Cara al pSoe con el decreto nuevo que tú Bolañarás ayer. Me hallarán elecciones si llegan... y no las cumpliré jamás. Formaré junto a mis fuleros...

Felson

Madmaxista
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Por aquí ando.
Himno oficioso de los nuevos tiempos copiado de cuando los tiempos sí eran nuevos y había que adaptarse o luchar contra ellos. Hace tiempo, mucho tiempo para vosotros (poco para mí que he vivido más tiempo), me encontré a un hippie que vendía un libro de segunda mando de Hedilla. Me decía, y así tenía puesto en su puesto de libros de segunda mano... "Ellos tendrán la fuerza, pero nosotros la poesía". La verdad, que a muchos les parecerá extraño esto que digo y que, juro y prometo, que es verdad y que ocurrió hace, al menos, veinte años en un puesto de lo que ahora se llaman manteros, pero que llevaban unos chicos en la Gran Vía de Madrid, con miedo a que vinieran los municipales y les quitaran todos los libros que vendían en un tenderete (libros de Herman Melville, de Kerouac, de Ginsberg, de de Foe, de Cervantes, de José Antonio o de Keynes).

Compré el libro de Hedilla, pero solo porque estaba bajo una hoja de papel escrita a mano que ponía: "Ellos tendrán la fuerza, pero nosotros la poesía". Fue una de mis primeras lecciones de marketing directo y así lo recordaré, como también ya siempre lo haré de Hedilla y no tanto de su lucha posterior, como de las razones que llevaron a un niño a arriesgar su vida muchos años antes. Eso me hizo pensar, ver, leer, buscar noticias... y ahora estoy orgulloso de lo que no debería ser ni pensar para mi o mi familia, pero no por no estar de acuerdo, sino porque, curiosamente, ahora, eso no da puesto de funcionario. Tremendo, lo del ser humano, pero más tremendo, lo del ser humano cuando no quiere dejar de serlo a pesar de todo.

Mis diez y doces por ello (y siempre recordaré, a estos jóvenes, como yo lo era, vendiendo en un puesto improvisado los libros que les gustaría que otros leyesen). Fue hace veinte o más años... pero el tiempo no es oquedad para lo cierto ni para los que así lo contamos.0

Por cierto, unos pocos años antes leí El Capital de Marx, porque unos falangistas se empeñaron en que lo leyera y me lo regalaron ante mi negativa (no podía gastar lo que no tenía, pero ellos creían que no quería comprar, así que, al final, me lo regalaron. Sinceramente, leí hasta las página 23 o 24, creo recordar. Básicamente, estaba de acuerdo casi en casi todo, aunque no estaba de acuerdo en el todo). En cualquier caso, no me pareció un libro como para que nadie perdiera demasiado el tiempo si no tenía ganas de tomarse unos chatos de vino (en aquella época, era lo que podíamos pagar) y conversar amigablemente. Para más, no... no daba para más con gentes que apreciaran o quisieran, mínimamente, a sus semejantes o su forma de actuar.

Aquel día... dejé de leer libros de aquella editorial, aunque seguí durante algún tiempo leyendo El Capital de Marx, por si cambiaba según la editorial. Y, sí, cambiaba, pero no en lo básico, cosa que, como en la Biblia, no es capaz de asumir, más que entender, mucha gente. Lástima... por tales libros y la gente que no son capaces de leerlos sin más.
 
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