Cuento de Navidac

CiclopeBizco

El pesado de La Sagra
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27 Mar 2017
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Chozas de Canales
Hace dos años estaba en una ciudad diferente a la que vivía habitualmente en navidad. Como me desagradaba pasar la nochebuena solo tuve la ocurrencia de poner un anuncio pidiendo que alguien me invitara a pasar la nochebuena con él. Me respondió una persona y esto es lo que pasó:

Me encaminé la nochebuena pasada a la dirección que me dio el tío que respondió al anuncio que puse buscando gente para no pasar solo la nochebuena : Un edificio de tres pisos de los años cincuenta con la de derechasda deslucida y la puerta del patio oxidada y con un cristal agrietado. Voy subiendo por las escaleras sombrías que tienen baldosas de diferentes colores. Alguna colilla en los peldaños, algún kleenex, alguna bolsa de plástico... y eso sólo para subir al primero que era el piso donde iba. A cada paso me decía a mí mismo: "¡Estás loco, menuda pinta este edificio, vete de aquí!" pero siempre me ha gustado el barro y me pudo la curiosidad y subí.

Me abre la puerta un señor alopécico de unos sesenta años, de piel coloradota, ojos profundamente azules, con una barba blanca que parecía papa Pitufo y que a duras penas medía uno cincuenta. Llevaba una camisa promocional de abonos Fertiberia y un pantalón de chandal azul oscuro con tropecientos remiendos. Se me presentó como "Anselmico" (sic).

Me recibe y me abraza y empieza un monólogo en el que era imposible meter baza y que voy a tratar de reproducir:

"Hombre, que tío más alto, fuerte y guapo. ¡Si da gusto verte! ¡Y qué bien vestido vas! (llevaba un polo de Ralph Lauren y un pantalón de Armani). ¡Pasa, pasa, que aún no han llegado mis amigas!"

Voy entrando y me enseña el piso mientras no para su cháchara que luego sigo reproduciendo. Os describo el piso porque eso era digno de ver. Tras la puerta había un pasillo y a la derecha un cuarto que daba a la calle donde había una cama enorme, la más grande que había visto en la vida y un armario empotrado. Luego un poco más delante otra habitación también a la derecha donde había un colchón en el suelo y nada más. Después el pasillo hacia un requiebro de 90 grados a la izquierda y a la derecha una habitación completamente vacía y a la izquierda otra habitación que daba a un patio de luces interior donde había un par de bolsas de la compra en el suelo y nada más.

Todo el pasillo estaba adornado de páginas de la interviu antiguas con fotos de tías en pelotas incluyendo las míticas de la Lola Flores y Bibi Andersen. Al final del pasillo el comedor donde había una mesa y cuatro sillas de plástico de esas que ponen en las terrazas de los bares. También un sofa maloliente con manchas de tonalidad marrón y en la pared de la derecha un retrato del abuelo de Heidi. Por supuesto las paredes hacía décadas que no se pintaban y las baldosas del suelo yo creo que ni de nuevas tenían buen aspecto. El comedor tenía dos puertas, por una de ellas se accedía a una diminuta cocina y por otra a una amplia terraza donde se veían casetas de perros.

En la cocina tenía un retrato de él mismo de niño en la escuela en la mesa del maestro con un jersey lleno de cosa y un mapa de España detrás. Teniendo en cuenta que era una foto en blanco y neցro la cosa que debía de llevar debía de ser algo rellenito. Y se me olvidó decir que en la cocina había una puerta que llevaba a un pequeño cagadero.

Bueno, el caso que el tío no paraba de hablar y con fuerte acento de la ribera del Ebro, reproduzco:

" Ven y ayudamé a preparar la cena. Aquí están los langostinos (y saca una caja descongelada del Día). Vamos a preparar la salsa rosa, que a mí me gusta lacasera y no la que venden (y coge ketchup y mayonesa del mercadona y los mezcla). Y la ensaladica que estará bien (y coge espárragos de los chinos de Hacendado, tomate y lechuga mientras no paraba de hablar).

"Pues la Mari José ahora traerá la carne. Aunque la pobrecica no la comerá. Se jubiló hace poco después de muchos años de trabajar en el Instituto anatómico forense. Era la que fregaba la sala de autopsias y no te puedes ni imaginar la de cosas que ha tenido que ver y limpiar en su vida. No soporta la carne por eso. Y Mari Puri traerá el caldo. Es una chica joven y guapa de unos cuarenta años. Bien fuerte y de buen ojo ciego. La conocí hace unos años en el psiquiátrico. Se quedó huérfana y tiene una paguica de de esas de loco, como yo, vamos, que a mí me jubilaron con 38 años después de estar en el manicomio. Y es que me sorprende que aguantara tanto. Yo es que no crecí y era débil porque me hacía muchas caricias y comía mal porque mi progenitora me daba mal de comer.

Aunque la verdad que a mí me gustaba estar con mi progenitora y no con el maestro y con el cura, porque mi progenitora al fin y al cabo me daba de comer y el maestro y el cura no. Después de hacer la mili entré a trabajar en una acería en Bilbao y allí estuve hasta que me metieron por primera vez al psiquiátrico. Y mucho aguanté porque era una vida de trabajar muchas horas en un trabajo muy duro, y luego tenías que ite a casa y hacete la comida. Y así hasta que me jubilaron cuando me estalló la cabeza de aguantar tanto.

La Mari Puri este tiempo atrás estaba muy mal pero ahora está mejor. Para este pasado mes de Julio, en la feria, estaba con ella y me tocó una pecera en eso de tirar anillas, estaba llenica de pececicos coloraos. Se la regalé y cuando bajábamos a casa en el parque sin venir a cuento me la estampó en la cabeza. Mira, todavía tengo la cicatriz, siete puntos me dieron. Pero ahora le han dado quetiapina y está más serena."

El tío sigue con su cháchara incoherente mientras prepara la cena:

"Veo que miras mucho mio camiseta. ¿Te gusta, eh, ladrón? Yo es que compro la ropa de segunda mano siempre en el rastro remar, reto o parecidos. Me visto por 15 euricos, llevo la ropa tres semanas seguidos, latiro y me compro otra al mismo precio. Es que me da pereza poner lavadoras o planchar y no compensa gastar luz, jabón y tiempo teniendo ropa tan barata en esos sitios. Yo es que siempre he sido de hacer lo que me da la gana y no ser esclavo de ninguna obligación. Si por ejemplo me apetece meame en el suelo de esta casa pues lo hago, porque me da la gana,porque para eso es mía. Mira, ya suena el timbre. Deben de ser las chicas"

El tío va al interfono y abre la puerta de abajo, poco después abre la puerta de arriba y entran las mujeres. Mari José es una señora ya mayor, feísima, de barbilla picassiana y mirada aviesa y turbia, muy flaca, pelo tintado de neցro, nariz rosypalmiana. Lleva un pantalón vaquero muy ceñido que deja ver un ojo ciego impresionante, muy impropio de una mujer de su edad. La verdad que a muchas quinceañeras les gustaría tener un ojo ciego como ese. Me da dos besos y me abraza y se me restriega con descaro.

Mary Puri es subida de peso, antiestética, teñida de rubio, unos cuarenta años, está fumando y tiene una respiración de enfermo con epoc grave, parecía Darth Vader, va escotada y muestra unos tetorcios interesantes. Tiene la mirada típica que mira otros mundos tan característica de los psicóticos. Se me queda mirando con una lascivia evidente y me besa en los morros directamente y me da un lametón.

Nos sentamos todos a la mesa y nos ponemos a comer. Anselmico me pregunta que a qué me dedico y le digo que soy osteópata, al oír eso declara:

"Yo es que cuando me duele algo no me hace falta ir a ningún osteópata porque me voy a la balsa de la abandonada fábrica de lindano y allá hay una balsa donde tiraban los residuos y me baño en sus lodos. Y es que te rebozas en esos barros y se te van los dolores que da gustico. Esto lo descubrí hace años cuando me salieron unas almorranas enormes y lo que me daban los medícos no me las curaban y entonces me acordé de que en mi pueblo los jabalíes se rebozaban en barro las heridicas pa curasen y entonces fui allá y me revolqué bien revolcado y se me cayeron las almorranas pero... sorpresa que vi también que ese barro también quitaba los dolores de espalda y allá que voy de vez en cuando a pringame. Tengo un tarro en casa siempre guardado con ese cenago, si te duele algo si quieres te doy".

Bueno, os cuento como terminó la nochebuena. No hay mucho más que contar.

Mari Jose no paraba de mirarme fíjamente a la nariz mientras tomábamos los turrones y mazapanes. Llegó un momento que me mosqueé y le dije que qué miraba y me responde: "Es que tienes un punto neցro muy apetecible en la nariz, ¿Puedo sacártelo?"

Le digo que sí y me dice que me tumbe en el sofá que allí habrá mejor postura y me dejo hacer. Al momento está ta,bién Mari Puri también encima y me quitan la camiseta y me ponen de costado y mientras una se dedica a exprimirme puntos neցros de la cara la otra lo hace de la espalda.

Anselmico se queda mirando fijamente y dice: "Mira que sois asquerosas, para que me toquéis a mí os tengo que dar propina y a éste lo tocáis por gusto".

Al poco veo que empiezan a arrimarse a mi entrepierna y a lo que me doy cuenta tengo dos lenguas enroscadas en mi miembro viril. Comienza una complicada orgía que con los descansos pertinentes y visagras y farlopa se alargaría hasta al día siguiente. Ni preservativos ni nada, todo al natural.

A la mañana después de desayunar me despido en la puerta y les digo unas últimas palabras:

"Bienvenidos al club de la Sidra"

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