Danito10
Madmaxista
- Desde
- 12 Sep 2019
- Mensajes
- 1.662
- Reputación
- 8.932
Analizamos cómo repercute el sentirnos solos en todos los aspectos de nuestra salud
Una ruptura amorosa, la pérdida de un ser querido, la jubilación tras décadas de trabajo, una mudanza a una nueva ciudad. Diversas circunstancias de la vida pueden llevarnos a sentir eso que Borges describe con la frase «El mundo es ancho y ajeno», en otras palabras, la soledad. Una experiencia que casi todos hemos atravesado en un momento u otro, y que tiene repercusiones más allá del estado anímico. Son numerosos los estudios que demuestran una relación estrecha entre la soledad y la salud no solo emocional y mental, sino física.
Pero este problema es más complejo de lo que pueda parecer a simple vista. Para empezar, porque la sensación de soledad es en gran medida independiente del grado de aislamiento que tenga una persona. Tal y como precisa el doctor Vicente Gasull, Coordinador del Grupo de Trabajo de Salud Mental de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen), «estar solo no es lo mismo que sentirse solo. El que se siente solo, tiene soledad; el que está solo, puede tenerla o no».
Esta distinción es importante para entender cómo puede impactar la soledad en nuestra salud. «Las repercusiones en salud mental son importantísimas: aumentan las tasas de ansiedad y depresión y, luego, hay un aspecto fundamental, que es que en el paciente que se siente solo, se desarrolla también una alteración, un sentido de hipervigilancia. Porque, como hay una distancia entre lo que a uno le gustaría que fuera y lo que realmente es, muchas veces se llega a tener una susceptibilidad de pensar si el que se acerca a uno no lo hace para vencer esa soledad, sino con otros fines», observa Gasull. En este sentido, la soledad puede convertirse en un círculo vicioso del que resulta difícil salir sin ayuda, al tiempo que la persona se vuelve más reacia a abrirse y recibirla.
Somos seres sociales
Esta es una frase que solemos escuchar cuando se habla de la naturaleza humana. Pero ¿qué significa, en concreto, el hecho de que seamos seres sociales? Para la psicóloga María Lueiro Mendoza, del Colexio Oficial de Psicoloxía de Galicia, esto se refleja en el hecho de que perder la conexión con otros, sentirnos aislados, nos perjudica en múltiples niveles. «Desde el momento en el que no exista interacción entre personas, eso va a repercutir tanto anímica como físicamente, como en el trabajo y en todos los demás aspectos de nuestra vida, absolutamente todos. Entonces, vamos a tener una afectación general por el hecho de sentirnos solos», señala.
Pero no se trata simplemente de tener una interacción frecuente con otros. Para no sentir soledad, esta interacción tiene que ser significativa. «Necesitamos no solamente relacionarnos, sino que esas relaciones tienen que tener un sentido para nosotros. Por eso es importante que esas relaciones se incluyan en una comunidad o con personas que tengan personalidades, aficiones y gustos parecidos a los nuestros», dice Lueiro.
Efectos de la soledad en el cuerpo
Si somos seres sociales, ¿qué pasa cuando perdemos la posibilidad de serlo? Las consecuencias a nivel físico podrían ser devastadoras. Según halló un estudio de la Universidad de Newcastle, existe una asociación entre la soledad y el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, como infartos o ictus. El sentirse solo puede incrementar este riesgo hasta casi un 33 %.
Otra investigación, publicada en el 2015 en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), concluyó que la soledad puede impactar en la respuesta del sistema inmunológico, haciendo que disminuya su eficacia. La explicación de este fenómeno estaría, según la hipótesis de estos científicos, en el hecho de que el ser humano ha evolucionado para vivir en compañía, en tribus o comunidades, de modo tal que el aislamiento es interpretado por el cuerpo como un signo de alerta, provocando una reacción de inflamación que reduce la potencia del sistema inmunitario.
Al mismo tiempo, son varias las investigaciones que constatan que las personas que se sienten solas duermen peor. Esto podría estar relacionado con factores no solo biológicos sino conductuales: se cree que el estar aislados disminuye nuestra motivación para cuidar nuestra salud. Según la Asociación Americana del Corazón (AHA, por sus siglas en inglés), las personas socialmente aisladas tienden a comer menos frutas y vegetales, se ejercitan con menor frecuencia y acuden menos al médico.
Pero esto no es todo. La soledad también puede traer consecuencias a nivel neurológico. En particular, «está claro que la soledad tiene repercusiones a nivel del sistema nervioso central, fundamentalmente a nivel de las estructuras del hipocampo y la corteza prefrontal», señala Gasull.
A nivel cognitivo, esto se traduce en un deterioro de las funciones, sobre todo en personas mayores. «El aislamiento disminuye muchísimo los estímulos cognitivos, disminuye la capacidad empática, la capacidad de diálogo. Y esto repercute directamente en el cerebro desde un punto de vista cognitivo, sobre todo en personas mayores. La socialización es un elemento muy importante dentro de los pilares del cuidado cerebral», explica el neurólogo Jesús Porta.
Todo esto puede tener consecuencias graves e, incluso, llevar a la fin. De hecho, según un estudio publicado en el 2015 en la revista de la Association for Psychological Science, el aislamiento social está ligado a un aumento del 30 % en el riesgo de fin prematura. La investigación analizó 70 estudios diferentes con un total de más de 3 millones de participantes. En general, se vio que los adultos de mediana edad tenían un mayor riesgo de mortalidad cuando tenían una soledad crónica que los adultos mayores. Esto sugiere que el impacto de la soledad en el cuerpo puede acortar la vida de muchas personas.
Y los jóvenes tampoco están a salvo de esto. El doctor Gasull observa que, en realidad, los adolescentes son uno de los grupos más afectados por la soledad. En este sentido, el rol de las redes sociales podría ser perjudicial. Hoy, muchos jóvenes mantienen la mayor parte de su vida social a través de ellas. Sin embargo, «desde el punto de vista psicológico, la relación no es igual. En una comunidad virtual, no llegas a establecer los vínculos que puedes establecer personalmente, con la presencia física. Además, veo las pantallas como un filtro a través del cual no estamos manifestando todo lo que hay, es una máscara, podemos fingir. Con la presencia física, con los gestos, el comportamiento y la imagen, es distinto. La parte de la comunicación no verbal es imprescindible para establecer relaciones significativas», sostiene Lueiro.
Romper con la soledad
Cuando nos sentimos solos, podemos llegar a pensar que esta situación no es reversible, que no encontraremos un grupo del que podamos formar parte. Además, para muchas personas existe una dimensión de estigma ligada a la soledad: se vive esta sensación como algo vergonzoso, como un fracaso en el intento de construir relaciones o amistades.
Ante estos prejuicios, debemos tener en cuenta el papel que tiene la vida moderna en la sensación de soledad que se ha vuelto más generalizada que nunca. Ciertos espacios de socialización se han perdido, pero existen otros. «Cuando todo el mundo iba a misa, el lugar de reunión era la iglesia, pero ya no solo por el sentido religioso, sino porque era un acto social. Ibas y conocías a todo el mundo. Ahora, a lo mejor, ese tipo de hábitos ya no existen, pero existen otros. Hay gente que se reúne a correr en el parque. Hay determinadas aficiones que seguimos teniendo y podemos encontrar grupos ahí. E incluso hay oenegés que tienen voluntariados para acompañar a gente que se encuentra sola», señala Lueiro.
«En primer lugar, si existe un sentimiento de soledad grave, yo recomendaría que vaya a una consulta para que el profesional les pueda guiar en cómo crear relaciones significativas. Además, nos retroalimentamos negativamente cuando no tenemos esas relaciones y creemos que no las vamos a poder tener nunca más. La mayor parte de la gente, en algún momento perdió esas relaciones significativas, o por algún motivo se rompieron en muchos casos, y cuesta mucho volver a crearlas. Entonces, necesitan una guía para poder hacerlo», recomienda Lueiro.
Para lograrlo, es importante «intentar conservar esos seres queridos con los cuales se hacen planes, se da ayuda mutua en situaciones de crisis. Por desgracia, en la sociedad actual eso se ha perdido. Llega una determinada edad en la que muchas personas pierden sus amigos, o incluso en adolescentes se sustituye esa presencia física del amigo por muchos seguidores en redes sociales. Y uno puede tener muchos seguidores y estar tremendamente solo, porque falta ese aspecto de compartir tiempo y presencia física», observa Gasull.
Soledad y soltería: ¿necesitamos tener sesso para no sentirnos solos?
Al contrario de lo que sostienen aquellos que se autodenominan incels, o célibes involuntarios, el contacto sensual no es imprescindible para dejar de sentirnos solos. Así lo aseguran los expertos. Más allá de que mantener relaciones sensuales satisfactorias sea deseable desde un punto de vista de salud emocional, lo cierto es que «el principal componente para no tener soledad es sentirse conectado a una persona importante para uno. Importante en el sentido de ayuda mutua en una situación de crisis, planificación para el futuro, ese es el núcleo principal para vencer la soledad. La actividad sensual no tiene por qué ser un elemento imprescindible para que una persona pueda salir de la soledad», como asegura Gasull.
De la ansiedad a la fin prematura, así afecta la soledad a tu salud