superprogre
Madmaxista
Una clase política acobardada con galopante pérdida del sentido de la realidad
02/10/2017 Destacados, España Rambla Libre
Mariano Rajoy y Albert Rivera. /Foto: lavanguardia.com.
Enrique de Diego
Don Enrique de Diego. Patriota. Captura Youtube.
Nunca había sentido tanta vergüenza de la baja consistencia de nuestros políticos como ayer. Una clase política acobardada sin resortes jovenlandesales, con una pérdida completa del sentido de la realidad. Resulta enervante tanta insistencia en un diálogo imposible, como una engañifa de casta. Nadie estuvo a la altura de las circunstancias que son tremendas y que amenazan con destruir esta vieja nación y echar abajo la convivencia en la sociedad.
Toda la clase política nacional asumió el discurso propagandístico de los sediciosos paralizada por la visión de la violencia legítima de policías y guardias civiles, que fueron los únicos en la jornada de ayer que estuvieron a la altura, cumpliendo con su deber, ejecutando las órdenes recibidas, en medio de la previsible traición de los mossos.
Mariano Rajoy estuvo ausente durante todo el día, escondido detrás del delegado del Gobierno en Cataluña, Enric Millo, que es un personaje menor. Y cuando salió con su intervención institucional fue el peor Rajoy, medroso y con una firmeza impostada, negando directamente la realidad, como si se tratara de una mera polémica política y no de una rebelión en toda regla. El no llamar a las cosas por su nombre y no adoptar las medidas necesarias produce siempre males mayores de los que se trata de evitar. Pero el mal mayor es la ruptura de la unidad nacional por todos los efectos perversos y demoledores que para todos conlleva, poniendo en marcha un proceso totalitario de extraordinaria gravedad. El recurso que siempre ha tenido el Estado es el artículo 155. Con los delincuentes es inútil dialogar por la sencilla razón de que no quieren.
Pedro Sánchez tiene un andamiaje intelectual escaso. Se retrató a sí mismo con su embrollada intervención sobre las naciones existentes en España. Es otro fistro sin altura de miras que fuera del ámbito partidario se mueve con mucha torpeza. Ahora resulta que la Policía, ante el delito, está para repartir golosinas y dar palmaditas en la espalda. La Policía ejerce el monopolio legítimo de la violencia del Estado. Y la legitimidad está fuera de toda duda, con mandato judicial. Lo grave fue los mossos. Atenazado por un buenismo suicida, Pedro Sánchez mostró su disconformidad con las cargas policiales. Se quiere el fin pero no los medios; se está con el Gobierno pero con esa falsedad de que él, por su cara bonita, con no sé qué diálogo hubiera resuelto una situación envenenada. Sometido a la tentación del poder por los poderes oscuros que usan ahora a Podemos como una marioneta, Sánchez carece de visión de Estado.
Miquel Iceta fue la gran decepción del día. Hasta ese momento fue el personaje que se había movido con mayor solidez y claridad de ideas. Se vino abajo con estrépito. No se puede estar todo el día declarando que el referéndum es ilegal y luego temblar ante la represión. La Policía está para reprimir; para marcar la barrera entre la civilización y la barbarie y ayer supo defender ese delicado limes. La equidistancia de Iceta fue una directa canallada, un escapismo fistro. Rajoy es muchas cosas, seguramente un corrupto jovenlandesal que debía haber dado el paso atrás hace tiempo, pero no es ni el culpable de un conflicto que lleva décadas larvándose, ni se le puede acusar de autoritarismo sino de debilidad. Los socialistas catalanes están en peligro y Miquel Iceta los sacrificó ayer en el delicuescente ara de su buenismo. La inteligencia sucumbiendo medrosa a la propaganda.
Pablo Iglesias representó el papel que se le ha adjudicado: el de pelele y quintacolumnista de los separatistas. Porque la conspiración contra España tiene dos frentes: el catalán y el nacional. Esa conjura urdida en casa de Jaume Roures -cuya relación con George Soros se desvela en artículo adjunto, de lectura obligada- tiene como finalidad doblegar al Estado ante el reto, identificando a España con Mariano Rajoy y el PP. La propuesta insistente de un referéndum pactado está fuera del ordenamiento jurídico y de la realidad. Estamos ante un golpe de Estado en el que el pacifismo es mera estrategia de comunicación y tras el que vendrían coacciones y represiones sin límites. Produce verdadero estupor comprobar que la nación, la sociedad, ha producido un personaje tan tosco, con tanta frivolidad y tan inconsistente.
Albert Rivera es el único que está adoptando una posición de Estado, seguramente porque está sobre el terreno y ve en sus propios padres el futuro totalitario de un proceso vendido ahora con papel de celofán como un falso regalo de Navidad. Identifica bien la graduación de las responsabilidades y de la identificación, en estos momentos, de España con la libertad. Parece el único, en estas circunstancias, con capacidad para liderar al Estado ante el reto secesionista.
Dimisión de Rajoy y gobierno de concentración
Mientras escribo este artículo, recibo este correo electrónico, que extracto, de un joven profesional catalán: “Ayer leí tu carta dirigida al Rey. Estoy de acuerdo con su contenido. No confío en que actúe, ya que creo que es un fistro que no tiene la inteligencia suficiente como para entender que éste es el momento perfecto para afianzar su corona.
Es difícil explicar la ignominia que se vivió ayer en Cataluña. El aparato catalán de propaganda goebbelsiano, como si de un nuevo capítulo de la célebre 1984 de Orwell se tratase, funcionó a pleno rendimiento convirtiendo en un cruel, sangriento, ataque fascista a unas mansas ovejitas que acudieron en busca del voto lo que en realidad es un golpe de Estado violento en el que tumultos ocuparon desde el viernes los colegios de titularidad pública evitando posteriormente por la fuerza que la Guardia Civil y la Policía Nacional requisaran el material electoral en cumplimiento de las órdenes judiciales.
El cúmulo de delitos es tan elevado que cuesta resumirlo: la aprobación de las leyes del referéndum y de tras*itoriedad jurídica a sabiendas de la inconstitucionalidad de las mismas (la segunda es una Constitución), la utilización continua de ingentes cantidades de caudales públicos para la adquisición de todo tipo de material propagandístico y administrativo encaminado a la celebración del referéndum, las consignas dirigidas a asediar a la Guardia Civil cuando acudió junto a la Secretaria judicial a la Consejería de Economía de la Generalitat, las expresiones públicas de todos los miembros del gobierno y de la CUP exponiendo claramente que no reconocen la legalidad española ni la jurisdicción de ningún juzgado o tribunal español, la apertura de cientos de webs contraviniendo las órdenes judiciales, la utilización de los Mossos de esquadra con fines contrarios a la ley y a las resoluciones judiciales, la ejecución de una verdadera campaña electoral encaminada a conseguir la secesión, la utilización de los medios de comunicación públicos para la ejecución de los actos ilegales y para lograr la secesión, la utilización de los menores de edad en actividades de apoyo al golpe, su manipulación ideológica y su clasificación en función de la ideología de sus padres, la destitución de todos los directores de colegios e institutos públicos para poder tomarlos, apoderándose de ellos y preparándose para impedir que las fuerzas de seguridad ejecutasen las órdenes judiciales, la reincidencia de Puigdemont y de su gobierno afirmando que aplicarán las leyes suspendidas por el TC y que declararán la secesión… Los tribunales van a tardar años en juzgar tales delitos y sus verdaderos autores saben que están indultados de antemano.
Son tantos y tan graves los delitos cometidos por el gobierno de Cataluña y es tal el éxito obtenido en sus objetivos que estoy pensando en abandonar mi tierra e instalarme en Madrid o en otra tierra en la que se me permita ser español y en la que mi hijo no sea idiotizado en la ignorancia más oprobiosa.
La revolución secesionista ha llegado a tal punto y la corrupción jovenlandesal del gobierno de España es tan evidente que resulta lacerante para mi espíritu. Tal como te he indicado en repetidas ocasiones, en sus discursos de ayer Rajoy y Sánchez nos han tras*mitido que quieren comprar a los sediciosos. Eso no ocurrió ni en la corrupta y desbordada IIª República. No existe ni un hombre con la determinación suficiente como para solventar la solución. La corrupción, consecuencia lógica y necesaria de la Constitución de 1978, ha acabado con España.
Sólo la dimisión instantánea de Rajoy, la formación de un gobierno tras*itorio de concentración libre de traidores para restablecer el orden pueden salvar el prestigio de nuestra Nación. Esta es una hora grave y sólo las soluciones radicales pueden deshacer la catástrofe creada por la criminal negligencia de Rajoy.
A nivel internacional, los enemigos de España han detectado que está herida y que puede ser el momento para hundirla definitivamente. Nada agradaría más a Inglaterra (con su colonia infectando nuestro territorio) o a Francia (enemigo comercial y político histórico). Una multitud de enemigos están esperando la carnaza que quede después de la disgregación.
Siento ser tan catastrofista, pero yo aún entro mi análisis en lo sustantivo, en los hechos y su relevancia, y no he sucumbido a la crisis intelectual posmoderna consistente en otorgarle imphortancia a lo accesorio banalizando lo principal. Que Dios nos ayude”.
Una clase política acobardada con galopante pérdida del sentido de la realidad
02/10/2017 Destacados, España Rambla Libre
Mariano Rajoy y Albert Rivera. /Foto: lavanguardia.com.
Enrique de Diego
Don Enrique de Diego. Patriota. Captura Youtube.
Nunca había sentido tanta vergüenza de la baja consistencia de nuestros políticos como ayer. Una clase política acobardada sin resortes jovenlandesales, con una pérdida completa del sentido de la realidad. Resulta enervante tanta insistencia en un diálogo imposible, como una engañifa de casta. Nadie estuvo a la altura de las circunstancias que son tremendas y que amenazan con destruir esta vieja nación y echar abajo la convivencia en la sociedad.
Toda la clase política nacional asumió el discurso propagandístico de los sediciosos paralizada por la visión de la violencia legítima de policías y guardias civiles, que fueron los únicos en la jornada de ayer que estuvieron a la altura, cumpliendo con su deber, ejecutando las órdenes recibidas, en medio de la previsible traición de los mossos.
Mariano Rajoy estuvo ausente durante todo el día, escondido detrás del delegado del Gobierno en Cataluña, Enric Millo, que es un personaje menor. Y cuando salió con su intervención institucional fue el peor Rajoy, medroso y con una firmeza impostada, negando directamente la realidad, como si se tratara de una mera polémica política y no de una rebelión en toda regla. El no llamar a las cosas por su nombre y no adoptar las medidas necesarias produce siempre males mayores de los que se trata de evitar. Pero el mal mayor es la ruptura de la unidad nacional por todos los efectos perversos y demoledores que para todos conlleva, poniendo en marcha un proceso totalitario de extraordinaria gravedad. El recurso que siempre ha tenido el Estado es el artículo 155. Con los delincuentes es inútil dialogar por la sencilla razón de que no quieren.
Pedro Sánchez tiene un andamiaje intelectual escaso. Se retrató a sí mismo con su embrollada intervención sobre las naciones existentes en España. Es otro fistro sin altura de miras que fuera del ámbito partidario se mueve con mucha torpeza. Ahora resulta que la Policía, ante el delito, está para repartir golosinas y dar palmaditas en la espalda. La Policía ejerce el monopolio legítimo de la violencia del Estado. Y la legitimidad está fuera de toda duda, con mandato judicial. Lo grave fue los mossos. Atenazado por un buenismo suicida, Pedro Sánchez mostró su disconformidad con las cargas policiales. Se quiere el fin pero no los medios; se está con el Gobierno pero con esa falsedad de que él, por su cara bonita, con no sé qué diálogo hubiera resuelto una situación envenenada. Sometido a la tentación del poder por los poderes oscuros que usan ahora a Podemos como una marioneta, Sánchez carece de visión de Estado.
Miquel Iceta fue la gran decepción del día. Hasta ese momento fue el personaje que se había movido con mayor solidez y claridad de ideas. Se vino abajo con estrépito. No se puede estar todo el día declarando que el referéndum es ilegal y luego temblar ante la represión. La Policía está para reprimir; para marcar la barrera entre la civilización y la barbarie y ayer supo defender ese delicado limes. La equidistancia de Iceta fue una directa canallada, un escapismo fistro. Rajoy es muchas cosas, seguramente un corrupto jovenlandesal que debía haber dado el paso atrás hace tiempo, pero no es ni el culpable de un conflicto que lleva décadas larvándose, ni se le puede acusar de autoritarismo sino de debilidad. Los socialistas catalanes están en peligro y Miquel Iceta los sacrificó ayer en el delicuescente ara de su buenismo. La inteligencia sucumbiendo medrosa a la propaganda.
Pablo Iglesias representó el papel que se le ha adjudicado: el de pelele y quintacolumnista de los separatistas. Porque la conspiración contra España tiene dos frentes: el catalán y el nacional. Esa conjura urdida en casa de Jaume Roures -cuya relación con George Soros se desvela en artículo adjunto, de lectura obligada- tiene como finalidad doblegar al Estado ante el reto, identificando a España con Mariano Rajoy y el PP. La propuesta insistente de un referéndum pactado está fuera del ordenamiento jurídico y de la realidad. Estamos ante un golpe de Estado en el que el pacifismo es mera estrategia de comunicación y tras el que vendrían coacciones y represiones sin límites. Produce verdadero estupor comprobar que la nación, la sociedad, ha producido un personaje tan tosco, con tanta frivolidad y tan inconsistente.
Albert Rivera es el único que está adoptando una posición de Estado, seguramente porque está sobre el terreno y ve en sus propios padres el futuro totalitario de un proceso vendido ahora con papel de celofán como un falso regalo de Navidad. Identifica bien la graduación de las responsabilidades y de la identificación, en estos momentos, de España con la libertad. Parece el único, en estas circunstancias, con capacidad para liderar al Estado ante el reto secesionista.
Dimisión de Rajoy y gobierno de concentración
Mientras escribo este artículo, recibo este correo electrónico, que extracto, de un joven profesional catalán: “Ayer leí tu carta dirigida al Rey. Estoy de acuerdo con su contenido. No confío en que actúe, ya que creo que es un fistro que no tiene la inteligencia suficiente como para entender que éste es el momento perfecto para afianzar su corona.
Es difícil explicar la ignominia que se vivió ayer en Cataluña. El aparato catalán de propaganda goebbelsiano, como si de un nuevo capítulo de la célebre 1984 de Orwell se tratase, funcionó a pleno rendimiento convirtiendo en un cruel, sangriento, ataque fascista a unas mansas ovejitas que acudieron en busca del voto lo que en realidad es un golpe de Estado violento en el que tumultos ocuparon desde el viernes los colegios de titularidad pública evitando posteriormente por la fuerza que la Guardia Civil y la Policía Nacional requisaran el material electoral en cumplimiento de las órdenes judiciales.
El cúmulo de delitos es tan elevado que cuesta resumirlo: la aprobación de las leyes del referéndum y de tras*itoriedad jurídica a sabiendas de la inconstitucionalidad de las mismas (la segunda es una Constitución), la utilización continua de ingentes cantidades de caudales públicos para la adquisición de todo tipo de material propagandístico y administrativo encaminado a la celebración del referéndum, las consignas dirigidas a asediar a la Guardia Civil cuando acudió junto a la Secretaria judicial a la Consejería de Economía de la Generalitat, las expresiones públicas de todos los miembros del gobierno y de la CUP exponiendo claramente que no reconocen la legalidad española ni la jurisdicción de ningún juzgado o tribunal español, la apertura de cientos de webs contraviniendo las órdenes judiciales, la utilización de los Mossos de esquadra con fines contrarios a la ley y a las resoluciones judiciales, la ejecución de una verdadera campaña electoral encaminada a conseguir la secesión, la utilización de los medios de comunicación públicos para la ejecución de los actos ilegales y para lograr la secesión, la utilización de los menores de edad en actividades de apoyo al golpe, su manipulación ideológica y su clasificación en función de la ideología de sus padres, la destitución de todos los directores de colegios e institutos públicos para poder tomarlos, apoderándose de ellos y preparándose para impedir que las fuerzas de seguridad ejecutasen las órdenes judiciales, la reincidencia de Puigdemont y de su gobierno afirmando que aplicarán las leyes suspendidas por el TC y que declararán la secesión… Los tribunales van a tardar años en juzgar tales delitos y sus verdaderos autores saben que están indultados de antemano.
Son tantos y tan graves los delitos cometidos por el gobierno de Cataluña y es tal el éxito obtenido en sus objetivos que estoy pensando en abandonar mi tierra e instalarme en Madrid o en otra tierra en la que se me permita ser español y en la que mi hijo no sea idiotizado en la ignorancia más oprobiosa.
La revolución secesionista ha llegado a tal punto y la corrupción jovenlandesal del gobierno de España es tan evidente que resulta lacerante para mi espíritu. Tal como te he indicado en repetidas ocasiones, en sus discursos de ayer Rajoy y Sánchez nos han tras*mitido que quieren comprar a los sediciosos. Eso no ocurrió ni en la corrupta y desbordada IIª República. No existe ni un hombre con la determinación suficiente como para solventar la solución. La corrupción, consecuencia lógica y necesaria de la Constitución de 1978, ha acabado con España.
Sólo la dimisión instantánea de Rajoy, la formación de un gobierno tras*itorio de concentración libre de traidores para restablecer el orden pueden salvar el prestigio de nuestra Nación. Esta es una hora grave y sólo las soluciones radicales pueden deshacer la catástrofe creada por la criminal negligencia de Rajoy.
A nivel internacional, los enemigos de España han detectado que está herida y que puede ser el momento para hundirla definitivamente. Nada agradaría más a Inglaterra (con su colonia infectando nuestro territorio) o a Francia (enemigo comercial y político histórico). Una multitud de enemigos están esperando la carnaza que quede después de la disgregación.
Siento ser tan catastrofista, pero yo aún entro mi análisis en lo sustantivo, en los hechos y su relevancia, y no he sucumbido a la crisis intelectual posmoderna consistente en otorgarle imphortancia a lo accesorio banalizando lo principal. Que Dios nos ayude”.
Una clase política acobardada con galopante pérdida del sentido de la realidad