Causas da decadencia os povos ibericos (1871)

Von Riné

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Causas da decadencia os povos ibericos (1871)¿A que se debió?

"Las causas de la decadencia de los pueblos peninsulares en los tres últimos siglos" fue el tema que Antero de Quental expuso en la segunda de las conferencias del casino (1871) . Antero trata de explicar las razones del declive de Portugal y España a partir del siglo XVII. tesis de la conferencia sistematizada y muy defendidos por Alexandre Herculano . Fue publicado en el ***eto de haber ejercido gran influencia, especialmente en Oliveira Martins . Martins escribiría una historia de la civilización ibérica en 1879, y contemporánea de Portugal en 1881, teniendo como base las tesis de Herculano y Antero."

Discurso de presentación

La decadencia de los pueblos de la Península en los tres últimos siglos es uno de los hechos más incontestables, más evidentes de nuestra historia: puede incluso decir que esa decadencia, casi casi sin un árido de un período de fuerza gloriosa y de rica originalidad, el, el único gran hecho evidente e incontestable que en esta historia aparece a los ojos del historiador filósofo. Como peninsular, siento profundamente tener que afirmar, en una asamblea de peninsulares, esta desalentadora evidencia. Pero, si no reconocemos y confesamos francamente nuestros errores pasados, ¿cómo podemos aspirar a una enmienda sincera y definitiva? El pecador se humilla ante su Dios, en un sentido acto de contrición, y solo así es perdonado. Hagamos nosotros también, ante el espíritu de verdad, el acto de contrición por nuestros pecados históricos,

Conozco cuánto es delicado este asunto, y sé que por eso doblados deberes imponerse a mi crítica. Para una asamblea de extranjeros no pasará esta de una tesis histórica, curiosa sí para las inteligencias, pero fría e indiferente para los sentimientos personales de cada uno. En un auditorio de peninsulares no es así. La historia de los últimos tres siglos se perpetúa hoy entre nosotros en opiniones, en creencias, en intereses, en tradiciones, que la representan en nuestra sociedad, y la hacen de cierto modo actual. Hay en nosotros todos una voz íntima que protesta en favor del pasado, cuando alguien lo ataca: la razón puede condenarlo: el corazón intenta ala absolverlo. Que no hay nada en el hombre más delicado, más melindroso, que las ilusiones: y son ocasiones ilusiones lo que la razón critica, discutiendo el pasado, ofende sobre todo en nosotros.


[...]
Mis señores:

La Península, durante los siglos XVII, XVIII y XIX; nos presenta un cuadro de abatimiento e insignificancia, tanto más sensible y contrasta dolorosamente con la grandeza, la importancia y la originalidad del papel que desempeñé en el primer período del Renacimiento, durante toda la Edad Media, y aún en los últimos siglos de la Antigüedad. En la época romana aparecen los caracteres esenciales de la raza peninsular: espíritu de independencia local y originalidad de genio inventivo. En parte alguna costó tanto a la dominación romana el establecerse, ni llegó nunca a ser completo ese establecimiento. Esta personalidad independiente se muestra claramente, en la literatura, donde los españoles Lucano, Séneca, Marcial, introducen en el latín un estilo y una figura enteramente peninsulares, y singularmente característicos. Eran los prenuncios de la viva. originalidad que iba a aparecer en las épocas siguientes. En la Edad Media la Península, libre de extrañas influencias, brilla en la plenitud de su genio, de sus cualidades naturales. El instinto político de descentralización y federalismo se patenta en la multiplicidad de reinos y condados soberanos, en que se divide la Península, como una protesta y una victoria de los intereses y energías locales,

contra. la unidad uniforme, aplastante y artificial. Dentro de cada una de esas divisiones las comunas, los forales, localizan aún más los derechos, y manifiestan y firman, con un sin número de instituciones, el espíritu independiente y autonómico de las poblaciones. Y ese espíritu no es sólo independiente: es, como la época lo comportaba, singularmente democrático. Entre todos los pueblos de Europa central y occidental, sólo los de la Península escaparon al yugo de hierro del feudalismo. El espectro torbellino del castillo feudal no asombraba nuestros valles, no se inclinaba, como una amenaza, sobre el margen de nuestros ríos, no entristecía nuestros horizontes con su perfil duro y siniestro.

[...]

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Este genio creador se veía en la aparición de rituales indígenas, en una singular libertad de pensamiento e interpretación, y en mil originalidades de disciplina. Era el sentimiento cristiano, en su expresión viva y humana, no formal e ininteligente: la caridad y la tolerancia tenían un lugar más alto que la teología dogmática. Esta tolerancia por los jovenlandeses y judíos, razas infelices y tan meritorias, será siempre una de las glorias del sentimiento cristiano de la Península de la Edad Media. La caridad triunfaba de las da repelúsncias y preconceptos de raza y de creencia. Por eso el seno del pueblo era fecundo; salían de él santos, individualidades a una ingenuas y sublimes, símbolos vivos del alma popular,En el mundo de la inteligencia no es menos notable la expansión del espíritu peninsular durante la Edad Media. El gran movimiento intelectual de la Europa medieval comprende la filosofía escolástica y la teología, las creaciones nacionales de los ciclos épicos, y la arquitectura. En nada de esto se mostró la Península inferior a las grandes naciones cultas, que habían recibido la herencia de la civilización romana. Demos a la escuela filósofos como Raimundo Lulio; la Iglesia, teólogos y Papas, uno de los portugués, Joao XXI. Las escuelas de Coimbra y Salamanca tenían una celebridad europea: en sus clases se veían extranjeros de distinción atraídos por la fama de sus doctores. Entre los primeros hombres del siglo XIII está uno, monarca español, Alfonso, el Sabio, espíritu universal, filósofo, político y legislador. No puedo olvidar los jovenlandeses y los judíos, porque fueron una de las glorias de la Península. La reforma de la escolástica, en los siglos XIII y XIV, por la renovación del aristotelismo, fue obra casi exclusiva de las escuelas árabes y judías de España. Los hombres de Averroes (de Córdoba), de Ibn-Tophail (de Sevilla) y los dos judíos Maimónides y Avicebron serán siempre contados entre los primeros en la historia de la filosofía en la Edad Media. Al pie de la filosofía, la poesía. Para oponerse a los ciclos épicos de la Tabla Redonda, de Carlomagno y del Santo Grial, tuvimos aquel admirable de Ibn-Tophail (de Sevilla) y los dos judíos Maimónides y Avicebron serán siempre contados entre los primeros en la historia de la filosofía en la Edad Media.

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Al pie de la filosofía, la poesía. Para oponerse a los ciclos épicos de la Tabla Redonda, de Carlomagno y del Santo Grial, tuvimos aquel admirableRomancero , las leyendas del Cid, los Infantes de Lara, y muchos otros, que se han condensado en una verdadera épica, el espíritu clásico del Renacimiento no había llegado a la otra dirección Poesía. Sin embargo, gran parte de la mejor parte quizás del teatro español de la mina inagotable de Romancero. Para oponer a los trovadores provinciales, hemos tenido trovadores peninsulares. De nuestros reyes y caballeros trovaron algunos con tanto primor como Beltrón de Born o el conde de Tolosa. En cuanto a la arquitectura, basta recordar la Batalla y la Catedral de Burgos, dos de las más bellas rosas góticas desabrochadas en el seno de la. Edad Media. En todo esto acompañar a Europa, junto al movimiento general. En una cosa, sin embargo, la excedemos, haciéndonos iniciadores: los estudios geográficos y las grandes navegaciones.

Los descubrimientos, que coronaron tan brillantemente el final del siglo XV, no se hicieron al azar. En el siglo XVIII, en el siglo XVIII, en el siglo XVIII, en el siglo XVIII, en el siglo XVIII, produjo un Magallanes y un Colón. Fue una ola que, levantada aquí, creció hasta ir a explotar en las playas del Nuevo Mundo. Se vio de cuánto eran capaces la inteligencia y la energía peninsulares. Por eso Europa tenía los ojos en nosotros, y en Europa nuestra influencia nacional era de las que más pesaban. Tuvo que todo con Portugal y España. El Santo Imperio alemán ofrece la orgullosa corona imperial a un rey de Castilla, Alfonso,el sabio. En el siglo XV, D. João I, árbitro en varias cuestiones internacionales, se considera generalmente, en influencia y capacidad, como uno de los primeros monarcas de Europa. Todo esto nos prepara para desempeñar, llegada al Renacimiento, un papel glorioso y preponderante. Lo desprendemos, en efecto, brillante y ruidoso: nuestros errores, sin embargo, no permitieron que fuese también duradero y provechoso.

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¿Cómo fue que el movimiento regenerador del Renacimiento; tan bien preparado, abortó entre nosotros lo mostraré luego con hechos decisivos. Este movimiento sólo fue entre nosotros representado por una generación de hombres superiores, la primera. Las siguientes, que lo debían consolidar, fanatizadas, entorpecidas, impotentes, no supieron comprender ni practicar ese espíritu tan alto y tan libre: lo desconocieron, o lo combatieron. Sin embargo, una primera generación que respondió a la llamada del Renacimiento; y mientras esa generación ocupó la escena, es decir, hasta mediados del siglo XVI, la Península se conservó a la altura de aquella época extraordinaria de creación y libertad de pensamiento. La renovación de los estudios la recibió en sus Universidades nuevas o reformadas, donde se explicaban los grandes monumentos literarios de la Antigüedad, muchas veces en la propia lengua de los originales. Entre las 43 Universidades establecidas en Europa durante el siglo XVI, 14 fueron fundadas por los reyes de España. La filosofía neoplatónica, que sustituía por todas partes la vieja y gasta escolástica, fue adoptada por los espíritus más eminentes. Un estilo y una literatura nuevos surgieron con Camões, con Cervantes, con Gil Vicente, con Sá de Miranda, con Lope de Vega, con Ferreira. Dimos las escuelas en Europa sabios como Miguel Servet, precursor de Harvey, filósofos como Sepúlveda, una de las veces peripatética, y los portugueses Sanches, Montaigne maestro. La familia de los humanistas, verdaderamente característica del Renacimiento, fue representada entre nosotros por André de Resende, por Diogo de Teive, por el obispo de Tarragona, Antonio Augustin, por Damián de Góis, y por Camões, cuya inspiración no excluía una erudición casi universal. Finalmente, el arte peninsular eleva en esa época un vuelo poderoso, con la arquitectura llamada manuelina, creación de una originalidad y gracia sorprendentes, y con la brillante escuela de pintura española, inmortalizada por artistas como Murillo, Velásquez, Ribera. Fuera de la patria guerreros ilustres mostraban al mundo que el valor de los pueblos peninsulares no era inferior a su inteligencia.
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De este mundo brillante, creado por el genio peninsular en su libre expansión, pasamos casi sin tras*ición a un mundo oscuro, inerte, pobre, ininteligente y medio desconocido. Se dirá que entre uno y otro se metieron diez siglos de decadencia: ¡pues bastaron para esa total tras*formación 50 o 60 años! En tan corto período era imposible caminar más rápidamente en el camino de la perdición.

¿A que se debió tan nefasta decadencia que arrastramos ya hasta el siglo XXI?
 
Última edición:
Se nota que es portugués (y huele a masón de lejos).

El XVIII sería un siglo de decadencia para Portugal, convertido ya en una colonia inglesa, pero no para España, fueun siglo de esplendor y recuperación en todos los ambitos. Junto a Francia e Inglaterra eramos una potencia mundial.

Ya desde el principio atufa a propaganda de consumo interno cuando alaba la división de la península en diferentes reinos. Pero sin embargo olvida que la división del califato de Córdoba en taifas supuso su facil derrota por los reinos cristianos y el control extranjero por parte de almorávides y almohades. ¿la división peninsular es buena o mala?

Este tipo evidentemente no va a reconocer que de haber permanecido unidas España y Portugal les hubiera ido mejor, potencia mundial indiscutible desde el siglo XIV que hubiera controlada toda América, Asia y África. Pero que se puede esperar de un portugués masonazo anglófilo (por las fechas en que está redactado el autor no puede ser otra cosa).

Cuando se pone a sacar brillo falo semita ya es nauseabundo, leyendanegrismo en vena. Omite que los judíos eran unos usureros de cuidado que no creaban riqueza alguna, sino que parasitaban a la sociedad. Respecto a los jovenlandeses olvida que son agentes al servicio de potencias extranjeras y que el Islam es una religión contraria al progreso.

Evidentemente de las puñetas que ingleses y masones hicieron para hundir a España (ya habían hundido a Portugal) durante el XVIII hasta que finalmente separaron América de la península y nos sumieron en continuas guerras civiles no dirá nada.
Bochornoso es la palabra.
 
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El XVIII sería un siglo de decadencia para Portugal, convertido ya en una colonia inglesa, pero no para España, fueun siglo de esplendor y recuperación en todos los ambitos. Junto a Francia e Inglaterra eramos una potencia mundial.

Portugal también se revitalizó en parte en el siglo XVIII. En 1692 se descubrieron las minas de oro y diamantes en Brasil, lo que motivo a una conquista hacia el interior del país. Hasta entonces, el imperio portugués en Brasil se limitaba casi a la costa.

Cuando se pone a sacar brillo falo semita ya es nauseabundo, leyendanegrismo en vena. .

Yo no se donde ves el leyendonegrismo de esa parte cuando reslta las grandezas de la península en la edad media y se centra sobretodo en la parte cristiana.

"La caridad triunfaba de las da repelúsncias y preconceptos de raza y de creencia. Por eso el seno del pueblo era fecundo; salían de él santos, individualidades a una ingenuas y sublimes, símbolos vivos del alma popular,En el mundo de la inteligencia no es menos notable la expansión del espíritu peninsular durante la Edad Media. El gran movimiento intelectual de la Europa medieval comprende la filosofía escolástica y la teología, las creaciones nacionales de los ciclos épicos, y la arquitectura. En nada de esto se mostró la Península inferior a las grandes naciones cultas, que habían recibido la herencia de la civilización romana. Demos a la escuela filósofos como Raimundo Lulio; la Iglesia, teólogos y Papas, uno de los portugués, Joao XXI. Las escuelas de Coimbra y Salamanca tenían una celebridad europea: en sus clases se veían extranjeros de distinción atraídos por la fama de sus doctores. Entre los primeros hombres del siglo XIII está uno, monarca español, Alfonso, el Sabio, espíritu universal, filósofo, político y legislador.

Al pie de la filosofía, la poesía. Para oponerse a los ciclos épicos de la Tabla Redonda, de Carlomagno y del Santo Grial, tuvimos aquel admirableRomancero , las leyendas del Cid, los Infantes de Lara, y muchos otros, que se han condensado en una verdadera épica, el espíritu clásico del Renacimiento no había llegado a la otra dirección Poesía. Sin embargo, gran parte de la mejor parte quizás del teatro español de la mina inagotable de Romancero. Para oponer a los trovadores provinciales, hemos tenido trovadores peninsulares. De nuestros reyes y caballeros trovaron algunos con tanto primor como Beltrón de Born o el conde de Tolosa. En cuanto a la arquitectura, basta recordar la Batalla y la Catedral de Burgos, dos de las más bellas rosas góticas desabrochadas en el seno de la. Edad Media. En todo esto acompañar a Europa, junto al movimiento general. En una cosa, sin embargo, la excedemos, haciéndonos iniciadores: los estudios geográficos y las grandes navegaciones".
 
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