Camila'
Forero Paco Demier
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La estabilidad de Afganistán es clave para proteger una mina de cobre, bloques petrolíferos y proyectos de 50.000 millones de dólares del Cinturón y la Ruta en los alrededores.
Cuando los talibanes tomaron el control de Afganistán por primera vez en 1996, China se negó a reconocer su gobierno y dejó su embajada cerrada durante años. Esta vez, Pekín ha sido uno de los primeros en abrazar a los militantes islamistas de la puerta de al lado.
El notable cambio de China se puso de manifiesto hace poco más de dos semanas, cuando el ministro de Asuntos Exteriores, Wang Yi, dio la bienvenida a una delegación talibán en el puerto septentrional de Tianjin, mientras el grupo ganaba terreno a la administración del presidente Ashraf Ghani, que huyó del país el domingo. El respaldo de Wang al "importante papel" de los talibanes en el gobierno de Afganistán supuso un impulso crucial de legitimidad para una organización que ha sido durante mucho tiempo un paria mundial debido a su apoyo al terrorismo y a la represión de las mujeres.
Las razones de China tienen tanto que ver con su propio ascenso como potencia mundial como con la sorprendente rapidez de la marcha de los talibanes sobre la capital afgana. China tiene hoy una economía de 14,7 billones de dólares -más de 17 veces su tamaño en 1996- y una enorme iniciativa de comercio e infraestructuras que se extiende por toda la masa continental euroasiática.
Los temores de Pekín sobre el extremismo islamista entre su propia minoría uigur también se han acentuado en los últimos años, lo que le ha llevado a construir un vasto estado policial adyacente a Afganistán. Además, una rivalidad cada vez más intensa con Estados Unidos ha llevado al presidente chino, Xi Jinping, a aprovechar cualquier oportunidad para contrarrestar el dominio de Washington y alejar las fuerzas estadounidenses de sus fronteras.
Esos intereses hacen que China parezca la próxima gran potencia interesada en poner orden en Afganistán, mientras los talibanes se preparan para declarar un emirato islámico en Kabul. Después de los fracasos de la Unión Soviética y ahora de Estados Unidos, China se verá en apuros para no repetir los mismos errores en una nación accidentada y sin salida al mar, famosa por agotar imperios.
Mientras tanto, los medios de comunicación estatales se regodeaban con la retirada estadounidense, con un comentario en la agencia oficial de noticias Xinhua declarando que era el "toque de difuntos de la hegemonía estadounidense en declive."
With economic assets to secure, China embraces the Taliban
Afghanistan’s stability is key to protect a mine, oil blocks, $50bn of Belt-and-Road projects in the neighbourhood.
Empieza una nueva era
