El cipotecón
Madmaxista
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¿QUÉ ES UNA CATEDRAL?
Ojo, que esta cuestión no es baladí. Aunque lo más normal es considerar cualquier iglesia grande como una catedral, hay que dejar claro que no hay catedral sin obispo. O sea, que es la sede donde éste imparte cátedra, de ahí su nombre. Y aquí es donde entran en juego las ínfulas de cada ministro de la Iglesia y su necesidad de tener la más grande (iglesia) de todas.
¿PARA QUÉ SIRVEN?
El hecho de tener una catedral le daba caché a una ciudad, al tiempo que le ayudaba a establecer también el poder económico y político y la asentaba como una plaza importante que defender. Las catedrales en España, además, han servido como cobijo en épocas de guerra, hospital circunstancial, refugio ante las pestes y otras epidemias y lugar para saraos varios durante varios siglos. Vamos, que Dios estaba presente, pero allá, en el altar. En la actualidad, tienen dos utilidades: servir como templo religioso y dinamizar un poco el turismo ya que ‘ver la catedral’ es un denominador común de toda ciudad española y un hito obligatorio hasta para el turista más perezoso.
EN ESPAÑA NO HAY TANTAS
Si se miran otros países del entorno cultural-religioso la comparación nos deja por los suelos. En Italia se les fue la olla levantando templos (347 en total: 227 catedrales, 130 concatedrales y 39 antiguas catedrales) mientras que en Francia hay más catedrales que boinas: 179. Claro, con estas cifras de récord las 88 catedrales de España parecen pocas.
LAS COMUNIDADES MÁS CATEDRALICIAS
No es un resultado sorprendente, aquí gana por goleada Castilla y León con sus 16 catedrales, siguiéndole de cerca Andalucía (14) y Cataluña, con 11. Culpa, por supuesto, de su extensión y de su afán por (re)conquistar levantando grandes templos.
HACIENDO DOBLETE
Varias ciudades españolas tienen dos iglesias con este título por diferentes razones. El caso más conocido es el de Salamanca y su solución a la falta de espacio: construir una más grande y moderna compartiendo muro lateral. Algo parecido le pasó a la de Plasencia, aunque en este caso la catedral nueva y la vieja comparten nave, por lo que no se distingue muy evidentemente una frontera entre una y otra. En Vitoria directamente se liaron la manta en la cabeza construyendo una nueva catedral mientras que la vieja sigue en ese estado tan maravilloso de restauración eterna, siendo ésta la más querida y visitada. Lo mismo le sucede a Lérida, cuya Seu Vella es más icónica que el pastiche barroco de la actual. ¿Otros ejemplos? Pues Madrid, donde la catedral pasó de estar en San Isidro para irse a la Almudena. O Cádiz, donde la Iglesia de Santa Cruz no era suficiente y levantaron la gran catedral conocida por todos. Por último está Zaragoza, a la que no le quedó más remedio que nombrar catedral a la Basílica del Pilar, por mucho que la original sea la de San Salvador.
LAS NO CATÓLICAS
Pues sí, las hay, y ambas están en Madrid: la Catedral del Redentor (iglesia Anglicana) y la del Apóstol Andrés y San Demetrio (Ortodoxa). Eso sí, ninguna de las dos tiene las dimensiones ni la gallardía de las católicas.
LA (CASI) MÁS GRANDE DEL MUNDO
En el sur se encuentra el templo gótico más grande del Planeta: la Catedral de Sevilla. Con sus 11.500 metros cuadrados está considerado, a su vez, el tercer templo cristiano más grande del mundo, solo superado por San Pedro (Vaticano) y por la Basílica de Nuestra Señora Aparecida, en Brasil.
CUANDO FUIMOS MEZQUITAS
Dos famosos templos guardan aún muchas reminiscencias de su pasado de la religión del amor. La catedral de Córdoba está, literalmente, en una mezquita, abriéndose paso con pan de oro e imaginería religiosa entre los arcos lobulados y de herradura. Por su parte, Sevilla conserva su patio de entrada (el de los Naranjos) mientras que su famosa Giralda no es otra cosa que el Alminar almohade con un campanario añadido.
EL ASTRONAUTA SALMANTINO
Aunque la escultura más curiosa de esta ciudad universitaria sea la rana, también merece la pena perderse en los detalles de las de derechasdas de la catedral nueva. Si uno se fija bien entre juicios finales y alineaciones apostólicas podrá encontrar el famosos astronauta. Esta figura no se debe a un futurólogo escultor, si no a una reforma reciente donde se decidió incluir un toque de modernidad grabada en la piedra.
62 HABITANTES Y UNA CATEDRAL
Todos los domingos, los feligreses de Roda de Isábena van a misa más chulos que nadie. Y es que muy pocos pueblos pueden presumir de tener una sede catedralicia con tan escasa población. Su templo de San Vicente Mártir es una humilde construcción románica de inspiración lombarda que merece bastante la pena porque rezuma pobreza, austeridad y buen gusto.
EL GRAN CEMENTERIO
Los suelos de las catedrales se han convertido en el tradicional lugar de descanso de personajes nobles y reyes. No hay una catedral que no tenga su tumba famosa o su lápida ilustre, aunque las más llamativas son las de Santiago (en Santiago de Compostela), la del Cid, en Burgos; la de Colón en Sevilla, la de Manuel de Falla en Cádiz o la de los Reyes Católicos en Granada.
EL AUTÓMATA DE BURGOS
Uno de los elementos decorativos más curiosos de la geografía catedralicia española se encuentra en Burgos. El ‘Papamoscas’ es un autómata que cada hora en punto abre la boca y mueve su brazo izquierdo para mover el badajo de su campana. Así de simple, de poco ortodoxo y de inocentón.
EL ÚLTIMO HABITANTE DEL CIELO DE ÁVILA
El skyline de esta ciudad está marcado por las agudas puntas de su catedral. Entre sus adornos góticos y sus gigantescas campanas sobrevive la casa del campanero, una estancia conservada tal y como la dejó su último inquilino hace 60 años. Un toque de cotidianidad entre el desolador submundo de las catedrales.
LAS DOS NO RECONOCIDAS
En España hay dos grandes templos todavía por consolidarse como catedrales. El primero es la Sagrada Familia, al que no le podrán negar tal honor… cuando terminen de construirla. El segundo, la televisiva catedral de Justo en Mejorada del Campo, a la que aún le falta ser consagrada, reconocida y luego la diócesis dirá.
14 curiosidades de las catedrales españolas | Traveler
Ojo, que esta cuestión no es baladí. Aunque lo más normal es considerar cualquier iglesia grande como una catedral, hay que dejar claro que no hay catedral sin obispo. O sea, que es la sede donde éste imparte cátedra, de ahí su nombre. Y aquí es donde entran en juego las ínfulas de cada ministro de la Iglesia y su necesidad de tener la más grande (iglesia) de todas.
¿PARA QUÉ SIRVEN?
El hecho de tener una catedral le daba caché a una ciudad, al tiempo que le ayudaba a establecer también el poder económico y político y la asentaba como una plaza importante que defender. Las catedrales en España, además, han servido como cobijo en épocas de guerra, hospital circunstancial, refugio ante las pestes y otras epidemias y lugar para saraos varios durante varios siglos. Vamos, que Dios estaba presente, pero allá, en el altar. En la actualidad, tienen dos utilidades: servir como templo religioso y dinamizar un poco el turismo ya que ‘ver la catedral’ es un denominador común de toda ciudad española y un hito obligatorio hasta para el turista más perezoso.
EN ESPAÑA NO HAY TANTAS
Si se miran otros países del entorno cultural-religioso la comparación nos deja por los suelos. En Italia se les fue la olla levantando templos (347 en total: 227 catedrales, 130 concatedrales y 39 antiguas catedrales) mientras que en Francia hay más catedrales que boinas: 179. Claro, con estas cifras de récord las 88 catedrales de España parecen pocas.
No es un resultado sorprendente, aquí gana por goleada Castilla y León con sus 16 catedrales, siguiéndole de cerca Andalucía (14) y Cataluña, con 11. Culpa, por supuesto, de su extensión y de su afán por (re)conquistar levantando grandes templos.
HACIENDO DOBLETE
Varias ciudades españolas tienen dos iglesias con este título por diferentes razones. El caso más conocido es el de Salamanca y su solución a la falta de espacio: construir una más grande y moderna compartiendo muro lateral. Algo parecido le pasó a la de Plasencia, aunque en este caso la catedral nueva y la vieja comparten nave, por lo que no se distingue muy evidentemente una frontera entre una y otra. En Vitoria directamente se liaron la manta en la cabeza construyendo una nueva catedral mientras que la vieja sigue en ese estado tan maravilloso de restauración eterna, siendo ésta la más querida y visitada. Lo mismo le sucede a Lérida, cuya Seu Vella es más icónica que el pastiche barroco de la actual. ¿Otros ejemplos? Pues Madrid, donde la catedral pasó de estar en San Isidro para irse a la Almudena. O Cádiz, donde la Iglesia de Santa Cruz no era suficiente y levantaron la gran catedral conocida por todos. Por último está Zaragoza, a la que no le quedó más remedio que nombrar catedral a la Basílica del Pilar, por mucho que la original sea la de San Salvador.
LAS NO CATÓLICAS
Pues sí, las hay, y ambas están en Madrid: la Catedral del Redentor (iglesia Anglicana) y la del Apóstol Andrés y San Demetrio (Ortodoxa). Eso sí, ninguna de las dos tiene las dimensiones ni la gallardía de las católicas.
LA (CASI) MÁS GRANDE DEL MUNDO
En el sur se encuentra el templo gótico más grande del Planeta: la Catedral de Sevilla. Con sus 11.500 metros cuadrados está considerado, a su vez, el tercer templo cristiano más grande del mundo, solo superado por San Pedro (Vaticano) y por la Basílica de Nuestra Señora Aparecida, en Brasil.
Dos famosos templos guardan aún muchas reminiscencias de su pasado de la religión del amor. La catedral de Córdoba está, literalmente, en una mezquita, abriéndose paso con pan de oro e imaginería religiosa entre los arcos lobulados y de herradura. Por su parte, Sevilla conserva su patio de entrada (el de los Naranjos) mientras que su famosa Giralda no es otra cosa que el Alminar almohade con un campanario añadido.
Aunque la escultura más curiosa de esta ciudad universitaria sea la rana, también merece la pena perderse en los detalles de las de derechasdas de la catedral nueva. Si uno se fija bien entre juicios finales y alineaciones apostólicas podrá encontrar el famosos astronauta. Esta figura no se debe a un futurólogo escultor, si no a una reforma reciente donde se decidió incluir un toque de modernidad grabada en la piedra.
62 HABITANTES Y UNA CATEDRAL
Todos los domingos, los feligreses de Roda de Isábena van a misa más chulos que nadie. Y es que muy pocos pueblos pueden presumir de tener una sede catedralicia con tan escasa población. Su templo de San Vicente Mártir es una humilde construcción románica de inspiración lombarda que merece bastante la pena porque rezuma pobreza, austeridad y buen gusto.
Los suelos de las catedrales se han convertido en el tradicional lugar de descanso de personajes nobles y reyes. No hay una catedral que no tenga su tumba famosa o su lápida ilustre, aunque las más llamativas son las de Santiago (en Santiago de Compostela), la del Cid, en Burgos; la de Colón en Sevilla, la de Manuel de Falla en Cádiz o la de los Reyes Católicos en Granada.
EL AUTÓMATA DE BURGOS
Uno de los elementos decorativos más curiosos de la geografía catedralicia española se encuentra en Burgos. El ‘Papamoscas’ es un autómata que cada hora en punto abre la boca y mueve su brazo izquierdo para mover el badajo de su campana. Así de simple, de poco ortodoxo y de inocentón.
El skyline de esta ciudad está marcado por las agudas puntas de su catedral. Entre sus adornos góticos y sus gigantescas campanas sobrevive la casa del campanero, una estancia conservada tal y como la dejó su último inquilino hace 60 años. Un toque de cotidianidad entre el desolador submundo de las catedrales.
LAS DOS NO RECONOCIDAS
En España hay dos grandes templos todavía por consolidarse como catedrales. El primero es la Sagrada Familia, al que no le podrán negar tal honor… cuando terminen de construirla. El segundo, la televisiva catedral de Justo en Mejorada del Campo, a la que aún le falta ser consagrada, reconocida y luego la diócesis dirá.
14 curiosidades de las catedrales españolas | Traveler