Minsky Moment
Será en Octubre
Casillas se inmola por la unidad de España « La Página Definitiva
Por Guillermo López García
Si se trata de vender ilusión desde la portada del Marca, la única posibilidad que se nos ocurre, tras el akelarre en toda regla que hemos vivido hoy, es que todo obedece a un maléfico plan de Mariano Rajoy para hundir a La Roja en la miseria y volver a los años felices pre-Roja, cuando España no ganaba nunca nada, causaba el hastío y la vergüenza de todo español que se precie y precisamente ahí, en la cosa, todos nos sentíamos unidos. Fue llegar esta selección moderna, hipster, de chavales periféricos, y comenzar a ganarlo todo jugando que daba gusto verlos, y ya ven cómo se han puesto los catalanes; por no hablar de cómo se ha puesto el país en su conjunto.
En estos años de gloria, que por desgracia posiblemente no volvamos a disfrutar, el independentismo ha campado a sus anchas y la crisis se ha instalado para quedarse. ¡Si hasta habremos tenido que hacer una emisión especial de deuda soberana por si hay que pagar las primas por ganar el Mundial! (aunque no se preocupen mucho por ello; no parece muy probable que tengamos que pagarlas). Tal vez Mariano haya pensado que nada mejor que hundir a la Roja para que todo vuelva a su cauce y esa incipiente recuperación que viene anunciando desde hace dos años se convierta, por fin, en una realidad.
También puede ser que estemos ante el final de un ciclo y que ahora nos espere la hora amarga (y, sobre todo, muy, muy prolongada) de la decadencia. He estado viendo el partido como mandan los cánones: en un bar con amigos. Mucha gente en el bar, banderas de España (y republicanas también, por cierto). En primera fila, unos niños entusiastas, inasequibles al desaliento en su pasión por la Roja, que incluso animaban con el 1-5 y daban vivas a Iker Casillas. Y yo pensaba: “niños, bienvenidos a La Roja de verdad”. La verdad, no sé si joroba más perder como siempre has perdido o perder después de haber ganado; pero de lo que sí estoy seguro es que, después de haber ganado lo que hemos ganado, la decadencia va a ser muy jodida de gestionar.
A partir de ahora, a estos pobres niños, que a su corta edad apenas recuerdan la Eurocopa 2012, y probablemente ni tenían conciencia de sí en el Mundial de 2010 (y de la Euro 2008, donde comenzó el show, ni hablamos), les espera la “otra” Roja. La de siempre. La que deslumbra en amistosos empatando con Italia, se clasifica con holgura en el último partido de las fases de clasificación, y luego hace el ridículo en las fases finales. La que convierte en un hermoso recuerdo mítico la eliminación en cuartos de final jugando bien. Recuerden que hubo una época en la que Ustedes, la mayoría de Ustedes, se ilusionaron con los grandes Mundiales que hizo España en 1986, 1994 y 2002, cuando tocamos con los dedos el cielo… De llegar a semifinales.
Puede que esto sea un accidente, un imprevisto, un mal día, etc. Puede que sea la reedición de Suiza en 2010. Pero, qué quieren que les diga, a mí un 1-5, con España inerme, sin hacer nada en toda la segunda parte, con Casillas cantando como si el espíritu de Andoni Zubizarreta se hubiese apoderado de él, pues como que no me parece un leve accidente. Más se asemeja a un Dirty Van Gaal en toda regla. Si Suiza te gana por uno a cero, puede ser un accidente. Si Holanda te casca cinco, una manita, y eso después de que tú te hayas puesto por delante, igual nos quedan por ver un par de accidentes más, y a casa.
La humillación ha sido de tal calado que, la verdad, no tiene parangón. Yo recuerdo derrotas mucho más ridículas que esta, como el 2-0 en Islandia (creo que fue cuando nos eliminaron de la Eurocopa de 1992) y el 3-2 contra Chipre en la clasificación para la Eurocopa 2000, que al menos tuvo la indudable virtud de cargarse a Javier Clemente. Pero esas son derrotas en fases clasificatorias contra equipos menores. Muy ridículas, pero no tan humillantes como que te coja un señor equipo (pero que tampoco es Italia o Brasil) y te haga una rotura de estas dimensiones. Lo más cercano en el tiempo es la derrota contra Francia en el Mundial de 2006, mucho menos abultada (3-1), aunque con la simpática portada previa del Marca de “vamos a jubilar a Zidane”. Y luego justo es reconocer que es difícil igualar el hito, en términos de hacer el ridículo, que supuso la participación española en el Mundial de 1982, es decir, el Mundial de España, en su conjunto.
Pero derrotas comparables a esta, contra un equipo bueno y en un Mundial o Eurocopa, a mí sólo se me ocurre el 6-1 que le cascó Brasil a España en la fase final del Mundial de 1950 (el del Maracanazo). O sea, que igual es un mero accidente, pero recuerden que Zapatero también llegó a La Moncloa por accidente… ¡Y miren la que está liando ahora!
La verdad es que España no ha jugado una cosa en todo el partido. La segunda parte ha sido clamorosa, pero la primera tampoco es que hubiera mucho por lo que congratularse, más allá del regalito del penalty. Luego, cuando ha llegado el vendaval holandés, la defensa de La Roja se ha mostrado en toda su gloria, en toda su dignidad. El patetismo de cada gol superaba al anterior, y eso que el primero, el del empate, un remate de cabeza desde fuera del área que ha inaugurado el festival de cantadas de Casillas, no ha estado nada mal.
Pero la primera cantada de Casillas no puede competir con hitos como los dos últimos; en el 1-4, Casillas recibe el balón, ve solo a van Persie, le hace un pase impecable, al pie, y gol. En el 1-5, Robben le demuestra a Sergio Ramos que la aparente paradoja de Aquiles y la tortuga no es sino una falacia lógica, por la vía de recorrer diez metros mientras Ramos sólo hace uno a duras penas. Luego, para rematar, Casillas se arrastra por el suelo en pos del balón, como si fuese Mariano Rajoy en una cumbre germano-española, para al final ver cómo Robben consuma la manita. Robben, por el amor de Dios. Que hemos convertido a Holanda, el equipo que comenzó el partido con cinco defensas para detener el ímpetu de la Roja, en máxima goleadora del Mundial.
Hay muchos problemas que atenazan a la Roja, pero el principal, y más obvio, es que los jugadores están exhaustos. Están como Contador a dieta de pan y agua, sin oler ni un mísero solomillito durante meses. Uno miraba el partido en la segunda parte y aquello parecía el próximo Congreso Federal del PSOE, con Pablemos cascando un gol detrás de otro a pase de diversos genocidas bolivarianos mientras el PSOE dice “eh, que en 2010 gané un Mundial y en los 80 monté el Sistema Nacional de Salud”. La cosa está tan mal que incluso a los comentaristas deportivos les cuesta vender que le han robado el partido a España porque el gol del 1-3, el gol decisivo, el gol que podía determinar una posible remontada española o hundirnos definitivamente en los infiernos, probablemente sea falta al portero.
Que igual le dices a Casillas “oye, métetelo, como los otros” y él, solícito, lo hace. Que no digo que no. Un día feliz para el mourinhismo, que ganar, no es que ganase nada, pero nos jodió al portero. De los demás, mejor no hablar. ¡Cómo se echaba en falta a Julito Salinas, a José Mari Bakero, a Fernando “La Locomotora” Hierro en el campo! ¡Hombres para perder sólo dos a uno, jorobar! Ni siquiera la apelación de los jerarcas españoles al más elemental patriotismo parece haber surgido efecto. ¿Qué nos está pasando? ¿Se trata, sencillamente, de que la mejor generación de la historia del fútbol español se ha hecho mayor y ya no es lo que era? ¡Nos prometieron que esto no acabaría nunca! ¡Nos lo prometieron!
En fin, que la cosa está muy jodida: hay que ganar a Chile, hay que ganar a Australia, y ni siquiera así estaríamos clasificados, porque un triple empate nos puede dejar fuera (y con este -4 en diferencia de goles, pues ya me dirán Ustedes qué es más probable que ocurra). También podemos empatar con Chile y ganar a Australia e, incluso así, clasificarnos. Y también podemos perder los tres partidos, claro. Una pena que no empezásemos la competición contra Australia; un puntito siempre viene bien para pillar jovenlandesal.
(Recuerden que tenemos abierta una Porra sobre el Mundial 2014 con los fabulosos premios de costumbre; ¡disfrute revolcándose en las insondables simas del suplicio que pueden depararle a La Roja los dos próximos partidos!)
Por Guillermo López García
Si se trata de vender ilusión desde la portada del Marca, la única posibilidad que se nos ocurre, tras el akelarre en toda regla que hemos vivido hoy, es que todo obedece a un maléfico plan de Mariano Rajoy para hundir a La Roja en la miseria y volver a los años felices pre-Roja, cuando España no ganaba nunca nada, causaba el hastío y la vergüenza de todo español que se precie y precisamente ahí, en la cosa, todos nos sentíamos unidos. Fue llegar esta selección moderna, hipster, de chavales periféricos, y comenzar a ganarlo todo jugando que daba gusto verlos, y ya ven cómo se han puesto los catalanes; por no hablar de cómo se ha puesto el país en su conjunto.
En estos años de gloria, que por desgracia posiblemente no volvamos a disfrutar, el independentismo ha campado a sus anchas y la crisis se ha instalado para quedarse. ¡Si hasta habremos tenido que hacer una emisión especial de deuda soberana por si hay que pagar las primas por ganar el Mundial! (aunque no se preocupen mucho por ello; no parece muy probable que tengamos que pagarlas). Tal vez Mariano haya pensado que nada mejor que hundir a la Roja para que todo vuelva a su cauce y esa incipiente recuperación que viene anunciando desde hace dos años se convierta, por fin, en una realidad.
También puede ser que estemos ante el final de un ciclo y que ahora nos espere la hora amarga (y, sobre todo, muy, muy prolongada) de la decadencia. He estado viendo el partido como mandan los cánones: en un bar con amigos. Mucha gente en el bar, banderas de España (y republicanas también, por cierto). En primera fila, unos niños entusiastas, inasequibles al desaliento en su pasión por la Roja, que incluso animaban con el 1-5 y daban vivas a Iker Casillas. Y yo pensaba: “niños, bienvenidos a La Roja de verdad”. La verdad, no sé si joroba más perder como siempre has perdido o perder después de haber ganado; pero de lo que sí estoy seguro es que, después de haber ganado lo que hemos ganado, la decadencia va a ser muy jodida de gestionar.
A partir de ahora, a estos pobres niños, que a su corta edad apenas recuerdan la Eurocopa 2012, y probablemente ni tenían conciencia de sí en el Mundial de 2010 (y de la Euro 2008, donde comenzó el show, ni hablamos), les espera la “otra” Roja. La de siempre. La que deslumbra en amistosos empatando con Italia, se clasifica con holgura en el último partido de las fases de clasificación, y luego hace el ridículo en las fases finales. La que convierte en un hermoso recuerdo mítico la eliminación en cuartos de final jugando bien. Recuerden que hubo una época en la que Ustedes, la mayoría de Ustedes, se ilusionaron con los grandes Mundiales que hizo España en 1986, 1994 y 2002, cuando tocamos con los dedos el cielo… De llegar a semifinales.
Puede que esto sea un accidente, un imprevisto, un mal día, etc. Puede que sea la reedición de Suiza en 2010. Pero, qué quieren que les diga, a mí un 1-5, con España inerme, sin hacer nada en toda la segunda parte, con Casillas cantando como si el espíritu de Andoni Zubizarreta se hubiese apoderado de él, pues como que no me parece un leve accidente. Más se asemeja a un Dirty Van Gaal en toda regla. Si Suiza te gana por uno a cero, puede ser un accidente. Si Holanda te casca cinco, una manita, y eso después de que tú te hayas puesto por delante, igual nos quedan por ver un par de accidentes más, y a casa.
La humillación ha sido de tal calado que, la verdad, no tiene parangón. Yo recuerdo derrotas mucho más ridículas que esta, como el 2-0 en Islandia (creo que fue cuando nos eliminaron de la Eurocopa de 1992) y el 3-2 contra Chipre en la clasificación para la Eurocopa 2000, que al menos tuvo la indudable virtud de cargarse a Javier Clemente. Pero esas son derrotas en fases clasificatorias contra equipos menores. Muy ridículas, pero no tan humillantes como que te coja un señor equipo (pero que tampoco es Italia o Brasil) y te haga una rotura de estas dimensiones. Lo más cercano en el tiempo es la derrota contra Francia en el Mundial de 2006, mucho menos abultada (3-1), aunque con la simpática portada previa del Marca de “vamos a jubilar a Zidane”. Y luego justo es reconocer que es difícil igualar el hito, en términos de hacer el ridículo, que supuso la participación española en el Mundial de 1982, es decir, el Mundial de España, en su conjunto.
Pero derrotas comparables a esta, contra un equipo bueno y en un Mundial o Eurocopa, a mí sólo se me ocurre el 6-1 que le cascó Brasil a España en la fase final del Mundial de 1950 (el del Maracanazo). O sea, que igual es un mero accidente, pero recuerden que Zapatero también llegó a La Moncloa por accidente… ¡Y miren la que está liando ahora!
La verdad es que España no ha jugado una cosa en todo el partido. La segunda parte ha sido clamorosa, pero la primera tampoco es que hubiera mucho por lo que congratularse, más allá del regalito del penalty. Luego, cuando ha llegado el vendaval holandés, la defensa de La Roja se ha mostrado en toda su gloria, en toda su dignidad. El patetismo de cada gol superaba al anterior, y eso que el primero, el del empate, un remate de cabeza desde fuera del área que ha inaugurado el festival de cantadas de Casillas, no ha estado nada mal.
Pero la primera cantada de Casillas no puede competir con hitos como los dos últimos; en el 1-4, Casillas recibe el balón, ve solo a van Persie, le hace un pase impecable, al pie, y gol. En el 1-5, Robben le demuestra a Sergio Ramos que la aparente paradoja de Aquiles y la tortuga no es sino una falacia lógica, por la vía de recorrer diez metros mientras Ramos sólo hace uno a duras penas. Luego, para rematar, Casillas se arrastra por el suelo en pos del balón, como si fuese Mariano Rajoy en una cumbre germano-española, para al final ver cómo Robben consuma la manita. Robben, por el amor de Dios. Que hemos convertido a Holanda, el equipo que comenzó el partido con cinco defensas para detener el ímpetu de la Roja, en máxima goleadora del Mundial.
Hay muchos problemas que atenazan a la Roja, pero el principal, y más obvio, es que los jugadores están exhaustos. Están como Contador a dieta de pan y agua, sin oler ni un mísero solomillito durante meses. Uno miraba el partido en la segunda parte y aquello parecía el próximo Congreso Federal del PSOE, con Pablemos cascando un gol detrás de otro a pase de diversos genocidas bolivarianos mientras el PSOE dice “eh, que en 2010 gané un Mundial y en los 80 monté el Sistema Nacional de Salud”. La cosa está tan mal que incluso a los comentaristas deportivos les cuesta vender que le han robado el partido a España porque el gol del 1-3, el gol decisivo, el gol que podía determinar una posible remontada española o hundirnos definitivamente en los infiernos, probablemente sea falta al portero.
Que igual le dices a Casillas “oye, métetelo, como los otros” y él, solícito, lo hace. Que no digo que no. Un día feliz para el mourinhismo, que ganar, no es que ganase nada, pero nos jodió al portero. De los demás, mejor no hablar. ¡Cómo se echaba en falta a Julito Salinas, a José Mari Bakero, a Fernando “La Locomotora” Hierro en el campo! ¡Hombres para perder sólo dos a uno, jorobar! Ni siquiera la apelación de los jerarcas españoles al más elemental patriotismo parece haber surgido efecto. ¿Qué nos está pasando? ¿Se trata, sencillamente, de que la mejor generación de la historia del fútbol español se ha hecho mayor y ya no es lo que era? ¡Nos prometieron que esto no acabaría nunca! ¡Nos lo prometieron!
En fin, que la cosa está muy jodida: hay que ganar a Chile, hay que ganar a Australia, y ni siquiera así estaríamos clasificados, porque un triple empate nos puede dejar fuera (y con este -4 en diferencia de goles, pues ya me dirán Ustedes qué es más probable que ocurra). También podemos empatar con Chile y ganar a Australia e, incluso así, clasificarnos. Y también podemos perder los tres partidos, claro. Una pena que no empezásemos la competición contra Australia; un puntito siempre viene bien para pillar jovenlandesal.
(Recuerden que tenemos abierta una Porra sobre el Mundial 2014 con los fabulosos premios de costumbre; ¡disfrute revolcándose en las insondables simas del suplicio que pueden depararle a La Roja los dos próximos partidos!)