Chapapote1
Madmaxista
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Su comercialización fue muy habitual y legal hasta prácticamente las década de 1920, pero incluso en 1944 podemos encontrar anuncios de productos hechos con las actuales drojas ilegalizadas
Anuncios con productos realizados con cocaína y heroína en la prensa española del siglo XX - ABC
Aunque es de sobra conocido que muchas drojas han sido utilizadas por distintos motivos desde la Antigüedad, resulta sorprendente observar cómo ciertas sustancias como la cocaína y la heroína se anunciaron en prensa hasta bien entrado el siglo XX. De hecho, hasta su eliminación de la Farmacopea Británica en 1932, también el cannabis o hachís era ampliamente utilizado en la práctica médica y era anunciado en los principales periódicos del mundo.
En 1907, en el ‘El Imparcial’ encontramos un anuncio sobre frascos de heroína a 2 pesetas, como «la solución más racional y científica para curar los catarros crónicos, la tuberculosis, la bronquitis y la debilidad general». En 1902, en ‘La Correspondencia de España’ se vendían pastillas de cocaína para «curar las irritaciones de la boca y la garganta, la afonía, el mal olor y los catarros» sin que nadie se llevara las manos a la cabeza ni provocara el más mínimo escándalo.
Estos reclamos fueron disminuyendo con el tiempo, a medida que se fue descubriendo el perjuicio que estás sustancias ocasionaban en la salud, pero en ABC todavía se encontraban anuncios de «Cocaína en flor» en diciembre de 1944. En este caso se trataba de un perfume de la firma Pradera, que en aquella época contrataba habitualmente una página entera en el periódico para promocionar su producto estrella, una fragancia «misteriosa que produce sensaciones desconocidas», aunque hiciera referencia a una de las drojas cuyo consumo ya estaba perseguido.
Cannabis y cocaína
Hasta ese momento, el camino en lo que respecta al uso de las drojas dentro de la legalidad fue largo. El cannabis, por ejemplo, fue introducido en la medicina occidental por el médico irlandés William Brooke O’Shaughnessey, profesor del Colegio Médico de Calcuta, que publicó en 1839 sus propiedades anticonvulsivantes. En 1890. Sir John Russell Reynolds, médico personal de la Reina Victoria, publicó un artículo en ‘The Lancet’ donde resumía sus treinta años de experiencia clínica con el hachís en el tratamiento del insomnio, neuralgias, jaquecas, epilepsia o dismenorrea, entre otros trastornos.
Anuncio del jarabe de Bayer de Heroína - BNE
La cocaína había sido comercializada como medicamento en Estados Unidos en 1882, sobre todo para tratar el dolor odontológico en los niños y el tratamiento de la gota en los adultos. Pero el verdadero descubridor de sus propiedades farmacológicas fue el padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, que empezó a experimentar con ella en su propio cuerpo. Aseguraba que su consumo le había ayudado a mejorar su depresión, su autoestima y su capacidad de concentración en el trabajo. Fue él quien descubrió que la lengua y los labios se le quedaban insensibilizados después de consumirla, calmando ciertos dolores.
Sin embargo, el mayor éxito ‘terapéutico’ de la cocaína se originó cuando se pusieron a la venta en el mercado multitud de elixires ‘milagrosos’ como los que se anunciaban en los periódicos. Uno de los más singulares y célebres fue el vino con extractos de hojas de coca que creó Angelo Mariani. En 1863, este químico y farmacéutico fundó la primera gran industria basada en esta sustancia e, incluso, recibió una condecoración por el Papa León XIII por sus méritos en pro de la Humanidad.
Heroína
La heroína, por su parte, nació en un intento de mejorar el perfil de seguridad de la morfina, un alcaloide del opio. Fue sintetizada en 1874 por el químico Alder Wright, en Londres, al tratar la morfina con ácidos orgánicos. Con ella consiguió disminuir la presión arterial y la frecuencia respiratoria, pero no despertó el suficiente interés clínico. Poco después, Heinrich Dreser, investigador de la compañía farmacéutica Friedrich Bayer & Co., logró su producción industrial y la comercializó en 1898 como calmante para la tos. Describió el fármaco como una «droja heroica», de ahí que Bayer lo bautizara como ‘Heroína’, ya que hasta ese momento se le conocía por su nombre científico: diacetilmorfina.
Pronto logró su éxito comercial, siendo utilizado en casi todo el mundo como antitusígeno. De ahí su aparición en la prensa como un producto más, hasta que los fenómenos adictivos asociados al consumo de heroína y cocaína se fueron dando a conocer en las primeras décadas del siglo XX. La Pure Food and Drug Act, de 1906, puso las primeras restricciones a la manufacturación de ambas sustancias. En 1914 la segunda fue ilegalizada en Estados Unidos por la ley Harrison Narcotic Control Act. La primera sufrió la misma restricción en diez años después.
En la década de los años 20 ya era común ver en los periódicos españoles noticias con detenciones de traficantes de estas sustancias y anuncios de las prohibiciones. Como esta de la ‘Gaceta de los caminos de hierro’, en 1924, donde se advertía que estaba prohibido enviar paquetes postales con «Opio, morfina, cocaína y otros narcóticos». «Sin embargo, esta prohibición no se aplicará a los envíos de esta clase efectuados con fines medicinales para aquellos países que los admitan con esta condición», aclaraba después.
Te demonizan las drojas y luego resulta que la mayoría proceden de la Farmafia y te las promocionaban como el tabaco o alcohol en su momento.
Aunque es de sobra conocido que muchas drojas han sido utilizadas por distintos motivos desde la Antigüedad, resulta sorprendente observar cómo ciertas sustancias como la cocaína y la heroína se anunciaron en prensa hasta bien entrado el siglo XX. De hecho, hasta su eliminación de la Farmacopea Británica en 1932, también el cannabis o hachís era ampliamente utilizado en la práctica médica y era anunciado en los principales periódicos del mundo.
En 1907, en el ‘El Imparcial’ encontramos un anuncio sobre frascos de heroína a 2 pesetas, como «la solución más racional y científica para curar los catarros crónicos, la tuberculosis, la bronquitis y la debilidad general». En 1902, en ‘La Correspondencia de España’ se vendían pastillas de cocaína para «curar las irritaciones de la boca y la garganta, la afonía, el mal olor y los catarros» sin que nadie se llevara las manos a la cabeza ni provocara el más mínimo escándalo.
Estos reclamos fueron disminuyendo con el tiempo, a medida que se fue descubriendo el perjuicio que estás sustancias ocasionaban en la salud, pero en ABC todavía se encontraban anuncios de «Cocaína en flor» en diciembre de 1944. En este caso se trataba de un perfume de la firma Pradera, que en aquella época contrataba habitualmente una página entera en el periódico para promocionar su producto estrella, una fragancia «misteriosa que produce sensaciones desconocidas», aunque hiciera referencia a una de las drojas cuyo consumo ya estaba perseguido.
Cannabis y cocaína
Hasta ese momento, el camino en lo que respecta al uso de las drojas dentro de la legalidad fue largo. El cannabis, por ejemplo, fue introducido en la medicina occidental por el médico irlandés William Brooke O’Shaughnessey, profesor del Colegio Médico de Calcuta, que publicó en 1839 sus propiedades anticonvulsivantes. En 1890. Sir John Russell Reynolds, médico personal de la Reina Victoria, publicó un artículo en ‘The Lancet’ donde resumía sus treinta años de experiencia clínica con el hachís en el tratamiento del insomnio, neuralgias, jaquecas, epilepsia o dismenorrea, entre otros trastornos.
La cocaína había sido comercializada como medicamento en Estados Unidos en 1882, sobre todo para tratar el dolor odontológico en los niños y el tratamiento de la gota en los adultos. Pero el verdadero descubridor de sus propiedades farmacológicas fue el padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, que empezó a experimentar con ella en su propio cuerpo. Aseguraba que su consumo le había ayudado a mejorar su depresión, su autoestima y su capacidad de concentración en el trabajo. Fue él quien descubrió que la lengua y los labios se le quedaban insensibilizados después de consumirla, calmando ciertos dolores.
Sin embargo, el mayor éxito ‘terapéutico’ de la cocaína se originó cuando se pusieron a la venta en el mercado multitud de elixires ‘milagrosos’ como los que se anunciaban en los periódicos. Uno de los más singulares y célebres fue el vino con extractos de hojas de coca que creó Angelo Mariani. En 1863, este químico y farmacéutico fundó la primera gran industria basada en esta sustancia e, incluso, recibió una condecoración por el Papa León XIII por sus méritos en pro de la Humanidad.
Heroína
La heroína, por su parte, nació en un intento de mejorar el perfil de seguridad de la morfina, un alcaloide del opio. Fue sintetizada en 1874 por el químico Alder Wright, en Londres, al tratar la morfina con ácidos orgánicos. Con ella consiguió disminuir la presión arterial y la frecuencia respiratoria, pero no despertó el suficiente interés clínico. Poco después, Heinrich Dreser, investigador de la compañía farmacéutica Friedrich Bayer & Co., logró su producción industrial y la comercializó en 1898 como calmante para la tos. Describió el fármaco como una «droja heroica», de ahí que Bayer lo bautizara como ‘Heroína’, ya que hasta ese momento se le conocía por su nombre científico: diacetilmorfina.
Pronto logró su éxito comercial, siendo utilizado en casi todo el mundo como antitusígeno. De ahí su aparición en la prensa como un producto más, hasta que los fenómenos adictivos asociados al consumo de heroína y cocaína se fueron dando a conocer en las primeras décadas del siglo XX. La Pure Food and Drug Act, de 1906, puso las primeras restricciones a la manufacturación de ambas sustancias. En 1914 la segunda fue ilegalizada en Estados Unidos por la ley Harrison Narcotic Control Act. La primera sufrió la misma restricción en diez años después.
En la década de los años 20 ya era común ver en los periódicos españoles noticias con detenciones de traficantes de estas sustancias y anuncios de las prohibiciones. Como esta de la ‘Gaceta de los caminos de hierro’, en 1924, donde se advertía que estaba prohibido enviar paquetes postales con «Opio, morfina, cocaína y otros narcóticos». «Sin embargo, esta prohibición no se aplicará a los envíos de esta clase efectuados con fines medicinales para aquellos países que los admitan con esta condición», aclaraba después.
Cuando la cocaína y la heroína se vendían con normalidad en la prensa española del siglo XX
Su comercialización fue muy habitual y legal hasta prácticamente las década de 1920, pero incluso en 1944 podemos encontrar anuncios de productos hechos con las actuales drojas ilegalizadas
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Te demonizan las drojas y luego resulta que la mayoría proceden de la Farmafia y te las promocionaban como el tabaco o alcohol en su momento.