NiNi Ni Rojos Ni Grises
Madmaxista
- Desde
- 2 May 2016
- Mensajes
- 19.076
- Reputación
- 20.422
España y la riqueza de Cataluña - elEconomista.es
España y la riqueza de Cataluña
No hay como querer independizarse para que se ponga en evidencia lo dependiente que eres. Es como el adolescente que amenaza a sus padres con marcharse de casa y estos le dicen, pero hijo, ¿tienes trabajo?, ¿tienes dinero?, entonces, ¿a dónde vas? Al independentismo catalán le está pasando algo parecido, porque a tenor de cómo está reaccionando la economía no parece saber muy bien las consecuencias de sus actos.
Muchos han descubierto ahora que fuera de España su riqueza se queda coja y resulta un mal negocio insultar, faltar al respeto y despreciar a buena parte de tus clientes. Y decían que los chulos eran los de Madrid o Bilbao, cuando el grado de insensata chulería con el que se gastan los separatistas catalanes no se compadece con lo que necesitan para sobrevivir a todos aquellos a los que desprecian. Posiblemente serán seres superiores, pero, eso sí, pueden acabar siendo seres superiores pobres.
España es el vínculo de unión de todas sus regiones con la Unión Europea, fundamental para la estabilidad y el desarrollo económico y financiero. No sería España, quizás, el estado más beligerante en no admitir a Cataluña en la UE en el caso de una hipotética independencia, porque otros estados de la unión desearían el fracaso de Cataluña con tal de desalentar otros movimientos independentistas.
Son millones los catalanes que padecen el nefasto liderazgo de unos cuantos, aunque ya es hora de que alcen su voz, y cada vez más fuerte, si no quieren que les lleven a la ruina. Parece que la sociedad está empezando a tomar conciencia del abismo que les espera de seguir por el camino que lleva el independentismo, que coloca Cataluña como un foco de inestabilidad y riesgo, como más de 1.300 empresas ya han constatado con su cambio de domicilio social y en muchos casos fiscal, lo que entrañará indefectiblemente sacar estructuras de dirección de Cata- luña, con todo lo que ello conlleva.
Es evidente que Cataluña ocupa un lugar privilegiado a orillas del Mediterráneo y está cerca de los principales centros de poder europeos. Esta ventaja competitiva se la están cargando los separatistas, porque ir a Madrid o Valencia cuesta hoy en día media hora más. Están jugando con las cosas de comer de una forma tan irresponsable que cualquier catalán ya no puede creerse que la independencia es algo indoloro, sino que acarreará un retroceso económico de primera magnitud y durante décadas.
Al margen de la pérdida de inversiones, que ya es un hecho, desde el punto de vista comercial Cataluña es netamente vendedora y el resto de España compradora. De ahí se deduce que si los españoles no compran, su economía puede sufrir mucho, lo que no implica que la del resto de España lo haga en la misma medida. Un español puede comprar fuet catalán o murciano. Si prescinde del catalán, podrá seguir adquiriendo el murciano, lo que evidentemente incrementará la producción y la riqueza en Murcia y disminuirá la catalana. Con el resto de los productos y servicios ocurre lo mismo, así que el desplome de la economía catalana no implica el desplome generalizado en la misma proporción, pudiendo incluso crecer la riqueza en otras regiones por la menor competencia que experimentarán. Con el turismo interior ocurre igual, ya que puedes ir a Tarragona o a Castellón, solo un poco más al sur. En el veranillo de San Miguel, las costas catalanas estaban a medio gas, mientras que las playas de levante rondaban el 95% de ocupación.
Pero los líderes separatistas catalanes son unos ignorantes que, a base de vivir del momio y la subvención, han llegado a pensar que la economía catalana era independiente de la española, una mentira como tantas, que la realidad se está encargando de desmontar. En una gran proporción, próxima al 50%, el dinero que se mueve en Cataluña tiene origen en la capacidad de consumo del resto de la península y si falla éste, el daño a muchas empresas catalanas será irreversible. Algunas empresas están saliendo de allí porque temen el boicot. Pero no el simulacro de boicot que ha habido hasta ahora, sino el que puede producirse como este proceso se alargue mucho, ya que es seguro que el español medio dejará de comprar automáticamente cualquier cosa que tenga origen catalán. Es obvio que los boicots son irracionales y pagan justos por pecadores, pero los españoles también tienen sentimientos. Los empresarios y todo catalán con la cabeza encima de los hombros deben hacer toda la fuerza posible para reconducir al Govern hacia posturas posibilistas.
Hay que ser mucho más humilde y situarse en la realidad. La insolidaridad y el egoísmo racial que esconde el nacionalismo, tan cerca del nazismo como se pueda estar, discute la obligación tanto jovenlandesal como legal de contribuir al desarrollo y estabilidad de otros territorios de España. Ni tienen la razón jovenlandesal, ni legal, ni histórica, ni sentimental, ni, por supuesto, económica. Son unos maltratadores de Cataluña, a la que tanto dicen amar y están destrozando. Están contrayendo graves responsabilidades de todo orden, pero aún tienen la oportunidad de rectificar, aunque es improbable, en estos últimos días y no empeorar más las cosas. Ojalá afronten el hecho de que no van a ninguna parte.
España y la riqueza de Cataluña
No hay como querer independizarse para que se ponga en evidencia lo dependiente que eres. Es como el adolescente que amenaza a sus padres con marcharse de casa y estos le dicen, pero hijo, ¿tienes trabajo?, ¿tienes dinero?, entonces, ¿a dónde vas? Al independentismo catalán le está pasando algo parecido, porque a tenor de cómo está reaccionando la economía no parece saber muy bien las consecuencias de sus actos.
Muchos han descubierto ahora que fuera de España su riqueza se queda coja y resulta un mal negocio insultar, faltar al respeto y despreciar a buena parte de tus clientes. Y decían que los chulos eran los de Madrid o Bilbao, cuando el grado de insensata chulería con el que se gastan los separatistas catalanes no se compadece con lo que necesitan para sobrevivir a todos aquellos a los que desprecian. Posiblemente serán seres superiores, pero, eso sí, pueden acabar siendo seres superiores pobres.
España es el vínculo de unión de todas sus regiones con la Unión Europea, fundamental para la estabilidad y el desarrollo económico y financiero. No sería España, quizás, el estado más beligerante en no admitir a Cataluña en la UE en el caso de una hipotética independencia, porque otros estados de la unión desearían el fracaso de Cataluña con tal de desalentar otros movimientos independentistas.
Son millones los catalanes que padecen el nefasto liderazgo de unos cuantos, aunque ya es hora de que alcen su voz, y cada vez más fuerte, si no quieren que les lleven a la ruina. Parece que la sociedad está empezando a tomar conciencia del abismo que les espera de seguir por el camino que lleva el independentismo, que coloca Cataluña como un foco de inestabilidad y riesgo, como más de 1.300 empresas ya han constatado con su cambio de domicilio social y en muchos casos fiscal, lo que entrañará indefectiblemente sacar estructuras de dirección de Cata- luña, con todo lo que ello conlleva.
Es evidente que Cataluña ocupa un lugar privilegiado a orillas del Mediterráneo y está cerca de los principales centros de poder europeos. Esta ventaja competitiva se la están cargando los separatistas, porque ir a Madrid o Valencia cuesta hoy en día media hora más. Están jugando con las cosas de comer de una forma tan irresponsable que cualquier catalán ya no puede creerse que la independencia es algo indoloro, sino que acarreará un retroceso económico de primera magnitud y durante décadas.
Al margen de la pérdida de inversiones, que ya es un hecho, desde el punto de vista comercial Cataluña es netamente vendedora y el resto de España compradora. De ahí se deduce que si los españoles no compran, su economía puede sufrir mucho, lo que no implica que la del resto de España lo haga en la misma medida. Un español puede comprar fuet catalán o murciano. Si prescinde del catalán, podrá seguir adquiriendo el murciano, lo que evidentemente incrementará la producción y la riqueza en Murcia y disminuirá la catalana. Con el resto de los productos y servicios ocurre lo mismo, así que el desplome de la economía catalana no implica el desplome generalizado en la misma proporción, pudiendo incluso crecer la riqueza en otras regiones por la menor competencia que experimentarán. Con el turismo interior ocurre igual, ya que puedes ir a Tarragona o a Castellón, solo un poco más al sur. En el veranillo de San Miguel, las costas catalanas estaban a medio gas, mientras que las playas de levante rondaban el 95% de ocupación.
Pero los líderes separatistas catalanes son unos ignorantes que, a base de vivir del momio y la subvención, han llegado a pensar que la economía catalana era independiente de la española, una mentira como tantas, que la realidad se está encargando de desmontar. En una gran proporción, próxima al 50%, el dinero que se mueve en Cataluña tiene origen en la capacidad de consumo del resto de la península y si falla éste, el daño a muchas empresas catalanas será irreversible. Algunas empresas están saliendo de allí porque temen el boicot. Pero no el simulacro de boicot que ha habido hasta ahora, sino el que puede producirse como este proceso se alargue mucho, ya que es seguro que el español medio dejará de comprar automáticamente cualquier cosa que tenga origen catalán. Es obvio que los boicots son irracionales y pagan justos por pecadores, pero los españoles también tienen sentimientos. Los empresarios y todo catalán con la cabeza encima de los hombros deben hacer toda la fuerza posible para reconducir al Govern hacia posturas posibilistas.
Hay que ser mucho más humilde y situarse en la realidad. La insolidaridad y el egoísmo racial que esconde el nacionalismo, tan cerca del nazismo como se pueda estar, discute la obligación tanto jovenlandesal como legal de contribuir al desarrollo y estabilidad de otros territorios de España. Ni tienen la razón jovenlandesal, ni legal, ni histórica, ni sentimental, ni, por supuesto, económica. Son unos maltratadores de Cataluña, a la que tanto dicen amar y están destrozando. Están contrayendo graves responsabilidades de todo orden, pero aún tienen la oportunidad de rectificar, aunque es improbable, en estos últimos días y no empeorar más las cosas. Ojalá afronten el hecho de que no van a ninguna parte.
Última edición: