castguer
Madmaxista
En 2008 se produjo la mayor subida de precios de la energía que se haya conocido nunca. Históricamente las subidas de precio de la energía siempre han llevado, indefectiblemente, a una recesión. Por lo que a partir de ahí, era razonable prever una grave recesión para el primer trimestre de 2008. En realidad, la recesión comenzó un poco antes y resultó ser más profunda y persistente que ninguna otra en las últimas décadas. Eso se debe a que se había hecho más o menos inevitable una crisis financiera debido a la existencia de una gran cantidad de burbujas en el sector inmobiliario y en los mercados financieros. El impacto de la crisis sobre la industria aeronáutica y los constructores de automóviles y de camiones pesados se debe precisamente a los precios de la energía. La caída de los valores inmobiliarios y el aumento del número de hipotecas no están tan vinculados a la cuestión del petróleo.
Sin embargo, si pasamos a un nivel más avanzado de análisis, podemos decir que la aspiración de nuestra sociedad a un perpetuo crecimiento económico se basa en la hipótesis de que siempre tendremos a nuestra disposición crecientes volúmenes de energía a bajo costo para alimentar nuestras máquinas destinadas a la producción y a la distribución. Esa aspiración al crecimiento se ha institucionalizado a través de los niveles de deuda y de sobrevaloración en constante aumento. Por eso, cuando los volúmenes de energía disponibles empezaron a estancarse o a disminuir, el castillo de naipes del mundo financiero se vino abajo rápidamente.
Es una desgracia que la mayoría de los dirigentes del mundo entero sigan sin entender la crisis, pues siguen sosteniendo que su origen es únicamente financiero, y además que es tras*itoria. Los pobres creen que si se presta suficiente apoyo a los bancos, el crecimiento económico será nuevamente positivo y todo irá bien. Pero la realidad es otra. El actual sistema financiero no puede funcionar en un mundo en que los recursos energéticos están disminuyendo. Una economía que no sea capaz de satisfacer las necesidades primarias de la humanidad sin incrementar nuestro ritmo de consumo de recursos esta abocada al fracaso, lo que exige la creación, y sin perder tiempo, de sistemas monetarios y de instituciones financieras basados en otra cosa que no sea la deuda, los intereses y la posesión de títulos.
Demos