Bum de residencias en Pontevedra: «Es una ciudad ideal para la vejez»

anduriña

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El periodista debe ser lector de burbuja a tenor del titular.

Para lo que ha quedado la ciudad.



«Estoy más feliz aquí que en mi tierra», dice Teresa, que es de León y vive en uno de los centros privados con los que cuenta la urbe, donde se proyecta el séptimo geriátrico
03 dic 2022. Actualizado a las 05:00 h.

Fue el pedagogo Tonucci el que acuñó la idea de que Pontevedra, con plazas para jugar por doquier y calles sin ruido de coches, era una urbe fenomenal para los niños. Al parecer, también resulta así para quienes están tras*itando por la vejez. La comodidad de una ciudad peatonal es, según explican desde las residencias de mayores, uno de los motivos por los que la capital provincial vive un bum de construcción de residencias de ancianos —también influye la falta de oferta pública—. Cabe recordar que, a mayores de los centros que ya llevan tiempo funcionando —el público de Campolongo y los privados de Soremay y Saraiva— en abril se sumó a la oferta otro geriátrico —el de DomusVi en la antigua comandancia—, hay otro par construyéndose —uno privado y otro público en A Parda— yse acaba de anunciar el séptimo, en terrenos de la vieja fábrica de Tafisa.

La pregunta clave es si hay tanto mercado para residencias privadas, porque en el caso de las públicas está claro que las plazas siempre resultarán insuficientes. Nada mejor que comprobar cómo están algunos de los actuales centros para comprobarlo. Vayamos a uno de tamaño pequeño, con el coqueto edificio de piedra que Saraiva convirtió en una residencia muy singular en la zona vieja, y a uno grande, como el recién estrenado edificio de Domus VI en Loureiro Crespo.

Desde Saraiva habla Lucía Saborido, directora de una residencia en la que viven 40 mayores. «Nosotros tenemos lista de espera. Nuestra filosofía y modelo no nos permite dar cabida a más personas. Queremos que estén en un lugar donde las normas las marquen ellos. El modelo de cuidadores paternalistas yo creo que está obsoleto y nosotros trabajamos buscando que las personas residentes, además de estar cuidadas, sigan siendo protagonistas de sus vidas», explica. ¿Es Pontevedra un lugar buscado por los mayores para vivir? «Sí, sobre todo si la residencia está, como en nuestro caso, en el centro. Poder salir a pasear les hace seguir conectados con el mundo», indica.

Sara Iglesias, directora de DomusVi en Pontevedra, cuenta cómo les fueron las cosas desde que se estrenaron en abril en la ciudad. Tienen alrededor de un 50 % de sus 120 plazas ocupadas —explican que los ingresos se van haciendo paulatinamente— e indican que hay demanda de plazas temporales, para vacaciones o cuidados puntuales tras algún achaque. Valoran positivamente su desembarco en la urbe del Lérez: «Hay muchísima gente solicitándonos información y estamos contentos. Pontevedra es una ciudad ideal y cómoda para la vejez, hay personas que no son justo de aquí y que, igualmente, quieren venir a residir».

La sinceridad de la residente Teresa: «Soy de León, pero estoy aquí mejor que en mi tierra»
En la residencia de Saraiva, en pleno corazón de la Pontevedra monumental, el frío nunca está invitado. El calor de hogar entra dentro de uno nada más cruzar la puerta y acaricia aún más cuando se sube hacia las plantas altas. En una de ellas está la biblioteca, donde a media mañana de un viernes cualquiera el tiempo pasa entre libros, periódicos o actividades escritas, como la sopa de letras que hace Lola o el ejercicio de memoria al que se enfrenta Luis Hermida, que aprovecha cualquier ocasión para recordar que tuvo una discoteca archiconocida allá en Vilanova, donde la familia aún regenta el hotel que él fundó.
Al fondo, junto a un ventanal, una mujer digna de cuadro pasa las hojas de un libro con tanta lentitud como elegancia. Es Teresa Lago. Una de las cuidadoras anima a charlar con ella, «porque Teresa tiene más de 90 años y está estupenda». Así es. Teresa levanta la vista de las letras de su queridísimo Eduardo Galeano para atender con sonrisa a la entrevista. Cuenta ella que es de Ponferrada y que la vida le trajo a Pontevedra. Tira rápidamente de sinceridad: «Soy de León, pero estoy aquí mejor que en mi tierra. Me gusta Galicia y esta ciudad está muy bien, tiene muchísimo encanto», señala. progenitora de cinco hijos y viuda de un hombre que fue catedrático de Historia, le gusta pasar las horas entre lecturas: «Hay que cultivarse. Yo estudié Filosofía y Letras, pero me casé y me quedé en casa, no llegué a dar clases», dice.

Frente a Teresa está Dolores Fernández, natural de Pontevedra pero con un pasado como emigrante en Alemania: «Me fui allí a trabajar en una fabrica de confección, hacía 500 jerséis al día». Allí conoció al amor de su vida, un hombre italiano del que enviudó ya de vuelta en Pontevedra. Dolores no tuvo hijos, pero vivió rodeada de bebés, puesto que trabajó en la residencia de Príncipe Felipe cuidando a los recién nacidos. Se conforma con la residencia. Pero le gustaría otra cosa: «Querría es que siguiese viviendo mi marido», dice.
 
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