¿"Cultura de la violación" = agresiones sexistas en las fiestas? (Tocho inside)

Sapere_Aude

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¿Son las “agresiones machistas” de las fiestas españolas el equivalente a la “cultura de la violación” de los campus universitarios estadounidenses?


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Hemos sido ya testigos de como los medios de comunicación, colectivos LGTB, asociaciones feministas y partidos políticos se alinean para promover una supuesta cultura de la agresión “machista” en las fiestas populares de diversos pueblos y ciudades españolas. Aquí van algunos ejemplos:

San Fermín 2016: Cuatro violaciones en cinco días de Sanfermines | España | EL PAÍS

http://sanfermin.pamplona.es/verDocumento/verdocumento.aspx?idDoc=147

Agresiones sensuales en Sanfermines: "En las fiestas se crea un clima de que todo vale"

En este mismo artículo, en su titular, se afirma que "En las fiestas se crea un clima de que todo vale".

Encontramos más ejemplos como en las fiestas de Vitoria:

Vitoria lanza un protocolo para evitar las agresiones sensuales durante las fiestas de La Blanca

En las de Bilbao:

Oleada de agresiones sensuales durante las fiestas de la Semana Grande de Bilbao

www.eldiario.es/norte/euskadi/viole...-Aste_Nagusia-fiestas-Bilbao_0_552245059.html

O en las de Buñol:

www.elmundo.es/comunidad-valenciana/2016/08/24/57bdbd3022601d7d748b4646.html

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En esta noticia de El Mundo, encontramos un último párrafo esclarecedor:

“Es un escaparate internacional y queremos aprovecharlo para dejar patente que la violencia de género hay que erradicarla de la sociedad y de los festejos, que tenemos que conseguir que tengan un mayor civismo”.


La "cultura de la violación"


Y es que la teoría que aquí vamos a defender, es que esos grupos mencionados al comienzo de este artículo están utilizando las fiestas populares españolas, que suponen “un escaparate internacional”, para promover lo que ya en EE. UU. y en Canadá se ha denominado como la “cultura de la violación” (“rape culture”), que comenzó a raíz de diversas denuncias de violación en algunos campus universitarios estadounidenses y canadienses, y que diversos colectivos como los Social Justice Warriors (SJW), asociaciones feministas, grupos de presión y el partido demócrata han utilizado para promocionar una supuesta cultura estadounidense en la que el hombre es tachado de forzador solo por el hecho de ser hombre, incidiendo así en la guerra de sexos iniciada por el neofeminismo de los 60 y 70. Pero, y aquí queríamos incidir, la “cultura de la violación” no atañe únicamente a la violación en sí, sino que también “incluye culpar a la víctima, cosificación sensual, la trivalizacion de la violación, negación de violación, o se niega a reconocer el daño de ciertas formas de violencia sensual que no se ajustan a ciertos estereotipos de violación violenta”.

https://es.wikipedia.org/wiki/Cultura_de_la_violación

El origen de la denominación de esta supuesta “cultura de la violación” lo encontramos en la década de 1970 y fue “utilizado por primera vez por la segunda ola del feminismo” en esta misma década.

Pero no fue hasta mucho más tarde, ya en el siglo XXI, y coincidiendo con diversos escándalos en los que supuestamente algunos estudiantes universitarios habrían cometido actos de violación contra sus compañeras de universidad, que se confirmó, de esta forma, algo que las feministas ya habían denunciado en la década de 1970. Dos hitos de esta supuesta “cultura de la violación” se alcanzaron, en nuestra opinión, en 2011 y en 2014-2015. Veamos cuáles son.


"SlutWalk" y el escándalo de la Universidad de Columbia


En 2011, las desafortunadas declaraciones de un oficial de policía de Toronto prendieron la mecha del movimiento que se conoce actualmente como “SlutWalk”, y que, según la información que podemos encontrar en la página web del festival del mismo nombre, su misión es la de acabar con la violencia sensual, la culpabilización de las víctimas, los términos despectivos y la desigualdad de “género”.

http://amberroseslutwalk.com/our-story/

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Las declaraciones del susodicho policía fueron las siguientes: “Las mujeres deberían evitar vestirse como pilinguis para que no sean victimizadas”.

http://edition.cnn.com/2015/10/04/living/amber-rose-slutwalk-antiestéticat/

Muchas mujeres de Toronto, indignadas por esta afirmación, decidieron echarse a la calle en ropa interior para oponerse a lo que llaman “slut shaming”: el hecho de ser culpabilizadas por vestir prendas sugerentes o provocativas.

http://twitter.com/dearaunty/status/650349261448708096/photo/1

En este mismo artículo de la CNN se cita al Los Angeles Times como fuente del dato de la asistencia de “varios cientos de personas, la mayoría mujeres”. “Mi vestimenta no es mi consentimiento” rezaba una pancarta que resumía el origen de esta manifestación.

https://en.wikipedia.org/wiki/SlutWalk

Esta manifestación, iniciada por Amber Rose, ha dado lugar a “un movimiento tras*nacional de marchas de protesta que llaman al fin de la cultura de la violación” y que ha provocado marchas similares en otros lugares del mundo como Australia, EE. UU., Europa, Oriente Medio o Reino Unido.

http://www.smh.com.au/victoria/a-rally-to-find-the-slut-in-everyone-20110528-1f9w3.html

Por otra parte, y como ya hemos mencionado anteriormente, en 2013 se produjo lo que consideramos el momento cumbre de la criminalización del hombre gracias a esta paranoia colectiva denominada como “cultura de la violación”: la controversia de la violación de Emma Sulkowicz en el campus universitario de la Universidad de Columbia, en Nueva York. Esta controversia comenzó cuando Emma puso una denuncia en esta misma universidad, alegando que había sido amada sin consentimiento por un compañero de origen alemán, Paul Nungesser, el año anterior, el 27 de agosto de 2012.

La universidad le absolvió de los cargos presentados por Emma tras una investigación, pero esta, entonces, lo denunció, un año más tarde, ante el Departamento de Policía de Nueva York. No se inició ninguna investigación, pues Emma decidió que, de iniciarse, esta se alargaría más allá de su periodo universitario, queriendo así no extender sus malos recuerdos de su periplo en la universidad una vez terminados sus estudios. Eso sí, acusó al Departamento de Policía de “haberla tratado mal”. La oficina del fiscal del distrito interrogó a ambos, Emma y Paul, pero decidió no iniciar ninguna acusación, al considerar que no había sospechas razonables.

https://en.wikipedia.org/wiki/Columbia_University_rape_controversy

No obstante, esta historia no acabó aquí. Emma Sulkowicz dedico su tesis de final de carrera a una “performance” artística que consistía llevar a cuestas un colchón, en clara imitación de aquellos que portaban la cruz como castigo muchos siglos atrás, para denunciar el trato recibido por las autoridades policiales y universitarias ante su supuesto caso de violación.

Sulkowicz-998x735.jpg


Su intención última era provocar la expulsión de Paul Nungesser. Para ello, decidió seguir con su “performance” hasta que la Universidad de Columbia la llevara a efecto. Incluso decidió presentarse en su graduación, infringiendo las normas de la universidad, portando el mismo colchón y ayudado por otras cuatro mujeres.

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https://en.wikipedia.org/wiki/Mattress_Performance_(Carry_That_Weight)

Las neofeministas, por supuesto, no dejaron pasar la oportunidad de sumarse a las reivindicaciones de Emma, insistiendo de esta forma en lo que ya se había iniciado años atrás: la “cultura de la violación”, especialmente en los campus universitarios.

emma_sulkowicz_mattress_performance_3.jpg


Llegados a este punto, es hora de que nos hagamos una pregunta esencial: ¿Qué hay de real en toda esta “cultura de la violación” que las neofeministas defienden con tanto ahínco?

Podemos observar, en primer lugar, que las leyes promulgadas para la abolición de las agresiones sensuales en los campus universitarios, persiguen un fin común: redefinir el significado de “consentimiento”. De esta forma, la Universidad Claremont McKenna decidió definir la ausencia de consentimiento como “...la interacción sensual entre individuos que se ven incapaces de negarse debido al alcohol, sustancias controladas o a su inconsciencia”. Una definición que abre las puertas a lo que ya hemos podido contemplar en España en algunos casos de supuesta agresión sexista: el caso de la violación en grupo de una joven de 18 años en los San Fermines de este mismo año.

www.elmundo.es/sociedad/2016/09/02/57c965b8268e3e9d218b463e.html

En nuestra opinión, esto no se trata más que de una campaña de publicidad para redefinir el significado del consentimiento sensual entre dos personas. Las neofeministas, en su búsqueda particular de culpabilizar y marginalizar al hombre, intentan, por todos los medios, irresponsabilizar a la mujer de su comportamiento sensual tras haber ingerido alcohol. Se trata de una vuelta de tuerca más en lo que a la guerra de sexos se refiere: si la mujer ha bebido alcohol, se ve, de esta forma, legitimada para denunciar por agresión sensual al hombre, independientemente de que en el momento de la consumación del acto sensual haya habido consentimiento o de la igual intoxicación del hombre, siendo esto último, y siguiendo la lógica neofeminista, razón para absolver al hombre igualmente de su responsabilidad.


Curiosas coincidencias


Es llamativo que la iconografía utilizada para promover esta “cultura de la violación”, resumido en su famoso lema “no means no” (“no es no”), sea tan parecida en EE. UU. como en nuestro país. Esto nos hace sospechar de que esta campaña de publicidad se trata, en efecto, de la última “psy-op” para profundizar en la división social entre mujeres y hombres provocada por el neofeminismo. Es la última importación anglosajona para pervertir la sana relación entre hombre y mujer en un intento desesperado por meter una marcha más en la completa disolución espiritual entre el sesso femenino y masculino.

Campaña anglosajona:

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Campaña española:

No-No.jpg


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Y es que, como bien habíamos apuntado antes, existen razones de peso para sospechar que no se trata más que de una campaña de intoxicación para pintar al hombre como ese potencial forzador, agresor y maltratador, que tantos réditos está dando a asociaciones feministas, institutos de la mujer, partidos políticos y colectivos LGTB por igual, pero que está causando estragos en la población masculino. Muestras de esto las encontramos en las asociaciones de padres divorciados que reclaman la custodia compartida, el incremento del número de suicidios por parte de varones experimentada tras la aprobación de la criminal Ley Integral de Violencia de Género, en el creciente rechazo de los hombres hacia las mujeres a la hora de formar una familia, etc.

En primer lugar, las denuncias por violaciones en los campus de EE. UU. son cada vez menos comunes y desmontan la mitología neofeminista y progresista en torno a la “cultura de la violación” en la universidad, que llega a afirmar que “una de cada cinco mujeres ha sido víctima de algún tipo de agresión sensual” en su periodo universitario. Así es, una encuesta de la Oficina de Estadísticas Judiciales concluye que, entre 1995 y 2013, “un 6.1% de las mujeres universitarias declararon ser víctima de violación o agresión sensual”. Se trata de un 0.61% anual o 2.44% de media en el periodo de cuatro años. Una de cada cuarenta y una, muy lejos de ese “una de cada cinco” que repiten las neofeministas e izquierdistas de cualquier sesso como si de un mantra se tratara. Además, esta encuesta afirma que las agresiones sensuales se han reducido desde mediados de la década de 1990. Por último, las cifras de las no estudiantes universitarias en relación a las agresiones sensuales serían más altas, concretamente de un 0.76% anual, según esta misma encuesta, que cuenta con una tasa de respuesta, por parte de los estudiantes entrevistados, mucho mayor que las realizadas por el National Intimate Partner y el sensual Violence Survey and the Campus sensual Assault Study (88% frente a un 33%), según informaciones del Washington Examiner.

www.washingtonexaminer.com/more-evi...e-not-been-sexually-assaulted/article/2557262

www.cdc.gov/violenceprevention/nisvs/index.html

www.ncjrs.gov/pdffiles1/nij/grants/221153.pdf

En segundo lugar, existe, entre muchas neofeministas y progresistas anglosajonas, la idea de que la sociedad, esta “cultura de la violación”, defiende y promueve la violación. Esto, además de una majadería, es falso. De hecho, los datos aportados por un artículo de The Guardian de 2013 así lo atestiguan. Según la información de este diario, los datos aportados por el Servicio de la Fiscalía de la Corona muestran que la justicia británica, lejos de defender a los forzadores, persigue, cada vez con más éxito, las violaciones. En efecto, la tasa de condena por delitos de violación fue del 58% en 2007/8, mientras que en 2012/2013 fue del 63%. Además, estos mismos datos apuntan a un 74%, un aumento del 1% con respecto al año anterior, en el caso de los delitos por violencia doméstica.

www.theguardian.com/society/2013/apr/23/rape-conviction-rate-high


El caso español


Vemos, por tanto, que no existen motivos para afirmar que nos encontramos inmersos en una supuesta “cultura de la violación”. En el caso de España, no nos quedamos atrás. Encontramos similares mantras a los anglosajones solo con realizar una pequeña búsqueda en Google.

www.publico.es/actualidad/mujer-amada sin consentimiento-ocho-horas-espana.html

www.elmundo.es/yodona/2014/10/04/542d7f39268e3e44378b4588.html

www.sociedad.elpais.com/sociedad/2013/06/22/actualidad/1371929413_934353.html

El mantra a repetir en España es el siguiente: “Cada ocho horas una mujer es amada sin consentimiento”, según los datos que presentó el Ministerio del Interior a través de su ministro, Jorge Fernández Díaz.

www.elconfidencial.com/espana/2016-07-11/numero-violaciones-espana_1231474/

Se trata de una verdad a medias, pues los datos con los que contamos para 2015 indican que 1127 mujeres fueron forzadas el año pasado.

www.europapress.es/nacional/noticia...latura-primera-terrorismo-20160204110429.html

Si tenemos en cuenta que en España vivían 23 733 999 en España ese mismo año, comprobamos que la incidencia de las violaciones en el país es del 0.0047%. Una cifra ridícula que no presenta ningún escenario apocalíptico como el que pretende vendernos la “cultura de la violación”. Además, este mismo artículo de Europa Press señala que “este fenómeno ha experimentado un descenso del 19 por ciento en estos últimos cuatro años.” También observamos este descenso en la siguiente gráfica, que recopila los datos de 2008-2011 en relación a las violaciones.

1371929413_934353_1371933177_sumario_grande.png


Y, además, podemos ver una tendencia disminutiva en el número de muertes por “violencia de género”.

1448396107_213844_1448396501_noticia_normal.png


En lo que respecta a otros países “modernos” y “progresistas” de Europa, en Francia, por ejemplo, se produce una violación cada 40 minutos, mientras que en Suecia, ese país que la mayoría de partidos políticos toman como ejemplo para todo Occidente, se produjeron 6620 violaciones (en un país con una población mucho menor), experimentando un preocupante aumento con respecto al año anterior.

www.gaceta.es/noticias/francia-registra-violacion-40-minutos-11082015-1633

www.es.gatestoneinstitute.org/5379/suecia-violaciones

www.bbc.com/mundo/noticias/2012/09/120915_violaciones_suecia_estadisticas_rg


Conclusión:


¿Nos encontramos entonces inmersos en España en una “cultura de la violación”? Los hechos y los datos nos llevan a concluir que no. En cambio, nos encontramos ante la enésima campaña de propaganda, por parte de los medios de comunicación de masas y sus serviles sirvientes políticos, de la criminalización del hombre blanco y heterosexual.
 
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