De lo sucio que era el fútbol y de un futbolista que me caía muy mal

M. Priede

Será en Octubre
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14 Sep 2011
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Afortunadamente esos tiempos no volverán; hoy los jugadores son más técnicos y verdaderos atletas (me asombra el dominio que tienen los niños con la pelota, y eso se debe a que en cualquier pueblo tienen campo de césped sintético y no los patatales de antes) y las normas más rígidas. Para expulsar a un jugador prácticamente tenía que romperle la pierna a otro. Daba vergüenza ajena la afición, que iba al campo a pedir sangre ("¡Benito! ¡Desentierra el hacha!"), y el tío se crecía: "Y con el sevillista Biri Biri, que en cierta ocasión llegó a suplicarle: 'Por favor, no me pegue más, señor Benito'".

El "señor Benito", en efecto, pegaba mucho. Pero también, en su fogosidad asumía riesgos. Sufrió, amén de algunas fracturas de costillas y dedos ocho operaciones (cinco de rodilla, una de tibia y dos de nariz). Y, el 23 de abril de 1980, ante la benevolencia arbitral, un aluvión de golpes por parte de Hrubesch, el gigantesco ariete del Hamburgo.​

Gracias a sujetos como él y a esa afición necia, el Real Madrid pasó 32 años sin ganar una final de Copa de Europa, y como el R. Madrid, el resto de equipos españoles, que no ganaron nada, a diferencia de los elegantes equipos holandeses, belgas, daneses, alemanes. Fueron holandeses como Cruyff y entrenadores extranjeros los que poco a poco enseñaron que había otro fútbol que no tenía nada que ver con la barbarie.

No ocurría sólo en España, también en Italia, no digamos en Suramérica; pero aquí, que es lo que conozco, ha ido cambiando a mejor, a mucho mejor.


Buyo:

Estos días ha contado alguna que otra anécdota de Miguel Ángel en la televisión.
Sí, guardaba todos los objetos que nos lanzaban en los campos. Antes era terrible, todo era más violento, los ultras usaban esa agresividad para amedrentarnos, sobre todo al Real Madrid por aquello que decían del centralismo, que era absurdo. Y todo con la complicidad de la Federación, el Gobierno, que no desarrollaron leyes del deporte duras. No metían mano a los equipos que hacían esas barbaridades. Miguel Ángel recogía bolas de acero, varillas con plomo... era un peligro para todos, para nosotros y para sus propios jugadores. Nos lanzaban de todo, rompían las lozas del baño y te las lanzaban. Era tremendo. Miguel Ángel lo guardaba todo y tenía una colección de todo tipo de objetos, como trofeos de guerra.​
 
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