inadaptat susial
Madmaxista
De Gispert y la Cruz
Jaume Pros
Gestor cultural
La semana pasada el Gobierno de Cataluña otorgó la Cruz de San Jorge a Núria de Gispert. Dos días después, De Gispert colgó en su cuenta de Twitter una especie de chiste haciendo burla de los políticos ultranacionalistas españoles que últimamente se van, uno tras otro, a buscar fortuna en Madrid. Cabe decir que el mensaje que compartió la presidenta del Parlamento ni siquiera era original suyo. Además, dicho sea de paso, el chiste tenía muy poca gracia.
Ahora, Núria de Gispert ha presentado la renuncia a la Cruz de San Jorge. Y el Gobierno de la Generalitat la ha aceptado. De nada ha servido que borrara el chiste inmediatamente ni que pidiera disculpas de todas las maneras posibles. De Gispert, que estos días ha recibido ataques desproporcionados y feroces (también de algún político rival, teóricamente independentista y claramente oportunista) no quiso perjudicar el simbolismo de la distinción ni las instituciones catalanas.
Un buen amigo valenciano siempre me reprocha el carácter calvinista los principatins. No soporta esta costumbre tan nuestro de intentar ser tan escrupulosamente correctos, de pedir perdón por todo y de castigar con dureza y severidad nuestros propios pecados, por más veniales que sean. Queremos ser jovenlandesalmente tan perfectas que nos pasamos la vida sufriendo por lo que hemos hecho, por lo que podríamos haber hecho e incluso por lo que no hemos hecho. Nadie nos definió tan bien como Miguel de Unamuno, que aseguraba que los levantinos (se refería a los catalanes) nos pierde la estética.
Si hay una persona que merece la Cruz de San Jorge, esta es sin duda Núria de Gispert. La jurista que fue presidenta del Parlamento de Cataluña entre 2010 y 2015 ha demostrado, de todas las maneras posibles, su amor al país. De Gispert ha defendido Cataluña siempre. Además, a diferencia de muchos otros políticos con quien en el pasado ha compartido espacio ideológico, Núria de Gispert ha sabido leer perfectamente la situación política catalana actual y la necesidad de adaptarse a los nuevos tiempos, marcados por la ola independentista popular que deviene hoy el principal espacio de centralidad de nuestro país. Son décadas de dedicación al servicio del país que entre todos (Gobierno catalán, medios de comunicación y ella misma) ponemos en marcha a rodar por un maldito tuit.
Núria de Gispert, que ha sufrido durante años insultos de todo tipo y que ha visto como todos los catalanes nos han dicho de todo y más, ahora se ve obligada a renunciar a la Cruz de San Jorge. Y el resto acolchado la cabeza y seguiremos sintiendo que nos quieren desinfectar y que somos insolidarios, supremacistas y enfermos mentales.
Ni Núria de Gispert no debería haber renunciado a la Cruz de San Jorge ni el Gobierno no debería haber aceptado la renuncia. Un tuit como su no puede pesar más que toda una trayectoria de compromiso y servicio. De Gispert ha quedado sin la Cruz de San Jorge, pero ya os aseguro que mantiene mi respeto y ahora, además, toda mi solidaridad.
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(Original en català):
De Gispert i la Creu
Jaume Pros
Gestor cultural.
10/05/2019
De Gispert i la Creu
La setmana passada el Govern de Catalunya va atorgar la Creu de Sant Jordi a Núria de Gispert. Dos dies després, De Gispert va penjar al seu compte de Twitter una mena d’acudit fent befa dels polítics ultranacionalistes espanyols que darrerament marxen, un darrere l’altre, a cercar fortuna a Madrid. Val a dir que el missatge que va compartir la presidenta del Parlament ni tan sols era original seu. A més, tot sigui dit, l’acudit tenia ben poca gràcia.
Ara, Núria de Gispert ha presentat la renúncia a la Creu de Sant Jordi. I el Govern de la Generalitat l’ha acceptada. De res ha servit que esborrés l’acudit immediatament ni que demanés disculpes de totes les maneres possibles. De Gispert, que aquests dies ha rebut atacs desproporcionats i ferotges (també d’algun polític rival, teòricament independentista i clarament oportunista) no ha volgut perjudicar el simbolisme de la distinció ni les institucions catalanes.
Un bon amic valencià sempre em retreu el caràcter calvinista dels principatins. No suporta aquest costum tan nostre d’intentar ser tan escrupolosament correctes, de demanar perdó per tot i de castigar amb duresa i severitat els nostres propis pecats, per més venials que siguin. Volem ser jovenlandesalment tan perfectes que ens passem la vida patint pel que hem fet, pel que podríem haver fet i fins i tot pel que no hem fet. Ningú no ens va definir tan bé com Miguel de Unamuno, que assegurava que als llevantins (es referia als catalans) ens perd l’estètica.
Si hi ha una persona que mereix la Creu de Sant Jordi, aquesta és sens dubte Núria de Gispert. La jurista que va ser presidenta del Parlament de Catalunya entre el 2010 i el 2015 ha demostrat, de totes les maneres possibles, el seu amor al país. De Gispert ha defensat Catalunya sempre. A més, a diferència de molts altres polítics amb qui en el passat ha compartit espai ideològic, Núria de Gispert ha sabut llegir perfectament la situació política catalana actual i la necessitat d’adaptar-se als nous temps, marcats per l’onada independentista popular que esdevé avui el principal espai de centralitat del nostre país. Són dècades de dedicació al servei del país que entre tots (Govern català, mitjans de comunicació i ella mateixa) engeguem a rodar per un maleït tuit.
Núria de Gispert, que ha patit durant anys i panys insults de tota mena i que ha vist com a tots els catalans ens han dit de tot i més, ara es veu obligada a renunciar a la Creu de Sant Jordi. I la resta acotxarem el cap i seguirem sentint que ens volen desinfectar i que som insolidaris, supremacistes i malalts mentals.
Ni Núria de Gispert no hauria d’haver renunciat a la Creu de Sant Jordi ni el Govern no n’hauria d’haver acceptat la renúncia. Un tuit com el seu no pot pesar més que tota una trajectòria de compromís i servei. De Gispert s’ha quedat sense la Creu de Sant Jordi, però ja us ben asseguro que manté el meu respecte i ara, a més a més, tota la meva solidaritat.
Jaume Pros
Gestor cultural
La semana pasada el Gobierno de Cataluña otorgó la Cruz de San Jorge a Núria de Gispert. Dos días después, De Gispert colgó en su cuenta de Twitter una especie de chiste haciendo burla de los políticos ultranacionalistas españoles que últimamente se van, uno tras otro, a buscar fortuna en Madrid. Cabe decir que el mensaje que compartió la presidenta del Parlamento ni siquiera era original suyo. Además, dicho sea de paso, el chiste tenía muy poca gracia.
Ahora, Núria de Gispert ha presentado la renuncia a la Cruz de San Jorge. Y el Gobierno de la Generalitat la ha aceptado. De nada ha servido que borrara el chiste inmediatamente ni que pidiera disculpas de todas las maneras posibles. De Gispert, que estos días ha recibido ataques desproporcionados y feroces (también de algún político rival, teóricamente independentista y claramente oportunista) no quiso perjudicar el simbolismo de la distinción ni las instituciones catalanas.
Un buen amigo valenciano siempre me reprocha el carácter calvinista los principatins. No soporta esta costumbre tan nuestro de intentar ser tan escrupulosamente correctos, de pedir perdón por todo y de castigar con dureza y severidad nuestros propios pecados, por más veniales que sean. Queremos ser jovenlandesalmente tan perfectas que nos pasamos la vida sufriendo por lo que hemos hecho, por lo que podríamos haber hecho e incluso por lo que no hemos hecho. Nadie nos definió tan bien como Miguel de Unamuno, que aseguraba que los levantinos (se refería a los catalanes) nos pierde la estética.
Si hay una persona que merece la Cruz de San Jorge, esta es sin duda Núria de Gispert. La jurista que fue presidenta del Parlamento de Cataluña entre 2010 y 2015 ha demostrado, de todas las maneras posibles, su amor al país. De Gispert ha defendido Cataluña siempre. Además, a diferencia de muchos otros políticos con quien en el pasado ha compartido espacio ideológico, Núria de Gispert ha sabido leer perfectamente la situación política catalana actual y la necesidad de adaptarse a los nuevos tiempos, marcados por la ola independentista popular que deviene hoy el principal espacio de centralidad de nuestro país. Son décadas de dedicación al servicio del país que entre todos (Gobierno catalán, medios de comunicación y ella misma) ponemos en marcha a rodar por un maldito tuit.
Núria de Gispert, que ha sufrido durante años insultos de todo tipo y que ha visto como todos los catalanes nos han dicho de todo y más, ahora se ve obligada a renunciar a la Cruz de San Jorge. Y el resto acolchado la cabeza y seguiremos sintiendo que nos quieren desinfectar y que somos insolidarios, supremacistas y enfermos mentales.
Ni Núria de Gispert no debería haber renunciado a la Cruz de San Jorge ni el Gobierno no debería haber aceptado la renuncia. Un tuit como su no puede pesar más que toda una trayectoria de compromiso y servicio. De Gispert ha quedado sin la Cruz de San Jorge, pero ya os aseguro que mantiene mi respeto y ahora, además, toda mi solidaridad.
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(Original en català):
De Gispert i la Creu
Jaume Pros
Gestor cultural.
10/05/2019
De Gispert i la Creu
La setmana passada el Govern de Catalunya va atorgar la Creu de Sant Jordi a Núria de Gispert. Dos dies després, De Gispert va penjar al seu compte de Twitter una mena d’acudit fent befa dels polítics ultranacionalistes espanyols que darrerament marxen, un darrere l’altre, a cercar fortuna a Madrid. Val a dir que el missatge que va compartir la presidenta del Parlament ni tan sols era original seu. A més, tot sigui dit, l’acudit tenia ben poca gràcia.
Ara, Núria de Gispert ha presentat la renúncia a la Creu de Sant Jordi. I el Govern de la Generalitat l’ha acceptada. De res ha servit que esborrés l’acudit immediatament ni que demanés disculpes de totes les maneres possibles. De Gispert, que aquests dies ha rebut atacs desproporcionats i ferotges (també d’algun polític rival, teòricament independentista i clarament oportunista) no ha volgut perjudicar el simbolisme de la distinció ni les institucions catalanes.
Un bon amic valencià sempre em retreu el caràcter calvinista dels principatins. No suporta aquest costum tan nostre d’intentar ser tan escrupolosament correctes, de demanar perdó per tot i de castigar amb duresa i severitat els nostres propis pecats, per més venials que siguin. Volem ser jovenlandesalment tan perfectes que ens passem la vida patint pel que hem fet, pel que podríem haver fet i fins i tot pel que no hem fet. Ningú no ens va definir tan bé com Miguel de Unamuno, que assegurava que als llevantins (es referia als catalans) ens perd l’estètica.
Si hi ha una persona que mereix la Creu de Sant Jordi, aquesta és sens dubte Núria de Gispert. La jurista que va ser presidenta del Parlament de Catalunya entre el 2010 i el 2015 ha demostrat, de totes les maneres possibles, el seu amor al país. De Gispert ha defensat Catalunya sempre. A més, a diferència de molts altres polítics amb qui en el passat ha compartit espai ideològic, Núria de Gispert ha sabut llegir perfectament la situació política catalana actual i la necessitat d’adaptar-se als nous temps, marcats per l’onada independentista popular que esdevé avui el principal espai de centralitat del nostre país. Són dècades de dedicació al servei del país que entre tots (Govern català, mitjans de comunicació i ella mateixa) engeguem a rodar per un maleït tuit.
Núria de Gispert, que ha patit durant anys i panys insults de tota mena i que ha vist com a tots els catalans ens han dit de tot i més, ara es veu obligada a renunciar a la Creu de Sant Jordi. I la resta acotxarem el cap i seguirem sentint que ens volen desinfectar i que som insolidaris, supremacistes i malalts mentals.
Ni Núria de Gispert no hauria d’haver renunciat a la Creu de Sant Jordi ni el Govern no n’hauria d’haver acceptat la renúncia. Un tuit com el seu no pot pesar més que tota una trajectòria de compromís i servei. De Gispert s’ha quedat sense la Creu de Sant Jordi, però ja us ben asseguro que manté el meu respecte i ara, a més a més, tota la meva solidaritat.