Segismunda
Reina de los Trolls
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Sucedió en mi instituto, así que os contaré este plan astuto y retorcido tal y como lo viví.
Varios chavales, que nunca fueron pillados, se ponen de acuerdo para cometer un acto de terrorismo seminal. La víctima será cualquier adolescente que esté en el momento y en el lugar equivocados. Como en los crímenes del Hijo de Sam, el morbo reside en la histeria provocada por el puro azar.
LOS PREPARATIVOS:
Suena la campana del recreo y los mañacos salen a toda prisa para jugar al fútbol, camelar a las chortis y comerse el pincho de chorizo. Quién sabe por qué, la Diosa Fortuna escoge a tres desgraciados, que quizás tenían más ganas de orinar o mucha prisa por hacerlo antes de que se formase cola en la Cafetería.
Pablo, lo llamaremos así, nota un escalofrío. La sensación instintiva es ardor de estomago, pero su acto reflejo es olerse la mano. Este chortino de 16 años ya no volverá a ser el mismo. Sale corriendo al lavabo entre arcadas. El golor del leche en su mano no es nuevo para él, pero el inconfundible bouquet del leche ajeno hace que se sienta sucio y homo. Su alma fue cagada en un milisegundo, por la rápida vía olfativa.
Alejandro (nombre en clave) no sufre una preñez de núcleo tan rápida. Tras tocar el pomo inseminado y notar la viscosidad, su acto reflejo es limpiarse al pantalón. Pero luego ve una flecha pintada en la puerta con rotulador. Dicha flecha sale del pomo y conduce a un recuadro con un texto explicativo, como el que acompaña a las obras de los museos. La letra es muy pequeña, tiene que acercarse para entenderla. La primera frase le deja la cara helada:
El resto del párrafo es una sucesión de frases ofensivas en las que el cumeador reivindica su superioridad de macho alfa sobre las víctimas cumeadas. Alejandro ni se lo lee, pues el título, leche DE MIS huevonES, derroye su alma hasta entonces pura. Intenta ir a lavarse las manos, pero flaquea y tiene que darse la vuelta para vomitar en el retrete. Un compañero le pregunta qué le pasa, pero se va corriendo con la cara violeta de vergüenza y rabia.
CAOS, DERROICIÓN Y CATARSIS COLECTIVA
Llamaremos Guille a la última víctima, quizás la más afectada. Como Alejandro, Guille no se olió, se limpió rápidamente. Tuvo que leer el cartelito explicativo para comprender que su mano estaba encinta. Por desgracia, no pudo vivir su derroición en soledad. Dada su naturaleza parlanchina, salió del cubículo blasfemando: «¿Qué me cagon mi manto ye esto? ¡Cagon Dios! ¡Cagon la virgen...!». Un par de compañeros le esperaban fuera y se acercaron al escuchar el alboroto. Guille pensaba que algún guarro había escupido un lapo con gargajo por hacer la puñeta. Su mente no concebía mayor lechonada y así se lo dijo a sus colegas:
UN CRIMEN PERFECTO Y VARIAS INCÓGNITAS
¿Fue un lobo solitario muy fértil o varios chavales, como se sospechó?
¿Por qué no se vandalizaron los baños femeninos, como cabría esperar?
¿Es esta una gamberrada canónica, que se replica en todas partes?
¿Alguien vivió una gamberrada similar en sus tiempos de instituto? ¿Conocéis esta?
Varios chavales, que nunca fueron pillados, se ponen de acuerdo para cometer un acto de terrorismo seminal. La víctima será cualquier adolescente que esté en el momento y en el lugar equivocados. Como en los crímenes del Hijo de Sam, el morbo reside en la histeria provocada por el puro azar.
LOS PREPARATIVOS:
-Escogen tres WC del edificio, muy concurridos a la hora del recreo, pero separados entre sí.
-En cada uno de ellos, vandalizan solo un cubículo (para evitar que las primeras víctimas se comuniquen a tiempo).
-lechen profusamente el pomo INTERIOR del cubículo seleccionado. Pero no el exterior.
-Lo hacen con la suficiente antelación para no ser advertidos, quizás durante las horas lectivas, cuando apenas nadie camina por los pasillos.
-Como veremos más adelante, la antelación no fue tanta como para que el zumo de cojón perdiese su húmeda viscosidad.
SUCEDE LA DESGRACIASuena la campana del recreo y los mañacos salen a toda prisa para jugar al fútbol, camelar a las chortis y comerse el pincho de chorizo. Quién sabe por qué, la Diosa Fortuna escoge a tres desgraciados, que quizás tenían más ganas de orinar o mucha prisa por hacerlo antes de que se formase cola en la Cafetería.
-Al abrir con rapidez la puerta del cubículo, no notan nada, pues esta se cierra a sus espaldas y solo han tocado el pomo exterior.
-miccionan con gran alivio, se recuden el fresco platanón y se lo guardan.
-De manera mecánica, se dan media vuelta y empujan el pomo.
-Algo viscoso mancha su mano derecha, es aquí donde la experiencia de cada uno difiere.
NÚCLEOS PREÑADOS DE DIFERENTE MANERAPablo, lo llamaremos así, nota un escalofrío. La sensación instintiva es ardor de estomago, pero su acto reflejo es olerse la mano. Este chortino de 16 años ya no volverá a ser el mismo. Sale corriendo al lavabo entre arcadas. El golor del leche en su mano no es nuevo para él, pero el inconfundible bouquet del leche ajeno hace que se sienta sucio y homo. Su alma fue cagada en un milisegundo, por la rápida vía olfativa.
Alejandro (nombre en clave) no sufre una preñez de núcleo tan rápida. Tras tocar el pomo inseminado y notar la viscosidad, su acto reflejo es limpiarse al pantalón. Pero luego ve una flecha pintada en la puerta con rotulador. Dicha flecha sale del pomo y conduce a un recuadro con un texto explicativo, como el que acompaña a las obras de los museos. La letra es muy pequeña, tiene que acercarse para entenderla. La primera frase le deja la cara helada:
«leche DE MIS huevonES»
El resto del párrafo es una sucesión de frases ofensivas en las que el cumeador reivindica su superioridad de macho alfa sobre las víctimas cumeadas. Alejandro ni se lo lee, pues el título, leche DE MIS huevonES, derroye su alma hasta entonces pura. Intenta ir a lavarse las manos, pero flaquea y tiene que darse la vuelta para vomitar en el retrete. Un compañero le pregunta qué le pasa, pero se va corriendo con la cara violeta de vergüenza y rabia.
CAOS, DERROICIÓN Y CATARSIS COLECTIVA
Llamaremos Guille a la última víctima, quizás la más afectada. Como Alejandro, Guille no se olió, se limpió rápidamente. Tuvo que leer el cartelito explicativo para comprender que su mano estaba encinta. Por desgracia, no pudo vivir su derroición en soledad. Dada su naturaleza parlanchina, salió del cubículo blasfemando: «¿Qué me cagon mi manto ye esto? ¡Cagon Dios! ¡Cagon la virgen...!». Un par de compañeros le esperaban fuera y se acercaron al escuchar el alboroto. Guille pensaba que algún guarro había escupido un lapo con gargajo por hacer la puñeta. Su mente no concebía mayor lechonada y así se lo dijo a sus colegas:
COLEGA 1: ¿Qué pasa, ho?
GUILLE: [sosteniendo la puerta] ¡Mira cómo está el pomo! [muestra la mano] ¡Toda la mano con flemas, chaval!
COLEGA 2: No jorobes, tío, que poto.
COLEGA 1: ¿Qué pon ahí?
GUILLE: [se dirige al lavabo] Yo qué sé, tío. Vamos a la cafeta.
COLEGA 1: [susurrando para sí] leche DE MIS huevonES [estalla en una carcajada].
COLEGA 2: ¡No me jorobes! JAJAJAJA
GUILLE: ¿Qué shishi pasa?
COLEGA 2: Que poto, tío, que poto de verdad JAJAJA
COLEGA 1: [vuelve a leer en voz alta, ahogando la risa mientras más compañeros se acercan a escuchar] «leche DE MIS huevonES. Pajote en honor a las bufas de Paula J. espero que se note jeje tío tienes corrida mía en la mano sowarro jaja serás lgtb».
Se desata el caos. La cara de Guille era la de un mártir cristiano en un Coliseo. Debatiéndose entre el ardor de estomago y la vergüenza en medio de un pitorreo multitudinario. Hay quien dice que le salieron sus primeras canas en ese preciso momento. Como Alejandro, tenía 17 añitos cuando su inocencia fue interrumpida. Los alumnos, de ambos sexos, comienzan a revisar todos los baños con la misma fascinación que Iker Jiménez viendo las Caras de Bélmez. Ese mismo día las limpiadoras borran cualquier vestigio con lejía y acetona, ningún profesor menciona nada y ningún padre se entera jamás. El crimen perfecto sigue irresoluto.UN CRIMEN PERFECTO Y VARIAS INCÓGNITAS
¿Fue un lobo solitario muy fértil o varios chavales, como se sospechó?
Si bien las lefotas delictivas pudieron ser almacenadas y tras*portadas por una misma persona, supondría demasiado riesgo repartirlas en tres zonas tan alejadas. Además, una sola persona no podría vigilar y documentar el caos creado en cada baño, que a la postre, es la razón por la que se hacen estas gamberradas.
Esto podría implicar la participación de mañacos de alto nivel, que no albergan repruebo misógino alguno, sino simples ganas de liarla parda. Aunque también puede ser un acto de cobardía. La reacción del profesorado hubiera sido muy distinta de esparcirse el CUMAZO ultrapreñador por los váteres femeninos.
Puedo dar fe de que todo esto pasó. Yo misma me colé, junto con las amiguis, a leer los carteles antes de ser borrados. También conocí a uno de los afectados y varios testimonios. El resto, como de costumbre, lo he novelado para un mayor impacto (ojalá haber visto personalmente las reacciones).
¿Alguien vivió una gamberrada similar en sus tiempos de instituto? ¿Conocéis esta?
