Eric Finch
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Creo
4 DE AGOSTO DE 2023
Artículo remitido por el vicepresidente de acción política de VOX, Jorge Buxadé, a El Mundo, y que dicho medio rechazó publicar, en respuesta a la carta que su director, Joaquín Manso, dedicó contra VOX el 30 de julio de 2023.
El domingo 30 de julio, el director de este periódico, don Joaquín Manso, publicaba un artículo de opinión donde, entre otras inexactitudes, afirmaba —sin fundamento alguno— que «el partido de Santiago Abascal, entregado al nihilismo de figuras como Jorge Buxadé, ha hecho todo lo posible por agitar la movilización de la izquierda…». Vaya por delante que el señor Manso y yo jamás hemos coincidido. Nunca me ha entrevistado y supongo, por ello, que escribe de oídas o de dictado. Le ofrezco la oportunidad de entrevistarme en éste su periódico y así podremos pugnar legítimamente sobre convicciones, creencias, ideas y principios. Seguro que la cosa acaba bien.
El señor Manso podrá legítimamente decir que no le gusta VOX pero no puede decir que en la reciente campaña electoral hemos hecho todo lo posible por agitar la movilización de la izquierda. Por incierto, inveraz, erróneo, inexacto. Al contrario, Santiago Abascal se ha desgañitado defendiendo la bondad de los acuerdos con el PP en Baleares, Valencia, Castilla y León o Extremadura como modelo de alternativa posible; acuerdos moderados para asegurar un cambio de políticas y gobernabilidad; intentando exponer nuestras propuestas y programa, reducidos sintéticamente en los tres compromisos de Santiago Abascal. Santiago Abascal ha sido prudente, sensato, reflexivo. Se pasó la última semana clamando en el desierto contra quienes vendían la piel del oso sin matarlo.
Bien sabe el señor Manso que si alguien ha agitado la movilización de la izquierda y desmovilizado al voto de la alternativa han sido las encuestas que alzaban banderas victoriosas, los líderes del PP que auguraban mayorías casi absolutas y, sobre todo, la estrategia coordinada de Génova con medios de comunicación dirigida a criminalizar a VOX, demonizar nuestras convicciones y, en fin, azuzar el miedo a la Alternativa; estrategia en la que siguen cooperando como demuestra la portada de este diario El Mundo el mismo día 30 de julio, con Moreno Bonilla diciendo que VOX da más miedo que Junts o Bildu. ¿Más miedo que los herederos de los asesinos, secuestradores y extorsionadores de ETA? ¿Más miedo que los golpistas del 1 de octubre de 2017?
Blanquear al socialismo ofreciéndole pactos de Estado y reparto de sillones y blanquear al separatismo anti español no son, lo saben todos los lectores de este diario, la mejor forma de salvar a España del peor gobierno.
El señor Manso dice que soy nihilista. Pero es mentira. No tengo duda ninguna de que el señor Manso sabe lo que es el nihilismo de modo que la única conclusión lógica es que ha pretendido una nueva etiqueta de ésas que nos arrojan a modo de shuriken. Nihilista es quien no cree en nada, quien rechaza que las cosas tengan sentido, niega cualquier principio, trascendencia o verdad. Pero yo sí creo en un sinfín de verdades.
Creo en Dios y que soy criatura. Y que un día moriré y rendiré cuentas de mis actos, mis omisiones, palabras y escritos; y creo que ninguna autoridad civil puede imponer una religión o imponer la no-religión ni impedir a los cristianos todas las manifestaciones públicas y privadas de nuestra fe personal y colectiva, que es patrimonio de todos, tengan o no fe.
Creo en España, mi Patria, la tierra de mis padres y de los padres de mis padres. Creo en su existencia secular, desde el III Concilio de Toledo y la posterior aprobación del Fuero Juzgo; creo en su unidad política y espiritual; hasta el punto de que hasta tres veces he hecho juramento de servirla y defenderla; como alférez de infantería, como abogado del Estado y para adquirir la condición de eurodiputado. Ese juramento que no hizo Puigdemont, con el que ahora, al parecer, es legítimo pactar: el golpista, el fugado, el traidor, el fistro que nos enfrentó a los catalanes en las aciagas jornadas de septiembre y octubre de 2017.
Creo en la familia como comunidad de vida y de amor recíproco entre cónyuges, hijos, nietos; lugar donde se crean vínculos imperecederos y se forjan virtudes imprescindibles para la mejor convivencia: el respeto a la autoridad, la generosidad, la reciedumbre, el cariño, sacrificio, esfuerzo y responsabilidad.
Creo en mi mujer y mis cuatro hijos y porque creo en ellos, dejé mi aburguesado puesto de abogado del Estado para contribuir, junto a millones de españoles, en dejarles una España más segura y próspera. Creo que las mujeres tienen todo el derecho a caminar seguras por las calles y que sus agresores reciban las condenas más enérgicas; y creo que tienen derecho a que en los vestuarios no entren hombres que se autoperciben otra cosa.
Creo que España es una herencia. Y que tenemos el deber político y jovenlandesal de conservarla, mejorarla y entregarla a nuestros hijos. Creo que su historia, sus bosques, sus mares, sus ríos, veredas y majadas, sus dehesas y sus pueblos han de ser cuidados con esmero y que debemos llevar agua a todos los rincones de la Patria.
Creo en Europa y creo también que las élites de Bruselas llevan años tomando decisiones en contra de nuestras empresas, trabajadores y naciones, rendidos a grupos de presión o a potencias extranjeras, como Rusia, China, Turquía y jovenlandia. Creo en Europa, pero creo que los que se llaman a sí mismos «europeístas» y nos quieren expulsar del espacio político, la están descarrilando con su soberbia y su descaro frente a las clases populares.
Creo en las fronteras como garantía de nuestra identidad y de nuestras libertades. Creo que la izquierda ha dejado al trabajador español en la intemperie a cambio de millones y privilegios para sus sindicatos de clase. Creo en la educación exigente, en la autoridad del profesorado y en la urgencia de la formación profesional de nuestros jóvenes.
Creo en la juventud de España y en su futuro. Creo que hemos de ser audaces para recuperar la permanencia y creo, que a nuestras élites les sobran intereses y les faltan convicciones.
Creo que es bueno creer y que la Agenda 2030 es la más atroz distopía que ha impulsado el hombre, y que tras sus «coloridos» eslóganes se esconden prohibiciones, restricciones, renuncias ilegítimas y sobre todo, un mundo sombrío, que los españoles debemos iluminar de sol. Creo, en fin, señor Manso, que usted yerra, y que nos queda pendiente una entrevista.
Vince Clarke es un necio y un ignorante, ¡¡pero los tiene bien puestos y eso basta!!