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James Webb encuentra seis galaxias tan antiguas y masivas que no deberían existir
El nuevo telescopio espacial de la NASA sigue profundizando en el universo primitivo y nos vuelve a plantear algunas sorpresas inesperadas.
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El nuevo telescopio espacial de la NASA sigue profundizando en el universo primitivo y nos vuelve a plantear algunas sorpresas inesperadas.
Se supone que no deberían estar allí y son casi tan antiguas como el tiempo. El telescopio espacial James Webb que ya nos ha deslumbrado con una serie de imágenes increíbles del cosmos, ha encontrado en un primer vistazo al universo primitivo, un grupo de seis galaxias que parecen demasiado grandes para existir. Dichas galaxias se formaron en los primeros 700 millones de años del universo y parecen ser hasta 100 veces más masivas de lo que predicen las teorías cosmológicas estándar.
“Al sumar las estrellas de esas galaxias, se superaría la cantidad total de masa disponible en el universo en ese momento”, explica Ivo Labbé de la Universidad Tecnológica de Swinburne en Melbourne, Australia y coautor del trabajo que publica la revista Nature. “Entonces sabes que algo está en marcha”.
Tan antiguas y masivas que no deberían existir
Las galaxias son tan masivas como la Vía Láctea y están repletas de estrellas rojas maduras. Están tan lejos que aparecen solo como pequeños puntos rojizos para el poderoso telescopio. Al analizar la luz emitida por estas galaxias, los astrónomos establecieron que las estaban viendo en la infancia de nuestro universo, entre 500.000 y 700.000 años después del Big Bang (cuando el universo tenía solo el 3% de su edad actual); esto es, galaxias de unos 13.000 millones de años.
"Estos objetos son mucho más masivos de lo que nadie esperaba", dijo Joel Leja, profesor asistente de astronomía y astrofísica en Penn State y coautor del trabajo. "Esperábamos encontrar galaxias diminutas, jóvenes y bebés en este momento, pero hemos descubierto galaxias tan maduras como la nuestra en lo que antes se entendía como el amanecer del universo".
¿Hay que replantearse el origen de las galaxias?
Medir la cantidad de luz que emite cada objeto en varias longitudes de onda puede dar a los astrónomos una idea de qué tan lejos está cada galaxia y cuántas estrellas debe tener para emitir toda esa luz. El telescopio está equipado con instrumentos de detección de infrarrojos capaces de detectar la luz emitida por las estrellas y galaxias más antiguas. Esencialmente, el telescopio permite a los científicos ver hacia atrás en el tiempo aproximadamente 13.500 millones de años, cerca del comienzo del universo tal como lo conocemos.
"La revelación de que la formación masiva de galaxias comenzó tan temprano en la historia del universo pone patas arriba lo que muchos de nosotros habíamos pensado que era ciencia establecida", aclaran los expertos. "Hemos estado llamando informalmente a estos objetos 'rompedores de universos', y hasta ahora han estado haciendo honor a su nombre".
Si se confirma, los hallazgos pondrían en tela de juicio la comprensión de los científicos sobre cómo se formaron las primeras galaxias. Y es que explicar la existencia de galaxias tan masivas cerca del amanecer de los tiempos requeriría que los científicos revisaran algunas reglas básicas de cosmología o la comprensión de cómo se sembraron las primeras galaxias a partir de pequeñas nubes de estrellas y polvo.
El equipo "no tenía ni idea de lo que íbamos a encontrar" cuando observaron el primer lote de datos de Webb del universo primitivo. “Resulta que encontramos algo tan inesperado que en realidad crea problemas para la ciencia. Pone en tela de juicio todo el panorama de la formación temprana de galaxias”.
Los astrónomos apuntan que serán necesarias más observaciones para confirmar el descubrimiento antes de que se puedan abandonar los modelos existentes.
James Webb es el telescopio espacial orbital más grande y poderoso del mundo, capaz de mirar hacia atrás 100-200 millones de años después del Big Bang. Da la vuelta a la Tierra a una velocidad de aproximadamente 27.300 kilómetros por hora en una órbita terrestre baja en el punto Lagrange L2. El telescopio y la mayoría de sus instrumentos tienen una temperatura de funcionamiento de aproximadamente 40 Kelvin o - 233 ºC.
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