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RIP
La verdad es que solo le oi de seguido 6 meses que me toco trabajar de noches,a la 1 de la mañana ya suelo estar dormido, pero... ahi estan muchos de sus programas para oirlos a horas menos intempestivas:
829 audios a descargar, otro dia pondre el enlace a todos :
Podcast Jazz porque si en Radio Nacional Clásica - iVoox
Su pagina oficial:
Cifujazz: Los libros de Jazz 41
---------- Post added 27-mar-2015 at 17:28 ----------
Juan Claudio Cifuentes 'Cifu' : "Hemos recuperado el tiempo perdido, pero..." - Rolling Stone España
Juan Claudio Cifuentes ‘Cifu’ : “Hemos recuperado el tiempo perdido, pero…”
Mientras él estará ya disfrutando de la 'jam session' que tienen montada en el cielo, como solía decir, lo recordamos con este placer de charla sin desperdicio que tuvimos con el Maestro.
Por Laura Guillén - 18 de marzo de 2015
Juan Claudio Cifuentes, Cifu, para los amigos, está disfrutando de la Jam session que tienen montada en el cielo, como solía decir él. En diciembre tuvimos el placer de charlar con el Maestro tomando unas cervezas ‘sin’ y yendo de compras musiqueras por el barrio madrileño de Malasaña.
→ Descanse en jazz Juan Claudio Cifuentes ‘Cifu’
Tu nombre está asociado al jazz pero el pueblo quiere conocer tu aventura con Karina en el Festival de Eurovisión.
Fui porque yo era el único fulastre que sabía inglés en RTVE. Me mandaron a Dublín con Rafael Trabuquelli y Osvaldo de los Ríos en 1971. Karina llegó tarde a los ensayos por ir de compras… Aunque acabó en segunda posición con En un mundo nuevo. Al llegar a Dublín me pedí un café irlandés que se convirtieron en cuatro cafés.
¿Algún trabajo forzoso más?
Trabajé 19 años en la industria discográfica. Nunca estuve en compañías multinaciones, siempre independientes locales. Desde Hispavox estuve programando Cortez, Perales, Karina, los Pasos… y en Movieplay, Pablo Abraira, María Jiménez… Vendía los artistas naciones y compraba todo lo que podía. Por ejemplo, me traje a UB40 y en cuanto empezaron a ser famosos la multinacional de turno se los llevó. Y lo mismo pasó con Eddie Grant. Me metí en la televisión full-time en 1984. Ahí es cuando me hice autónomo y la cagué.
Naciste en París y con 20 años ya eras un loco del jazz. ¿De dónde nace?
A mis ocho o diez años, el héroe nacional en el colegio era Sidney Bechet, saxo soprano de Nueva Orleans. ¿Cómo no te vas a aficionar si todos tus compañeros de colegio están escuchando y prestándose discos? Los mayores de 18 años tocaban la trompeta o el saxo en una orquesta amateur. Yo hacía lo mismo con 17 años para poder ir al baile de fin de curso del Liceo de chicas, pero tocando la batería no puedes ligar. El que liga es el pianista. Cuando acaba el concierto, cierra la tapa y listo. El saxo o el trompeta lo mismo. Pero el batería tiene que recoger un aparato con veintidós bultos y para cuando has terminado no queda ni Dios. Quedas tú y el contrabajista delante del colegio a ver si algún taxi te quiere recoger.
Llegas a España y…
Yo pensé que, igual que en Francia, aquí habría estudiantes que tocasen a nivel aficionado. Pregunté si había actividad musical en la Facultad y al abrir la puerta del aula me encontré con la tuna. Entonces te miraban raro porque venías de un país donde había un partido comunista o estudiabas con gente atea o judía. Mis compañeros eran solo niños ricos del Colegio del Pilar. Una vez llegué con Le Monde debajo del brazo y solo por eso me abrieron expediente en la Facultad. Un compañero mío, hijo de policía, se chivó. Yo era sospechoso.
→ Juan Claudio Cifuentes ‘Cifu’ en la Wikipedia
Descubrí el único club, el Whisky Jazz, donde conocí a Tete Montoliú, pero yo no me podía subir a tocar con esa gente. Tocaba muy mal, muy primitivo. Entonces, me dediqué a escibir en Aria Jazz desde el primer número, ‘by the face’, con una serie de amigos y mucha ilusión en el año sesenta y uno. Empecé esta afición a escribir sobre jazz y a coleccionar en cuanto pude económicamente. Me convertí en un coleccionista convicto y confeso, violento y vicioso y en historiador de jazz americano.
Se dice que en los años veinte España vivió una edad de oro. El jazz arrasaba en la pista de baile.
En aquella época no se sabía lo que era el jazz, era música hot. Los bailes y las orquestas adaptaban lo que podían de los discos que llegaban desde USA. Intentaron copiar los discos con más o menos gracia. En Barcelona, para estar al día y competir, las orquestas tocaban y componían sus charlestons y sus fox-trots.
El jazz era una música que incitaba, era lasciva y se consideraba pecado. Durante la guerra se acabó todo lo relacionado con el jazz, y después, más todavía. En este país la música de jazz ha tenido cuarenta años de retraso. Estuvo más o menos prohibido hasta bien entrados los 50. En los 60 la gente no entendía por qué tenía que existir el jazz aunque los americanos fuesen nuestros grandes amigos. Al poner las bases militares tampoco cambió nada en realidad. Solo le gustaba a los universitarios, a la gente intelectual del cine. En los 50 y 60 te miraban como un bicho raro.
El ministro de Información y Turismo era Arias Salgado, padre, en 1961 y prohibió la palabra “jazz” en la radio. Se llamaba Melodías de Broadway para evitar la censura y lo presentaba Matías Prats, padre. Ese mismo año la orquesta de Quincy Jones vino a hacer una gira por España. Como iba mal de pasta consiguió un contrato con las fuerzas armadas en las bases americanas de Alemania y España. En Torrejón dieron su concierto y por la noche los músicos de Quincy buscaron un lugar donde tocar jazz después del concierto. Les hablaron del Whisky jazz en Madrid y allí aparecieron todos. Televisión Española consiguió que le grabasen y meterlo en un programa de música de variedades. Van todos al estudio, y Quincy, como dirige a su manera, le dijo el regidor: “No se mueva tanto”. Tuvieron que sacarle de medio cuerpo porque él se movía demasiado. Vivimos hasta los 80 con la censura española.
Grababan encima de las actuaciones grabadas en vídeo. En el 84 pedimos un listado de grabaciones de la tele. Salía que había un concierto de Ellington en Barcelona y al pedir la cinta, la ponemos y había un partido encima. Podía haber fútbol o programas de entrevistas de Jesús Hermida. La única actuación en España de la única gira europea del guitarrista Wes Montgomery en San Cugat desapareció de la misma manera. Lo mismo con la de Gil Evans y tengo testigos de que fue grabada.
Franco muere. ¿El jazz resucita de sus cenizas?
En 1975 yo conocí a un chaval que salía del Conservatorio con la flauta debajo del brazo y las partituras de Vivaldi y sus melenas, y que iba a escuchar el programa de radio que acabábamos de empezar. Jorgito [Pardo] es una especie de hijo que tengo. En los 70 los aficionados pensamos que había un relevo, y no lo había: solo había un tío (o dos): Jorge [Pardo] y Carlos Benavent. El relevo llegó en los 80, con Chano [Domínguez], Iñaki Salvador, Perico Sambeat… Yo tenía que hacer ejercicios de memoria para aprenderme los nuevos nombres.
→ Jorge Pardo. El jazz en España
¿Cómo ves la formación de hoy en día?
Ahora en Galicia salen docenas de chicos con una preparación impresionante. Se ha instalado en Pontevedra Abe Rábade, el director musical del Seminario de Jazz; un genio. Igual que en Barcelona y el Taller de Músics, o la escuela nueva en Málaga que dirige el saxofonista Ernesto Aurignac… La preparación es ahora muy buena. Hemos recuperado el tiempo perdido, pero hace falta que nos conozcan ahí fuera.
¿Una noche en el Whisky Jazz?
La policía secreta iba de vez en cuando para ver quién estaba. Además iba la veintena de aficionados al jazz, los locos del jazz, hasta un marqués al que le encantaba tocar el vibráfono, cincuenta o sesenta tíos de la base de Torrejón, neցros y blancos con el uniforme americano del Ejército del Aire.
El dueño era de origen francés, Jean Pierre Bourbon, y era miembro de la OAS francesa, (Organización del Ejército Secreto), una organización de mercenarios que intentaban apiolar a De Gaulle. Jean Pierre era un exparacaidista que había estado en Indochina y que en la guerra de Argelia se hizo muy amigo de Pierre Lagaillarde, fundador de la OAS. El W. J. era sitio de unión de matones, que se iban a Francia a poner bombas a ver si mataban a De Gaulle. Franco les consentía. El Gobierno francés avisó a Franco y él se comprometió a vigilarlos pero no les hacía nada. La policía secreta iba a vigilar a toda la panda que había allí: agentes dobles, gente que había salido de Argel cuando el golpe cayó… A mí no me interesaba la OAS, a mí me interesaban los militares americanos de Torrejón. Mis mejores amigos eran sargentos y soldados que venían con el uniforme por la noche a tocar el saxo con Montoliú. Con ellos podía hablar de jazz porque sabían de jazz. Fue una época muy entrañable.
Crónica de una fin anunciada, la del San Juan Evangelista…
Ha sido una aventura absolutamente vergonzosa por parte de Unicaja. Tenía la obligación de mantener el colegio y no lo mantuvo, ha dejado que se desmorone. La Complutense le daba todo el plazo que quisiese para arreglarlo y dijeron que no arreglaban nada. El colegio se está cayendo y ahora hay okupas dentro. Se han cargado un icono de la cultura en Madrid de 40 años. Todos esos años dedicados al cine de autor, al flamenco, al jazz… Ahí han cantado Luis Pastor, Raimon… y Camarón dio su último concierto. Músicos de jazz que han pasado: Dexter relleniton, los Messengers… El quién-es-quién de lo mejor del jazz. Y dejan que se muera porque ellos mismos le quitan el oxígeno.
→ “El Johnny” cierra sus puertas tras 5 décadas de jazz y flamenco
Tanto en Madrid como en Barcelona las municipalidades están intentando cargarse los locales de música en vivo. Es mentira que los vecinos sufran el ruido de un club de jazz. ¡Si nadie sale a la calle con el vaso a beber y están bien insonorizados! No se oye nada en la calle.
En Barcelona había muchos más clubs que en Madrid, pero han ido cerrando poco a poco por lo mismo. El músico de jazz es un puñetero superviviente toda su vida, pero es como si ser músico de jazz fuera un pecado. El músico no es solo creativo, es que tiene que gastarse mucho dinero en su instrumento. Si eres saxofonista te cuesta unos 6.500 euros. Encima te pagan 50 euros por noche en un club. Esto le importa un carajo a un concejal de Cultura porque de cultura no tienen ni fruta idea.
El mejor programa de jazz en Europa era el tuyo, ‘Jazz entre amigos’.
Siete años de programa y 351 programas grabados en el archivo. Había un público fiel, pero al llegar 1992 había que retransmitir las Olimpiadas, la Expo de Sevilla, y llegaban las privadas… Esto suponía una competencia que había que vigilar. Florecerían como champiñones bajo la lluvia las productoras independientes.
Se cargaron el programa sin nota interior. Volvimos de vacaciones en septiembre y a la vuelta, la secretaria del programa nos dice: “Jazz entre amigos desaparece. Me lo han dicho por los pasillos”. El director, Javier Diaz jovenlandés, se fue a cinco despachos diferentes de gente que conocía y le dieron cinco explicaciones diferentes. Ninguna válida. La única era que había que vaciar la parrilla, por lo que había que cargarse no sólo el jazz sino también Arte y artistas flamencos, Cantautores… Todos los programas de la buena música. Se acabó la producción propia: nuestro programa se hacía en la tele por gente de la tele.
Hicimos una buena labor didáctica con el programa. Yo creo que fue buena y nos faltaba por hacer muchas cosas. El jazz es el cuento del nunca acabar. En un programa de radio puedo poner durante un mes versiones del mismo tema y nunca suena igual. 800 versiones de Body & Soul y ninguna es igual a la otra, excepto el tema, que lo reconoces por la melodía.
Llevo 43 años de Jazz porque sí. Tengo varios miles de programas emitidos desde 1971, unos 25.000, y creo que no he repetido ninguno. Hay temas como Blue train de Coltrane que lo habré puesto cinco o seis veces en la radio. Hago un programa sobre ese disco pero tienen que pasar ocho o diez años hasta que se me ocurre hacer otra vez otro especial igual. Entre medias tengo otros diez mil discos que poner.
¿Por dónde empieza el aficionado reciente? ¿Qué me recomiendas
Es muy difícil. Puedo dar una lista de varios cientos de discos y te puedes arruinar en la tienda. Hace tres años me escribió un chaval de trece años, de Tomelloso, que estaba estudiando saxofón. Le dije que, si tocaba el saxo, que se comprara lo que quisiera de Dexter relleniton… y luego ya hablaremos de otras cosas.
Cuando tienes una colección como la mía, tan abultada, no puedes prescindir de ningún disco porque por eso te los has buscado, pedido, comprado. Te recomendaría todos porque si los tengo es porque me gustan. De lo que no tengo es porque no conecto.
Tenía unos 5.000 LPs, de los que la mitad han pasado a ser CDs. En el pueblo jubilo los LPs duplicados porque ya no tengo más sitio. La colección crece, la casa no. Ya no tengo pared para poner más estanterías.
Una clásica: ¿Qué disco te llevarías a una isla desierta?
Siempre digo lo mismo: uno de Miles Davis, un concierto en el Carnegie Hall de 1961. Me llevaría todo Miles pero también todo Duke Ellington, y eso que tiene cincuenta años de grabaciones. El problema de Duke Ellington es el famoso teorema del aficionado fustrado: todo aficionado que quisiese poseer la totalida, que no existe todavía porque siguen saliendo grabaciones, de lo que Ellington grabó en su vida, necesitaría una segunda vida por lo menos. Tengo más de cincuenta CDs y es menos de la mitad de lo que dejó grabado.
Un amigo mío encontró en un rastrillo, en una caja de cintas, un concierto de Armstrong en Barcelona en diciembre del cincuenta y cinco grabado por un aficionado. Tenía contratados dos conciertos, el 22 y 23 de diciembre, en Barcelona en el teatro Windsor, pero al no poder salir de Milán el 22 llega con un día de retraso. Ante la dificultad de devolver las entradas, le proponen que dé tres conciertos el mismo día 23: uno por la tarde, otro a la hora de la cena y otro después. Le compensaron con una paella y se quedó encantado. Fue un concierto maravilloso. Eso se encontró en un rastrillo.
Hay discos recién descubiertos que son una obligación tenerlos. [En relación con las nuevas grabaciones descubiertas de artistas.] Pasa lo mismo con las grabaciones piratas de Charlie Parker, que ahora ya lo sacan las discográficas con su bendición. Es una locura.
En música clásica hay una lista de cincuenta compositores que no te puedes perder; en jazz hay varios miles de músicos y cada uno es una historia. Yo sigo obsesionado con encontrar todo lo que pueda de Dexter relleniton. He conseguido que me manden grabaciones de cassette del año 78 en San Francisco y ya estoy contento. Necesito completar la discografía de los supergrandes: Stan Getz, Sonny Rollins, Miles Davis.
¿Tienes un formato preferido?
El CD para trabajar en la radio, el LP para casa y con mucho cuidado. El LPp tiene un sonido más cálido: si lo miras con un microscopio el surco tiene una serie de movimientos que son los mismos que hacen los huesecillos de los oídos. La aguja se mueve igual que las vibraciones de tus oídos. El Cd tiene más nivel pero es formato binario (0101110…) y no suenan igual los bajos ni la batería.
En casa tengo mi buen y viejo equipo de sonido, un Cabasse, con buenas agujas compradas en la calle Barquillo, un amplificador de válvulas. Todo el equipo se lo compré a un soldado de la base americana de Torrejón por dos duros, que se iba ya de Madrid y se deshacía de sus cosas. Me vendió el tocata, que es una preciosidad, y un amplificador. Hay que esperar un poco para que se caliente y luego ventilarlo bien, pero es el mejor sonido. También dos buenas pantallas. Me siento en el sillón y listo.
¿Qué te queda por hacer?
Me queda la cosa de no haber grabado un Jazz entre amigos de Charles Mingus, porque había material grabado de la gira europea de 1964. Hay grabaciones en blanco y neցro, películas enteras de los conciertos. Ésa ha sido una de las frustraciones. Menos mal que cerramos los últimos cuatro programas en torno a Charlie Parker. Me quedé sin poder hacer mucho de mucha gente y no se pudo hacer porque nos echaron.
Resulta atractivo ver a Silvia Pérez Cruz, Estrella Morente…
Para mí ese tipo de inventos no es jazz. El invento del jazz flamenco solo ha funcionado con las excepciones de Chano Domínguez o Jorge Pardo. El jazz en sí es una fusión, pero se ha hecho a lo largo de doscientos años con varias generaciones desde que llegaron los esclavos a USA y empezaron a tocar música occidental con sus propios ritmos. Una fusión no se improvisa en 24 horas porque el directivo de una multinacional se invente algo para vender discos. El jazz y el flamenco son dos culturas musicales separadas por miles de kilómetros que no se han encontrado en la fruta vida y que de pronto alguien quiere juntar. Con mucho tiempo y entendiendo en profundidad las dos culturas a lo mejor se encuentra la forma de imbricarlas. El único que ha podido es Jorge Pardo pero porque ha tocado veinticinco años al lado de Paco de Lucía. Se empapó de flamenco siendo un músico de jazz de primera. El que sabe de verdad hablar flamenco con la flauta o el saxo es Jorge Pardo. Los demás no.
→ Esto en Nueva York no pasa
El jazz flamenco se consideró la salvación del jazz nacional en los 80… Y no. Las fusiones crean, más que fusión, confusión. Músicos de aquí se han pasado al jazz flamenco y han hecho experimentos con los que la han cagado. No consiguen que eso funcione: o es flamenco o es jazz.
El disco Jazz flamenco de Iturralde con Paco de Lucía es un encuentro, no una fusión. Eso no es jazz. Paco improvisa lo que le da la gana sin tener ni idea de acordes ni de compases; estaban todos pendientes de él a ver si se le acababa la idea. En Vitoria, John McLaughlin tocaba con Paco de Lucía y el propio Paco, al saludarme, me dijo que estaba muy mal, que “este cabrón quería que contase compases y eso conmigo no va”. Paco no leía música ni contaba compases. El jazz flamenco es jazz con paréntesis flamencos, y no hay fusión. La fusión ha sido siempre un engaño.
---------- Post added 27-mar-2015 at 17:29 ----------
Chispa: en cuanto a la fusion no estoy de acuerdo con el, hay muchas joyas de los 70 , en especial de musicos neցros, sellos pequeños que no fueron editados en España.
La verdad es que solo le oi de seguido 6 meses que me toco trabajar de noches,a la 1 de la mañana ya suelo estar dormido, pero... ahi estan muchos de sus programas para oirlos a horas menos intempestivas:
829 audios a descargar, otro dia pondre el enlace a todos :
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Su pagina oficial:
Cifujazz: Los libros de Jazz 41
---------- Post added 27-mar-2015 at 17:28 ----------
Juan Claudio Cifuentes 'Cifu' : "Hemos recuperado el tiempo perdido, pero..." - Rolling Stone España
Juan Claudio Cifuentes ‘Cifu’ : “Hemos recuperado el tiempo perdido, pero…”
Mientras él estará ya disfrutando de la 'jam session' que tienen montada en el cielo, como solía decir, lo recordamos con este placer de charla sin desperdicio que tuvimos con el Maestro.
Por Laura Guillén - 18 de marzo de 2015
Juan Claudio Cifuentes, Cifu, para los amigos, está disfrutando de la Jam session que tienen montada en el cielo, como solía decir él. En diciembre tuvimos el placer de charlar con el Maestro tomando unas cervezas ‘sin’ y yendo de compras musiqueras por el barrio madrileño de Malasaña.
→ Descanse en jazz Juan Claudio Cifuentes ‘Cifu’
Tu nombre está asociado al jazz pero el pueblo quiere conocer tu aventura con Karina en el Festival de Eurovisión.
Fui porque yo era el único fulastre que sabía inglés en RTVE. Me mandaron a Dublín con Rafael Trabuquelli y Osvaldo de los Ríos en 1971. Karina llegó tarde a los ensayos por ir de compras… Aunque acabó en segunda posición con En un mundo nuevo. Al llegar a Dublín me pedí un café irlandés que se convirtieron en cuatro cafés.
¿Algún trabajo forzoso más?
Trabajé 19 años en la industria discográfica. Nunca estuve en compañías multinaciones, siempre independientes locales. Desde Hispavox estuve programando Cortez, Perales, Karina, los Pasos… y en Movieplay, Pablo Abraira, María Jiménez… Vendía los artistas naciones y compraba todo lo que podía. Por ejemplo, me traje a UB40 y en cuanto empezaron a ser famosos la multinacional de turno se los llevó. Y lo mismo pasó con Eddie Grant. Me metí en la televisión full-time en 1984. Ahí es cuando me hice autónomo y la cagué.
Naciste en París y con 20 años ya eras un loco del jazz. ¿De dónde nace?
A mis ocho o diez años, el héroe nacional en el colegio era Sidney Bechet, saxo soprano de Nueva Orleans. ¿Cómo no te vas a aficionar si todos tus compañeros de colegio están escuchando y prestándose discos? Los mayores de 18 años tocaban la trompeta o el saxo en una orquesta amateur. Yo hacía lo mismo con 17 años para poder ir al baile de fin de curso del Liceo de chicas, pero tocando la batería no puedes ligar. El que liga es el pianista. Cuando acaba el concierto, cierra la tapa y listo. El saxo o el trompeta lo mismo. Pero el batería tiene que recoger un aparato con veintidós bultos y para cuando has terminado no queda ni Dios. Quedas tú y el contrabajista delante del colegio a ver si algún taxi te quiere recoger.
Llegas a España y…
Yo pensé que, igual que en Francia, aquí habría estudiantes que tocasen a nivel aficionado. Pregunté si había actividad musical en la Facultad y al abrir la puerta del aula me encontré con la tuna. Entonces te miraban raro porque venías de un país donde había un partido comunista o estudiabas con gente atea o judía. Mis compañeros eran solo niños ricos del Colegio del Pilar. Una vez llegué con Le Monde debajo del brazo y solo por eso me abrieron expediente en la Facultad. Un compañero mío, hijo de policía, se chivó. Yo era sospechoso.
→ Juan Claudio Cifuentes ‘Cifu’ en la Wikipedia
Descubrí el único club, el Whisky Jazz, donde conocí a Tete Montoliú, pero yo no me podía subir a tocar con esa gente. Tocaba muy mal, muy primitivo. Entonces, me dediqué a escibir en Aria Jazz desde el primer número, ‘by the face’, con una serie de amigos y mucha ilusión en el año sesenta y uno. Empecé esta afición a escribir sobre jazz y a coleccionar en cuanto pude económicamente. Me convertí en un coleccionista convicto y confeso, violento y vicioso y en historiador de jazz americano.
Se dice que en los años veinte España vivió una edad de oro. El jazz arrasaba en la pista de baile.
En aquella época no se sabía lo que era el jazz, era música hot. Los bailes y las orquestas adaptaban lo que podían de los discos que llegaban desde USA. Intentaron copiar los discos con más o menos gracia. En Barcelona, para estar al día y competir, las orquestas tocaban y componían sus charlestons y sus fox-trots.
El jazz era una música que incitaba, era lasciva y se consideraba pecado. Durante la guerra se acabó todo lo relacionado con el jazz, y después, más todavía. En este país la música de jazz ha tenido cuarenta años de retraso. Estuvo más o menos prohibido hasta bien entrados los 50. En los 60 la gente no entendía por qué tenía que existir el jazz aunque los americanos fuesen nuestros grandes amigos. Al poner las bases militares tampoco cambió nada en realidad. Solo le gustaba a los universitarios, a la gente intelectual del cine. En los 50 y 60 te miraban como un bicho raro.
El ministro de Información y Turismo era Arias Salgado, padre, en 1961 y prohibió la palabra “jazz” en la radio. Se llamaba Melodías de Broadway para evitar la censura y lo presentaba Matías Prats, padre. Ese mismo año la orquesta de Quincy Jones vino a hacer una gira por España. Como iba mal de pasta consiguió un contrato con las fuerzas armadas en las bases americanas de Alemania y España. En Torrejón dieron su concierto y por la noche los músicos de Quincy buscaron un lugar donde tocar jazz después del concierto. Les hablaron del Whisky jazz en Madrid y allí aparecieron todos. Televisión Española consiguió que le grabasen y meterlo en un programa de música de variedades. Van todos al estudio, y Quincy, como dirige a su manera, le dijo el regidor: “No se mueva tanto”. Tuvieron que sacarle de medio cuerpo porque él se movía demasiado. Vivimos hasta los 80 con la censura española.
Grababan encima de las actuaciones grabadas en vídeo. En el 84 pedimos un listado de grabaciones de la tele. Salía que había un concierto de Ellington en Barcelona y al pedir la cinta, la ponemos y había un partido encima. Podía haber fútbol o programas de entrevistas de Jesús Hermida. La única actuación en España de la única gira europea del guitarrista Wes Montgomery en San Cugat desapareció de la misma manera. Lo mismo con la de Gil Evans y tengo testigos de que fue grabada.
Franco muere. ¿El jazz resucita de sus cenizas?
En 1975 yo conocí a un chaval que salía del Conservatorio con la flauta debajo del brazo y las partituras de Vivaldi y sus melenas, y que iba a escuchar el programa de radio que acabábamos de empezar. Jorgito [Pardo] es una especie de hijo que tengo. En los 70 los aficionados pensamos que había un relevo, y no lo había: solo había un tío (o dos): Jorge [Pardo] y Carlos Benavent. El relevo llegó en los 80, con Chano [Domínguez], Iñaki Salvador, Perico Sambeat… Yo tenía que hacer ejercicios de memoria para aprenderme los nuevos nombres.
→ Jorge Pardo. El jazz en España
¿Cómo ves la formación de hoy en día?
Ahora en Galicia salen docenas de chicos con una preparación impresionante. Se ha instalado en Pontevedra Abe Rábade, el director musical del Seminario de Jazz; un genio. Igual que en Barcelona y el Taller de Músics, o la escuela nueva en Málaga que dirige el saxofonista Ernesto Aurignac… La preparación es ahora muy buena. Hemos recuperado el tiempo perdido, pero hace falta que nos conozcan ahí fuera.
¿Una noche en el Whisky Jazz?
La policía secreta iba de vez en cuando para ver quién estaba. Además iba la veintena de aficionados al jazz, los locos del jazz, hasta un marqués al que le encantaba tocar el vibráfono, cincuenta o sesenta tíos de la base de Torrejón, neցros y blancos con el uniforme americano del Ejército del Aire.
El dueño era de origen francés, Jean Pierre Bourbon, y era miembro de la OAS francesa, (Organización del Ejército Secreto), una organización de mercenarios que intentaban apiolar a De Gaulle. Jean Pierre era un exparacaidista que había estado en Indochina y que en la guerra de Argelia se hizo muy amigo de Pierre Lagaillarde, fundador de la OAS. El W. J. era sitio de unión de matones, que se iban a Francia a poner bombas a ver si mataban a De Gaulle. Franco les consentía. El Gobierno francés avisó a Franco y él se comprometió a vigilarlos pero no les hacía nada. La policía secreta iba a vigilar a toda la panda que había allí: agentes dobles, gente que había salido de Argel cuando el golpe cayó… A mí no me interesaba la OAS, a mí me interesaban los militares americanos de Torrejón. Mis mejores amigos eran sargentos y soldados que venían con el uniforme por la noche a tocar el saxo con Montoliú. Con ellos podía hablar de jazz porque sabían de jazz. Fue una época muy entrañable.
Crónica de una fin anunciada, la del San Juan Evangelista…
Ha sido una aventura absolutamente vergonzosa por parte de Unicaja. Tenía la obligación de mantener el colegio y no lo mantuvo, ha dejado que se desmorone. La Complutense le daba todo el plazo que quisiese para arreglarlo y dijeron que no arreglaban nada. El colegio se está cayendo y ahora hay okupas dentro. Se han cargado un icono de la cultura en Madrid de 40 años. Todos esos años dedicados al cine de autor, al flamenco, al jazz… Ahí han cantado Luis Pastor, Raimon… y Camarón dio su último concierto. Músicos de jazz que han pasado: Dexter relleniton, los Messengers… El quién-es-quién de lo mejor del jazz. Y dejan que se muera porque ellos mismos le quitan el oxígeno.
→ “El Johnny” cierra sus puertas tras 5 décadas de jazz y flamenco
Tanto en Madrid como en Barcelona las municipalidades están intentando cargarse los locales de música en vivo. Es mentira que los vecinos sufran el ruido de un club de jazz. ¡Si nadie sale a la calle con el vaso a beber y están bien insonorizados! No se oye nada en la calle.
En Barcelona había muchos más clubs que en Madrid, pero han ido cerrando poco a poco por lo mismo. El músico de jazz es un puñetero superviviente toda su vida, pero es como si ser músico de jazz fuera un pecado. El músico no es solo creativo, es que tiene que gastarse mucho dinero en su instrumento. Si eres saxofonista te cuesta unos 6.500 euros. Encima te pagan 50 euros por noche en un club. Esto le importa un carajo a un concejal de Cultura porque de cultura no tienen ni fruta idea.
El mejor programa de jazz en Europa era el tuyo, ‘Jazz entre amigos’.
Siete años de programa y 351 programas grabados en el archivo. Había un público fiel, pero al llegar 1992 había que retransmitir las Olimpiadas, la Expo de Sevilla, y llegaban las privadas… Esto suponía una competencia que había que vigilar. Florecerían como champiñones bajo la lluvia las productoras independientes.
Se cargaron el programa sin nota interior. Volvimos de vacaciones en septiembre y a la vuelta, la secretaria del programa nos dice: “Jazz entre amigos desaparece. Me lo han dicho por los pasillos”. El director, Javier Diaz jovenlandés, se fue a cinco despachos diferentes de gente que conocía y le dieron cinco explicaciones diferentes. Ninguna válida. La única era que había que vaciar la parrilla, por lo que había que cargarse no sólo el jazz sino también Arte y artistas flamencos, Cantautores… Todos los programas de la buena música. Se acabó la producción propia: nuestro programa se hacía en la tele por gente de la tele.
Hicimos una buena labor didáctica con el programa. Yo creo que fue buena y nos faltaba por hacer muchas cosas. El jazz es el cuento del nunca acabar. En un programa de radio puedo poner durante un mes versiones del mismo tema y nunca suena igual. 800 versiones de Body & Soul y ninguna es igual a la otra, excepto el tema, que lo reconoces por la melodía.
Llevo 43 años de Jazz porque sí. Tengo varios miles de programas emitidos desde 1971, unos 25.000, y creo que no he repetido ninguno. Hay temas como Blue train de Coltrane que lo habré puesto cinco o seis veces en la radio. Hago un programa sobre ese disco pero tienen que pasar ocho o diez años hasta que se me ocurre hacer otra vez otro especial igual. Entre medias tengo otros diez mil discos que poner.
¿Por dónde empieza el aficionado reciente? ¿Qué me recomiendas
Es muy difícil. Puedo dar una lista de varios cientos de discos y te puedes arruinar en la tienda. Hace tres años me escribió un chaval de trece años, de Tomelloso, que estaba estudiando saxofón. Le dije que, si tocaba el saxo, que se comprara lo que quisiera de Dexter relleniton… y luego ya hablaremos de otras cosas.
Cuando tienes una colección como la mía, tan abultada, no puedes prescindir de ningún disco porque por eso te los has buscado, pedido, comprado. Te recomendaría todos porque si los tengo es porque me gustan. De lo que no tengo es porque no conecto.
Tenía unos 5.000 LPs, de los que la mitad han pasado a ser CDs. En el pueblo jubilo los LPs duplicados porque ya no tengo más sitio. La colección crece, la casa no. Ya no tengo pared para poner más estanterías.
Una clásica: ¿Qué disco te llevarías a una isla desierta?
Siempre digo lo mismo: uno de Miles Davis, un concierto en el Carnegie Hall de 1961. Me llevaría todo Miles pero también todo Duke Ellington, y eso que tiene cincuenta años de grabaciones. El problema de Duke Ellington es el famoso teorema del aficionado fustrado: todo aficionado que quisiese poseer la totalida, que no existe todavía porque siguen saliendo grabaciones, de lo que Ellington grabó en su vida, necesitaría una segunda vida por lo menos. Tengo más de cincuenta CDs y es menos de la mitad de lo que dejó grabado.
Un amigo mío encontró en un rastrillo, en una caja de cintas, un concierto de Armstrong en Barcelona en diciembre del cincuenta y cinco grabado por un aficionado. Tenía contratados dos conciertos, el 22 y 23 de diciembre, en Barcelona en el teatro Windsor, pero al no poder salir de Milán el 22 llega con un día de retraso. Ante la dificultad de devolver las entradas, le proponen que dé tres conciertos el mismo día 23: uno por la tarde, otro a la hora de la cena y otro después. Le compensaron con una paella y se quedó encantado. Fue un concierto maravilloso. Eso se encontró en un rastrillo.
Hay discos recién descubiertos que son una obligación tenerlos. [En relación con las nuevas grabaciones descubiertas de artistas.] Pasa lo mismo con las grabaciones piratas de Charlie Parker, que ahora ya lo sacan las discográficas con su bendición. Es una locura.
En música clásica hay una lista de cincuenta compositores que no te puedes perder; en jazz hay varios miles de músicos y cada uno es una historia. Yo sigo obsesionado con encontrar todo lo que pueda de Dexter relleniton. He conseguido que me manden grabaciones de cassette del año 78 en San Francisco y ya estoy contento. Necesito completar la discografía de los supergrandes: Stan Getz, Sonny Rollins, Miles Davis.
¿Tienes un formato preferido?
El CD para trabajar en la radio, el LP para casa y con mucho cuidado. El LPp tiene un sonido más cálido: si lo miras con un microscopio el surco tiene una serie de movimientos que son los mismos que hacen los huesecillos de los oídos. La aguja se mueve igual que las vibraciones de tus oídos. El Cd tiene más nivel pero es formato binario (0101110…) y no suenan igual los bajos ni la batería.
En casa tengo mi buen y viejo equipo de sonido, un Cabasse, con buenas agujas compradas en la calle Barquillo, un amplificador de válvulas. Todo el equipo se lo compré a un soldado de la base americana de Torrejón por dos duros, que se iba ya de Madrid y se deshacía de sus cosas. Me vendió el tocata, que es una preciosidad, y un amplificador. Hay que esperar un poco para que se caliente y luego ventilarlo bien, pero es el mejor sonido. También dos buenas pantallas. Me siento en el sillón y listo.
¿Qué te queda por hacer?
Me queda la cosa de no haber grabado un Jazz entre amigos de Charles Mingus, porque había material grabado de la gira europea de 1964. Hay grabaciones en blanco y neցro, películas enteras de los conciertos. Ésa ha sido una de las frustraciones. Menos mal que cerramos los últimos cuatro programas en torno a Charlie Parker. Me quedé sin poder hacer mucho de mucha gente y no se pudo hacer porque nos echaron.
Resulta atractivo ver a Silvia Pérez Cruz, Estrella Morente…
Para mí ese tipo de inventos no es jazz. El invento del jazz flamenco solo ha funcionado con las excepciones de Chano Domínguez o Jorge Pardo. El jazz en sí es una fusión, pero se ha hecho a lo largo de doscientos años con varias generaciones desde que llegaron los esclavos a USA y empezaron a tocar música occidental con sus propios ritmos. Una fusión no se improvisa en 24 horas porque el directivo de una multinacional se invente algo para vender discos. El jazz y el flamenco son dos culturas musicales separadas por miles de kilómetros que no se han encontrado en la fruta vida y que de pronto alguien quiere juntar. Con mucho tiempo y entendiendo en profundidad las dos culturas a lo mejor se encuentra la forma de imbricarlas. El único que ha podido es Jorge Pardo pero porque ha tocado veinticinco años al lado de Paco de Lucía. Se empapó de flamenco siendo un músico de jazz de primera. El que sabe de verdad hablar flamenco con la flauta o el saxo es Jorge Pardo. Los demás no.
→ Esto en Nueva York no pasa
El jazz flamenco se consideró la salvación del jazz nacional en los 80… Y no. Las fusiones crean, más que fusión, confusión. Músicos de aquí se han pasado al jazz flamenco y han hecho experimentos con los que la han cagado. No consiguen que eso funcione: o es flamenco o es jazz.
El disco Jazz flamenco de Iturralde con Paco de Lucía es un encuentro, no una fusión. Eso no es jazz. Paco improvisa lo que le da la gana sin tener ni idea de acordes ni de compases; estaban todos pendientes de él a ver si se le acababa la idea. En Vitoria, John McLaughlin tocaba con Paco de Lucía y el propio Paco, al saludarme, me dijo que estaba muy mal, que “este cabrón quería que contase compases y eso conmigo no va”. Paco no leía música ni contaba compases. El jazz flamenco es jazz con paréntesis flamencos, y no hay fusión. La fusión ha sido siempre un engaño.
---------- Post added 27-mar-2015 at 17:29 ----------
Chispa: en cuanto a la fusion no estoy de acuerdo con el, hay muchas joyas de los 70 , en especial de musicos neցros, sellos pequeños que no fueron editados en España.