Analisis Cómo el sistema de pensiones de reparto supone el fin inevitable de Europa.

Recientemente el banco de España concluía, en un análisis sobre el envejecimiento poblacional y las implicaciones para el sistema de pensiones, que, según sus estimaciones, el país necesitará casi 25 millones de pagapensiones adicionales en edad de trabajar para mantener la relación entre trabajadores y pensionistas en el futuro.

Obviamente, cuando esos 25 millones de trabajadores importados se jubilen, harían falta otros 50 milllones para poder poder sostener sus pensiones, en un círculo vicioso. Algo parecido ocurre en todo el continente: Francia, Italia, Alemania, etc. Y todos apuntan a la misma "solución".

No hace falta ser Spengler para comprender que, una inmi gración masiva que viene de donde único puede venir -es decir, del continente africano-, va a suponer, en unas pocas décadas, la tras*formación radical (es decir, la destrucción) de las etnias, las culturas y las tradiciones de Europa. Esos pagapensiones no vienen puros y diáfanos a empaparse de nuestras formas culturales y a remedarlas y sostenerlas, sino que aportarán "sus formas propias" a la sociedad, y el resultante, si bien tendrá algunos rasgos del viejo orden -arquitectura, comidas, modas y ciertas reglas de conducta social-, en absoluto se podría ya considerar como un elemento diferenciado y propio. Europa habría muerto después de 1500 años, del mismo modo que la civilización greco-romana murió sobre el año 500, aunque muchos elementos aislados pervivieran en la nueva cultura de fusión surgida en la Alta Edad Media.

Nótese que, en principio, el decrecimiento poblacional sería una bendición desde el punto de vista ecológico y sociológico si no fuera por esta monstruosa circunstancia del modelo de pensiones de reparto. Durante la Peste de color, que se llevó a un tercio de la población del continente, se produjo una concentración de riqueza -las herencias se acumulaban en una sola familia o individuo- que dio lugar a la clase burguesa, propiciando el renacimiento y la edad moderna. Algo muy parecido podría ocurrir si la población europea decreciera. Imaginad que de diez familias emparentadas -con su capital y sus inmuebles- nueve terminan por no reproducirse, y sólo una de ellas hereda la totalidad de la fortuna conjunta. Este fenómeno es cada día más frecuente. La herencia de tios o hermano sin descendencia es tan habitual que, incluso, hay autonomías que han tenido que introducir rebajas al aberrante y confiscatorio impuesto de sucesiones, hasta ahora totalmente salvaje cuando no era un ascendiente o descendiente directo. Es decir, que, por ese lado económico, el descenso de población es positivo. Produce concentración de riqueza, y que la familia superviviente ascienda notablemente en la escala social. Seríamos menos, pero más ricos y con mayor capacidad de consumo per cápita.

Respecto al medio ambiente o a la presión sobre la oferta inmobiliaria -que ha disparado los precios-, los beneficios son obvios: menos población, menos contaminación. Menos demanda habitacional, más oferta y disponibilidad de inmuebles.

Qué decir del paro. En una demografía decreciente, la competencia por puestos de trabajo sería cada vez menor, y las posibilidades empleo no harían sino aumentar, pero además, promoverían que éste, por la escasez de candidatos, fuera mejor remunerado.

Como se puede ver, en prácticamente todos los ángulos sociales que estudiemos, el decrecimiento poblacional es positivo, salvo por el maldito tema de las pensiones de reparto. Y señalo que el problema no es en sí la existencia de pensiones, sino el modelo socialista "de reparto", que obliga a unos a cotizar para pagar las pensiones de "otros", garantizándoles a cambio -es una broma- una pensión futura cuando les llegue el momento-. Porque, si lo que la gente hiciera fuera acumular y aportar dinero a una cuenta de ahorro o a un fondo de inversión-como es el sistema de pensiones de capitalización-, la reducción de la población no supondría el menor problema. Cada uno se retiraría con el dinero que haya acumulado en su vida activa, dejando al Estado sólamente la necesidad de cubrir los casos extremos de desamparo, como los incapaces o enfermos que no hayan podido aportar a su propio plan.

Pero es este maldito modelo de reparto el que, pensado en su día para un población siempre creciente, ahora se convierte en un callejón sin salida ante el desplome demográfico. Trágicamente, además, la política está completamente condicionada a la opinión de "los pensionistas", y cualquier gobierno que ose siquiera señalar la inviabilidad del sistema, recibe un brutal castigo electoral. Fijaros que ni siquiera partidos "radicales" en muchas posturas -como Vox-, se atreve a mentar la bicha. En las pensiones NADIE se atreve a romper el "consenso socialdemócrata", pues supondría su inmediato suicidio político. Pero la realidad es tozuda. El sistema es inviable en su formulación nacional, y la única solución es la importación masiva de pagapensiones. Y esto se propone sin atender a ningún otro efecto colateral, como es la propia destrucción del tejido social y cultural de los países afectados.

Como nota optimista, quiero terminar por ofrecer una visión alternativa, aunque poco problable: Que la evolución de la robótica -véase los impresionantes prototipos de Tesla, con su Óptimus, o con su coche autónomo- consigan que se produzca el cambio de modelo económico previsto por ciertos analistas, la cuarta revolucion industrial, donde los robots y la AI sustituirán a los humanos en la mayoría de los trabajos y, por lo tanto, la creación de riqueza y el mantenimiento del Estado Social ya no dependerá de la masa trabajadora humana, pudiendo prescindir de esas importaciones masivas de mano de obra.

Si esto es posible lo veremos pronto en un país como Japón, tradicionalmente negado a la inmi gración por celo de su cultura y unidad étnica, y que ahora afronta este mismo problema de las pensiones. Ellos están en la vanguardia de todos los desarrollos tecnológicos. Si algún país podría servir de ejemplo y convertirse en un referente del nuevo paradigma robótico, sería ése. En otro caso, la civilización europea tal como la conocemos, -incluyendo en ella a todo "Occidente"-, está condenada y no pervivirá más allá de 50 o 100 años.

Chapinazo dijo:

Claramente somos unas de las últimas generaciones mayoritariamente blancas en Europa. Quizá nuestros hijos aún lo sean, pero seguro que nuestros nietos ya no.

Aún así, la verdad, es algo que no me preocupa. Desde un punto de vista racial nunca me ha importado (nazis, comedme los bemoles). Pero sí me ha preocupado mucho desde un punto de vista cultural, al entender que islámicos y neցros tienen culturas muy deficientes, inferiores a la nuestra. Pero viendo el devenir de Europa de estas últimas décadas, con mentalidad de auténticos orates de baba sin el más mínimo instinto de supervivencia (socialismo, separación de la realidad, Agenda, sectarismo, pereza generalizada, decrecimiento de la inteligencia, feminismo desquiciado...), ahora no tengo tan claro que sea negativo. Quizá se precise un nuevo espíritu, una mentalidad más vigorosa, que barra la nuestra, decadente. Quizá traigan eso paquis, jovenlandeses y neցros. Como en el "Sumisión" de Houllebecq.

Lo peor, como apuntas, la quiebra de este sistema Ponzi "de reparto", insostenible, que va a ocurrir en algún momento del futuro no tan lejano. O, como alternativa, una devaluación como la del sestercio romano, que también conduce a quiebras en cadena y a efectos similares. Y me temo que eso sí que llegaremos a verlo. Yo he comprado acciones en Asia, pensando en esos futuros aterradores, espero que no me las confisquen.

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Pero si tú eres de Guatemala, qué ladras.