MonteKarmelo
Madmaxista
- Desde
- 28 Jun 2006
- Mensajes
- 7.055
- Reputación
- 12.195
Tienen menos de 25 años y no han percibido hasta ahora la importancia del dinero ni que la abundancia no cae del cielo. Conducen buenos coches desde jóvenes, llevan ropa de marca, comen en restaurantes... Son los chicos de la generación «Depresión 2.0». ¿Qué piensan ante el nuevo escenario?
MARTÍN MUCHA
Ceu San Pablo, una de las universidades privadas más prestigiosas de Madrid. La estudiante de pelo rubio, guapa, baja del Porsche Cayenne Turbo que todos los días utiliza para ir a la universidad [86.846 euros, precio del capricho]. Paga el parking y sube despacio a clase. Su pelo se mueve arrítmicamente. Se cruza con un chico que en su muñeca lleva un reloj Bulgari [2.500 euros, un regalo de papá por terminar el instituto]. ¿La crisis? ¿Qué significa para chicos que no superan los 25 años? Muchachos que no recuerdan épocas de austeridad. ¿Quiénes son? Forman parte de la generación más mimada [y preparada, dicen los políticos] de la historia de España.
Ellos ven pingües recortes en sus presupuestos. En la paga. La reducción de gastos les afecta pero su vida sigue. Playstations de 450 euros. Videojuegos de estreno de 59,95. Ipods Touch de 350. Móviles de 200. Zapatillas Adidas de 150. Chándals de 75... Viajes entre amigos por 300 euros mínimo [anuncio en la Complutense: Nochevieja en Berlín, 395 euros]. Tarjetas de crédito clónicas de las de papá [algunas oro, cobertura 6.000 euros]. Good bye. Adiós. Sayonara. Hasta la vista. Arriverderci. Esa vida se acabó para la mayoría. La generación de la Depresión 2.0 [alude a la segunda recesión más grande en dos siglos], comienza a reaprender a vivir [y a gastar]. Es la suma de factores. Un efecto dominó.
Son el resultado de un mix. Fulgor económico, padres que no están en casa o que tienen poco tiempo, el complejo de dar todo lo que no se tuvo de pequeño [nacieron a finales de los 50, al menos]. Es una generación que ha vivido con una cantidad de dinero que sus progenitores ya no pueden sostener o que —pronto— no tendrán. ¿Cómo afrontan los nuevos presupuestos familiares?
Alejandro Rodríguez Frías, 19 años, viene de Málaga. Estudia Derecho. Se sincera. «Hasta antes de esto no conocía lo que eran los céntimos de euro... Comienzan a existir. Era muy manirroto. Antes los colegas íbamos a comer al Gino’s [precio medio por persona entre 12 y 17 euros], ahora voy a Burger King al menú de 2.99. Racaneando».
Carlota Romera, 20 años, estudiante de Turismo, está en la escalera con sus amigas. Coquetean. Juegan con su pelo. Su largo y liso cabello marrón contrasta con sus ojos verdes. Recibe 300 euros de paga de sus padres, quienes residen en Valladolid. Ella vive con su hermana en Madrid. «Suelo pedirles, a final de mes, que aumenten esa cantidad». Piensa estudiar en Boston o Londres cuando acabe la carrera. Sus padres, en un arrebato de generosidad, le regalaron un bolso Prada [valor mínimo: 500 euros]. Pero ella tiene las cosas claras. «Antes no me fijaba en los precios, no cabía en mi cabeza, pero ahora he cambiado mi forma de pensar y de vivir».
¿ADIÓS A LA OPULENCIA?
El boom económico significó un avance social y educativo para una generación que disfrutó de una cantidad de ventajas atípica. Desde 1998, el número de alumnos matriculados en universidades privadas ha aumentado de 97.783 a 142.409, un crecimiento de casi el 50%. En ese mismo periodo, la opción pública cae en torno al 15% [1.482.375 a 1.268.031]. Sin entrar en el debate de cuál es mejor, las cifras indican la tendencia que los padres han elegido.
¿Somos capaces de cortarles el grifo? ¿Los hemos mimado demasiado? Miremos el espejo de Norteamérica. Los teenagers prequiebra de Lehman Brothers crecieron con un despilfarro sin precedentes. La presunción llegó a tal extremo que MTV decidió realizar un documental, un retrato cruento y patético de una generación sumida en el egocentrismo. Nombre del programa: My Super Sweet 16 [Dulces 16, en traducción local]. Chicos que reciben una fiesta de cumpleaños valorada en cientos de miles de euros pagada por sus fathers.
Los protagonistas llegan a viajar de Norteamérica [costa oeste] a Francia [más de 6.000 euros en primera clase por persona]. Van a escoger su traje o vestido para la fiesta de cumpleaños. En un episodio, Priya, 15 años, y Divya, 18, hijas de una rica familia de Dallas, llegan a su fiesta en un Bentley de medio millón de euros. En ese elogio al capitalismo púber, adolescentes contratan a estrellas del rap para que toquen un par de singles por 50.000 euros. Los regalos a repartir entre los invitados alcanzan los 100.000. Un par de millones en manos de niños ególatras.
Universidad Complutense. Mediodía. El ambiente es simple. No hay cambios. Los kalimoxos se distribuyen en la facultad de Ciencias de la Información, aunque el grupo abarca varias áreas del conocimiento: ciencias, letras y advenedizos. Los ipods son parte del ambiente, de la celebración cotidiana. Viva la vida [Coldplay] es la banda sonora del momento.
Estudiar en la universidad es una fiesta. La Universidad en cifras 2008 realiza un balance desolador. La media de los alumnos se inscribe en 59,5 créditos cada año. Lo normal para acabar en un plazo razonable serían 75. Aún así, los resultados son patéticos: sólo aprueban el 61% de las asignaturas en las que se matriculan.
Un muchacho casi imberbe se sube al BMW serie 1 automático que su padre le regaló por entrar en la universidad [26.258 euros]. Otra muchacha atraviesa el parking en un Mini Cooper [18.500] que apenas se detiene en los pasos de cebra mientras cruza por la facultad de Biología. Juan, español, hijo de ecuatorianos, sigue los bugas con la vista. Repasamos sus prendas. Gorra de la NHL [35 euros], camiseta de los Cavaliers [60], cadena de oro [175], chaqueta de los New York Nicks [125], vaqueros Diesel [185], zapatillas Nike [135]... Acaba de cumplir la mayoría de edad. Su padre es albañil y su progenitora asistente en una casa: 2.100 euros al mes. «¿Cómo los convenzo? Está estudiado. Ellos trabajan mucho, pero nunca he lavado ni los platos».
Natalia Nchama Anvene nació en Guinea Ecuatorial hace 20 años. Estudia Humanidades. Observa de reojo a Javier López García. Él será licenciado en Economía. Ambos son becados en el Ceu. «Nunca he gastado más de 25 euros en una salida de fin de semana. Trabajo como entrenador de baloncesto y, con los 120 euros que gano, intento llegar a fin de mes», dice Javier. «En mi caso, noto la crisis pero no me afecta», cuenta Tomás Galán Gómez-Obregón, estudiante de Ingeniería Informática y Telecomunicaciones.
«¡Deja de jorobarme, papá!», chilla un chico de 19 años. Su padre rellena un formulario para resolver un problema académico de su vástago. Es unos 10 centímetros más bajo que su hijo [la diferencia de estatura: 1.71 para los nacidos antes de 1970 y de 1.77 para los que nacieron después]. Tacha lo que había escrito en el papel. «jorobar, ¡Dame!». Garabatea. Llegan a la ventanilla en silencio. Recibe una llamada de móvil. Politono [dos euros la descarga]. «Aquí, con el viejo, que no se entera de nada». El año pasado, al menos 8.000 padres denunciaron a sus hijos por agresiones. La mayor parte de las acusaciones partieron de familias de clase media y alta.
¿Cuál es el mayor capricho que te has dado? Olivia Ortega, 23 años, lo suelta. «Ir a Nueva York por una semana». Alejandro:«Un cortavientos de 300 euros»... ¿Ahorrar? «Siempre lo intento», afirma Olivia.
Cartel distribuido por todas la cafeterías de la Complutense. Fiesta inicio de curso:11 euros por dos cubatas [Sala Heineken]. Según la encuesta sobre alcohol y drojas, del Ministerio de Sanidad, disminuye el consumo de estos productos. El único estupefaciente que se mantiene en boga es la cocaína.
Una muchacha de 19 años sube las escaleras del metro de Vicálvaro. Se dirige a la Universidad Rey Juan Carlos. Carga con un bolso de Carolina Herrera [400 euros]. De sus auriculares blancos sale la voz de una estrella del rap de su misma edad, el catalán Porta. Uno de sus singles es toda una declaración de principios:«Yo tengo algo distinto a lo que tienes tú/ cualquier consola.../ tengo una tele enorme de plasma ademas full HD.../ un portátil con pantalla táctil LG/ soy caprixoso y tengo lo último, un móvil de esos 3G/ los billetes salen de mi bolsillo chato...».
- EL MUNDO | Suplemento cronica 679 - Crisis: Generación no preparada
MARTÍN MUCHA
Ceu San Pablo, una de las universidades privadas más prestigiosas de Madrid. La estudiante de pelo rubio, guapa, baja del Porsche Cayenne Turbo que todos los días utiliza para ir a la universidad [86.846 euros, precio del capricho]. Paga el parking y sube despacio a clase. Su pelo se mueve arrítmicamente. Se cruza con un chico que en su muñeca lleva un reloj Bulgari [2.500 euros, un regalo de papá por terminar el instituto]. ¿La crisis? ¿Qué significa para chicos que no superan los 25 años? Muchachos que no recuerdan épocas de austeridad. ¿Quiénes son? Forman parte de la generación más mimada [y preparada, dicen los políticos] de la historia de España.
Ellos ven pingües recortes en sus presupuestos. En la paga. La reducción de gastos les afecta pero su vida sigue. Playstations de 450 euros. Videojuegos de estreno de 59,95. Ipods Touch de 350. Móviles de 200. Zapatillas Adidas de 150. Chándals de 75... Viajes entre amigos por 300 euros mínimo [anuncio en la Complutense: Nochevieja en Berlín, 395 euros]. Tarjetas de crédito clónicas de las de papá [algunas oro, cobertura 6.000 euros]. Good bye. Adiós. Sayonara. Hasta la vista. Arriverderci. Esa vida se acabó para la mayoría. La generación de la Depresión 2.0 [alude a la segunda recesión más grande en dos siglos], comienza a reaprender a vivir [y a gastar]. Es la suma de factores. Un efecto dominó.
Son el resultado de un mix. Fulgor económico, padres que no están en casa o que tienen poco tiempo, el complejo de dar todo lo que no se tuvo de pequeño [nacieron a finales de los 50, al menos]. Es una generación que ha vivido con una cantidad de dinero que sus progenitores ya no pueden sostener o que —pronto— no tendrán. ¿Cómo afrontan los nuevos presupuestos familiares?
Alejandro Rodríguez Frías, 19 años, viene de Málaga. Estudia Derecho. Se sincera. «Hasta antes de esto no conocía lo que eran los céntimos de euro... Comienzan a existir. Era muy manirroto. Antes los colegas íbamos a comer al Gino’s [precio medio por persona entre 12 y 17 euros], ahora voy a Burger King al menú de 2.99. Racaneando».
Carlota Romera, 20 años, estudiante de Turismo, está en la escalera con sus amigas. Coquetean. Juegan con su pelo. Su largo y liso cabello marrón contrasta con sus ojos verdes. Recibe 300 euros de paga de sus padres, quienes residen en Valladolid. Ella vive con su hermana en Madrid. «Suelo pedirles, a final de mes, que aumenten esa cantidad». Piensa estudiar en Boston o Londres cuando acabe la carrera. Sus padres, en un arrebato de generosidad, le regalaron un bolso Prada [valor mínimo: 500 euros]. Pero ella tiene las cosas claras. «Antes no me fijaba en los precios, no cabía en mi cabeza, pero ahora he cambiado mi forma de pensar y de vivir».
¿ADIÓS A LA OPULENCIA?
El boom económico significó un avance social y educativo para una generación que disfrutó de una cantidad de ventajas atípica. Desde 1998, el número de alumnos matriculados en universidades privadas ha aumentado de 97.783 a 142.409, un crecimiento de casi el 50%. En ese mismo periodo, la opción pública cae en torno al 15% [1.482.375 a 1.268.031]. Sin entrar en el debate de cuál es mejor, las cifras indican la tendencia que los padres han elegido.
¿Somos capaces de cortarles el grifo? ¿Los hemos mimado demasiado? Miremos el espejo de Norteamérica. Los teenagers prequiebra de Lehman Brothers crecieron con un despilfarro sin precedentes. La presunción llegó a tal extremo que MTV decidió realizar un documental, un retrato cruento y patético de una generación sumida en el egocentrismo. Nombre del programa: My Super Sweet 16 [Dulces 16, en traducción local]. Chicos que reciben una fiesta de cumpleaños valorada en cientos de miles de euros pagada por sus fathers.
Los protagonistas llegan a viajar de Norteamérica [costa oeste] a Francia [más de 6.000 euros en primera clase por persona]. Van a escoger su traje o vestido para la fiesta de cumpleaños. En un episodio, Priya, 15 años, y Divya, 18, hijas de una rica familia de Dallas, llegan a su fiesta en un Bentley de medio millón de euros. En ese elogio al capitalismo púber, adolescentes contratan a estrellas del rap para que toquen un par de singles por 50.000 euros. Los regalos a repartir entre los invitados alcanzan los 100.000. Un par de millones en manos de niños ególatras.
Universidad Complutense. Mediodía. El ambiente es simple. No hay cambios. Los kalimoxos se distribuyen en la facultad de Ciencias de la Información, aunque el grupo abarca varias áreas del conocimiento: ciencias, letras y advenedizos. Los ipods son parte del ambiente, de la celebración cotidiana. Viva la vida [Coldplay] es la banda sonora del momento.
Estudiar en la universidad es una fiesta. La Universidad en cifras 2008 realiza un balance desolador. La media de los alumnos se inscribe en 59,5 créditos cada año. Lo normal para acabar en un plazo razonable serían 75. Aún así, los resultados son patéticos: sólo aprueban el 61% de las asignaturas en las que se matriculan.
Un muchacho casi imberbe se sube al BMW serie 1 automático que su padre le regaló por entrar en la universidad [26.258 euros]. Otra muchacha atraviesa el parking en un Mini Cooper [18.500] que apenas se detiene en los pasos de cebra mientras cruza por la facultad de Biología. Juan, español, hijo de ecuatorianos, sigue los bugas con la vista. Repasamos sus prendas. Gorra de la NHL [35 euros], camiseta de los Cavaliers [60], cadena de oro [175], chaqueta de los New York Nicks [125], vaqueros Diesel [185], zapatillas Nike [135]... Acaba de cumplir la mayoría de edad. Su padre es albañil y su progenitora asistente en una casa: 2.100 euros al mes. «¿Cómo los convenzo? Está estudiado. Ellos trabajan mucho, pero nunca he lavado ni los platos».
Natalia Nchama Anvene nació en Guinea Ecuatorial hace 20 años. Estudia Humanidades. Observa de reojo a Javier López García. Él será licenciado en Economía. Ambos son becados en el Ceu. «Nunca he gastado más de 25 euros en una salida de fin de semana. Trabajo como entrenador de baloncesto y, con los 120 euros que gano, intento llegar a fin de mes», dice Javier. «En mi caso, noto la crisis pero no me afecta», cuenta Tomás Galán Gómez-Obregón, estudiante de Ingeniería Informática y Telecomunicaciones.
«¡Deja de jorobarme, papá!», chilla un chico de 19 años. Su padre rellena un formulario para resolver un problema académico de su vástago. Es unos 10 centímetros más bajo que su hijo [la diferencia de estatura: 1.71 para los nacidos antes de 1970 y de 1.77 para los que nacieron después]. Tacha lo que había escrito en el papel. «jorobar, ¡Dame!». Garabatea. Llegan a la ventanilla en silencio. Recibe una llamada de móvil. Politono [dos euros la descarga]. «Aquí, con el viejo, que no se entera de nada». El año pasado, al menos 8.000 padres denunciaron a sus hijos por agresiones. La mayor parte de las acusaciones partieron de familias de clase media y alta.
¿Cuál es el mayor capricho que te has dado? Olivia Ortega, 23 años, lo suelta. «Ir a Nueva York por una semana». Alejandro:«Un cortavientos de 300 euros»... ¿Ahorrar? «Siempre lo intento», afirma Olivia.
Cartel distribuido por todas la cafeterías de la Complutense. Fiesta inicio de curso:11 euros por dos cubatas [Sala Heineken]. Según la encuesta sobre alcohol y drojas, del Ministerio de Sanidad, disminuye el consumo de estos productos. El único estupefaciente que se mantiene en boga es la cocaína.
Una muchacha de 19 años sube las escaleras del metro de Vicálvaro. Se dirige a la Universidad Rey Juan Carlos. Carga con un bolso de Carolina Herrera [400 euros]. De sus auriculares blancos sale la voz de una estrella del rap de su misma edad, el catalán Porta. Uno de sus singles es toda una declaración de principios:«Yo tengo algo distinto a lo que tienes tú/ cualquier consola.../ tengo una tele enorme de plasma ademas full HD.../ un portátil con pantalla táctil LG/ soy caprixoso y tengo lo último, un móvil de esos 3G/ los billetes salen de mi bolsillo chato...».
- EL MUNDO | Suplemento cronica 679 - Crisis: Generación no preparada