lucha por el poder aprovechando lo que ellos consideran momentos difíciles del adversario. No les importa un carajo la situación del resto de ciudadanos españoles.