Buenos pensamientos, buenas palabras, buenos actos

angrymorty

Himbersor
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18 Feb 2020
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Dicen los ejjjpertos que solo el hecho de sonreír conduce a sentirse alegre porque activan noséqué neurotransmisores.

Dicen otros ejjjpertos que ser higiénicos con el lenguaje al expresarnos, conduce a estar de mejor humor.

Dicen que ser proactivo en lugar de reactivo nos predispone a la paz con nosotros y el entorno.

Religiones teístas y filosofías tan antiguas como estas prometen lo mismo.

Cualquier chorrilibro de autoayuda, ya sea best seller o muy de nicho se apoya en esta clase de sabiduría.

Últimamente se ha escrito más de la cuenta sobre Zoroastrismo en este foro, "buenos pensamientos, buenas palabras y buenos actos" es, según la wikipedia, el resumen de su jovenlandesal y me sentí tentado a ponerla en práctica.

¿Por qué resulta tan difícil?

Personalmente, creo que toda esta sabiduría es casi imposible de aplicar en las ciudades porque son lugares destructores de la esfera privada. Sales a comprar comida y te cruzas con decenas de personas egoístas, maleducadas, despistadas, etc. o quizás no lo sean pero, en ese preciso momento en el que cruzáis vuestros caminos, se han comportado así. Lo peor de las personas puede revelarse cuando coges el coche 10 minutos, porque en ese corto periodo de tiempo te has cruzado con docenas si no cientos de vehículos, cada uno con un conductor en su interior destinao a fallar. Lo mismo con los peatones. Y llegas al súper y tienes la cola de caja o la guerra fría, con viejas que no están para esperar y han decidido que pueden colarse o intentarlo, con carotas y desconsiderados que se olvidan de un producto y no tienen reparos en ir a buscarlo y hacer pagar con tiempo de todos su descuido sin ser capaces de disculparse por hacer esperar a los demás.

Salí ayer de casa con mi bigotuda: venga, va, lo haré; buenos pensamientos, buenas palabras, buenos actos, ni que decir tiene que evité visitar burbuja para aislarme de cualquier estímulo negativo que me dejara rumiando cosa foril. A los dos minutos de salir de casa en dirección al súper, un dominguero ya me ponía a prueba conduciendo con toda la paciencia del mundo, disfrutando de cada Stop, de cada semáforo en ámbar; pero yo, que también leí Meditaciones de Marco Aurelio, procuraba disfrutar del día, hacía sol. Llegué y esperé pacientemente en la cinta mecánica en lugar de zigzaguear para adelantar, porque hay gente que no tiene la consideración de pensar en los demás y dejar un pasillito libre, pero me callé, no suspiré y no maldije a nadie. Elegí la que a la postre se demostró como la peor cola de caja posible, a la choni le faltaban 4 euros para llegar al mínimo que le requería el súper para envíos a domicilio y decidió hacer un tour por los pasillos de cosmética, de compinche, la cajera que lejos de apremiarla, bromeaba y la entretenía; y salí de ahí estoicamente y con una sonrisa y me despedí deseando un buen día a la cajera. Y por último, fuimos a comprar harinas tras* con cacao a la panadería porque queríamos un caprichito con el que acompañar el café; antes de entrar, alcé la vista y divicé a lo lejos a un viejales con prisas que al llegar al diminuto local se movía nerviso al tiempo que saludaba dando voces de gañán, poniéndose a mi lado en el mostrador, pese a que aún estaba siendo atendido. Y yo ya empezaba a pensar en la tesis de este hilo. Pero al salir, un JUBILETA HIJO DE LA GRANDÍSIMA fruta cruzó la carretera y me hizo frenar porque decidió que el asfalto era un buen sitio para dar un paseo a su viejo pellejo y una vez advirtió que yo, en lugar de arrollarlo, me detuve y esperé resignado a que moviera su calavera, ¿apostaríais a que lo agradeció? Para entonces, mis buenos pensamientos, buenas palabras y buenos actos se fueron a la fruta y volví a entrar en burbuja y maldije, maldije mucho, pero a mí, a mi cero tolerancia a la frustración.

En cualquier caso, lo volveré a intentar.
 
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