M. Priede
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Está probado que esos planes existieron. Algunos especulan con lo que habría ocurrido de haberse llevado a cabo, otros denuncian la versión oficial de la Segunda Guerra Mundial. No habría para tanto si prescindiéramos de la ideología para comprender mejor lo ocurrido. Pero claro, choca con la utilización de la Historia como arma ideológica, que sigue y seguirá, es inevitable.
Cuatro imperios se enfrentaron en Europa, cinco desde la entrada en la guerra por parte de Estados Unidos (no vamos a entrar en la sospecha que crece día a día: que Estados Unidos son las legiones de Roma, y Roma es Londres desde 1913. Si es así, ya nos enteraremos). Esos cuatro imperios eran Inglaterra (el término Reino Unido oculta más que explica, no digamos Gran Bretaña) y Francia (aliada de Inglaterra desde el inicio), Alemania y la URSS. Tres eran los estadistas sobre los cuales sabemos cada día más: criminales y genocidas, pero, hay que reconocerlo, con gran talento. Me hace gracia que David Irving acuse a Churchill de no haber pactado con Hitler por culpa de su prejuicio supremacista y de estar vendido a los intereses de los banqueros. Churchill era racista, posiblemente más que Hitler, pero sabía que si Alemania derrotaba a la URSS la situación de Inglaterra en el nuevo tablero estaría totalmente perdida. Stalin sospechaba de un acuerdo Londres-París-Berlín contra Moscú. Hitler de un acuerdo URSS, Francia, Inglaterra, lo mismo que en la Primera Guerra Mundial. Inglaterra y Francia de un acuerdo entre la URSS y Alemania.
Es interesante ver qué intereses imperiales estaban en juego (por favor, absténganse ideólogos, que además en España son de baratillo, y no digamos en el foro). Los neonazis (no confundir con los revisionistas, aunque mucho de ellos los sean) sostienen que Hitler se defendió de un ataque de la URSS (en esto se insiste mucho desde la publicación en 1990 del libro Icebreaker, traducido al castellano como El rompehielos: ¿Quién empezó la Segunda Guerra Mundial?, del disidente Suvórov, militar de inteligencia soviético y del que llegó a vender cinco millones de ejemplares, pero no en la anglosfera) ya que en la frontera occidental de la URSS Stalin había desplegado infinidad de divisiones para atacar a Alemania; pero esto último, el ataque soviético, no tiene en cuenta que los soviéticos, especialmente los rusos, no eran analfabetos y conocían los planes de Hitler, nunca ocultos pues él mismo los publicó tiempo antes de llegar al poder, que consistían en invadir el Este y someter cuando no expulsar hacia oriente a los pueblos eslavos; por tanto el despliegue de Stalin también se puede entender como defensivo.
Lo que no sabía es esto, otro detalle -que no cambia nada de lo esencial, pero revelador de lo que estaba en juego- que nos indica muchos acontecimientos que se ocultan, porque lo ocurrido en aquel entonces todavía tiene un enorme peso sobre el presente:
Cuatro imperios se enfrentaron en Europa, cinco desde la entrada en la guerra por parte de Estados Unidos (no vamos a entrar en la sospecha que crece día a día: que Estados Unidos son las legiones de Roma, y Roma es Londres desde 1913. Si es así, ya nos enteraremos). Esos cuatro imperios eran Inglaterra (el término Reino Unido oculta más que explica, no digamos Gran Bretaña) y Francia (aliada de Inglaterra desde el inicio), Alemania y la URSS. Tres eran los estadistas sobre los cuales sabemos cada día más: criminales y genocidas, pero, hay que reconocerlo, con gran talento. Me hace gracia que David Irving acuse a Churchill de no haber pactado con Hitler por culpa de su prejuicio supremacista y de estar vendido a los intereses de los banqueros. Churchill era racista, posiblemente más que Hitler, pero sabía que si Alemania derrotaba a la URSS la situación de Inglaterra en el nuevo tablero estaría totalmente perdida. Stalin sospechaba de un acuerdo Londres-París-Berlín contra Moscú. Hitler de un acuerdo URSS, Francia, Inglaterra, lo mismo que en la Primera Guerra Mundial. Inglaterra y Francia de un acuerdo entre la URSS y Alemania.
Es interesante ver qué intereses imperiales estaban en juego (por favor, absténganse ideólogos, que además en España son de baratillo, y no digamos en el foro). Los neonazis (no confundir con los revisionistas, aunque mucho de ellos los sean) sostienen que Hitler se defendió de un ataque de la URSS (en esto se insiste mucho desde la publicación en 1990 del libro Icebreaker, traducido al castellano como El rompehielos: ¿Quién empezó la Segunda Guerra Mundial?, del disidente Suvórov, militar de inteligencia soviético y del que llegó a vender cinco millones de ejemplares, pero no en la anglosfera) ya que en la frontera occidental de la URSS Stalin había desplegado infinidad de divisiones para atacar a Alemania; pero esto último, el ataque soviético, no tiene en cuenta que los soviéticos, especialmente los rusos, no eran analfabetos y conocían los planes de Hitler, nunca ocultos pues él mismo los publicó tiempo antes de llegar al poder, que consistían en invadir el Este y someter cuando no expulsar hacia oriente a los pueblos eslavos; por tanto el despliegue de Stalin también se puede entender como defensivo.
Lo que no sabía es esto, otro detalle -que no cambia nada de lo esencial, pero revelador de lo que estaba en juego- que nos indica muchos acontecimientos que se ocultan, porque lo ocurrido en aquel entonces todavía tiene un enorme peso sobre el presente:
"Durante la batalla de Stalingrado, Turquía, que se mantenía oficialmente neutral aunque colaboraba en secreto con la Alemania nancy, amasó una gran fuerza ofensiva en la frontera con la URSS (en particular la Armenia soviética). Si los alemanes hubieran ganado Stalingrado, los turcos habrían invadido la URSS por ahí, se habrían abierto paso hasta Bakú lo antes posible y habrían enlazado allí con las fuerzas alemanas, que habrían bajado desde Stalingrado para capturar los campos petrolíferos.
Pero cuando el ejército de Paulus fue rodeado y aniquilado los turcos rápidamente se retiraron de la frontera y se replegaron a sus cuarteles.
Stalin nunca olvidó la traición de Turquía y nunca se la perdonó.
Cuando Alemania manifestó su rendición, Stalin congregó un gran número de fuerzas en Armenia y Georgia. El plan era invadir y expulsar a los turcos de Turquía oriental / Armenia occidental.
La detonación de las dos bombas atómicas estadounidenses convenció a Stalin de echar el freno. Algunos creen que EE. UU. detonó las dos bombas no para forzar la rendición de Japón sino para enviarle un mensaje a Stalin·.
Los turcos también fueron cortejados por los británicos (¿en qué papel se nos quedan los ideólogos de baratillo que padecemos en España?) :
"Los documentos oficiales comentados por Osborn demostraron que los británicos hicieron considerables esfuerzos para sumar a las fuerzas turcas a su plan de ataque contra la Unión Soviética, y que los turcos les fueron dando largas hasta que Gran Bretaña finalmente abandonó el proyecto tras la derrota de Francia . Pero si los turcos realmente sopesado seriamente emprender una aventura militar semejante en 1940, parece bastante plausible que hubiesen estado aún más dispuesto a hacerlo en 1942, dadas las tremendas pérdidas que los soviéticos han sufrido ya a manos alemanas, y con un formidable ejército alemán yendo de camino hacia el Cáucaso.
Poco después de la guerra Turquía se volvió uno de los aliados más importantes de Estados Unidos durante la Guerra Fría, dado su papel central en el establecimiento de la Doctrina Truman y la creación de la OTAN. Cualquier indicio de que el gobierno turco había estado muy cerca de unirse al Eje de Hitler y atacar a Rusia en la alianza con los nazis tan solo unos pocos años atrás habría sido extremadamente perjudicial para los intereses de Estados Unidos. Por tanto, tales hechos habrían sido escrupulosamente excluidos de todos los recuentos históricos de la guerra".
¿Churchill antisemita? No es posible, conspiranoia, propaganda de los gente de izquierdas:
"Durante los primeros años de la Revolución bolchevique casi nadie cuestionaba el papel protagonista que tenían los judíos en ella ni su preponderancia similar en los procesos de subversión de Hungría y partes de Alemania. Por ejemplo, el primer ministro británico Winston Churchill denunció en 1920 que unos “terroristas judíos” han tomado el control de Rusia y otras partes de Europa, señalando que “la mayoría de las principales figuras es de herencia judía” y afirmando que ”en las instituciones soviéticas la predominancia de los judíos es aún más impactante ”, al mismo tiempo que lamentaba los horrores que dichos anuncios infligido sobre la población húngara y alemana.
En una línea parecida, el periodista Robert Wilton, antiguo corresponsal en Rusia del Times of London , ofrecía un sumario muy detallado del destacado papel que tuvieron los judíos en la Revolución en su libro de 1918 titulado Russia's Agony (“La agonía de Rusia”) y en otro de 1920 titulado The Last Days of the Romanovs (“Los últimos días de los Romanov”), aunque uno de los capítulos más polémicos de este último fue al parecer excluido de su edición inglesa . No mucho después, los medios de comunicación publicaron varias noticias acerca del cuantioso apoyo financiero que banqueros judíos internacionales como Schiff y Aschberg prestaron a los bolcheviques.
Los judíos y el comunismo estaban igual de fuertemente ligados en Estados Unidos, hasta el punto de que durante años el periódico comunista de mayor tirada en nuestro país se publicaba en yidis . Cuando finalmente se publicaron los documentos desclasificados del Proyecto Venona quedó probado que incluso en fechas tan tardías como los años 30 y 40 una importante fracción de los espías comunistas en Estados Unidos provenían de ese trasfondo étnico.
Hay una anécdota personal que añade algo de sabor a estos secos hechos históricos. A comienzos de la década de 2000 me reuní para comer con uno de los pioneros de las ciencias de la computación más eminentes del país, ya por entonces anciano, con quien había trabado cierta amistad. Mientras hablábamos de esto y de aquello hombres de pasada que sus dos padres han sido ardientes comunistas, y, dado que su apellido era claramente irlandés, expresé mi sorpresa diciendo que creía que casi todos los comunistas de la época eran judíos. El me respondió que así era, en efecto, pero que aunque su progenitora sí era judía su padre no, lo que le había convertido a él en una rara excepción en sus círculos políticos. En consecuencia,
Con todo, cuando el comunismo empezó a ser tan denostado en Estados Unidos, en torno a la década de 1950, casi todos los principales “cazadores de gente de izquierdas”, como el senador Joseph McCarthy, llegaron a extremos inauditos para ocultar la dimensión étnica del problema que estaban combatiendo. De hecho, muchos años después, Richard Nixon, en una conversación privada en tono amistoso, señaló las dificultades que él y otros investigadores anticomunistas soviéticos eran, de hecho, judíos, y cuando esta grabación se hizo pública provocó una tormenta mediática en torno a su supuesto antisemitismo, a pesar de que sus palabras implicaban exactamente lo opuesto.
Este último detalle es importante, dado que el registro histórico ha sido lo bastante blanqueado o reescrito como para que cualesquiera vestigios que sobrevivan de la historia real sean a menudo percibidos como extrañas alucinaciones o condenados como absurdas “teorías conspiratorias”. Como prueba de esto, incluso a día de hoy la siempre cómica Wikipedia ofrece un artículo entero de 3.500 palabras denunciando la idea de que hubo un “ bolchevismo judío ” como un “delirio antisemita”.
Volviendo a los planes de atacar la URSS tras el pacto germano-soviético.
"El texto de Peck venía a desarrollar en mayor profundidad los vagos comentarios que hiciera Huddleston varias décadas antes. Los altos mandos francés y británico han preparado su enorme ofensiva aérea, llamada Operación Pike, con la esperanza de destruir las reservas de petróleo rusas, y sus vuelos de reconocimiento secretos sobrevolado ya Bakú, fotografiando la localización exacta de los objetivos que están de ser bombardeados. Los Aliados estaban convencidos de que la mejor estrategia para derrotar a Alemania era eliminar sus fuentes de petróleo y otras materias primas vitales, y, dado que Rusia era el principal proveedor de Hitler, decidieron que destruir los campos petrolíferos soviéticos era una estrategia lógica.
Sin embargo, Peck subraya los graves errores que había en este razonamiento. En verdad, solo una pequeña fracción del petróleo de Hitler provenía de Rusia, de modo que el verdadero impacto de una campaña contra Rusia, incluso aunque fue enteramente exitosa, habría sido bajo. Además, aunque los mandos aliados estaban convencidos de que unas semanas de bombardeos continuos –pues aparentemente, de producirse, habría sido el mayor bombardeo estratégico de la historia hasta entonces– acabarían rápidamente con toda la producción petrolera soviética, los sucesos posteriores durante la guerra sugirió que dichas proyecciones eran exageradamente optimistas, dado que otros ataques aéreos de mayor escala que ese resultaron ser, en general, mucho menos efectivos de lo que se esperaba. De modo que el daño causado a los soviéticos probablemente no habría sido muy grande, y además la alianza militar resultante Hitler y Stalin habría invertido sin lugar a dudas el resultado de la guerra. Este era el escenario al que aludía el título del mentado artículo de 2015, que era:“Operación Pike: Cómo un alocado plan para bombardear Rusia casi llevó a perder la Segunda Guerra Mundial” .
Con todo, aunque nuestra visión retrospectiva desde el presente nos permite ver con claridad las desastrosas consecuencias de tan nefasto plan, no deberíamos ser demasiado severos al juzgar a los líderes políticos y los estrategas de aquel tiempo. La tecnología militar estaba en continua tras*formación y ciertas cosas que parecían obvias en 1943 o 1944 lo eran mucho menos al comienzo del conflicto. Basándose en su experiencia adquirida durante la Primera Guerra Mundial, la mayoría de los analistas creían que ni los alemanes ni los Aliados tenían ninguna posibilidad de lograr una victoria decisiva en el frente occidental, a la vez que sospechaban que los soviéticos tenían una capacidad militar débil , considerándolos la “contraparte blanda” de la potencia militar alemana".
El título es ridículo: "Cuando Hitler salvó a los aliados", porque valdría también "cuando Stalin salvó a Inglaterra y Francia", o también "cuando Estados Unidos salvó a Europa occidental de la bota soviética". Todos tienen la misma validez. Y esto nos lleva al principio: cuatro imperios se disputan la hegemonía, cinco tras la entrada de EEUU en el conflicto.
American Pravda: Cuando Hitler salvó a los Aliados
Hace un par de años me topé con las memorias de la Segunda Guerra Mundial de Sisley Huddleston, un periodista estadounidense afincado en Francia. Aunque hoy ha caído en el olvido, Huddleston pasó varias décadas siendo uno de nuestros corresponsales extranjeros más conocidos, y decenas de sus...
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