Antes de desarrollar lo que quiero contaros os diré sobre mí que en la vida real me considero persona de trato fácil y que ha tenido muy buena relación con la gente que a lo largo del tiempo ha ido pasando por mi vida. Uno de mis mayores tesoros es mi infancia, adolescencia y juventud, porque reconozco que fueron las etapas de mi vida en las que verdaderamente fui feliz, al menos el recuerdo eso me tras*mite.
Por todo ello estoy rotundamente en contra de bucear, casi siempre con una motivación chismosa, en la vida de todo aquel o aquella que he conocido y he mantenido alguna relación a lo largo de décadas de existencia. Las redes sociales por lo general han traído poca cosa buena, pero una de las peores es la de los que tienen la iniciativa de investigar sobre qué fue de sus compañeros de colegio, de instituto o de universidad, y como todos sabemos siempre hay alguno que toma la iniciativa de reunirnos a un grupo de cuarentones y cuarentonas que no se habían visto en los últimos 25 años. Me resisto a todo ello, no lo soporto, porque con ello me quieren robar uno de los bienes más preciados que tengo, que es mi infancia y mi juventud y que, aunque ahora peino canas, siguen viviendo en mi interior en forma de fantásticos recuerdos que incluso en momento complicados me llegan a alegrar el día. Es terrible reencontrarte casi treinta años después con ese compañero de pupitre con el que te expulsaron varias veces del aula y hablar de temas como el divorcio, las notas de los hijos, o que hacienda no te devuelve la pasta, eso es horroroso, como digo, algunos se han propuesto robarnos la infancia.
Por todo ello estoy rotundamente en contra de bucear, casi siempre con una motivación chismosa, en la vida de todo aquel o aquella que he conocido y he mantenido alguna relación a lo largo de décadas de existencia. Las redes sociales por lo general han traído poca cosa buena, pero una de las peores es la de los que tienen la iniciativa de investigar sobre qué fue de sus compañeros de colegio, de instituto o de universidad, y como todos sabemos siempre hay alguno que toma la iniciativa de reunirnos a un grupo de cuarentones y cuarentonas que no se habían visto en los últimos 25 años. Me resisto a todo ello, no lo soporto, porque con ello me quieren robar uno de los bienes más preciados que tengo, que es mi infancia y mi juventud y que, aunque ahora peino canas, siguen viviendo en mi interior en forma de fantásticos recuerdos que incluso en momento complicados me llegan a alegrar el día. Es terrible reencontrarte casi treinta años después con ese compañero de pupitre con el que te expulsaron varias veces del aula y hablar de temas como el divorcio, las notas de los hijos, o que hacienda no te devuelve la pasta, eso es horroroso, como digo, algunos se han propuesto robarnos la infancia.