destroyo
Guest
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El arte ha tenido un componente especulativo evidente, que es difícil de delimitar en el tiempo. Se podría pensar que comenzó con el inodoro de Duchamp en 1917 , pero en realidad no es algo tan reciente. En la edad media ya floreció un mercado altamente especulativo: las reliquias de santos. Con las mismas características que el mercado artístico actual. Cada iglesia, cada monasterio o convento, competían por conseguir una mano de Santa Teresa, un cacho del lignum crucis, o un hierro de la parrilla de San Lorenzo. Se robaban, se saqueaban, se inventaban... pero también se pagaban, puesto que se amortizaban en poco tiempo gracias al aumento de la feligresía que conllevaba tener un trozo de mártir en una vitrina. Claro que en aquella época el asunto del peritaje de las "cosas" no estaba muy desarrollado. Por eso hoy tenemos que Santa Teresa tenía 25 manos, 12 pies, 4 chuchos y más dientes que un tiburón.
Invertir en arte es como hacerlo en ladrillo, commodities o cualquier otra cosa: se trata de invertir en algo de lo que hay espectativas de que se revalorice con el tiempo. Por tanto, ese "algo" tiene que ser traducido en valor.
¿Cómo se hace esto? Fundamentalmente mediante expertos que avalen con su palabra que ese valor se va a incrementar con el tiempo.
El objeto artístico tiene una característica que lo diferencia del pisito o del lingote de oro: es único. Si haces un duplicado de un piso, el nuevo tiene el mismo valor que el anterior (a menos que lo dupliques tantas veces que superes la demanda, en cuyo caso su valor comienza a descender). Duplicar un lingote de oro... lo que da el valor es precisamente la cantidad de oro, o sea que si tienes la suficiente para duplicar el lingote no hay más que hablar. Pero duplicar una obra de arte... No puedes presentar a subasta un cuadro y su falsificación a la vez. El duplicado no vale nada, o casi. Ahí radica un verdadero potencial de una obra de arte como inversión: en su exclusividad.
(inciso: al hablar de "arte" en este post, me estoy refiriendo solamente a las artes plásticas, a excepción de algún caso especial que ya veremos más adelante)
El mercado moderno de reliquias, perdón, del arte, está mucho más estructurado. Antes, para crear una obra de arte bastaba con que un artista la realizase y unas personas la admirasen. Pero ahora, hacen falta tres figuras: el artista que la crea, el experto que la valora, y el inversor que la compra. Todo lo que cae fuera de este proceso ya no es oficialmente arte, es... hobby, o cualquier otra cosa.
El artista.
En su día fue el protagonista del arte. Ahora ya es solamente el currela. Su papel es cada vez menos importante, puesto que necesita a los otros dos. Por ello, tampoco tiene en realidad ninguna importancia lo que haga. Lo único que importa es que pueda "certificar" que lo ha creado él: o bien con la firma, o bien filmándose mientras lo crea.
El experto.
El crítico de El País, el tasador de Apollo, el galerista, el asesor del museo de turno. Estos son los que establecen que el chorretón menstrual que ha dejado la artista en el lienzo (esto es real) es arte, que vale tanto, y que tiene tales cualidades. En realidad son los jefes del negocio.
El inversor.
Por lo general no le importa lo que está comprando, sólo que el año que viene valga más que este. El perfil del inversor en arte puede ser variado. Puede ser un particular (que en España suelen comprar más como símbolo de estatus que como inversión, como quien compra un Cayenne), una entidad privada, o una institución pública. No conozco en detalle las ventajas fiscales de la inversión en patrimonio artístico, variarán según los países y comunidades, pero no deja de llamar la atención que muchas entidades financieras tienen una fundación para estos menesteres, cuyo cometido es hacerse con un fondo de galería lo más amplio posible.
¿El arte siempre sube?
Pues parece que no . A veces los "expertos" se equivocan en sus estimaciones, y lo que en un principio parecía que iba a ser "la joven promesa que va a revolucionar el panorama artístico" se queda en el olvido (cosa normal, por otro lado). Pasa también con los grandes: Dalí ya no está tan cotizado como hace 20 años. Chillida en vida era el artista oficial del gobierno vasco, pero una vez finado parece que hay prisa por darle carpetazo.
¿Entonces, qué pasa? Pues que cuando muchos espabilados comprendieron el mecanismo de funcionamiento de este mercado, se metieron a artistas. Total, daba lo mismo que tuviesen talento o no. Eso creó un exceso de oferta de "obra". En un principio, para eso estaban los expertos, para filtrarla. Pero claro, otros más espabilados aun que los artistas comprendieron que el negocio de verdad estaba en ser entendido en arte, no creador, y como consecuencia se ha creado también un exceso de críticos y asesores. Y claro, ahora resulta que hay 20.000 entendidos diciendo que estos 40.000 autores son valores seguros, que nunca van a bajar, y eso ya no hay inversor que se lo crea.
¿Alguno de vosotros está metido en el mundillo y nos puede contar su punto de vista?
Saludos
Invertir en arte es como hacerlo en ladrillo, commodities o cualquier otra cosa: se trata de invertir en algo de lo que hay espectativas de que se revalorice con el tiempo. Por tanto, ese "algo" tiene que ser traducido en valor.
¿Cómo se hace esto? Fundamentalmente mediante expertos que avalen con su palabra que ese valor se va a incrementar con el tiempo.
El objeto artístico tiene una característica que lo diferencia del pisito o del lingote de oro: es único. Si haces un duplicado de un piso, el nuevo tiene el mismo valor que el anterior (a menos que lo dupliques tantas veces que superes la demanda, en cuyo caso su valor comienza a descender). Duplicar un lingote de oro... lo que da el valor es precisamente la cantidad de oro, o sea que si tienes la suficiente para duplicar el lingote no hay más que hablar. Pero duplicar una obra de arte... No puedes presentar a subasta un cuadro y su falsificación a la vez. El duplicado no vale nada, o casi. Ahí radica un verdadero potencial de una obra de arte como inversión: en su exclusividad.
(inciso: al hablar de "arte" en este post, me estoy refiriendo solamente a las artes plásticas, a excepción de algún caso especial que ya veremos más adelante)
El mercado moderno de reliquias, perdón, del arte, está mucho más estructurado. Antes, para crear una obra de arte bastaba con que un artista la realizase y unas personas la admirasen. Pero ahora, hacen falta tres figuras: el artista que la crea, el experto que la valora, y el inversor que la compra. Todo lo que cae fuera de este proceso ya no es oficialmente arte, es... hobby, o cualquier otra cosa.
El artista.
En su día fue el protagonista del arte. Ahora ya es solamente el currela. Su papel es cada vez menos importante, puesto que necesita a los otros dos. Por ello, tampoco tiene en realidad ninguna importancia lo que haga. Lo único que importa es que pueda "certificar" que lo ha creado él: o bien con la firma, o bien filmándose mientras lo crea.
El experto.
El crítico de El País, el tasador de Apollo, el galerista, el asesor del museo de turno. Estos son los que establecen que el chorretón menstrual que ha dejado la artista en el lienzo (esto es real) es arte, que vale tanto, y que tiene tales cualidades. En realidad son los jefes del negocio.
El inversor.
Por lo general no le importa lo que está comprando, sólo que el año que viene valga más que este. El perfil del inversor en arte puede ser variado. Puede ser un particular (que en España suelen comprar más como símbolo de estatus que como inversión, como quien compra un Cayenne), una entidad privada, o una institución pública. No conozco en detalle las ventajas fiscales de la inversión en patrimonio artístico, variarán según los países y comunidades, pero no deja de llamar la atención que muchas entidades financieras tienen una fundación para estos menesteres, cuyo cometido es hacerse con un fondo de galería lo más amplio posible.
¿El arte siempre sube?
Pues parece que no . A veces los "expertos" se equivocan en sus estimaciones, y lo que en un principio parecía que iba a ser "la joven promesa que va a revolucionar el panorama artístico" se queda en el olvido (cosa normal, por otro lado). Pasa también con los grandes: Dalí ya no está tan cotizado como hace 20 años. Chillida en vida era el artista oficial del gobierno vasco, pero una vez finado parece que hay prisa por darle carpetazo.
¿Entonces, qué pasa? Pues que cuando muchos espabilados comprendieron el mecanismo de funcionamiento de este mercado, se metieron a artistas. Total, daba lo mismo que tuviesen talento o no. Eso creó un exceso de oferta de "obra". En un principio, para eso estaban los expertos, para filtrarla. Pero claro, otros más espabilados aun que los artistas comprendieron que el negocio de verdad estaba en ser entendido en arte, no creador, y como consecuencia se ha creado también un exceso de críticos y asesores. Y claro, ahora resulta que hay 20.000 entendidos diciendo que estos 40.000 autores son valores seguros, que nunca van a bajar, y eso ya no hay inversor que se lo crea.
¿Alguno de vosotros está metido en el mundillo y nos puede contar su punto de vista?
Saludos