Ochoa
Madmaxista
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Articular una teoría lineal y coherente sobre la gran incógnita de cómo los aborígenes canarios (único pueblo nativo que habitó en la Macaronesia) pudieron dar el salto de algo más de un centenar de kilómetros en una época en la que la navegación atlántica estaba en pañales supone todo un desafío. Durante siglos cientos de historiadores, antropólogos, arqueólogos y científicos han intentado descifrar este enigma, pero sin alcanzar una respuesta plenamente satisfactoria.
Los primeros pobladores canarios, llamados comúnmente guanches (aunque en origen ese era el apelativo con el que se conocía a los nativos de la isla de Tenerife), carecían de embarcaciones y de conocimientos náuticos. Los europeos que colonizaron las islas en el siglo XV descubrieron una cultura propia de la Edad de Piedra Tardía.
El origen de los indígenas de Canarias ha suscitado múltiples debates, mitos y especulaciones. Hubo leyendas que apuntaban a una procedencia de expediciones vikingas e incluso había quien sostenía que “los guanches hablaban euskera”. Las evidencias de las que se dispone hasta la fecha sugieren que poblaron el archipiélago en algún momento durante el siglo I. Más misterioso aún es cómo y por qué estos primeros colonizadores viajaron a las islas desde el continente africano.
El origen, la única certeza
Un equipo de investigadores internacionales dirigido por la Universidad de Estocolmo ha secuenciado ADN antiguo de una colección de cráneos de guanches que vivieron en Tenerife y Gran Canaria antes de la conquista europea y los análisis han demostrado que los guanches son originarios del norte de África. El estudio también han concluido que “los habitantes actuales de Gran Canaria poseen aproximadamente entre el 16 y el 31% de ascendencia genética de los guanches”, concluye Torsten Günther, de la Universidad de Upsala y coautor de la investigación. El profesor español Juan Luis Arsuaga también ha participado en la misma.
momia guanche
“Después de generar la primera información genética autosómica de esas poblaciones podemos demostrar de forma concluyente que los guanches estaban más estrechamente relacionados con los actuales norteafricanos de ascendencia bereber que con cualquier otra población que hemos incluido en las comparaciones”, señala Ricardo Rodríguez-Varela, investigador de la Universidad de Estocolmo y principal autor del estudio.
A ello se une el examen de las inscripciones alfabéticas que nos legaron y de la toponimia actual de la sietes islas que concluye de manera indubitada su origen bereber. Los linajes mitocondriales presentes en el archipiélago determinan que los primeros habitantes tenían una nítida procedencia del Magreb y, en menor medida, del África subsahariana (probablemente de la antigua provincia romana de Mauritania). Se calcula de forma muy imprecisa su llegada a las islas. La trazabilidad del genoma indica que los bereberes llegaron a Canarias en grandes cantidades a juzgar por las huellas arqueológicas dejadas por los suministros, armas y esqueletos de animales datados por carbono 14; lo que hace suponer que viajaban pertrechados con el propósito de asentarse.
Una de las teorías es que el antiguo Sáhara (como sugieren las pinturas de navegantes en las cuevas de Tassili en Argelia y de Tibesti en Chad, ambas situadas en el profundo desierto) sufriera una acelerada desecación, lo que habría obligado a una emigración forzada de sus habitantes.
Pero lo más desconcertante es que los primeros conquistadores de Canarias (pilotos normandos y tropa castellana), según rezan las crónicas, hablaban profusamente de que los asentados en las islas no sabían navegar. Entonces, ¿cómo llegaron a las islas Canarias? ¿Desde dónde llegaron? ¿Fueron deportados o viajaron por su cuenta? ¿Hubo sólo una arribada o se produjeron varios episodios migratorios? Hoy por hoy no se ha encontrado una teoría sólida que sostenga un veredicto irrefutable.
Para tratar de dar respuesta a estas preguntas es fundamental establecer el contexto histórico, lo que pasaba hace 2.000 años en el norte de África. La historia conocida del poblamiento de Canarias empieza en Caesarea, actual Cherchel (Argelia). Antigua capital de una provincia romana, desde esta ciudad portuaria Juba II financió la primera expedición de la que hay constancia documental que llegó a las islas, al poco de su ascenso al trono de Mauretania, en el 25 a.C. Los relatos de aquellos navegantes y de otras expediciones los recogió Plinio el Viejo en el año 77 d.C. en su famosa ‘Historia Natural’, una enciclopedia de 37 tomos. Gracias a esos viajes, Juba II trasladó al archipiélago canario del terreno de lo mítico a lo real.
teórica ruta de la expedición de Juba II
¿Quién fue Juba II? Fue un monarca bereber que nació en Hippo Regius –costa de Argelia, cerca de Túnez- y murió en Tipasa, donde se conserva su mausoleo. Su padre fue derrotado por Roma. Juba II fue trasladado a la capital del imperio de niño, fue romanizado y nombrado rey de Numidia y después de Mauritania (no confundir con la Mauritania actual). Según los historiadores era una persona muy culta, un erudito. Para conocer el vasto territorio de las provincias del norte de África financió expediciones que traspasaron las Columnas de Hércules –Estrecho de Gibraltar-. En uno de aquellos viajes, sus navegantes llegaron a las Canarias.
¿Existen referencias a Canarias anteriores a las de Plinio? Sí. Antes de Juba II ya se habían descubierto las islas. El geógrafo romano Estacio Seboso (Statius Sebosus), hacia el año 30 a.C., las menciona y probablemente otros autores, pero se han perdido los textos. Hay una fuente central y que también la menciona Plinio. Se trata de Marco Vipsanio Agripa, el general más importante del emperador al que se le encargó el mapa primigenio Orbis Terrarum. En ese documento se conserva una relación de territorios que después fueron cartografiados. Ahí aparecen por primera vez las Canarias. El mapa es anterior al 12 a.C., porque en ese año falleció Agripa.
mapa del Orbis Terrarum de Marco Vipsanio Agripa
Con la descripción exacta y la posición, es en la obra de Plinio donde aparece por primera vez el nombre de Canaria (en singular, para referirse a la isla de Gran Canaria), aparece Nivaria o Ninguaria (Tenerife), Junonia (La Gomera o La Palma)… Plinio habla de dos archipiélagos, uno sería Lanzarote y Fuerteventura –el archipiélago de los aventurados- y el otro es el archipiélago de las afortunadas (Fortunatae Insulae). ¿Existían textos anteriores? Indudablemente sí. ¿Por qué no se conservan? Esos documentos, que definían las rutas de navegación, comerciales, estarían en archivos secretos. De hecho, cuando cae Cartago (146 a.C.), es la documentación sobre las rutas marítimas lo que priorizan para trasladar a Roma.