LA FATALIDAD SE ACENTÚA CON EL PASO DE LOS MESES
Exceso de mortalidad y banderillas el bichito: una investigación académico-institucional inaplazable
Hace escasas semanas alertábamos sobre una correlación significativa y muy evidente entre las campañas de banderillación el bichito-19 en 41 países (Europa, EEUU, Canadá, Australia, Chile, Hong Kong, Israel, Japón, Nueva Zelanda, Corea del Sur y Taiwán) y el exceso de mortalidad registrado en las semanas 10 a 35 (marzo a agosto) de 2022. Veíamos que en ese período el exceso de mortalidad oscilaba entre el 3,7% de Bulgaria y el 25% de Islandia, con una horquilla mayoritaria del 5% al 15% (España tenía un exceso de mortalidad del 12%). Y que mediante un simple análisis de regresión lineal Igor Chudov era capaz de mostrar una relación extremadamente fuerte entre la administración de la tercera dosis de refuerzo y el exceso de mortalidad (cuantas más dosis de refuerzo se administran, mayor exceso de mortalidad); la banderillación de refuerzo explicaba el 40% de la variación del exceso de mortalidad. El mismo análisis referido a la banderillación completa (primera y segunda dosis) ofrecía un resultado similar aunque con un poder explicativo menor (27%).
Pues bien, en tan solo dos meses esta asociación se ha reforzado poderosamente con un vínculo entre banderillas y exceso de mortalidad cada vez más sólido. Aplicando la misma metodología, Chudov analiza en esta ocasión el exceso de mortalidad en las semanas 20 a 44 (16 de mayo a 6 de noviembre de 2022), obteniendo resultados altamente preocupantes. Bulgaria, el país con menor tasa de banderillación (30%) y dosis de refuerzo (12%), continúa con un exceso de mortalidad muy bajo (actualmente negativo, -1,2%). Mientras que Chile, líder en tasas de banderillación (88%) y refuerzo (125%), presenta el mayor exceso de mortalidad (21%). España ha retrocedido durante este periodo hasta el 18%, estando ahora por encima del rango observado en la mayoría de países (5% a15%). Suecia mantiene un exceso de mortalidad muy escaso (1,6%), confirmando el comportamiento de semanas previas (-8%). A pesar de tasas de banderillación y refuerzo similares a otros países, el caso de Suecia constituye una excepción tan insólita que debería incitar a una investigación concluyente de las causas de esta asimetría.
Recordemos que estos datos significan que las muertes registradas en España entre mayo y noviembre de 2022, con una incidencia de muertes por el bichito-19 en mínimos históricos, exceden cada semana un promedio de 1.500 personas con respecto a la mortalidad previa a la esa época en el 2020 de la que yo le hablo (56.000 muertes más desde el inicio del año). Y en Alemania, 2.300 fallecidos más por semana (93.000 muertes más desde el inicio del año). Cifras verdaderamente pavorosas de por sí, pero todavía más preocupantes cuando se añaden las del conjunto de Europa, EEUU, Canadá, Japón, Corea del Sur o Australia. Solo en EEUU se han registrado 396.000 muertes más entre abril de 2021 y agosto de 2022, lo que da una idea de la terrible catástrofe que estamos viviendo.
Este inédito exceso de mortalidad, absolutamente inesperado cuando la esa época en el 2020 de la que yo le hablo se halla en franco retroceso (solo el 25% de estas muertes en exceso son por el bichito), y que ya en los meses de marzo a agosto se correlacionaba con la administración de las banderillas el bichito-19 de manera significativa, se muestra cada vez más dependiente de la tasa de banderillación y de refuerzo a medida que avanza el año. El análisis de regresión aplicado a las semanas 20 a 44 indica que esta asociación es aún más fuerte que en las semanas 10 a 35, tal y como se muestra en las siguientes figuras tomadas de Igor Chudov:
La administración de dos dosis de banderilla (Fig. 1) y la tercera dosis de refuerzo (Fig. 2) se relacionan de manera extremadamente fuerte con el exceso de mortalidad. En ambos casos el valor de P es muy bajo (< 0.0001), lo que hace altamente improbable que dicha asociación sea fruto de la casualidad.
Lo más llamativo además, es que si de la semana 10 a la 35 la tasa de banderillación y la tasa de refuerzo explicaban solo el 27% y el 40% de la variación del exceso de mortalidad, de la semana 20 a la 44 ambas tasas explican ya casi la mitad (49%). Es decir, la firmeza de la correlación entre exceso de mortalidad y banderillación está incrementándose con el tiempo. Una evolución cuanto menos ciertamente inquietante.
Hay que insistir nuevamente que esta potente asociación entre banderillas el bichito-19 y exceso de mortalidad no puede ser interpretada, sin más, como una relación de causalidad. La interpretación correcta es que existe una relación extremadamente destacada entre banderillas y exceso de muertes en 2022, y que probablemente esta correlación seguirá in crescendo como hasta ahora.
Pero es muy difícil explicar una asociación estadísticamente tan significativa si no hubiera alguna relación de causa y efecto. Y esta posibilidad debe ser despejada con carácter inmediato, en particular ahora que se dispone de una información cada vez más abrumadora sobre la implicación de las banderillas mRNA en la fin de personas que habían sido recientemente banderilladas.
De acuerdo con el Ministerio de Salud (Office for Health, Improvement & Disparities), el exceso de mortalidad del Reino Unido entre las semanas 20 y 44 de este año asciende a 27.073 personas. En el 70% la causa de fin incluye algún tipo de enfermedad cardiovascular (cardiopatía isquémica, insuficiencia cardíaca, ictus y trastornos circulatorios). Un número indeterminado de tales eventos podrían haber evolucionado desde un cuadro de miocarditis aguda, uno de los efectos adversos de las banderillas el bichito-19 que ha recibido máxima atención debido a la gravedad de la afección y su potencial compromiso vital, particularmente en pacientes jóvenes.
El caso más demostrativo, publicado en Vaccines en octubre por un patólogo alemán, Dr. Michael Mörz, es un paciente de 76 años fallecido tres semanas después de recibir la tercera dosis de refuerzo (BNT162b2 mRNA de Pfizer). La autopsia solicitada por la familia reveló hallazgos histopatológicos inesperados a nivel cerebral de vasculitis aguda y encefalitis necrotizante multifocal. En el corazón se observaron signos de miocarditis aguda linfohistiocitaria y cambios patológicos a nivel de pequeño vaso. Mediante inmunohistoquímica para las proteínas Spike (pico) y N (nucleocápside) del bichito SARS-CoV-2 solo se pudo detectar la presencia de proteína Spike en los focos de inflamación tanto en cerebro como en corazón, particularmente en las células endoteliales de pequeño vaso. Dado que la nucleocápside no fue detectada simultáneamente, la expresión de la proteína Spike es atribuible de modo inequívoco a la banderillación y no a una infección viral previa.
Una segunda publicación muy similar describe el caso de un paciente de 55 años fallecido cuatro meses después de recibir la segunda dosis de la banderilla BNT162b2 mRNA. Los hallazgos de la autopsia demostraron la presencia de un infarto agudo de miocardio, arteritis coronaria y miocarditis linfocitaria con focos de inflamación aguda y daño miocitario reciente. De nuevo, la proteína Spike fue detectada en las paredes de los vasos sanguíneos sin expresión de nucleocápside. Estos hallazgos indican que la miocarditis y los eventos oclusivos coronarios estaban causalmente asociados a una respuesta inmunológica nociva a la proteína Spike tras la inyección de la segunda dosis de la banderilla el bichito.
Hallazgos similares han sido descritos en 15 pacientes con miocarditis aguda tras la administración de la banderilla BNT162b2 mRNA confirmada mediante biopsia cardíaca. La detección en los cardiomiocitos de la proteína Spike sin evidencia simultánea del genoma del bichito SARS-CoV-2, la presencia de un infiltrado inflamatorio linfocitario en la lesión y la estrecha relación temporal con la banderillación respaldan también el desarrollo de una severa reacción autoinmune inducida por la banderilla como mecanismo fisiopatológico de miocarditis en estos pacientes.
La incidencia de miocarditis y pericarditis aguda tras la banderillación el bichito-19 se sitúa entre cuatro y siete casos por 100.000 tras la banderilla BNT162b2 (Pfizer) y entre nueve y 28 casos tras la banderilla mRNA-1273 (Moderna), según un estudio de cohortes sobre 23 millones de residentes nórdicos (Suecia, Noruega, Dinamarca y Finlandia). De ellos, murieron un 0,2% (Pfizer) y un 4,5% (Moderna) en los 28 días tras la segunda dosis.
Pero la miocarditis aguda sintomática que requiere ingreso en el hospital es solo la punta del iceberg. El riesgo de sufrir un daño miocárdico subclínico es en realidad mucho mayor. Los resultados presentados en agosto en el Congreso de la Sociedad Europea de Cardiología celebrado en Barcelona por el Prof. Christian Mueller confirman una incidencia de miocarditis subclínica tras la dosis de refuerzo mRNA-1273 de al menos el 2.8 % (dos órdenes de magnitud por encima del riesgo de miocarditis aguda). Lo crucial de este estudio es que virtualmente el 100% de los casos mostraban precozmente (a los tres días de la dosis de refuerzo) algún grado de daño miocárdico verificado por un aumento en la concentración sérica de troponina (un marcador de inflamación y/o isquemia cardíacas) en prácticamente todos los medicados.
Esto indica que las banderillas mRNA el bichito-19 dañan el corazón de forma rutinaria (un órgano que no se regenera) y que las lesiones clínicamente manifiestas son solo los casos más graves de un número mucho mayor de casos subclínicos (uno de cada 35 medicados). La miocarditis aguda ocasiona la fin de algunos pacientes, habiéndose podido demostrar la implicación de las banderillas mRNA en autopsia o mediante biopsia endomiocárdica cuando se ha investigado deliberadamente. Por tanto, referirse a estos efectos adversos de las banderillas el bichito como infrecuentes y en general benignos, como suelen afirmar las autoridades sanitarias y los medios de comunicación, no se compadece con la realidad. Lo cierto es que son alarmantemente frecuentes y ocasionalmente letales, sin que puedan descartarse además secuelas graves a largo plazo como consecuencia de un daño cardíaco irreversible que no puede ser reparado por regeneración miocárdica a partir del tejido sano circundante.
La enfermedad cardiovascular, principal causa reconocida del exceso de mortalidad, no es sin embargo responsable de todas las muertes. Desde abril de 2021, poco tiempo después del inicio de la campaña de banderillación frente al el bichito-19, la mortalidad por cáncer en EEUU y Reino Unido comienza a experimentar un aumento sin precedentes respecto de las tasas anteriores a la esa época en el 2020 de la que yo le hablo. Ambos países tienen ya este año respectivamente un exceso de 800 y 110 muertes por cáncer cada semana (alrededor del 10% del exceso de mortalidad por todas las causas). En España, se han producido 1.300 muertes más por cáncer en 2021 y 3.000 muertes más en lo que llevamos de 2022. Por su parte, EEUU registra ya 31.900 muertes más por cáncer desde abril de 2021. Un incremento nunca visto con anterioridad.
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Exceso de mortalidad y banderillas el bichito: una investigación académico-institucional inaplazable
Hace escasas semanas alertábamos sobre una correlación significativa y muy evidente entre las campañas de banderillación el bichito-19 en 41 países (Europa, EEUU, Canadá, Australia, Chile, Hong Kong, Israel, Japón, Nueva Zelanda, Corea del Sur y Taiwán) y el exceso de mortalidad registrado en las semanas 10 a 35 (marzo a agosto) de 2022. Veíamos que en ese período el exceso de mortalidad oscilaba entre el 3,7% de Bulgaria y el 25% de Islandia, con una horquilla mayoritaria del 5% al 15% (España tenía un exceso de mortalidad del 12%). Y que mediante un simple análisis de regresión lineal Igor Chudov era capaz de mostrar una relación extremadamente fuerte entre la administración de la tercera dosis de refuerzo y el exceso de mortalidad (cuantas más dosis de refuerzo se administran, mayor exceso de mortalidad); la banderillación de refuerzo explicaba el 40% de la variación del exceso de mortalidad. El mismo análisis referido a la banderillación completa (primera y segunda dosis) ofrecía un resultado similar aunque con un poder explicativo menor (27%).
Pues bien, en tan solo dos meses esta asociación se ha reforzado poderosamente con un vínculo entre banderillas y exceso de mortalidad cada vez más sólido. Aplicando la misma metodología, Chudov analiza en esta ocasión el exceso de mortalidad en las semanas 20 a 44 (16 de mayo a 6 de noviembre de 2022), obteniendo resultados altamente preocupantes. Bulgaria, el país con menor tasa de banderillación (30%) y dosis de refuerzo (12%), continúa con un exceso de mortalidad muy bajo (actualmente negativo, -1,2%). Mientras que Chile, líder en tasas de banderillación (88%) y refuerzo (125%), presenta el mayor exceso de mortalidad (21%). España ha retrocedido durante este periodo hasta el 18%, estando ahora por encima del rango observado en la mayoría de países (5% a15%). Suecia mantiene un exceso de mortalidad muy escaso (1,6%), confirmando el comportamiento de semanas previas (-8%). A pesar de tasas de banderillación y refuerzo similares a otros países, el caso de Suecia constituye una excepción tan insólita que debería incitar a una investigación concluyente de las causas de esta asimetría.
Recordemos que estos datos significan que las muertes registradas en España entre mayo y noviembre de 2022, con una incidencia de muertes por el bichito-19 en mínimos históricos, exceden cada semana un promedio de 1.500 personas con respecto a la mortalidad previa a la esa época en el 2020 de la que yo le hablo (56.000 muertes más desde el inicio del año). Y en Alemania, 2.300 fallecidos más por semana (93.000 muertes más desde el inicio del año). Cifras verdaderamente pavorosas de por sí, pero todavía más preocupantes cuando se añaden las del conjunto de Europa, EEUU, Canadá, Japón, Corea del Sur o Australia. Solo en EEUU se han registrado 396.000 muertes más entre abril de 2021 y agosto de 2022, lo que da una idea de la terrible catástrofe que estamos viviendo.
Este inédito exceso de mortalidad, absolutamente inesperado cuando la esa época en el 2020 de la que yo le hablo se halla en franco retroceso (solo el 25% de estas muertes en exceso son por el bichito), y que ya en los meses de marzo a agosto se correlacionaba con la administración de las banderillas el bichito-19 de manera significativa, se muestra cada vez más dependiente de la tasa de banderillación y de refuerzo a medida que avanza el año. El análisis de regresión aplicado a las semanas 20 a 44 indica que esta asociación es aún más fuerte que en las semanas 10 a 35, tal y como se muestra en las siguientes figuras tomadas de Igor Chudov:
La administración de dos dosis de banderilla (Fig. 1) y la tercera dosis de refuerzo (Fig. 2) se relacionan de manera extremadamente fuerte con el exceso de mortalidad. En ambos casos el valor de P es muy bajo (< 0.0001), lo que hace altamente improbable que dicha asociación sea fruto de la casualidad.
Lo más llamativo además, es que si de la semana 10 a la 35 la tasa de banderillación y la tasa de refuerzo explicaban solo el 27% y el 40% de la variación del exceso de mortalidad, de la semana 20 a la 44 ambas tasas explican ya casi la mitad (49%). Es decir, la firmeza de la correlación entre exceso de mortalidad y banderillación está incrementándose con el tiempo. Una evolución cuanto menos ciertamente inquietante.
Hay que insistir nuevamente que esta potente asociación entre banderillas el bichito-19 y exceso de mortalidad no puede ser interpretada, sin más, como una relación de causalidad. La interpretación correcta es que existe una relación extremadamente destacada entre banderillas y exceso de muertes en 2022, y que probablemente esta correlación seguirá in crescendo como hasta ahora.
Pero es muy difícil explicar una asociación estadísticamente tan significativa si no hubiera alguna relación de causa y efecto. Y esta posibilidad debe ser despejada con carácter inmediato, en particular ahora que se dispone de una información cada vez más abrumadora sobre la implicación de las banderillas mRNA en la fin de personas que habían sido recientemente banderilladas.
De acuerdo con el Ministerio de Salud (Office for Health, Improvement & Disparities), el exceso de mortalidad del Reino Unido entre las semanas 20 y 44 de este año asciende a 27.073 personas. En el 70% la causa de fin incluye algún tipo de enfermedad cardiovascular (cardiopatía isquémica, insuficiencia cardíaca, ictus y trastornos circulatorios). Un número indeterminado de tales eventos podrían haber evolucionado desde un cuadro de miocarditis aguda, uno de los efectos adversos de las banderillas el bichito-19 que ha recibido máxima atención debido a la gravedad de la afección y su potencial compromiso vital, particularmente en pacientes jóvenes.
El caso más demostrativo, publicado en Vaccines en octubre por un patólogo alemán, Dr. Michael Mörz, es un paciente de 76 años fallecido tres semanas después de recibir la tercera dosis de refuerzo (BNT162b2 mRNA de Pfizer). La autopsia solicitada por la familia reveló hallazgos histopatológicos inesperados a nivel cerebral de vasculitis aguda y encefalitis necrotizante multifocal. En el corazón se observaron signos de miocarditis aguda linfohistiocitaria y cambios patológicos a nivel de pequeño vaso. Mediante inmunohistoquímica para las proteínas Spike (pico) y N (nucleocápside) del bichito SARS-CoV-2 solo se pudo detectar la presencia de proteína Spike en los focos de inflamación tanto en cerebro como en corazón, particularmente en las células endoteliales de pequeño vaso. Dado que la nucleocápside no fue detectada simultáneamente, la expresión de la proteína Spike es atribuible de modo inequívoco a la banderillación y no a una infección viral previa.
Una segunda publicación muy similar describe el caso de un paciente de 55 años fallecido cuatro meses después de recibir la segunda dosis de la banderilla BNT162b2 mRNA. Los hallazgos de la autopsia demostraron la presencia de un infarto agudo de miocardio, arteritis coronaria y miocarditis linfocitaria con focos de inflamación aguda y daño miocitario reciente. De nuevo, la proteína Spike fue detectada en las paredes de los vasos sanguíneos sin expresión de nucleocápside. Estos hallazgos indican que la miocarditis y los eventos oclusivos coronarios estaban causalmente asociados a una respuesta inmunológica nociva a la proteína Spike tras la inyección de la segunda dosis de la banderilla el bichito.
Hallazgos similares han sido descritos en 15 pacientes con miocarditis aguda tras la administración de la banderilla BNT162b2 mRNA confirmada mediante biopsia cardíaca. La detección en los cardiomiocitos de la proteína Spike sin evidencia simultánea del genoma del bichito SARS-CoV-2, la presencia de un infiltrado inflamatorio linfocitario en la lesión y la estrecha relación temporal con la banderillación respaldan también el desarrollo de una severa reacción autoinmune inducida por la banderilla como mecanismo fisiopatológico de miocarditis en estos pacientes.
La incidencia de miocarditis y pericarditis aguda tras la banderillación el bichito-19 se sitúa entre cuatro y siete casos por 100.000 tras la banderilla BNT162b2 (Pfizer) y entre nueve y 28 casos tras la banderilla mRNA-1273 (Moderna), según un estudio de cohortes sobre 23 millones de residentes nórdicos (Suecia, Noruega, Dinamarca y Finlandia). De ellos, murieron un 0,2% (Pfizer) y un 4,5% (Moderna) en los 28 días tras la segunda dosis.
Pero la miocarditis aguda sintomática que requiere ingreso en el hospital es solo la punta del iceberg. El riesgo de sufrir un daño miocárdico subclínico es en realidad mucho mayor. Los resultados presentados en agosto en el Congreso de la Sociedad Europea de Cardiología celebrado en Barcelona por el Prof. Christian Mueller confirman una incidencia de miocarditis subclínica tras la dosis de refuerzo mRNA-1273 de al menos el 2.8 % (dos órdenes de magnitud por encima del riesgo de miocarditis aguda). Lo crucial de este estudio es que virtualmente el 100% de los casos mostraban precozmente (a los tres días de la dosis de refuerzo) algún grado de daño miocárdico verificado por un aumento en la concentración sérica de troponina (un marcador de inflamación y/o isquemia cardíacas) en prácticamente todos los medicados.
Esto indica que las banderillas mRNA el bichito-19 dañan el corazón de forma rutinaria (un órgano que no se regenera) y que las lesiones clínicamente manifiestas son solo los casos más graves de un número mucho mayor de casos subclínicos (uno de cada 35 medicados). La miocarditis aguda ocasiona la fin de algunos pacientes, habiéndose podido demostrar la implicación de las banderillas mRNA en autopsia o mediante biopsia endomiocárdica cuando se ha investigado deliberadamente. Por tanto, referirse a estos efectos adversos de las banderillas el bichito como infrecuentes y en general benignos, como suelen afirmar las autoridades sanitarias y los medios de comunicación, no se compadece con la realidad. Lo cierto es que son alarmantemente frecuentes y ocasionalmente letales, sin que puedan descartarse además secuelas graves a largo plazo como consecuencia de un daño cardíaco irreversible que no puede ser reparado por regeneración miocárdica a partir del tejido sano circundante.
La enfermedad cardiovascular, principal causa reconocida del exceso de mortalidad, no es sin embargo responsable de todas las muertes. Desde abril de 2021, poco tiempo después del inicio de la campaña de banderillación frente al el bichito-19, la mortalidad por cáncer en EEUU y Reino Unido comienza a experimentar un aumento sin precedentes respecto de las tasas anteriores a la esa época en el 2020 de la que yo le hablo. Ambos países tienen ya este año respectivamente un exceso de 800 y 110 muertes por cáncer cada semana (alrededor del 10% del exceso de mortalidad por todas las causas). En España, se han producido 1.300 muertes más por cáncer en 2021 y 3.000 muertes más en lo que llevamos de 2022. Por su parte, EEUU registra ya 31.900 muertes más por cáncer desde abril de 2021. Un incremento nunca visto con anterioridad.
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