Henna
Madmaxista
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Por qué deberíamos estar preocupados por el 'Catalangate'
El 18 de abril de 2022, el centro de investigación Citizen Lab de la Universidad de Toronto publicó un informe titulado: CatalanGate Extensive Mercenary Spyware Operation against Catalans Using Pegasus and Candiru, que acusaba a España de haber espiado de forma ilegal al independentismo. Este informe vino acompañado de una perfectamente orquestada campaña de comunicación a gran escala con artículos en periódicos como The New Yorker y The Washington Post, un sinfín de entrevistas en televisión, radio y prensa. Todos coincidían señalar la culpabilidad del Gobierno español y presentar como víctimas a los nacionalistas catalanes.
Sin embargo, el informe de Citizen Lab hacía aguas por todos los lados; las graves limitaciones metodológicas, su sesgo y falta de tras*parencia indicaban que podría haber intereses económicos y políticos no declarados guiando el estudio y sus conclusiones. Conscientes de ello, poco tiempo después, más de cien profesores e investigadores de universidades de muchos países firmamos sendas cartas solicitando a la Universidad de Toronto que abriese una investigación independiente ya que Citizen Lab parecía haber forzado varios de los criterios básicos de la ética científica. Sorprendentemente, la Universidad de Toronto rechazó expeditivamente estas peticiones y otras provenientes de periodistas y políticos y desde entonces ha tapado, con bastante éxito, este escándalo académico. El 9 de marzo de 2023 presenté un libro-informe de más de doscientas páginas (libremente disponible) donde aporto pruebas y detallo una multitud de graves deficiencias, contradicciones, incómodas conexiones y falsos testimonios que he descubierto a lo largo de mi investigación.
Primero, hay que reconocer la habilidad con la que el nacionalismo catalán se mueve fuera de España. Los lazos personales, afectivos y profesionales, así como los recursos dedicados por organizaciones independentistas y la Generalitat han permitido que estos tengan influencia quizás mayor que la de España en organizaciones y medios de comunicación internacionales.
Por ejemplo, en este caso, tanto The Guardian y El País como publicaron una exclusiva el 14 de julio de 2020, denunciando el espionaje de Roger Torrent, antes de que se tuviese confirmación forense de ninguna infección por Pegasus. Le Monde, BBC, Al Jazeera Euractiv y muchos otros se lanzaron a reproducir la noticia. Dos días más tarde y a pesar de saber que su teléfono no estaba infectado, Roger Torrent pidió por carta ayuda a Dunja Mijatovic, comisaria de Derechos Humanos del Consejo de Europa, a Julie Verhaar, Directora en Amnistía Internacional, y a David Kaye, Relator Especial de las Naciones Unidas(este último además muy cercano a Citizen Lab, no solo había emitido opiniones claramente alineadas con el procés en 2017, sino que también testificó como testigo en la Comisión Pegasus).
El independentismo ha sabido instrumentalizar a organizaciones como el Consejo de Europa, el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Amnistía Internacional, Human Rights Watch o Access Now para organizar eventos y declaraciones públicas que reproducían punto por punto las acusaciones contra España relativas al espionaje sin que hubiese réplica de ningún tipo por parte de representantes de las autoridades españolas. El mensaje maniqueo de la opresión ha calado, la falta de un relato alternativo y la existencia de prejuicios y una visión un tanto orientalista de España lo han facilitado.
Los embajadores y cónsules españoles actualmente tienen las manos atadas y, aunque ellos estén preocupados la acción exterior de la Generalitat y de las organizaciones independentistas, no tienen mandato o permiso para contrarrestar operaciones de desinformación como la del CatalanGate.
Sorprendente papel de El País. Este periódico no ha querido hacerse eco de las informaciones que le hemos facilitado en repetidas ocasiones ni enmendar el dudoso papel que ellos representaron en julio de 2020 cuando colaboraron a lanzar esta campaña de desinformación.
He aquí un ejemplo paradigmático de la vulnerabilidad que padecen gobiernos y administraciones en las democracias.
El 18 de abril de 2022, el centro de investigación Citizen Lab de la Universidad de Toronto publicó un informe titulado: CatalanGate Extensive Mercenary Spyware Operation against Catalans Using Pegasus and Candiru, que acusaba a España de haber espiado de forma ilegal al independentismo. Este informe vino acompañado de una perfectamente orquestada campaña de comunicación a gran escala con artículos en periódicos como The New Yorker y The Washington Post, un sinfín de entrevistas en televisión, radio y prensa. Todos coincidían señalar la culpabilidad del Gobierno español y presentar como víctimas a los nacionalistas catalanes.
Sin embargo, el informe de Citizen Lab hacía aguas por todos los lados; las graves limitaciones metodológicas, su sesgo y falta de tras*parencia indicaban que podría haber intereses económicos y políticos no declarados guiando el estudio y sus conclusiones. Conscientes de ello, poco tiempo después, más de cien profesores e investigadores de universidades de muchos países firmamos sendas cartas solicitando a la Universidad de Toronto que abriese una investigación independiente ya que Citizen Lab parecía haber forzado varios de los criterios básicos de la ética científica. Sorprendentemente, la Universidad de Toronto rechazó expeditivamente estas peticiones y otras provenientes de periodistas y políticos y desde entonces ha tapado, con bastante éxito, este escándalo académico. El 9 de marzo de 2023 presenté un libro-informe de más de doscientas páginas (libremente disponible) donde aporto pruebas y detallo una multitud de graves deficiencias, contradicciones, incómodas conexiones y falsos testimonios que he descubierto a lo largo de mi investigación.
Primero, hay que reconocer la habilidad con la que el nacionalismo catalán se mueve fuera de España. Los lazos personales, afectivos y profesionales, así como los recursos dedicados por organizaciones independentistas y la Generalitat han permitido que estos tengan influencia quizás mayor que la de España en organizaciones y medios de comunicación internacionales.
Por ejemplo, en este caso, tanto The Guardian y El País como publicaron una exclusiva el 14 de julio de 2020, denunciando el espionaje de Roger Torrent, antes de que se tuviese confirmación forense de ninguna infección por Pegasus. Le Monde, BBC, Al Jazeera Euractiv y muchos otros se lanzaron a reproducir la noticia. Dos días más tarde y a pesar de saber que su teléfono no estaba infectado, Roger Torrent pidió por carta ayuda a Dunja Mijatovic, comisaria de Derechos Humanos del Consejo de Europa, a Julie Verhaar, Directora en Amnistía Internacional, y a David Kaye, Relator Especial de las Naciones Unidas(este último además muy cercano a Citizen Lab, no solo había emitido opiniones claramente alineadas con el procés en 2017, sino que también testificó como testigo en la Comisión Pegasus).
El independentismo ha sabido instrumentalizar a organizaciones como el Consejo de Europa, el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Amnistía Internacional, Human Rights Watch o Access Now para organizar eventos y declaraciones públicas que reproducían punto por punto las acusaciones contra España relativas al espionaje sin que hubiese réplica de ningún tipo por parte de representantes de las autoridades españolas. El mensaje maniqueo de la opresión ha calado, la falta de un relato alternativo y la existencia de prejuicios y una visión un tanto orientalista de España lo han facilitado.
Los embajadores y cónsules españoles actualmente tienen las manos atadas y, aunque ellos estén preocupados la acción exterior de la Generalitat y de las organizaciones independentistas, no tienen mandato o permiso para contrarrestar operaciones de desinformación como la del CatalanGate.
Sorprendente papel de El País. Este periódico no ha querido hacerse eco de las informaciones que le hemos facilitado en repetidas ocasiones ni enmendar el dudoso papel que ellos representaron en julio de 2020 cuando colaboraron a lanzar esta campaña de desinformación.