William Albright, el decano de los arqueólogos de Palestina, dijo: "Las informaciones históricas de la Biblia se muestran tan confirmadas que superan mucho las ideas de cualquier moderno estudioso de la crítica, que tiende constantemente a equivocarse hacia el lado de la Alta Crítica". (1) Las antiguas ciudades como Laquis, Hazor, Meguido y Nínive son unas pocas entre las que eran totalmente desconocidas por los historiadores, y era motivo de burla por los escépticos.
Más tarde se formó otro grupo de arqueólogos contrarios a la Biblia que se les llamó "minimalistas", que argumentaban que sólo se puede aceptar científicamente un descubrimiento si posee todos los datos necesarios. Lógicamente, ellos mismos se vieron limitados para poder documentar sus propios descubrimientos, y no solo no practicaron sus normas, sino que las fechas y otras afirmaciones relacionadas con la Biblia, fueron posteriormente corregidas por las dataciones de radio–carbono y nuevos descubrimientos arqueológicos. Y hoy, por tratar de hacerse conocer, los arqueólogos se critican entre sí, llevando a la arqueología actual a una situación lamentable. (2)
Esto se ve cuando para fechar las fuentes arqueológicas del éxodo de Israel, se encontraron con una diferencia de más de dos siglos de cronología. Esto llevó a una confusión y finalmente a la negación total entre los mismos arqueólogos hebreos, de la existencia del Israel histórico. Es llamativo, ¿verdad? También afirmaban que los libros atribuidos a Moisés no pudieron ser escritos en el siglo XV a.C.. Y por lo tanto no se trataría de hechos históricos, sino de leyendas escritas cinco siglos después. Pero ahora se conocen vastas bibliotecas anteriores al tiempo de Abraham en Uruk, Lagash, Ur, Kish y Babilonia de hasta tres milenios antes de Cristo.Wellhausen decía que el Pentateuco de Moisés fue escrito después del cautiverio babilónico el 539 a.C. Pero un amuleto de plata encontrado en una tumba del 650 a.C., con escritura hebraica antigua, se pudo leer los textos de Nímeros 6:24-26 con una bendición sacerdotal y el nombre de Yahweh de la Biblia. (3)
Según el geólogo Robert Schoch, "Noé es solamente un cuento en una colección mundial de al menos 200 mitos de un diluvio, los cuales son los más generalizados de todos los mitos antiguos y por tanto se pueden considerar entre los más antiguos". (4)
Pero se ha reportado leyendas de naciones como China, Babilonia, Méjico, Sudán, Siria, Persia, India, Noruega, Gales, Irlanda, Indonesia, Romania, etc. En el 95 por ciento de más de doscientas leyendas, el diluvio fue universal; en el 88 por ciento, una familia fue salva; en el 70 por ciento, la supervivencia fue por medio de un barco; en el 67 por ciento, también se salvó a los animales; en el 66 por ciento, el diluvio se debió a la maldad del hombre; en el 66 por ciento, los sobrevivientes habían sido prevenidos; en el 57 por ciento, terminaron en una montaña; en el 35 por ciento, se enviaron aves del barco; y en el 9 por ciento, exactamente ocho personas se salvaron. Todo esto, teniendo en cuenta que lo que se cuenta ocurrió miles de años antes que se lo escribiera, y cuando no había medios de comunicación necesarios como para que en los lugares más apartados de los 5 continentes, se pudiera tras*mitir y repetir lo mismo. (5)
Otra crítica fue la longevidad bíblica de los antediluvianos, que podía acercarse al milenio. Pero en el Prisma de Weld Blundell, descubierto en 1921 en las excavaciones de Larsa, se nombra a los patriarcas (con la variante de la pronunciación babilónica), con edades muy mayores a la de los postdiluvianos. Las discrepancias entre la Biblia y los textos babilónicos son apenas de 21 años. (6)
Confirmando la historia bíblica de la construcción de la torre de Babel (Gén. 11:1-9), en 1872, George Smith descubrió una tableta con texto cuneiforme, que decía que Dios se ofendió por haber hecho una gran torre, y "ellos [los constructores] fueron esparcidos y su lengua se volvió extraña"; siendo que antes "todo el universo, en unísono, [adoraba] a Enlil en una sola lengua". (7)
Se encontró en la tumba de un noble egipcio del tiempo de Abraham, un mural en colores, muy bien conservado, donde se ve a 37 mujeres con hombres de barba (característico del pueblo hebreo) que concuerda con la descripción de Génesis 12.
Conforme a lo descrito en Génesis 41, donde José interpreta el sueño de Faraón profetizando siete años de sequía, y dando consejos para ese evento, la llamada "Estela del Hambre", descubierta en Sehel, y que hace memoria del hecho acontecido 2.500 años antes, dice: "Lloro sobre mi trono, todos en el palacio están en angustia […].En un período de siete años, el grano se volvió escaso y seco […] todos estaban en desgracia". (8)
José llegó a ocupar un lugar importante en la corte faraónica. Y el arqueólogo Bryant Wood encontró una tumba hebrea, que hoy es visitado por turistas, como "la primera evidencia material de la presencia de los hebreos en Egipto". En su mano derecha tiene el cetro de primer ministro del reino. Y el profeta Isaías dice que fue erigida en memoria de la dirección del Dios Yahweh (Isa. 19:19). La gran imagen muestra el rostro y el tonalidad de cabello de los semitas, y la vestimenta de colores típica de los hebreos. La tumba no contiene su cuerpo embalsamado como el principal después del Faraón de Egipto, por cuanto la Biblia dice que sus restos fueron trasladados a Canaán (Isa. 19:19; 50:25,26). Existe una foto de la primera tumba de José en su tierra, del año 1865, donde se encuentran sus restos. Hoy el edificio se encuentra reformado. (9)
También se conservan los grandes graneros de José edificados bajo tierra, para los siete años de sequía que vendría según Dios le mostró. Se ven grabados egipcios mostrando cómo bajaban y subían por las escaleras. Esto enriqueció mucho al faraón, y por eso José fue muy estimado, a pesar de ser extranjero.
Como muchos hoy dudan de la existencia del éxodo judío, Ron Waytt y otros arqueólogos describen las siguientes pruebas arqueológicas:
El pozo de Isaac, hijo de Jacob, cerca de Sicar: Jesús, los samaritanos y los beduinos del lugar le llaman el "Pozo de Jacob". Hoy existe un monasterio ortodoxo griego, que lo conserva.
En la estela de Merneptah, en Luxor, el pueblo de Israel es mencionado entre otros pueblos. También es mencionado en la "Estela de Israel", de fecha muy anterior al tiempo de Ramsés II, como la mayoría creía. También en la "Estela de Berlín", datada en 1360 a.C., donde se nombra a "Israel", cuando Ramsés II todavía no existía (10). Esto explica por qué los arqueólogos no encontraron datos arqueológicos de Israel en tiempos de ese rey de la XIX dinastía egipcia, que reinó de 1279 a 1213 a.C. Lo más probable sería en tiempos de Tutmosis III y la reina Hatshepsut, que crio al bebé Moisés abandonado en una cesta. Esto nos llevaría a Amenhotep II (1450-1425) como el faraón del éxodo hebreo. (11)
En el Museo de Antigüedades de Leiden, Holanda, se encuentra el papiro que describe las plagas de Dios contra el Faraón, descrito por Moisés en Éxodo capítulos 7 al 13. El papiro fue escrito por Ipuwer, titulado: "Las admoniciones de un sabio egipcio". Fue descifrado por Alan H. Gardner y presentado en 1909; y entre otras cosas dice: "Los extranjeros vinieron a Egipto […] han crecido y están por todas partes […]: "Todas las aguas que había en el río se convirtieron en sangre, y los peces que había en él murieron. El río se corrompió tanto, que los egipcios no podían beber de él; y cuando uno bebía del río ensangrentado, se apartaba con sed. […] La casa real perdió a todos sus esclavos […] los muertos están siendo sepultados por el río […] los pobres [esclavos hebreos] se están volviendo los dueños de todo […] los hijos de los nobles están muriendo inesperadamente […] el pueblo del oasis [de Gosén en el delta del Nilo] se está yendo, llevándose las provisiones para sus ceremonias [religiosas]". (17)
Murió todo el ganado de Egipto. También cayó granizo con fuego, y las plantas de lino y de cebada quedaron destrozadas. Miren, la sangre se derrama en todo el país y muchos mueren.
Los egipcios se despojan de sus vestimentas, y los más humildes servidores se llevan lo que encuentran: El oro, la plata y la turquesa… y los esclavos [que se visten con ellos] lucen excelentes" (Ver Éxo. 25:3-7; 32:2). Los nomos [los líderes regionales de Egipto] quedaron desbastados. Ciertamente el miedo está por… un millón de hombres. Hay que expulsar a esos poderosos (Éxo. 12:37) (12).
Debido a la fin por las plagas, comparando con otras fechas, los arqueólogos encontraron sepultados un número significativamente mayor de niños y hombres.
Según Moisés, los hebreos salieron de Gosén hacia el sur pasando por Sucot y Etam, que era el límite de la población antes del desierto, y caminaron por el desierto de la península de Sinaí (llamada así por error por la progenitora Elena del emperador Constantino I), atravesándola hasta llegar al Etam "que está al confín del desierto" (Hebreo quétse, que significa costa, confín, extremidad, fin, límite, orilla: Núm. 33:6). Es decir, el segundo límite. Por lo tanto, no permanecieron en este desierto, que entonces pertenecía a Egipto, sino que lo cruzaron hasta llegar a la orilla del Mar Rojo, hoy llamado Golfo de Acaba.
Este dato es importante, pues una posición da a entender que Israel fue de Sucot y Etam hacia el sur bordeando el Golfo de Suez, permaneciendo así cerca del pueblo egipcio en lugar de alejarse de su ejército. Pero al cabo de tres meses de caminata, ya deberían estar cerca de Canaán, por tierras de Edom y Moab. Para los egipcios esto significaba ya estar fuera de su alcance, así que se apuraron para encontrarlos. Pero entonces, para confundirlos, Dios impidió que se acercaran a Canaán, ordenando que volvieran sobre sus pasos hacia el sur-oeste para cruzar el Mar Rojo, llamado Golfo de Acaba. Así llegaron por Pi-hahirot a la playa de Nuweiba (Núm. 33:7,8). (16).
Los que creen que bordeaban el Golfo de Suez desde el Etam de la ciudad egipcia, aquí tendrían cuatro problemas:
Después de cruzar el Mar Rojo, en territorio de Arabia, caminaron por 3 días de Etam a Mara, donde había aguas amargas (Núm. 33:8); y de allí a Elim, donde en ese oasis de Arabia todavía se conservan las siete fuentes, pero con mayor número de palmeras.
Pero como en los planes divinos Israel debía vagar por 40 años, Moisés recibió la orden de volver junto al Golfo de Acaba (Núm. 33:10). Luego pasaron al desierto de Sin, donde comenzaron a comer el maná (Éxo. 16); luego a Dofca, Alús, y llegaron a Refidím donde el pueblo se quejó porque tenía sed, y Moisés golpeó la peña. Todavía la peña se conserva en pie como un monumento a la falta de fe de esta primera generación de Israel. Y se ve claramente cómo dejó sus huellas el torrente de agua que bajaba de esa roca partida.
Siguieron caminando por el cañón Al Wwati, donde todavía se conservan los restos de las 12 columnas en nombre de las 12 tribus. Cerca de ese lugar están los restos de la casa o cueva de Jetro (magh"ir Shayz), suegro de Moisés. De ese lugar vino Jetro a visitar a su yerno y darle buenos consejos para su gobierno.
Finalmente, Israel llegó al Sinaí al pie del Blackened Peak Jebel el Lawz (Monte de a Ley) o Monte Sinaí en Arabia, también llamado Horeb, donde al pie de la misma montaña Moisés vio la zarza ardiente (Éxo. 3:1,2). En buena parte del trayecto del desierto, se han encontrado miles de grabados en las grandes piedras, con figuras del santuario hebreo, y especialmente del par de sandalias que usaban, pues se les prometió entregar, "como lo había dicho a Moisés, todo lugar que pisare la planta de vuestro pie" (Jos. 1:3). Además, se encontró cerca de un centenar de punta de flechas y lanzas en la zona donde guerrearon con los madianitas (Núm. 25:17,18). (14)
Más tarde se formó otro grupo de arqueólogos contrarios a la Biblia que se les llamó "minimalistas", que argumentaban que sólo se puede aceptar científicamente un descubrimiento si posee todos los datos necesarios. Lógicamente, ellos mismos se vieron limitados para poder documentar sus propios descubrimientos, y no solo no practicaron sus normas, sino que las fechas y otras afirmaciones relacionadas con la Biblia, fueron posteriormente corregidas por las dataciones de radio–carbono y nuevos descubrimientos arqueológicos. Y hoy, por tratar de hacerse conocer, los arqueólogos se critican entre sí, llevando a la arqueología actual a una situación lamentable. (2)
Esto se ve cuando para fechar las fuentes arqueológicas del éxodo de Israel, se encontraron con una diferencia de más de dos siglos de cronología. Esto llevó a una confusión y finalmente a la negación total entre los mismos arqueólogos hebreos, de la existencia del Israel histórico. Es llamativo, ¿verdad? También afirmaban que los libros atribuidos a Moisés no pudieron ser escritos en el siglo XV a.C.. Y por lo tanto no se trataría de hechos históricos, sino de leyendas escritas cinco siglos después. Pero ahora se conocen vastas bibliotecas anteriores al tiempo de Abraham en Uruk, Lagash, Ur, Kish y Babilonia de hasta tres milenios antes de Cristo.Wellhausen decía que el Pentateuco de Moisés fue escrito después del cautiverio babilónico el 539 a.C. Pero un amuleto de plata encontrado en una tumba del 650 a.C., con escritura hebraica antigua, se pudo leer los textos de Nímeros 6:24-26 con una bendición sacerdotal y el nombre de Yahweh de la Biblia. (3)
Según el geólogo Robert Schoch, "Noé es solamente un cuento en una colección mundial de al menos 200 mitos de un diluvio, los cuales son los más generalizados de todos los mitos antiguos y por tanto se pueden considerar entre los más antiguos". (4)
Pero se ha reportado leyendas de naciones como China, Babilonia, Méjico, Sudán, Siria, Persia, India, Noruega, Gales, Irlanda, Indonesia, Romania, etc. En el 95 por ciento de más de doscientas leyendas, el diluvio fue universal; en el 88 por ciento, una familia fue salva; en el 70 por ciento, la supervivencia fue por medio de un barco; en el 67 por ciento, también se salvó a los animales; en el 66 por ciento, el diluvio se debió a la maldad del hombre; en el 66 por ciento, los sobrevivientes habían sido prevenidos; en el 57 por ciento, terminaron en una montaña; en el 35 por ciento, se enviaron aves del barco; y en el 9 por ciento, exactamente ocho personas se salvaron. Todo esto, teniendo en cuenta que lo que se cuenta ocurrió miles de años antes que se lo escribiera, y cuando no había medios de comunicación necesarios como para que en los lugares más apartados de los 5 continentes, se pudiera tras*mitir y repetir lo mismo. (5)
Otra crítica fue la longevidad bíblica de los antediluvianos, que podía acercarse al milenio. Pero en el Prisma de Weld Blundell, descubierto en 1921 en las excavaciones de Larsa, se nombra a los patriarcas (con la variante de la pronunciación babilónica), con edades muy mayores a la de los postdiluvianos. Las discrepancias entre la Biblia y los textos babilónicos son apenas de 21 años. (6)
Confirmando la historia bíblica de la construcción de la torre de Babel (Gén. 11:1-9), en 1872, George Smith descubrió una tableta con texto cuneiforme, que decía que Dios se ofendió por haber hecho una gran torre, y "ellos [los constructores] fueron esparcidos y su lengua se volvió extraña"; siendo que antes "todo el universo, en unísono, [adoraba] a Enlil en una sola lengua". (7)
Se encontró en la tumba de un noble egipcio del tiempo de Abraham, un mural en colores, muy bien conservado, donde se ve a 37 mujeres con hombres de barba (característico del pueblo hebreo) que concuerda con la descripción de Génesis 12.
Conforme a lo descrito en Génesis 41, donde José interpreta el sueño de Faraón profetizando siete años de sequía, y dando consejos para ese evento, la llamada "Estela del Hambre", descubierta en Sehel, y que hace memoria del hecho acontecido 2.500 años antes, dice: "Lloro sobre mi trono, todos en el palacio están en angustia […].En un período de siete años, el grano se volvió escaso y seco […] todos estaban en desgracia". (8)
José llegó a ocupar un lugar importante en la corte faraónica. Y el arqueólogo Bryant Wood encontró una tumba hebrea, que hoy es visitado por turistas, como "la primera evidencia material de la presencia de los hebreos en Egipto". En su mano derecha tiene el cetro de primer ministro del reino. Y el profeta Isaías dice que fue erigida en memoria de la dirección del Dios Yahweh (Isa. 19:19). La gran imagen muestra el rostro y el tonalidad de cabello de los semitas, y la vestimenta de colores típica de los hebreos. La tumba no contiene su cuerpo embalsamado como el principal después del Faraón de Egipto, por cuanto la Biblia dice que sus restos fueron trasladados a Canaán (Isa. 19:19; 50:25,26). Existe una foto de la primera tumba de José en su tierra, del año 1865, donde se encuentran sus restos. Hoy el edificio se encuentra reformado. (9)
También se conservan los grandes graneros de José edificados bajo tierra, para los siete años de sequía que vendría según Dios le mostró. Se ven grabados egipcios mostrando cómo bajaban y subían por las escaleras. Esto enriqueció mucho al faraón, y por eso José fue muy estimado, a pesar de ser extranjero.
Como muchos hoy dudan de la existencia del éxodo judío, Ron Waytt y otros arqueólogos describen las siguientes pruebas arqueológicas:
El pozo de Isaac, hijo de Jacob, cerca de Sicar: Jesús, los samaritanos y los beduinos del lugar le llaman el "Pozo de Jacob". Hoy existe un monasterio ortodoxo griego, que lo conserva.
En la estela de Merneptah, en Luxor, el pueblo de Israel es mencionado entre otros pueblos. También es mencionado en la "Estela de Israel", de fecha muy anterior al tiempo de Ramsés II, como la mayoría creía. También en la "Estela de Berlín", datada en 1360 a.C., donde se nombra a "Israel", cuando Ramsés II todavía no existía (10). Esto explica por qué los arqueólogos no encontraron datos arqueológicos de Israel en tiempos de ese rey de la XIX dinastía egipcia, que reinó de 1279 a 1213 a.C. Lo más probable sería en tiempos de Tutmosis III y la reina Hatshepsut, que crio al bebé Moisés abandonado en una cesta. Esto nos llevaría a Amenhotep II (1450-1425) como el faraón del éxodo hebreo. (11)
En el Museo de Antigüedades de Leiden, Holanda, se encuentra el papiro que describe las plagas de Dios contra el Faraón, descrito por Moisés en Éxodo capítulos 7 al 13. El papiro fue escrito por Ipuwer, titulado: "Las admoniciones de un sabio egipcio". Fue descifrado por Alan H. Gardner y presentado en 1909; y entre otras cosas dice: "Los extranjeros vinieron a Egipto […] han crecido y están por todas partes […]: "Todas las aguas que había en el río se convirtieron en sangre, y los peces que había en él murieron. El río se corrompió tanto, que los egipcios no podían beber de él; y cuando uno bebía del río ensangrentado, se apartaba con sed. […] La casa real perdió a todos sus esclavos […] los muertos están siendo sepultados por el río […] los pobres [esclavos hebreos] se están volviendo los dueños de todo […] los hijos de los nobles están muriendo inesperadamente […] el pueblo del oasis [de Gosén en el delta del Nilo] se está yendo, llevándose las provisiones para sus ceremonias [religiosas]". (17)
Murió todo el ganado de Egipto. También cayó granizo con fuego, y las plantas de lino y de cebada quedaron destrozadas. Miren, la sangre se derrama en todo el país y muchos mueren.
Los egipcios se despojan de sus vestimentas, y los más humildes servidores se llevan lo que encuentran: El oro, la plata y la turquesa… y los esclavos [que se visten con ellos] lucen excelentes" (Ver Éxo. 25:3-7; 32:2). Los nomos [los líderes regionales de Egipto] quedaron desbastados. Ciertamente el miedo está por… un millón de hombres. Hay que expulsar a esos poderosos (Éxo. 12:37) (12).
Debido a la fin por las plagas, comparando con otras fechas, los arqueólogos encontraron sepultados un número significativamente mayor de niños y hombres.
Según Moisés, los hebreos salieron de Gosén hacia el sur pasando por Sucot y Etam, que era el límite de la población antes del desierto, y caminaron por el desierto de la península de Sinaí (llamada así por error por la progenitora Elena del emperador Constantino I), atravesándola hasta llegar al Etam "que está al confín del desierto" (Hebreo quétse, que significa costa, confín, extremidad, fin, límite, orilla: Núm. 33:6). Es decir, el segundo límite. Por lo tanto, no permanecieron en este desierto, que entonces pertenecía a Egipto, sino que lo cruzaron hasta llegar a la orilla del Mar Rojo, hoy llamado Golfo de Acaba.
Este dato es importante, pues una posición da a entender que Israel fue de Sucot y Etam hacia el sur bordeando el Golfo de Suez, permaneciendo así cerca del pueblo egipcio en lugar de alejarse de su ejército. Pero al cabo de tres meses de caminata, ya deberían estar cerca de Canaán, por tierras de Edom y Moab. Para los egipcios esto significaba ya estar fuera de su alcance, así que se apuraron para encontrarlos. Pero entonces, para confundirlos, Dios impidió que se acercaran a Canaán, ordenando que volvieran sobre sus pasos hacia el sur-oeste para cruzar el Mar Rojo, llamado Golfo de Acaba. Así llegaron por Pi-hahirot a la playa de Nuweiba (Núm. 33:7,8). (16).
Los que creen que bordeaban el Golfo de Suez desde el Etam de la ciudad egipcia, aquí tendrían cuatro problemas:
- a) Que desde Sucot al Etam de la población egipcia, que limitaba con el desierto de Sinaí, no necesitarían caminar por "tres meses", sino sólo días.
- b) Este "Etam" daba comienzo al desierto, no a su fin, según Números 33:6.
- c) Al "volver" sobre sus pasos (Núm. 33:7) de este "Etam", llegarían otra vez a Sucot o se toparían con el Golfo de Suez. Y al cruzarlo, los egipcios los esperarían para matarlos. Por lo tanto, era necesario que caminaran por todo el desierto del Sinaí para cruzar el Mar Rojo (Golfo de Acaba), que los alejara no sólo de los límites del "Etam" de la ciudad egipcia, sino de la "Etam" de todo Egipto. Recuerde que el dominio egipcio llegaba hasta el Golfo de Acaba. Ese era su verdadero "Etam".
- d) Para llegar a orillas del Mar Rojo, el pueblo tuvo que pasar por "un desfiladero rocoso para acampar junto al mar" (13). Pero ni en Sucot ni en el Etam de la ciudad egipcia hay montañas. Sí las hay en Nuweiba antes de llegar a la playa del Golfo de Acaba.
Después de cruzar el Mar Rojo, en territorio de Arabia, caminaron por 3 días de Etam a Mara, donde había aguas amargas (Núm. 33:8); y de allí a Elim, donde en ese oasis de Arabia todavía se conservan las siete fuentes, pero con mayor número de palmeras.
Pero como en los planes divinos Israel debía vagar por 40 años, Moisés recibió la orden de volver junto al Golfo de Acaba (Núm. 33:10). Luego pasaron al desierto de Sin, donde comenzaron a comer el maná (Éxo. 16); luego a Dofca, Alús, y llegaron a Refidím donde el pueblo se quejó porque tenía sed, y Moisés golpeó la peña. Todavía la peña se conserva en pie como un monumento a la falta de fe de esta primera generación de Israel. Y se ve claramente cómo dejó sus huellas el torrente de agua que bajaba de esa roca partida.
Siguieron caminando por el cañón Al Wwati, donde todavía se conservan los restos de las 12 columnas en nombre de las 12 tribus. Cerca de ese lugar están los restos de la casa o cueva de Jetro (magh"ir Shayz), suegro de Moisés. De ese lugar vino Jetro a visitar a su yerno y darle buenos consejos para su gobierno.
Finalmente, Israel llegó al Sinaí al pie del Blackened Peak Jebel el Lawz (Monte de a Ley) o Monte Sinaí en Arabia, también llamado Horeb, donde al pie de la misma montaña Moisés vio la zarza ardiente (Éxo. 3:1,2). En buena parte del trayecto del desierto, se han encontrado miles de grabados en las grandes piedras, con figuras del santuario hebreo, y especialmente del par de sandalias que usaban, pues se les prometió entregar, "como lo había dicho a Moisés, todo lugar que pisare la planta de vuestro pie" (Jos. 1:3). Además, se encontró cerca de un centenar de punta de flechas y lanzas en la zona donde guerrearon con los madianitas (Núm. 25:17,18). (14)