Castas indias en Expain: Vaya porquería de crisis

pacomer

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15 Ene 2007
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Entre cínica e irónica no deja de ser una descripción huevonuda del sistema de castas en el que se ha convertido Expain. Un tochazo pero que merece la pena leer.


Mientras estábamos todos de vacaciones se ha cumplido más o menos un año desde que la leve desaceleración económica que sufría el país fue tan evidente que incluso el Gobierno empezó a reconocer que quizás sí, en efecto, España había entrado en una insignificante crisis de crecimiento de tanto y tan bien que estábamos construyendo y alicantando la patria. Para festejar el aniversario, este verano ha traído otra novedad: desde el PSOE se empieza a reconocer que quizás sí, en efecto, España no sea el país más capacitado de Europa para afrontar esta desaceleración y retomar antes que nadie la senda de crecimiento y virtuosismo financiero que nos llevó a la cima (a superar a Italia, ojito, en PIB per cápita en paridad de compra desestacionalizada y tal, ¡a Italia, ni más ni menos!, ahí estamos, superando al país más decadente de Europa si se emplea uno de los muchos métodos posibles y, por supuesto, a partir de un cálculo ficticio sobre la renta per cápita italiana, porque contra ese país es contra el único que perdemos a la hora de dejar de computar economía sumergida). Rodríguez Zapatero, eso sí, todavía no se ha bajado del todo del caballo, e insiste en que el país está en una forma magnífica, mayormente gracias a su persona y su visión. No obstante, incluso él debe de sospechar que algo no va bien si está concibiendo la posibilidad de abjurar de su ideario de izquierdista radical dedicado a bajar impuestos, cuando no a eliminarlos.

Como no hay mal que por bien no venga, y para que nadie pueda poner en duda que el Gobierno está ahí, esta crisis ha servido para dejar definitivamente sellado el Cambio de Modelo Productivo en la economía española (de hecho, está previsto aprobar una ley, ni más ni menos, para que quede claro que sí, que ya hemos cambiado de modelo productivo para siempre). Pero, sobre todo, ha permitido empezar la tras*formación por donde más duele, con una inyección de 8.000 millones de euros de nada para superar la dependencia del ladrillo con un chute de metadona que nos ha dejado las aceras de todas las ciudades y pueblos del país que da gusto verlas. ¡Una buena desaceleración de estas es lo que hace falta cada década, que todavía quedan calles con gres salido de los años 70, en un país con una industria del azulejo y la baldosa que ha evolucionado mucho desde entonces!

Ahora bien, parece que ni la operación baldosa acometida en todos los pueblos del país ni el cambio de modelo están permitiendo a España sortear con toda la solvencia esperada la desaceleración, especialmente en materia de empleo. Y, mientras nuestro nuevo modelo productivo empieza a carburar, seguimos confiando en que el problema del paro lo resuelva nuestro viejo modelo de mercado de trabajo, al que muchos tacharánn de ineficiente pero que, de momento, se está comportando a las mil maravillas. Porque en ningún otro país desarrollado un paro del 20% sería socialmente admisible y aquí, gracias a la ingeniería social y jurídica lograda con el concurso de Gobierno y sindicatos desde hace años para construir un modelo de relaciones laborales que no tiene ni pies ni cabeza ni parangón en sociedad civilizada alguna ahí estamos, tan lozanos con 1 de cada 5 personas sin empleo (y subiendo) sin que pase nada. Nada de nada.

La cosa sólo se entiende si se tiene en cuenta que, muy resumidamente, quienes trabajan por cuenta ajena en este país se dividen en las siguientes categorías:

- funcionarios, con el puesto de trabajo asegurado de por vida hagan lo que hagan, aunque podría darse el caso de que alguno de ellos perdiese el puesto de trabajo si violara a compañeros de trabajo y luego les tatuara el abdomen bajo la inspiración de la trilogía de Larsson (con todo, tampoco es seguro que el expediente llegara a buen puerto);
- empleados por cuenta ajena contratados hace más de 20 años,
con contratos blindados, a los que sale muy caro despedir y que, en consecuencia, viven también bastante tranquilos y con sindicatos encargados de dejar claro que sus privilegios no se tocan ni se tocarán nunca (y tampoco es que nos vayamos a poner pejigueros con el tema, jorobar, que para un ámbito en que los sindicatos se muestran inflexibles en derecho de -algunos- trabajadores habrá que pensar en dictar una ley que considere tal acción como patrimonio natural protegido digna de ser exhibida en un museo);
- peña trabajando en neցro, que son baratos, no tienen protección legal y en el fondo están puteados (al menos, si cobran exclusivamente en neցro) pero que viven felices porque, a cambio, se ganan un sobresueldo por la vía de la defraudación y todos (aunque sobre todo el empresario) tan contentos (esto incluye a la Hacienda pública española que, al parecer, siempre ha considerado de mal gusto investigar demasiado estos temas);
-jóvenes y, en general, gente contratada en los últimos años, con sus contratillos fijos precarizados (y baratitos de rescindir) y sus sueldos de mileuristas -en el mejor de los casos- y, sobre todo, inmersos en la pléyade de fórmulas de contratación temporal que permiten un despido si cabe más fácil;
- esclavos de primera categoría, normalmente pagapensiones, que por supuesto se encargan de los trabajos más duros, que por supuesto cobran menos y que, por supuesto, son los primeros que se van a la calle en cuanto vienen mal dadas (mientras los españoles les miramos con mala cara, sospechando que el tiparraco en cuestión ha hecho todo lo posible por quedarse en el paro para aprovecharse de nuestro estado del bienestar y vivir subsidiado);
- esclavos de segunda categoría, pagapensiones todos ellos, que además de encargarse de los trabajos más duros cobran si cabe menos debido a que, además, no tienen papeles porque, ya se sabe, dar un mínimo amparo legal al que viene a ganarse la vida a España es una fórmula malvada de cargarse el país y jorobar a los españoles (a estos los miramos mal no porque tengan subsidio, dado que la ilegalidad les ha impedido cotizar, sino porque seguro que se empeñan, los tíos en usar la sanidad española en plan caprichoso, ¡total, si están parados no tienen mejor que hacer que ir al ambulatorio a colpasarlo pidiendo que les receten viagra para vete tú a saber qué depravadas intenciones!).

Con semejante esquema, es fácil de entender que la crisis, a pesar de durar ya un año, de tenernos en tasas de paro tremendas y de no parecer amainar (sino, en realidad, y a pesar de esas imaginativas fórmulas que repiten sin pensarlo demasiado los medios de comunicación como que “salimos de la crisis porque la caída ya no es tan pronunciada como en el anterior trimestre”, más bien, empeorar, especialmente en materia de empleo), tampoco haya generado la más mínima reacción social, sindical ni electoral (en 2008 el actual Gobierno todavía ganó las elecciones a pesar de lo que se avecinaba y hace apenas unos meses aguantó el tipo en las europeas que, además, dieron la victoria a lo que se suele denominar en España como “la derecha”, supuesta avaladora del modelo económico establecido que sería el causante de los estragos). Téngase en cuenta que de los millones de parados hay un porcentaje que son parados falsos que reciben su prestación por desempleo (al menos durante un tiempo) mientras hacen sus apaños en neցro. Que otros, funcionarios y trabajadores suficientemente blindados, viven más o menos tranquilos. Que para un mileurista o alguien que trabaja en neցro a temporadas los despidos y la precariedad no son una novedad. Puede variar algo la intensidad del puteo, pero en el fondo esta sabia sociedad ha logrado que ya se esté acostumbrado a no tener demasiadas expectativas de estabilidad y a vivir con ello. Y, por último, la gran masa de desempleados pagapensiones, con y sin papeles, pintan políticamente bien poco y, socialmente, mientras no empiecen a robar y violar en masa, como el imaginario colectivo teme (¡y con Viagra proporcionada con los impuestos de todos los españoles!), están bastante controladitos con una presión policial de mayor o menor intensidad según las necesidades sin que la cosa sea, de momento, demasiado grave.

Esta situación explica la tranquilidad de los sindicatos, a quienes nadie ha visto ni espera en esta crisis. Bueno, esta situación y los millones de euros anuales (millones de euros que, por respeto a nuestros lectores, no vamos a poner neցro sobre blanco hoy, dejándolo en que, les aseguro, son muchos; ¿se imagina la cantidad de aceras nuevas que podrían nuestros cementeros alcaldes reformar con este pastón?) que reciben cada uno de ellos del Estado (junto con la CEOE) para montar “cursillos” para sus afiliados y demás bicocas. Las cosas están un poquillo mal, sí, pero esta economía de la Champions League que es España se lo puede permitir y, dentro de lo que cabe, la mayor parte de los trabajadores que importan, que son los que pueden dar problemas y votan, están aquietados y, es más, a poco que sean conscientes de cuál es la situación, bien dando gracias al Señor por haber nacido un par de décadas antes que sus hijos, bien acojonados al ver lo que se les puede venir encima como jóvenes e pagapensiones se den cuenta del timo social en que viven instalados. De modo que, por la cuenta que les trae, están instalados en el muy español “Virgencita, virgencita, que me quede como estoy” que, con la notoria excepción de Guardiola y su obsesión anti-Eto’o, es la forma más sensata e ignaciana de afrontar la incertidumbre que depara el futuro cuando uno está en una situación más o menos cómoda (dando por hecho, claro, que la injusticia social y que los demás estén hechos una cosa no es algo que tenga uno que tener en cuenta, pero supongo que se me permite la licencia porque el muro de Berlín cayó hace 20 años, por si alguien todavía no se ha enterado o no lo percibe en la forma en que nos tratan desde entonces las oligarquías de estas llamadas “sociedades de libre mercado”).

¿Quiere esto decir que nadie está padeciendo la crisis? Pues no, claro, como es obvio hay quien sí está sufriendo. Y de lo lindo. Por supuesto, los pagapensiones sin papeles y con papeles que están mayoritariamente en el paro. También, claro, hay casos puntuales de gente de cierta edad que ha acabado allí (esencialmente, entre los obreros sin cualificación a los que generosamente empleó la construcción). Y a este último grupo, como es sabido, dado que votan y son honrados padres de familia es al que se dirigen los esfuerzos del Gobierno. Unas obritas por aquí, unos euritos de subsidio adicional por allá… esas cosas, que ahí sí que hay clientela electoral. Pero en el magma de 5 millones de parados este colectivo, aunque haya personas individualmente afectadas y en situaciones duras, no deja de ser, proporcionalmente, menos importante en tanto que afectado esencial que otros colectivos. Es a los que se atiende, eso sí. Para algo son españoles de mediana edad. ¡Faltaría más! Aún así, sólo por la incidencia en este sector no se entiende por qué hay tanto revuelo con la crisis de marras. Porque, jorobar, sí, hay algún parado de ese perfil, pero mayoritariamente los dolidos son los menores de 40 años y los pagapensiones. Tampoco pasaría nada ni habría que escandalizarse porque les dieran un poquito más de chapapote. El probema, y de ahí el revuelo, es que además de los asalariados, la crisis está golpeando, y sobre todo, al alma económica del país, al agente vertebrador de nuestro milagro económico, al Raúl González Blanco de la España currante, esto es, a esos empresarios españoles que tiran del carro.

Quede claro, quienes están sufriendo de verdad la crisis son los pequeños, medianos y grandes empresarios y, claro, la Banca, por supuesto, la Banca. En cuanto a la Banca, su nivel de incremento de los beneficios se ha reducido sustancialmente. Incluso, en algunos casos, han llegado a tener más o menos los mismos beneficios que el año pasado. Y eso no puede ser. De modo que el Gobierno ha tenido que inyectar liquidez y tendrá que seguir haciéndolo. También tendrán que reducir costes, de modo que la Seguridad Social bien haría, en aras del bien común, en ir preparando la chequera para cofinanciar otra rondita de prejubilaciones pagadas por todos para que los bancos reduzcan sus plantillas un poco más y les salga más a cuenta el negocio. Pero no vamos a ser los asalariados quejicas los que nos opongamos a que la banca española pueda operar sin riesgo empresarial. Es algo que ha hecho toda la vida y casi, la verdad, que es mejor que sea así. Porque como se llegue a una situación en que el negocio lo tengan que llevar a cabo sin respiración asistida pública en forma de inyecciones económicas y beneficios regulatorios múltiples, el país se queda, y eso lo sabemos todos, sin sector financiero. Y como se supone que nuestra propia felicidad y el devenir de nuestra sociedad depende de que haya un sector financiero… pues ya se sabe.

¿Y qué me dicen de la pequeña y mediana empresa española? Años de bonanza empleados en tratar de consolidar y sacar adelante negocios que, como es sabido, apenas si eran rentables (a Hacienda, al menos, le consta que el empresario medio español se levanta anualmente unos misérrimos 10.000 euros) y que sólo por espíritu emprendedor, por las ganas de ayudar al país y a los trabajadores, seguían en marcha con la empresa, cuando podrían estar currando ajustando tuercas y ganando el doble; y va y ahora, que apenas con otra década de vacas obesas, alguna ayudita de la Seguridad Social y unas rebajas fiscales estábamos a punto de consolidar al fin los negocios, aparece esta crisis y lo tira todo por la borda. Los resultados, claro, de esta imprevisible recesión están siendo, por ello, lamentables. Especialmente en la construcción y la hostelería, esos dos puntales de nuestro Nuevo Modelo Económico. ¡Menos mal que sabiamante muchos de estos negocios funcionaban contratando al personal de manera irregular, sin Seguridad Social o en plan chungo-temporal, porque así nos hemos ahorrado todavía más despidos de esos que incrementan las cifras y deprimen al personal!

Pero claro, a estas empresas y negocios, generadores de empleo, de riqueza y de innovación (¡y todo por patriotismo, pues sus dueños ganan con el negocio, de media, más o menos la mitad que sus trabajadores!), como es sabido, habrá que apoyarlas, y entre todos, para salir de la crisis. Téngase en cuenta, además, que tener un negocio en España supone mucho gasto, con todas esas cosas indispensables para mantener el bar abierto y que Hacienda te permite desgravar (la ropa, el ajuar doméstico, el BMW X5…). En primer lugar, con magnos programas de inversión pública, en aceras nuevas y en infraestructuras (esencialmente en autovías de todo tipo y en AVEs a cualquier pueblo, no vaya a ser que alguien de esos que tiene prisa tenga que sufrir el más mínimo retraso: ¡entre todos le pagamos lo más caro del mercado para que no pierda un segundo!). En segundo lugar, con un desvío del dinero de los impuestos no en sufragar servicios públicos sino en montar todo tipo de escaparates y operaciones para que el sector del turismo y de la hostelería se ponga cómodo. “Es que el turismo deja mucho dinero” y por eso hay que apoyarlo. “Apoyarlo” significa pagar con los impuestos de todos miles de millones de euros en ayudas indirectas, incluyendo, que esa es la última moda en este país de pandereta, pagarles los pasajes de avión por la vía de subvencionar a las compañías low-cost que nos los traen a precio por cabeza de tras*porte de ganado porcino. ¡Y todo para unos negocios que, a la vista de cómo tributan, son ruinosos! ¡Y todo para unos negocios que, a la vista de los afiliados a la Seguridad Social que generan, casi se autogestionan por sus dueños! Ahora bien, no pongamos mala cara. Hay una crisis, y lo están pasando mal porque apenas si han tenido unos añitos para ir consolidándose. ¿Acaso no es justo que los demás arrimemos el hombro?

Pues sí, jorobar, que los que más tenemos y más nos beneficiamos de la pasada bonanza es de justicia que ahora arrimemos más el hombro. Por eso, y para que no se diga que Rodríguez Zapatero y su cuadrilla andan de vacaciones y sin enterarse de que hay gente sufriendo, consumida por la letra del todoterreno y del apartamento nuevo, en el Gobierno se han puesto las pilas, han recordado que son de izquierdas y, como regalo de cumpleaños para festejar el aniversario de la crisis, han decidido subir los impuestos a los ricos. Sí, a los ricos. A los que en estos años de poderío económico más ganamos y más podemos ayudar a aquellos que contribuyeron con su esfuerzo y sin obtener apenas nada a esos años de bonanza y que, además, ahora se están quedando sin nada. A esos trabajadores por cuenta ajena que hemos clasificado arriba, cuando veíamos en qué tipos nos dividimos los asalariados, que en realidad están/estamos forrándose/forrándonos a costa del país. Es decir, a los empleados dependientes porque, jorobar, a fin de cuentas, y como se ha explicado, no son ellos los que están padeciendo la crisis. De modo que nos suben los impuestos a Usted y a mí, pero sobre todo, que quede claro, a Usted, que se le ve en la cara que es un ricachón, con su nómina, sus mil eurillos y pico al mes limpios de polvo y trabajo manual, sin contribuir a crear empleo ni riqueza, sin las preocupaciones de llevar un negocio y todos los quebraderos que eso supone, liberado del marrón de tener que guardar cada ticket de la gasolinera cuando se rellena el depósito del coche comprado con ayudita pública y, sobre todo, sin esos rendimientos de miseria que la actividad empresarial genera.

Para empezar, de momento, según lo anunciado, nos conformaremos con una subida lineal de 400 euros al año, idéntica para todos los asalariados y con independencia de lo que cobren (porque precisamente en eso consiste eliminar la deducción de 400 euros de la cuota que, si recordemos que se vendió como “progresiva” cuando se decía que “400 euros son mucho más para el que cobra menos que para el que cobra más”, habrá que entender ahora que, en paralelo, es profundamente regresiva porque “hacer pagar 400 euros más a quien cobra poco es hacerle pagar mucho más que obligar a pagar esa misma conatidad a quien cobra mucho”). Pero no se quejen, que hay que apechugar, pensiones que pagar, ayudas a la Gran Banca que financiar y programas de activación del Nuevo Modelo Productivo que afrontar. Y, luego, ya veremos, pero con esta inflación bajo cero de estos meses las alternativas se multiplican. ¿O acaso pretende Usted, malvado ricachón, incrementar torticeramente su poder adquisitivo cuando los empresarios del país están con el agua al cuello? Pues que sepa que le estamos mirando y que nos hemos dado cuenta de que, de momento, se está ahorrando Usted una pasta gracias a que este año la gasolina ha bajado un poquito y tomamos nota. ¡De algún lugar hay que sacar dinero ahora que han desaparecido los impuestos, profundamente antidemocráticos y regresivos, sobre el patrimonio o de donaciones y sucesiones!

Más o menos, he aquí la hoja de ruta de los próximos meses, que ya podemos anticipar que será asumida sin demasiados problemas por la ciudadanía. Total, ¿acaso no vivimos todos más o menos bien? (y entiéndase por “todos”, claro, a todos los que cuentan: españoles, de clase media-baja, media, media-alta y para arriba). El trabajo duro es para otros; podemos votar y eso nos asegura, a una mala, un subsidio cuando las cosas se pongan duras; las pensiones nos las sube Zapatero cada año de modo que podemos aspirar a acabar cobrando más de pensionistas que el asalariado medio (y además con medicinas y médico gratis; ¡y ya no digamos si comparamos la pensión media con el beneficio medio de empresarios y autónomos del país!); tenemos productos electrónicos que bajan cada año y banda ancha para descargar… ¿Se puede pedir más? ¿Que ganamos algo menos o estamos una temporadita en el paro? Pues bien, tampoco es tan grave. Y los jóvenes e pagapensiones con papeles ya están habituados a la precarización. Mientras se pueda vivir con traquilidad, con la Play Station 3 y con juegos, pelis y música gratis, ¿acaso importa demasiado que todo el tinglado sea, quizás, un pelín injusto? Ya vendrán los buenos tiempos del Nuevo Modelo Productivo con base en ladrillos renovados y el dinero volverá a correr jugoso por las venas de la economía española con la generosidad con la que el alcohol se dispensa en ese otro centro de modelo productivo renovado y generador de mejora social que es la hostelería española. ¿Acaso es demasiado sacrificio un añito o dos de apretarse el cinturón, y en esas condiciones descritas, todo sea dicho, tampoco demasiado dramáticas, a cambio de vivir en sociedades opulentas y tranquilas, aunque sea a costa del neoescalvismo laboral y la insostenibilidad económica, ambiental y energética? Ya se quejarán los pagapensiones sin derechos, si pueden y les dejamos. O las clases trabajadoras verdaderamente puteadas, si algún día se enteran del asunto. O las nuevas generaciones, cuando abandonen el disfrute con la PSP. O los que vengan detrás y se queden con un planeta esquilmado. Pero, mientras tanto, y si no se quejan, que se joroben. Y, nosotros, a disfrutar.

Porque, la verdad, si esta crisis es la progenitora de Todas las Crisis del Capitalismo, y el modelo económico español su decadente estandarte, lo que no se entiende demasiado bien es por qué ha habido tantos que se han tirado de los pelos al ver los resultados de las pasadas europeas afirmando no entender nada. ¿Cómo es posible que los votantes se decanten en tiempos de crisis por la derecha que ha nacido este modelo social y económico que está pasando por su crisis más tremenda -o, como mucho, por la supuesta izquierda que lo asume plenamente pero poniendo buena cara a los trabajadores y danbdo porrazos a los pagapensiones con una sonrisa-? Pues precisamente porque si lo peor que le puede pasar al votante medio con este sistema es que un año de cada veinte tiene que pasar por lo que estamos pasando este año la ecuación, en términos egoístas, se resuelve con una enorme facilidad. ¡El modelo es huevonudo! ¿Dónde hay que firmar? ¿Y dónde están los grandes oligarcas y banqueros que, sí, de acuerdo, se lo llevan crudo pero que, a cambio, nos han montado una estructura tan huevonuda y tan cómoda? ¡Que me los traigan aquí delante que les doy un beso en los morros! Porque, no nos engañemos, esta porquería de crisis es una minucia comparada con las enormes ventajas que ofrece el chiringuito, en términos egoístas, para la gran mayoría de nosotros (¡y eso es válido incluso para mí, que no soy un honrado empresario español dedicado al negocio de vender alcoholes y licores varios a la juventud, sin pagar impuestos, sin contratar legalmente a nadie y beneficiado por las numerosísimas inversiones públicas pagadas por los impuestos de los demás para atraer a la masa de turistas a las que puedo vender porquería a precio de oro que me completan el local donde cualquier español con dos dedos de frente no pondría los pies!).

Luego está, claro, el otro tema. Porque si uno mira las cosas con perspectiva y compara la situación económica y social de las clases trabajadora y dominante en 1909 y en 2009 es evidente que hay una mejora en términos de igualdad y justicia social tremenda. Pero si comparamos desde 1989 (como es obvio, la fecha está elegida sin ninguna mala intención, no se vayan a pensar) a 2009 las cosas ya no están tan claras y, más bien, lo que se percibe es una regresión. Ahora bien, como los niveles generales de riqueza han aumentado y se cuenta con el colchón de 80 años anteriores de avances, los perjudicados, que somos casi todos, con esta deriva, nos hemos tragado el cuento. Porque siempre pensamos que, en el fondo, y de momento, los mayores puteados son otros y que aceptar esta deriva es la maejor manera de proteger nuestra situación de (relativo) privilegio. El problema es que, como en el fondo todos sabemos, aceptar esta evolución por ese motivo es un poco chungo. No nos deja muy bien. De modo que mejor no pensar en ello. La cuestión es que, probablemente, a medio y largo plazo una clase media que se alía con la oligarquía en un intento patético de vivir de liar a los nuevos esclavos de este orden económico está condenándose a convertirse ella misma en esclavilla. Y eso no sólo es que no nos deje muy bien, es que nos pinta como unos pobres petulantes.
 
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....Soy joven y lo de este pais no tiene nombre......jamas perdonare a los que lo provocaron, nos estan destruyendo la juventud de un joven europeo, parecemos jovenes tercermundistas y se han reido y se estan riendo de nosotros a diario, voto por una revolucion a lo grande para cambiar el sistema español eso es lo que deberiamos hacer.
....Y si que he tenido huevones para abandonar curros por que no me daban un minimo de derechos, como vacaciones y otras tantas cosas , aparte que por 1000 puñeteros eurs al mes esclavitudes las minimas y temporales que no soy iluso....
Intento alarmar para levantar a la gente y es que es dificil de conseguir pero si fuera por mi la liaba subida de peso, el problema es que las cosas hay que hacerlas bien y pacificamente parando todo, si lo haces mal acabas en la carcel y poca revolucion podras hacer.....
...Al final el paro te lo tomas para estudiar mas relajado y hacer deporte pero sabes que te gustarian hacer muchas cosas normales que hacen otros jovenes europeos y ya tienes el No delante como motivo, por que eres pobre...

¡Menuda Revolución vas a montar intentando alarmar para levantar a la gente pero tú en casita porque nadie te va a dar más de 1000 "puñeteros" euros por montar una revolución! Vamos, sigue así, y podrás montar una que ni los concursantes de Gran Hermano pidiendo desde su Burbuja que el pueblo tome La Bastilla, convencido que hay que hacer las cosas pacíficamente :D
En fin, que veo que la revolución que pretendes es anunciar la entrada en la Era de Acuario, como Fresita. ¿F. Alonso21 de Fresita Alonso? :D
 
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