KUTRONIO
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Hay una parte de la sociedad española y no pequeña que está con Hamás. Haga lo que haga Israel y haga lo que haga Hamás eso va a ser difícil de cambiar. Por el contrario, la parte de la sociedad española o mundial que apoya a Israel sí que, dependiendo lo que haga Israel, puede cuestionarse su apoyo a Israel. Porque quien representa de algún modo la parte más civilizada en este conflicto es Israel, Israel no puede mantener incondicionalmente los apoyos con los que cuenta. Esto tiene una parte buena y una parte mala que interesa analizar.
Tras el ataque de Hamás, de momento el mundo todavía se encuentra más ocupado en todos los horrores que se van conociendo que en la respuesta de Israel, pero el hecho es que ahora le toca mover ficha a Israel y que llegado el momento todo el mundo estará atento a la respuesta de Israel. Ahí es donde Israel se la juega porque ni mucho menos todos los escenarios posibles le dan como ganador. A Israel se le exige una respuesta eficaz desde el punto de vista político y militar y justa desde el punto de vista jovenlandesal. La parte buena y la mala de esta exigencia jovenlandesal es la misma. Los terroristas juegan con la ventaja de no tener límites a su violencia y salvajismo, mientras que Israel no puede responder con un grado de violencia y salvajismo similar. Primero porque si representan a la parte más civilizada del conflicto no deberían permitírselo sus propios principios, y segundo porque en el mundo civilizado el rechazo a ver niños israelíes muertos es el mismo que a ver muertos a los niños palestinos. Esto sin embargo es en el fondo nuestra fortaleza y no una debilidad.
Dicho lo anterior es imposible ir a una guerra y que no muera ningún niño. Pero una cosa es que muera un niño pese a lo que uno hace para evitarlo, y otra es no tratar de evitar en lo posible que mueran niños o incluso ir tratando de apiolar a todos los niños posibles. En este sentido parece que los terroristas de Hamás tampoco han buscado particularmente en su ataque el enfrentamiento con el ejercito israelí, solo se han enfrentado a los soldados israelíes necesarios para abrirse paso hasta las poblaciones israelíes y apiolar allí al mayor número posible de civiles de todo genero y edad, constituyendo estos por tanto su verdadero objetivo en este ataque a Israel.
A los islamistas no se les escapa el hecho de que Occidente detesta la crueldad. O sea, a la parte de Occidente que apoya a Hamás le da igual la crueldad, pero al resto de Occidente también le puede horrorizar la crueldad de Israel. Es por ello que vamos a ver niños palestinos rescatados de los escombros sean reales o no. Esto no quiere decir que no vayan a morir realmente niños palestinos, sino que en todo caso los vamos a ver en las redes y en todos los canales de televisión, haya imágenes auténticas de ellos o no. Si no hay niños muertos entre los escombros los pondrán ahí cuando llegue la televisión. Incluso cuando hay niños muertos entre los escombros de un edificio pulverizado por una bomba de gran potencia, no suelen ser restos fácilmente identificables y adecuadamente televisables. Es decir, se puede dar la paradoja que entre unas ruinas realmente haya niños muertos pero que para enseñar a los periodistas se traigan unos niños vendados, customizados y manchados de sangre que queden mejor en cámara. Sabedores de que Occidente abomina de los ataques a civiles, organizaciones como Hamás aprovechan además los hospitales, las escuelas, las mezquitas o los edificios residenciales para colocar junto a ellos sus centros demando, sus depósitos de armas, sus morteros o sus lanzaderas de misiles. Los medios y las redes sociales son ya un frente de batalla más en cualquier guerra moderna. Y en ese frente particularmente Israel no es la parte más fuerte. Israel por tanto puede perder la batalla del relato tanto si ataca a los palestinos de forma salvaje e indiscriminada como si lo hace de forma selectiva, pero la parte pro-palestina consigue convencer a la opinión pública mundial de lo contrario. Es por ello que Israel no sólo tiene que responder al ataque de Hamás de una forma inteligente y jovenlandesal, sino también mediáticamente eficaz.
Hablar de eficacia nos lleva asimismo al plano militar, donde casi todos los observadores dan por hecha una aplastante superioridad de Israel, como la que supuestamente tenía Rusia sobre Ucrania. Si precisamente nos ha enseñado algo sobre la guerra moderna el ataque contra Ucrania es que las lanzadoras portátiles de misiles o los drones han cambiado las normas de la guerra y los balances militares. Un carro de combate puede ser una presa fácil para un pequeño dron prácticamente indetectable. En un combate urbano y con túneles como sería el de Gaza las dificultades para una guerra convencional o con normas del siglo pasado se multiplican. Quienes han organizado el ataque de Hamás han sido extraordinariamente creativos y meticulosos. No se les puede minusvalorar. Han hecho alarde además de poseer una gran cantidad y variedad de material. ¿Acaso no sabían que después del ataque vendría una reacción de Israel? ¿Acaso no se habrán preparado también para esa reacción? Israel no tiene por delante una campaña militar cuya facilidad este asegurada. No parece probable que la ocupación de Gaza pueda ser un paseo militar. Y eso siempre y cuando el escenario bélico se limite a Gaza. Israel no puede fallar en el enfoque político, mediático y jovenlandesal de la guerra, pero tampoco en el militar.
Hablando de los errores de Israel, lo cierto es que el ataque de Hamás evidencia un triple y gravísimo fracaso militar. Primero un fracaso en prevenir el ataque mediante la inteligencia militar y la observación. Segundo un fracaso en contener el ataque. A la vista está que las defensas de Israel no estaban preparadas para un ataque de este tipo. Es como si nunca se hubiera contemplado la posibilidad de que por una brecha en las defensas pudiera pasar más que un pequeño comando. En tercer lugar, Israel ha fracasado en la respuesta posterior a la infiltración una vez fallada la contención. Pasaron horas, por no decir días, sin que las localidades atacadas recibieran apoyo. Una vez rota la primera línea fronteriza, los asentamientos israelíes quedaron vendidos a su suerte durante horas y horas que los terroristas aprovecharon para practicar el horror, grabarlo y viralizarlo. Aparentemente Israel no dispuso de una fuerza de reacción ni en alerta, ni en número, ni en disponibilidad suficiente.
Lo anterior es algo más que una anotación al margen del ataque porque en algún momento la cúpula militar y política tendrá que responder ante su incapacidad para prever, contener o repeler el ataque. La propia ferocidad del ataque y el estado de guerra han pospuesto la exigencia de responsabilidades pero la cuestión es si quienes han fallado antes del ataque deben ser los mismos que encabecen la reacción al ataque, si las responsabilidades hay que depurarlas ahora o después del desenlace, y si saberse responsables de un fallo importante en la seguridad no puede hacer a la cúpula política y militar sobre-reaccionar o reaccionar al ataque de una manera inadecuada pensando en que ahora tienen algo que demostrar, para hacerse perdonar el error.
Incluso desde el punto de vista económico, conviene recordar que la población israelí apenas es algo mayor que la de Gaza y Cisjordania. Una gran movilización de cara a una ocupación de Gaza y al aseguramiento de todas las fronteras implica militarizar el país y redirigir toda la economía hacia la guerra. Israel no se enfrenta a una pequeña acción bélica puntual en el tiempo y en el espacio que pueda resolver con los medios ya disponibles y sin abultados costes adicionales.
Al contrario que Israel, Hamás tiene mucho menos que perder porque el apoyo exterior es casi incondicional y porque parte ya de una situación de derrota. Israel puede ocupar militarmente Gaza y hacerse cargo por completo del territorio, acabando con el autogobierno palestino que precisamente ostenta Hamás hasta este momento, de hecho es lo que se intuye que va a buscar movimilizando masivamente a sus reservistas y desplazando grandes cantidades de material. El problema es que la ocupación de Gaza puede provocar muchas bajas israelíes y muchas escenas de cadáveres de niños palestinos. Son por tanto muchos los frentes que tiene abiertos Israel y en los que tiene que acertar. Porque sólo con fallar en uno de esos frentes ya sería muy alto el precio a pagar.
Tras el ataque de Hamás, de momento el mundo todavía se encuentra más ocupado en todos los horrores que se van conociendo que en la respuesta de Israel, pero el hecho es que ahora le toca mover ficha a Israel y que llegado el momento todo el mundo estará atento a la respuesta de Israel. Ahí es donde Israel se la juega porque ni mucho menos todos los escenarios posibles le dan como ganador. A Israel se le exige una respuesta eficaz desde el punto de vista político y militar y justa desde el punto de vista jovenlandesal. La parte buena y la mala de esta exigencia jovenlandesal es la misma. Los terroristas juegan con la ventaja de no tener límites a su violencia y salvajismo, mientras que Israel no puede responder con un grado de violencia y salvajismo similar. Primero porque si representan a la parte más civilizada del conflicto no deberían permitírselo sus propios principios, y segundo porque en el mundo civilizado el rechazo a ver niños israelíes muertos es el mismo que a ver muertos a los niños palestinos. Esto sin embargo es en el fondo nuestra fortaleza y no una debilidad.
Dicho lo anterior es imposible ir a una guerra y que no muera ningún niño. Pero una cosa es que muera un niño pese a lo que uno hace para evitarlo, y otra es no tratar de evitar en lo posible que mueran niños o incluso ir tratando de apiolar a todos los niños posibles. En este sentido parece que los terroristas de Hamás tampoco han buscado particularmente en su ataque el enfrentamiento con el ejercito israelí, solo se han enfrentado a los soldados israelíes necesarios para abrirse paso hasta las poblaciones israelíes y apiolar allí al mayor número posible de civiles de todo genero y edad, constituyendo estos por tanto su verdadero objetivo en este ataque a Israel.
A los islamistas no se les escapa el hecho de que Occidente detesta la crueldad. O sea, a la parte de Occidente que apoya a Hamás le da igual la crueldad, pero al resto de Occidente también le puede horrorizar la crueldad de Israel. Es por ello que vamos a ver niños palestinos rescatados de los escombros sean reales o no. Esto no quiere decir que no vayan a morir realmente niños palestinos, sino que en todo caso los vamos a ver en las redes y en todos los canales de televisión, haya imágenes auténticas de ellos o no. Si no hay niños muertos entre los escombros los pondrán ahí cuando llegue la televisión. Incluso cuando hay niños muertos entre los escombros de un edificio pulverizado por una bomba de gran potencia, no suelen ser restos fácilmente identificables y adecuadamente televisables. Es decir, se puede dar la paradoja que entre unas ruinas realmente haya niños muertos pero que para enseñar a los periodistas se traigan unos niños vendados, customizados y manchados de sangre que queden mejor en cámara. Sabedores de que Occidente abomina de los ataques a civiles, organizaciones como Hamás aprovechan además los hospitales, las escuelas, las mezquitas o los edificios residenciales para colocar junto a ellos sus centros demando, sus depósitos de armas, sus morteros o sus lanzaderas de misiles. Los medios y las redes sociales son ya un frente de batalla más en cualquier guerra moderna. Y en ese frente particularmente Israel no es la parte más fuerte. Israel por tanto puede perder la batalla del relato tanto si ataca a los palestinos de forma salvaje e indiscriminada como si lo hace de forma selectiva, pero la parte pro-palestina consigue convencer a la opinión pública mundial de lo contrario. Es por ello que Israel no sólo tiene que responder al ataque de Hamás de una forma inteligente y jovenlandesal, sino también mediáticamente eficaz.
Hablar de eficacia nos lleva asimismo al plano militar, donde casi todos los observadores dan por hecha una aplastante superioridad de Israel, como la que supuestamente tenía Rusia sobre Ucrania. Si precisamente nos ha enseñado algo sobre la guerra moderna el ataque contra Ucrania es que las lanzadoras portátiles de misiles o los drones han cambiado las normas de la guerra y los balances militares. Un carro de combate puede ser una presa fácil para un pequeño dron prácticamente indetectable. En un combate urbano y con túneles como sería el de Gaza las dificultades para una guerra convencional o con normas del siglo pasado se multiplican. Quienes han organizado el ataque de Hamás han sido extraordinariamente creativos y meticulosos. No se les puede minusvalorar. Han hecho alarde además de poseer una gran cantidad y variedad de material. ¿Acaso no sabían que después del ataque vendría una reacción de Israel? ¿Acaso no se habrán preparado también para esa reacción? Israel no tiene por delante una campaña militar cuya facilidad este asegurada. No parece probable que la ocupación de Gaza pueda ser un paseo militar. Y eso siempre y cuando el escenario bélico se limite a Gaza. Israel no puede fallar en el enfoque político, mediático y jovenlandesal de la guerra, pero tampoco en el militar.
Hablando de los errores de Israel, lo cierto es que el ataque de Hamás evidencia un triple y gravísimo fracaso militar. Primero un fracaso en prevenir el ataque mediante la inteligencia militar y la observación. Segundo un fracaso en contener el ataque. A la vista está que las defensas de Israel no estaban preparadas para un ataque de este tipo. Es como si nunca se hubiera contemplado la posibilidad de que por una brecha en las defensas pudiera pasar más que un pequeño comando. En tercer lugar, Israel ha fracasado en la respuesta posterior a la infiltración una vez fallada la contención. Pasaron horas, por no decir días, sin que las localidades atacadas recibieran apoyo. Una vez rota la primera línea fronteriza, los asentamientos israelíes quedaron vendidos a su suerte durante horas y horas que los terroristas aprovecharon para practicar el horror, grabarlo y viralizarlo. Aparentemente Israel no dispuso de una fuerza de reacción ni en alerta, ni en número, ni en disponibilidad suficiente.
Lo anterior es algo más que una anotación al margen del ataque porque en algún momento la cúpula militar y política tendrá que responder ante su incapacidad para prever, contener o repeler el ataque. La propia ferocidad del ataque y el estado de guerra han pospuesto la exigencia de responsabilidades pero la cuestión es si quienes han fallado antes del ataque deben ser los mismos que encabecen la reacción al ataque, si las responsabilidades hay que depurarlas ahora o después del desenlace, y si saberse responsables de un fallo importante en la seguridad no puede hacer a la cúpula política y militar sobre-reaccionar o reaccionar al ataque de una manera inadecuada pensando en que ahora tienen algo que demostrar, para hacerse perdonar el error.
Incluso desde el punto de vista económico, conviene recordar que la población israelí apenas es algo mayor que la de Gaza y Cisjordania. Una gran movilización de cara a una ocupación de Gaza y al aseguramiento de todas las fronteras implica militarizar el país y redirigir toda la economía hacia la guerra. Israel no se enfrenta a una pequeña acción bélica puntual en el tiempo y en el espacio que pueda resolver con los medios ya disponibles y sin abultados costes adicionales.
Al contrario que Israel, Hamás tiene mucho menos que perder porque el apoyo exterior es casi incondicional y porque parte ya de una situación de derrota. Israel puede ocupar militarmente Gaza y hacerse cargo por completo del territorio, acabando con el autogobierno palestino que precisamente ostenta Hamás hasta este momento, de hecho es lo que se intuye que va a buscar movimilizando masivamente a sus reservistas y desplazando grandes cantidades de material. El problema es que la ocupación de Gaza puede provocar muchas bajas israelíes y muchas escenas de cadáveres de niños palestinos. Son por tanto muchos los frentes que tiene abiertos Israel y en los que tiene que acertar. Porque sólo con fallar en uno de esos frentes ya sería muy alto el precio a pagar.