Vlad_Empalador
Será en Octubre
Blonde: un feto, una vagina y una polémica infinita
La película de Ana de Armas es acusada de misógina y antiabortista, y el director se defiende atacando y señala que sus críticos no hacen más que reproducir el mismo esquema de defensa de Marilyn que siempre ha usado el machismo
Tráiler de la película "Blonde" protagonizada por Ana de Armas/Vídeo: Netflix
A nadie se le escapa que de todas las ofertas culturales (no sólo cinematográficas) recientes, ninguna era esperada con más ganas (y con el más afilado de los cuchillos entre los dientes) que la cinta de Andrew Dominik basada en la novela homónima de Joyce Carol Oates sobre la figura de Marilyn Monroe. La productora Netflix, de hecho, tuvo tan claro desde el primer segundo lo conflictivo y explosivo del material que nunca supo del todo qué hacer con él: si presentarlo como el mayor de los acontecimientos o enterrarlo a dos metros bajo tierra. Optó por las dos cosas: primero sepultó el proyecto con todo tipo de exigencias espurias y luego, vista la resistencia del autor, lo lanzó a los cuatro vientos.
En lo que no había dudas, para bien o para mal, era en las oleadas de indignación que esperaban. Y así ha sido. Si a estas alturas usted no está indignado con Blonde, hágaselo mirar. Los argumentos son variados y de todos los gustos. Frente a la arriesgada y algo más que sólo brillante apuesta visual de Dominik que mezcla formatos, tiempos y dinamita estructuras en una provocadora espiral descendente hacia el abismo, puede alegar que para qué tanto lío. Frente a la apuesta expresionista que prescinde de la exposición pautada en tres actos y hasta de la propia narración, siempre está el muy analógico recurso del aburrimiento. Vaya tostón. Si por el título (que no por la novela en la que hace pie la película) no acierta a ver ni un sólo rasgo de la tradicional película biográfica ('biopic'), es buen momento para exigir un poco más de rigor de wikipedia. También se puede desfogar contra el guión que hace hablar a un feto (en realidad, es Marilyn adulta que habla con la Marilyn niña, pero qué más da), o arremeter contra el acento tan poco americano de la cubana Ana de Armas, o clamar contra el exceso de llanto y decibelios de la cinta o, llegado el caso, exigir venganza porque eso que se cuenta ahí de esa determinada manera en verdad fue más bien asá que así. Y así.
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Todo eso ocurrió en Venecia nada más presentada la película y a unas semanas vistas de su estreno en la plataforma de marras. La crítica, básicamente, optó o por abrazar el caos y saludar a la cinta como el acontecimiento que ya es o, directamente, por levantarse con gesto debidamente indignado y de la forma más airada posible. Estamos polarizados y lo sabe. No hay forma de resistirse dado el caso a esa satisfacción extrañamente profunda. Y, sin embargo, lo peor estaba aún por venir.
Joyce Carol Oates vio la película no hace tanto y se apresuró a darle el visto bueno en clave feminista. "Creo que es una brillante obra de arte, obviamente no para todos. Sorprende que en una era postMeToo, la exposición en crudo de la depredación sensual en Hollywood se haya interpretado como "explotación"", escribió en Twitter. En realidad, era la segunda vez que hacía tal cosa: hablar bien de la película. En un montaje previo también mostró no tanto su entusiasmo, que también, como su estupor; un estupor entusiasmado, claro. Llegó a confesar que las imágenes le habían resultado tan crudas que hasta tuvo que hacer una pausa. La autora, en realidad, salía a modo de cortafuego contra lo que ya era horda.
Ana de Armas: "Tu etnicidad no es una limitación"EL MUNDO
No está claro quién empezó, pero sí quién es la voz más citada (y hasta copiada): la crítica del 'New York Times'Manohla Dargis. Vio 'Blonde' y como antes de ella su compañero encargado de la recesión del libro publicado en 2000, no lo dudó. Nadie puede acusar de incongruencia al diario de la Gran Manzana. Cosa que no pueden decir muchos de los críticos en pie ahora mismo. Para la crítica que ya alzó la voz contra la forma en la que los hombres ven el sesso de las mujeres a cuenta de 'La vida de Adèle', la película se olvida del talento contrastado de la actriz para hacer de ella nada más que una víctima. Y añade en la mejor frase escrita hasta el momento sobre la película: "Dominik está tan metido en la vagina de Marilyn Monroe en 'Blonde' que no puede ver el resto de ella". Y vuelve a añadir: "Dadas todas las humillaciones y horrores que Marilyn Monroe soportó durante sus 36 años, es un alivio que no haya tenido que sufrir las vulgaridades de 'Blonde', el último entretenimiento necrofílico para explotarla".
La verdad es que, en frío y de entrada, nadie vio venir una crítica así. La acusación con la que probablemente contaba Mel Gibson cuando rodó su descarnada 'La pasión de Cristo' no entraba en los planes de esta otra pasión pagana. Ni en los de Oates ni en los del director convencido tanto en su fuero interno como en el externo de que su película era exactamente lo contrario. En cuanta entrevista concedió en un primer momento al calor del Lido veneciano, buena parte de sus esfuerzos se centraron en reivindicar el Metoo como condición de posibilidad de una producción que de otro modo nunca habría tenido lugar. Por lo demás, como también se empeñó en señalar siempre que pudo, lo que le interesaba era mostrar cómo el mito (máscara) de Marilyn arruinó a Norma Jeane (el rostro) desde la consciencia macabra de una sociedad (la nuestra) entregada al consumo de sus deseos tras*formados en simple mercancía. Cómo una reflexión tan adusta en su origen puede verse convertida de repente en la fórmula "entretenimiento necrófilo" es lo que ni Oates ni Dominik ni probablemente la propia Ana de Armas se explican.
Ana de Armas en un momento de 'Blonde'.NETFLIX
En realidad, y mirado con un poco de perspectiva, nadie puede acusar a Dominik de improvisar o de traicionarse o de inventarse una argumentación 'ad hoc' para salir del paso. Vista en perspectiva, buena parte de su filmografía trabaja sobre la misma idea. Tanto 'El asesinato de Jesse James por el fistro Robert Ford' (2007) como 'Mátalos suavemente' (2012) quieren enseñar los estragos de las leyendas o mitologías adquiridas que igual sirven para celebrar y justificar un genocidio que la violencia. Y es ahí, en ese terreno difuso y compartido por todos en el que cabe el imaginario del espectador, donde opera 'Blonde'. La película, en efecto, interroga al espectador por su propia concepción de una mitología sobrevenida y en absoluto cuestionada. Luego, hubo quien denunció que hasta las secuencias reproducidas con un detalle sencillamente prodigioso de las películas de Marilyn no eran más que otra forma de robar lo último robable -la memoria- a la propia actriz. No ayudó a calmar los ánimos que en una entrevista en la revista 'Sight and Sound', Dominik calificara 'Los caballeros las prefieren rubias' como "una película de pilinguis bien vestidas". Haciendo amigos.
En cualquier caso, la traca definitiva estaba aún por llegar. Resulta que 'Blonde' es, a juicio de Planned Parenthood Federation of America, una película antiabortista. En la cinta, Marilyn aborta tres veces, dos de los abortos son ilegales contra su voluntad. En un momento dado (el más encantadoramente 'kitsch' o simplemente menso, como se quiera), Marilyn habla, ya se ha dicho, consigo misma a través del feto. Para la directora nacional de arte y entretenimiento de la asociación de marras la imprecisión con se refleja la escena es culpable y más ahora, a unos meses de la derogación del derecho al aborto por el Tribunal Supremo. "Aunque el aborto es atención sanitaria segura y esencial, los fanáticos antiabortistas han contribuido durante mucho tiempo a estigmatizar el aborto utilizando descripciones médicamente inexactas de los fetos y el embarazo. 'Blonde' refuerza este mensaje con un feto que habla por CGI (Computer-Generated Imagery), representado como un bebé completamente formado", dice el comunicado.
Imagen del feto de 'Blonde'.
Al calor de esta denuncia, otra vez el New York Times no perdió la ocasión para "explotar" (ellos sí y felices) este nuevo frente de ataque. En un largo artículo firmado por la periodista Amanda Hess se le discute a Dominik el haber echado mano de una representación de un feto que (atentos) no existía cuando Marilyn abortó. Ese modo de representar a los no nacidos y que corresponde con el imaginario común ahora mismo lo creó para revista 'Life' el fotógrafo sueco Lennart Nilsson en 1965. Como sea que la actriz murió en 1962, mal. Mal él, mal Kubrick por su Niño de las Estrellas de '2001, una odisea del espacio' y mal todo.
El artículo, la verdad, termina a lo grande: "En su libro 'Disembodying Women', la historiadora médica Barbara Duden rastrea la exposición pública del feto, y su creciente supremacía cultural, durante la segunda mitad del siglo XX. Ella llama a este proceso 'el desollado de la mujer'. 'Blonde' también es una película sobre una mujer que es desollada por la cultura en general. Primero, por el Hollywood de su época, que la convirtió en un símbolo sensual. Y ahora, por el Hollywood nuestro, que ha afirmado acceder a su mente, solo para ofrecer una imagen de stock reciclada de un feto mágico". ¿Cómo se quedan? Y eso que Dominik hace su película contra precisamente el Hollywood de hoy, y de siempre.
Ana de Armas en un momento de 'Blonde'.
¿Cómo se puede ser un producto de Hollywood habiendo tardado 10 años en sacar adelante una película por la oposición frontal de precisamente Hollywood? ¿Cómo se puede ser un salvaje manifiesto que explota el cuerpo de la mujer y a la vez un clamor más que evidente contra la explotación del cuerpo de la mujer? ¿Cómo se puede ser antifeminista con el visto bueno de la escritora que ha hecho del feminismo su razón de ser? Del aborto, queda la contestación del director: "A nadie le habría importado eso si hubiera hecho la película en 2008, y probablemente a nadie le va a importar dentro de cuatro años. La película no habrá cambiado para entonces. Es solo lo que está pasando ahora". El tacto, queda demostrado, no es su fuerte.
Para Andrew Dominik, que directamente ha entrado a todo y a todas las polémicas, lo que está pasando, a su modo, le da la razón. Si es posible hacer feminismo desde la denuncia de un tipo de feminismo; es posible de la misma manera utilizar las malas críticas como prueba de que todo está bien. Muy bien, incluso. "Marilyn Monroe representa una especie de fantasía de rescate", comentaba recientemente en el Festival de San Sebastián. "La mayoría de las cosas que se escriben sobre ella nos dicen: 'Yo la conocí, yo la entendí de verdad, no tú'. Eso hacen los libros de Norman Mailer y de Gloria Steinem. 'Blonde' no es diferente. 'Blonde' apela a ese deseo de rescate. Y el espectador es invitado a hacer eso. Y a sufrir la frustración. Téngase en cuenta que el lado oscuro de ese deseo es una fantasía de castigo. Lo que no es bueno. Si quieres rescatar a alguien, probablemente ese alguien necesite que lo rescates de ti. Y eso es lo que está haciendo la película. Buena parte de las críticas negativas están siguiendo ese mismo instinto, quieren proteger a Marilyn. ¡Quieren protegerla de mí, e incluso los que aman a Ana pero no les gusta la película, quieren salvarla de esta horrible película! Es un razonamiento masculino el de salvar a la dama indefensa de su horrible relator, que además es hombre. Así que siento que lo que ocurre es una medida del éxito de la película". ¿Cómo se quedan?
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Sea como sea, lo cierto es que la película, en lo que a premios se refiere, está muerta. Por mucho que todas las críticas se hayan rendido al trabajo de Ana de Armas, pocos dan nada por una producción ofrecida diariamente en sacrificio a la indignación global. Sin embargo, y precisamente por ellos (por sus indignados), la película acaba por no hablar tanto de Marilyn como de nosotros. De repente, una película deja de ser discutida en el ámbito de sus logros estéticos, técnicos o simplemente artísticos para ser triturada en el ámbito estrictamente ideológico (pero en su sentido más limitado y pobre). Quizá obedezca al signo de los tiempos o algo tenga que ver el modo de consumo: en el espacio de la pantalla de casa. O quizá, y aquí el nudo de 'Blonde', es el consumo de deseos convertidos en mercancía que nos consume.
El año pasado la mediocre 'No mires arriba' se convirtió en un fenómeno en positivo por su oportunidad digamos ideológica. Y este año 'Blonde' ha vivido el fenómeno inverso desde un punto de partida opuesto: una propuesta tan arriesgada y subyugante como nada convencional dilapidada por 'ideológicamente' fuera de lugar. En cualquier caso, queda el gusto de "esa satisfacción extrañamente profunda".
- LUIS MARTÍNEZ
Madrid
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En lo que no había dudas, para bien o para mal, era en las oleadas de indignación que esperaban. Y así ha sido. Si a estas alturas usted no está indignado con Blonde, hágaselo mirar. Los argumentos son variados y de todos los gustos. Frente a la arriesgada y algo más que sólo brillante apuesta visual de Dominik que mezcla formatos, tiempos y dinamita estructuras en una provocadora espiral descendente hacia el abismo, puede alegar que para qué tanto lío. Frente a la apuesta expresionista que prescinde de la exposición pautada en tres actos y hasta de la propia narración, siempre está el muy analógico recurso del aburrimiento. Vaya tostón. Si por el título (que no por la novela en la que hace pie la película) no acierta a ver ni un sólo rasgo de la tradicional película biográfica ('biopic'), es buen momento para exigir un poco más de rigor de wikipedia. También se puede desfogar contra el guión que hace hablar a un feto (en realidad, es Marilyn adulta que habla con la Marilyn niña, pero qué más da), o arremeter contra el acento tan poco americano de la cubana Ana de Armas, o clamar contra el exceso de llanto y decibelios de la cinta o, llegado el caso, exigir venganza porque eso que se cuenta ahí de esa determinada manera en verdad fue más bien asá que así. Y así.
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Joyce Carol Oates vio la película no hace tanto y se apresuró a darle el visto bueno en clave feminista. "Creo que es una brillante obra de arte, obviamente no para todos. Sorprende que en una era postMeToo, la exposición en crudo de la depredación sensual en Hollywood se haya interpretado como "explotación"", escribió en Twitter. En realidad, era la segunda vez que hacía tal cosa: hablar bien de la película. En un montaje previo también mostró no tanto su entusiasmo, que también, como su estupor; un estupor entusiasmado, claro. Llegó a confesar que las imágenes le habían resultado tan crudas que hasta tuvo que hacer una pausa. La autora, en realidad, salía a modo de cortafuego contra lo que ya era horda.
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No está claro quién empezó, pero sí quién es la voz más citada (y hasta copiada): la crítica del 'New York Times'Manohla Dargis. Vio 'Blonde' y como antes de ella su compañero encargado de la recesión del libro publicado en 2000, no lo dudó. Nadie puede acusar de incongruencia al diario de la Gran Manzana. Cosa que no pueden decir muchos de los críticos en pie ahora mismo. Para la crítica que ya alzó la voz contra la forma en la que los hombres ven el sesso de las mujeres a cuenta de 'La vida de Adèle', la película se olvida del talento contrastado de la actriz para hacer de ella nada más que una víctima. Y añade en la mejor frase escrita hasta el momento sobre la película: "Dominik está tan metido en la vagina de Marilyn Monroe en 'Blonde' que no puede ver el resto de ella". Y vuelve a añadir: "Dadas todas las humillaciones y horrores que Marilyn Monroe soportó durante sus 36 años, es un alivio que no haya tenido que sufrir las vulgaridades de 'Blonde', el último entretenimiento necrofílico para explotarla".
La verdad es que, en frío y de entrada, nadie vio venir una crítica así. La acusación con la que probablemente contaba Mel Gibson cuando rodó su descarnada 'La pasión de Cristo' no entraba en los planes de esta otra pasión pagana. Ni en los de Oates ni en los del director convencido tanto en su fuero interno como en el externo de que su película era exactamente lo contrario. En cuanta entrevista concedió en un primer momento al calor del Lido veneciano, buena parte de sus esfuerzos se centraron en reivindicar el Metoo como condición de posibilidad de una producción que de otro modo nunca habría tenido lugar. Por lo demás, como también se empeñó en señalar siempre que pudo, lo que le interesaba era mostrar cómo el mito (máscara) de Marilyn arruinó a Norma Jeane (el rostro) desde la consciencia macabra de una sociedad (la nuestra) entregada al consumo de sus deseos tras*formados en simple mercancía. Cómo una reflexión tan adusta en su origen puede verse convertida de repente en la fórmula "entretenimiento necrófilo" es lo que ni Oates ni Dominik ni probablemente la propia Ana de Armas se explican.
Ana de Armas en un momento de 'Blonde'.NETFLIX
En realidad, y mirado con un poco de perspectiva, nadie puede acusar a Dominik de improvisar o de traicionarse o de inventarse una argumentación 'ad hoc' para salir del paso. Vista en perspectiva, buena parte de su filmografía trabaja sobre la misma idea. Tanto 'El asesinato de Jesse James por el fistro Robert Ford' (2007) como 'Mátalos suavemente' (2012) quieren enseñar los estragos de las leyendas o mitologías adquiridas que igual sirven para celebrar y justificar un genocidio que la violencia. Y es ahí, en ese terreno difuso y compartido por todos en el que cabe el imaginario del espectador, donde opera 'Blonde'. La película, en efecto, interroga al espectador por su propia concepción de una mitología sobrevenida y en absoluto cuestionada. Luego, hubo quien denunció que hasta las secuencias reproducidas con un detalle sencillamente prodigioso de las películas de Marilyn no eran más que otra forma de robar lo último robable -la memoria- a la propia actriz. No ayudó a calmar los ánimos que en una entrevista en la revista 'Sight and Sound', Dominik calificara 'Los caballeros las prefieren rubias' como "una película de pilinguis bien vestidas". Haciendo amigos.
En cualquier caso, la traca definitiva estaba aún por llegar. Resulta que 'Blonde' es, a juicio de Planned Parenthood Federation of America, una película antiabortista. En la cinta, Marilyn aborta tres veces, dos de los abortos son ilegales contra su voluntad. En un momento dado (el más encantadoramente 'kitsch' o simplemente menso, como se quiera), Marilyn habla, ya se ha dicho, consigo misma a través del feto. Para la directora nacional de arte y entretenimiento de la asociación de marras la imprecisión con se refleja la escena es culpable y más ahora, a unos meses de la derogación del derecho al aborto por el Tribunal Supremo. "Aunque el aborto es atención sanitaria segura y esencial, los fanáticos antiabortistas han contribuido durante mucho tiempo a estigmatizar el aborto utilizando descripciones médicamente inexactas de los fetos y el embarazo. 'Blonde' refuerza este mensaje con un feto que habla por CGI (Computer-Generated Imagery), representado como un bebé completamente formado", dice el comunicado.
Imagen del feto de 'Blonde'.
Al calor de esta denuncia, otra vez el New York Times no perdió la ocasión para "explotar" (ellos sí y felices) este nuevo frente de ataque. En un largo artículo firmado por la periodista Amanda Hess se le discute a Dominik el haber echado mano de una representación de un feto que (atentos) no existía cuando Marilyn abortó. Ese modo de representar a los no nacidos y que corresponde con el imaginario común ahora mismo lo creó para revista 'Life' el fotógrafo sueco Lennart Nilsson en 1965. Como sea que la actriz murió en 1962, mal. Mal él, mal Kubrick por su Niño de las Estrellas de '2001, una odisea del espacio' y mal todo.
El artículo, la verdad, termina a lo grande: "En su libro 'Disembodying Women', la historiadora médica Barbara Duden rastrea la exposición pública del feto, y su creciente supremacía cultural, durante la segunda mitad del siglo XX. Ella llama a este proceso 'el desollado de la mujer'. 'Blonde' también es una película sobre una mujer que es desollada por la cultura en general. Primero, por el Hollywood de su época, que la convirtió en un símbolo sensual. Y ahora, por el Hollywood nuestro, que ha afirmado acceder a su mente, solo para ofrecer una imagen de stock reciclada de un feto mágico". ¿Cómo se quedan? Y eso que Dominik hace su película contra precisamente el Hollywood de hoy, y de siempre.
Ana de Armas en un momento de 'Blonde'.
¿Cómo se puede ser un producto de Hollywood habiendo tardado 10 años en sacar adelante una película por la oposición frontal de precisamente Hollywood? ¿Cómo se puede ser un salvaje manifiesto que explota el cuerpo de la mujer y a la vez un clamor más que evidente contra la explotación del cuerpo de la mujer? ¿Cómo se puede ser antifeminista con el visto bueno de la escritora que ha hecho del feminismo su razón de ser? Del aborto, queda la contestación del director: "A nadie le habría importado eso si hubiera hecho la película en 2008, y probablemente a nadie le va a importar dentro de cuatro años. La película no habrá cambiado para entonces. Es solo lo que está pasando ahora". El tacto, queda demostrado, no es su fuerte.
Para Andrew Dominik, que directamente ha entrado a todo y a todas las polémicas, lo que está pasando, a su modo, le da la razón. Si es posible hacer feminismo desde la denuncia de un tipo de feminismo; es posible de la misma manera utilizar las malas críticas como prueba de que todo está bien. Muy bien, incluso. "Marilyn Monroe representa una especie de fantasía de rescate", comentaba recientemente en el Festival de San Sebastián. "La mayoría de las cosas que se escriben sobre ella nos dicen: 'Yo la conocí, yo la entendí de verdad, no tú'. Eso hacen los libros de Norman Mailer y de Gloria Steinem. 'Blonde' no es diferente. 'Blonde' apela a ese deseo de rescate. Y el espectador es invitado a hacer eso. Y a sufrir la frustración. Téngase en cuenta que el lado oscuro de ese deseo es una fantasía de castigo. Lo que no es bueno. Si quieres rescatar a alguien, probablemente ese alguien necesite que lo rescates de ti. Y eso es lo que está haciendo la película. Buena parte de las críticas negativas están siguiendo ese mismo instinto, quieren proteger a Marilyn. ¡Quieren protegerla de mí, e incluso los que aman a Ana pero no les gusta la película, quieren salvarla de esta horrible película! Es un razonamiento masculino el de salvar a la dama indefensa de su horrible relator, que además es hombre. Así que siento que lo que ocurre es una medida del éxito de la película". ¿Cómo se quedan?
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Sea como sea, lo cierto es que la película, en lo que a premios se refiere, está muerta. Por mucho que todas las críticas se hayan rendido al trabajo de Ana de Armas, pocos dan nada por una producción ofrecida diariamente en sacrificio a la indignación global. Sin embargo, y precisamente por ellos (por sus indignados), la película acaba por no hablar tanto de Marilyn como de nosotros. De repente, una película deja de ser discutida en el ámbito de sus logros estéticos, técnicos o simplemente artísticos para ser triturada en el ámbito estrictamente ideológico (pero en su sentido más limitado y pobre). Quizá obedezca al signo de los tiempos o algo tenga que ver el modo de consumo: en el espacio de la pantalla de casa. O quizá, y aquí el nudo de 'Blonde', es el consumo de deseos convertidos en mercancía que nos consume.
El año pasado la mediocre 'No mires arriba' se convirtió en un fenómeno en positivo por su oportunidad digamos ideológica. Y este año 'Blonde' ha vivido el fenómeno inverso desde un punto de partida opuesto: una propuesta tan arriesgada y subyugante como nada convencional dilapidada por 'ideológicamente' fuera de lugar. En cualquier caso, queda el gusto de "esa satisfacción extrañamente profunda".