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Jot Down Cultural Magazine | Borja Sémper: “El futuro en Euskadi se tiene que construir también con Bildu”
Borja Sémper: “El futuro en Euskadi se tiene que construir también con Bildu”
Publicado por Javier Gómez
Borja Sémper es un tipo engominado, risueño y que fuma sin parar. También podría haber comenzado escribiendo que Borja Sémper es un tipo inquieto, futbolero y que tiene problemas de fontanería en su nueva casa. O, a lo mejor, que Borja Sémper es un irundarra, enganchado al café con leche, que adora Madrid y suele llevar al fútbol a su hijo de cinco años. Poco importa. Al final, Borja Sémper es ese tipo que está ahí delante, escuchando, y eso ya es mucho para ser político.
Entrevistados decenas y decenas de ministros, secretarios, aspirantes a, decapitados de, politicastros, líderes de verdad, líderes de papel cebolla, correveydiles, ideólogos de casta, vocingleros, embalsamadores de Lenin o liberales de Givenchy, lo más infrecuente de un político es que parezca una persona, problemas de grifería incluidos. Con sus pasiones y sus excesos en la vitrina. Así es Borja Sémper, 36 años, presidente del PP en Guipúzcoa. Encantado de haberse conocido, también como todo político, algo kamikaze, capaz de ser chincheta en su propio partido y de asumir que “el futuro en Euskadi se tiene que construir con Bildu”, frase que todavía estremece las dentaduras en ciertas filas del PP. Él lo tiene claro. Y dice que Rajoy, también.
¿Qué es más difícil en Guipúzcoa: ser del PP o del Real Madrid?
Estudié en un colegio público en Irún, al lado de casa, y llegaban a tirarme piedras por ir a clase con la camiseta del Madrid. Ya ves, iban marcando tendencia algunos. Es que en el País Vasco, antes, y ahora un poco también, hay quien quiere resolver las cosas a pedradas. Como yo soy un poco provocador, suelo decir en broma eso de “si quieres taza, pues taza y media”: del PP y del Madrid.
Lo suyo es puro mourinhismo aplicado. A la contra y resistente.
Es que yo no entendía por qué no podía llevar la camiseta de un puñetero equipo de fútbol que para mí era solo eso, un equipo de fútbol. Y es verdad que insistir me granjeó algún problema que otro. Pero es verdad que en Irún nunca hemos sido muy de la Real Sociedad. El Real Unión de Irún era un rival histórico de la Real e Irún es un poco el Bilbao de Guipúzcoa, nos sentimos un poco el centro del mundo. Así que nunca hemos tenido un gran afecto más allá del razonable por la Real Sociedad. Yo siempre he sido del Real Unión y del Real Madrid.
¿Y cuando se enfrentaron en Copa ambos equipos?
Eso del corazón dividido en fútbol no existe. Seré políticamente incorrecto y algo honesto: iba con el Real Madrid. Pero no me disgustó que lo eliminara al Real Unión. Al final, sí o sí ganabas.
Al final, uno es siempre de un equipo de fútbol antes que de un partido político. A no ser que tu padre sea un tarado.
Y tanto. De hecho, en mi casa no hay democracia. Mi hijo va a ser del Real Madrid sí o sí. Lo del PP es menos importante. Ahí me sale la vena talibán y no lo oculto. Es más, es algo que tengo que decir y verbalizar para sentirme mejor conmigo mismo [sonrisa].
¿Quién está más perdido: Mourinho o Rajoy?
Rajoy no está perdido. Y Mourinho lo que está es probablemente muy equivocado. Se pensó que el Madrid era como el Inter, el Oporto o el Chelsea. Y no. Mourinho ha intentado crear un “Real Mourinho” y el Madrid te come. Aquí hay grandes jugadores, tíos hechos y derechos, que han salido llorando por el túnel de vestuarios. Quería controlar el Madrid no solo deportivamente y su personalidad es antagónica a la del Madrid. Otra cosa es que viniera bien su fichaje en un momento de depresión generalizado. Llega Mourinho, aquí estoy yo, a pecho descubierto. Vale que le metieron cinco, pero no volvió a pasar. Ante el mejor equipo de la historia, ganamos una copa del rey y una liga en el Camp Nou. Eso también es mérito de Mourinho. Aunque con esa plantilla igual lo conseguiría hasta yo. Pero esa estrategia de tensión acaba por agotarse. Mi Real Madrid es el de Casillas, el de Raúl y, si me apuras, hasta el de Butragueño.
¿El de Valdano también, aunque tire un poco a la izquierda?
Personaje controvertido, pero su forma de comunicar le iba seguramente mejor al Madrid que la de Mourinho. El himno del Madrid no se canta en el estadio, como el del Barça o el del Liverpool, pero tiene una letra que habla de que “cuando pierde, da la mano”. Eso no lo he visto últimamente. Hay actitudes que no me gustan. Cristiano es un líder, pero no me gusta que no celebre el gol de un compañero. Un tío que se cae y se queja por sistema. Yo no quiero eso para el Madrid. A mí me preocupa que los niños quieran ser Messi y no Ronaldo.
Pero vamos, que llegó al PP por el Madrid. Le arrinconaban por llevar la contraria y…
Podría ser una buena reflexión… pero no es así. Yo entre en el PP deslumbrado por la figura de Gregorio Ordóñez. Era el presidente del PP en Guipúzcoa, lo que soy yo ahora, cuando lo mataron [en 1996]. Tenía un discurso contundente muy firme contra ETA en un periodo, finales de los 80 y principios de los 90, en el que no era habitual oír a los políticos hablar así. Este tipo consiguió que el PP ganara en San Sebastián y saliera de las catacumbas en Guipúzcoa. Hablaba y la gente le entendía, lejos del discurso manido de los políticos. Esa valentía y esa honestidad me deslumbraron. Dos años después de afiliarme lo asesinaron. El más orate del pueblo, Valentín Lasarte, asesinó al más brillante, Gregorio Ordóñez. Una metáfora de la vida y, desde luego, de la política en Euskadi.
Ahora la política ha perdido un lenguaje, está formateada. Pero de eso hablaremos luego. Tenía 17 años y entró en un partido político en un lugar donde militar tenía un coste.
Con 17 años cogí el tren y me presenté en la sede. Esta es una de las críticas que se nos hacen a los políticos que hemos hecho toda nuestra vida dentro de un organización. Pero yo, en el País Vasco, en las juventudes, lo puedo justificar. Era una cuestión de compromiso. Algo que no podemos comparar con el ejercicio de la política en otro sitio. En el resto de España, seas de izquierdas o de derechas, ser político ha llevado implícito un cierto reconocimiento social, un estatus y determinados privilegios, aunque ahora no sea así. En el PP y en el País Vasco, no.
El barro.
El puñetero barro. Pero tenía una autenticidad brutal y era el ejercicio de la política auténtica y diferente. No nos hacía mejores ni peores. Nos definía
En Madrid se ha presentado siempre el problema vasco como una cuestión de buenos y malos. ¿No cree que se ha simplificado demasiado?
Yo sí creo que los buenos eran los que morían y los malos eran los que mataban.
Eso es evidente. Pero yo me refiero a los que quedan entre unos y otros. O sea, casi todo el mundo. ¿Esas etiquetas no lo han hecho todo más difícil?
Hombre, había manifestaciones en que gritaban “ETA, mátalos”. O “eres el próximo en la lista”. Esos sí son malos. Hay un caldo de cultivo del repruebo y de supporters del terror que ha existido. Eso es un poso del que nos vamos a tener que liberar y va a costar mucho. Pero lo más importante es que ETA se ha acabado. Eso tras*forma la política en Euskadi. Cuanto antes cambiemos el chip de que ETA se ha acabado, antes podremos construir el futuro. Aunque es verdad que determinados círculos de opinión en Madrid siguen queriendo tras*mitir un determinado clima de Euskadi que no se corresponde con la realidad.
Creo que no me explico. Hubo un momento, con Aznar y luego, el primer Rajoy, en que el PP y parte del PSOE pasaron de decir “los malos son los que dan el pasaporte”, a los malos son los que dicen “ETA, mátalos“; luego, toda la izquierda abertzale; luego, los que compartían cosas con la izquierda abertzale dentro del nacionalismo; luego, todos los nacionalistas y luego los que, fuera de Euskadi, creían que debía haber una expresión política de la izquierda abertzale. Más tarde, hasta José Luis Rodríguez Zapatero era sospechoso por hablar de diálogo. Al final, terminas en una torre de marfil diciendo “los malos son todos menos yo, el único demócrata”. Alguien se ha arrogado el patrimonio de la democracia y de querer el fin de ETA. Cualquier vía alternativa era sospechosa de complicidad. Me parece una de las mayores perversiones políticas de los últimos años.
En cierta medida, eso puede ser así. Pero contextualicemos. La política condicionada por el terrorismo va a una velocidad brutal. Hay una relación objetiva: ETA ha desaparecido porque se ilegalizó a Batasuna y por la acción de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Desde el momento en que metes en un espacio de incomodidad al mundo político de Batasuna, empiezan a cuestionarse la situación. Mandaba ETA. Era así. En un momento dado, pierden capacidad operativa. dan el pasaporte, pero no son los de los 80. Se les detiene. Se les acorrala. La independencia por el terrorismo se demuestra que no va a llegar. La imbatibilidad de ETA se demuestra que es un mito. Pierden apoyo social. Y los Otegi y compañía no pueden actuar en política porque están ilegalizados. El chiringuito se desmorona. Y llega un momento en que dicen: “oye, ¿cómo que tú me mandas? Por la vía de la violencia no vas a conseguir nada. Incluso nos están zumbando más. No funcionas y encima yo estoy en la guandoca. Vámonos a dar una vuelta a la tortilla. Ahora voy a mandar más”. Eso es una gran crisis y está derivado por la ilegalización de Batasuna. Lo reconocen hasta los del PNV… en privado, claro.
Pero si es que yo no hablo de ETA. Sino de todo aquello que la gente mete en el saco de ETA. En Madrid se sigue oyendo que “Bildu es ETA”. O sea, que tipos como Oskar Matute, que viene de Ezker Batua, o la gente de Eusko Alkartasuna, ¿son ETA? ¿No le parece una burda simplificación? Habrá que permitir que la gente elegida democráticamente se exprese democráticamente.
Puedo compartirlo. Bildu no es ETA. Es una coalición formada por EA, Aralar y Alternatiba, donde el mayor peso político lo tiene la izquierda abertzale. Que todo sea ETA no es cierto. Pero quien controla Bildu es quien decía hasta anteayer “ETA, mátalos” o justificaba un atentado. Aun así, este diagnóstico objetivo no debe condicionar el futuro. El futuro de la sociedad vasca, guste o no en determinados sitios, se tiene que construir también con Bildu. Un político tiene que ser capaz de trascender de sus tripas para proyectar un futuro mejor de lo que ha sido el pasado. Esta tesis la manejan también Mariano Rajoy y el ministro del Interior. Es la realidad. El futuro hay que construirlo. Pero tampoco me parece justo que ahora parezca que somos culpables los que poníamos la nuca. Yo estoy dispuesto a hacer un esfuerzo y pasa por entender que en ese futuro estará Bildu. Ahora bien, y te lo dice alguien que ha sufrido situación extrema, me han querido apiolar, han apiolado a amigos, yo trasciendo eso, pero pido corresponsabilidad a los de Bildu.
¿Y qué le pide a Bildu?
Que digan que ni uno solo de los asesinatos que ha cometido ETA tiene justificación alguna. Ni hoy, ni ayer, ni mañana. En la revista Bakeaz salió una carta de tres ex miembros de ETA, de los de la vía Nanclares, donde incluso se negaban a decir que habían sufrido para que nadie pensara que se autoeximían de su responsabilidad en lo ocurrido. “Fue todo responsabilidad nuestra”, decían. La izquierda abertzale tiene que dejar claro que la violencia no tuvo sentido.
Vamos, que la izquierda abertzale rechace la violencia ética, y no solo estratégicamente. ¿Qué te pareció el veto del PSOE a Amaiur en el recurso al Tribunal Constitucional por las pensiones? Porque si se pide a la izquierda abertzale un compromiso con las vías pacíficas y políticas, y luego uno crea guetos en el parlamento…
Sí, pero cada uno tendrá que hacer un examen de conciencia. Porque luego igual se toman cafés con ellos en la cafetería del Congreso.
¿Está diciendo que fue un paripé?
No lo califico. Pero alguna calificación tiene que tener que te tomes cafés y luego no hagas la foto. Si se coincide, se coincide, no pasa nada.
Muy coherente no resulta que el PSOE acabe de votar los presupuestos de Bildu en Guipúzcoa mientras en Madrid no se hacía la foto.
Esa falta de coherencia debe arreglarla el PSOE. Porque en el Partido Socialista de Euskadi hay gente que está esperando el divorcio definitivo de Bildu con la violencia para pactar con ellos como en Cataluña se pacta con Esquerra Republicana. Algunos, en privado, te reconocen que políticamente ven muchas coincidencias con ellos.
Acaba de decir “se coincide y no pasa nada”. Cuando Bildu ganó el Ayuntamiento de San Sebastián y la Diputación de Guipúzcoa, se dijo de nuevo que iba a “gobernar ETA” y que era una anormalidad política. Ahora que ya ha pasado un tiempo, ¿tiene la sensación de que gobierne ETA?
No. Nos gobiernan unos incompetentes.
Entonces, como en el resto de sitios.
Si es que por fin vamos a tener la oportunidad de discutir de política con Bildu. Eso es lo que yo quiero.
Vamos, que no gobierna ETA
No, gobierna un señor que editorializaba contra gente y periodistas en el País Vasco. Se lo voy a recordar cuando toque. No lo voy a obviar. Pero es diputado general y voy a hablar de política con él.
En el PP vasco han llegado a acuerdos con Bildu, de hecho, sobre autopistas en la Diputación y sobre temas puntuales en el Ayuntamiento.
Nosotros teníamos una idea para modificar el sistema de aparcamiento por hora. Dice Bildu que está de acuerdo aceptando dos enmiendas. Mi reflexión es: ¿puteo al donostiarra no mejorándolo, o trascendemos lo que nos chirría y acordemos lo que es bueno por los donostiarras? Se puede hacer política. Eso, desde algunas tertulias, lugares y líneas editoriales, convierte al PP vasco en melifluo y filoterrorista. Ese trazo grueso, mal endémico de la política, también lo superaremos. Yo escribí una carta abierta en El País días después de que ETA anunciara el cese definitivo de las armas. Tenía información, por mis contactos políticos y policiales, y mi tesis era que ETA se ha acabado. Sabía que ETA estaba muerta aunque faltara la esquela. Por eso lo escribo. Desde ciertos sitios de Madrid me respondieron que no tenía ni idea, que es una trampa y tengo síndrome de Estocolmo. El tiempo nos está dando la razón. Aznar ha dicho hace dos días: “Se ha derrotado a ETA”. Jaime Mayor Oreja ya no habla de la ofensiva de ETA que va a romper España. Ahora tendrá que reformular su teoría.
¿Mayor Oreja es el “Tea Party” del PP?
No. Es bueno que existan Mayores Orejas, porque eso demuestra que el PP es un partido vivo. A mí no me molesta que Mayor Oreja esté en el PP. Es bueno que exista, como Rodríguez Ibarra en el PSOE. Debe haber pluralidad. Lo que no tolero son los juicios de valor sobre el discrepante y menos de un compañero de partido.
Ahora entenderá a qué me refiero con lo de aquellos que se sienten los únicos demócratas.
Es que los inquisidores, y no digo que Jaime Mayor Oreja lo sea, abusan de juicios de valor en la política española. Es tener muy poca fe en la nación española pensar que se va a romper. Yo no lo creo.
Gerry Adams siempre dijo que en Irlanda del Norte libró tres guerras al mismo tiempo. La primera contra los ingleses. La segunda, contra los unionistas. Y la tercera, contra algunas de sus propias filas, y que esta siempre fue la más dura. ¿Les ha pasado algo parecido en el PP vasco en las últimas elecciones?
En cierta medida, sí. Porque yo entiendo la incomprensión o la discrepancia. Pero no acepto que se quiera tergiversar lo que opina el PP vasco para calificarnos de lo que sea. Nosotros no tenemos problemas en decir lo que pensamos. Lo hacíamos cuando nos mataban, imagina ahora. Sabemos dónde tenemos que ir. A nosotros se nos pedía estar en la trinchera con el cetme. De repente, todo aquello por lo que hemos luchado durante tantos años llega y ETA desaparece. Ahora, el reto del PP vasco es superar este umbral. Demostrar que podemos y debemos ofrecer ideas y no solo la nuca. ¿Qué pasa? Que algunos no quieren que el PP vasco salga de la trinchera. Quieren un PP enrocado en un tema. El gran cambio del PP vasco y el gran valor de Basagoiti y los que estamos con él es decir: no queremos hablar solo de ETA, sino de muchas más cosas. Queremos tener protagonismo por más temas.
¿La línea aperturista del PP vasco cuenta con la confianza de Mariano Rajoy?
Sí. Y creo que está gestionando muy bien el tema vasco. El ministro del Interior, también, aunque le hayan caído palos por hablar de reinserción. El PP vasco está haciendo un esfuerzo ímprobo por entender la situación y proponer soluciones.
Quizás eso les pasó factura en las últimas elecciones vascas, donde perdisteis tres escaños.
No. Yo creo que fue lo contrario: fuimos más presa de nuestros propios miedos.
Alguien en Euskadi, una pieza bien colocada en el engranaje del proceso de paz, me decía esta semana que la política de Rajoy es “No hago pero no entorpezco”. No doy pasos concretos pero no impido que se den.
El PP ha dicho algo impactante que ha pasado demasiado desapercibido. Que la política de dispersión se acabará cuando ETA se disuelva. Y que acogerá en procesos de reinserción a quienes abandonen el terrorismo.
¿Seguís esperando que ETA dé un paso?
Ellos siguen intentando controlar el único frente que les queda: las cárceles. Pero tienen que hacerse mayores de una vez. La realidad que viven los presos no es la verdad de la calle. Proyectan sobre ellos una ficción para tener prietas las filas. La política de dispersión no era infligir un daño, sino que la organización no controlara a los etarras. Jaime Mayor Oreja, por ejemplo, acercó al País Vasco a muchos presos.
Lucía Méndez, de El Mundo, escribió recientemente que Mayor Oreja se moría por ir a Suiza a darle la mano al jefe de ETA, y que Aznar se lo impidió.
No sé si es así, pero el pasado, pasado es. Al final, el Gobierno está ofreciendo cosas. Pero tienen que dar un paso ellos. Tienen un problema. La cultura de la violencia está demasiado interiorizada en mucha gente. Pero ya no les esperamos. La sociedad vasca ya no les espera. Su gran drama es que no les esperan. Y la puntilla definitiva se la daremos PP y PSOE cuando dejemos de hablar tanto de ellos. La izquierda abertzale siempre nos ha ganado en el ajedrez de la comunicación. Jugaban con nosotros. No tenían prisa, la revolución no tenía que ser mañana. ¿Y si cambiamos las reglas de juego? ¿Y si les decimos que no estamos jugando partida contra ellos? vamos a ponerles en esa situación. Por eso quiero el debate político con el Garitano de turno.
Puesto a desear el debate político, lo lógico sería tenerlo con Arnaldo Otegi. ¿Le parece justo que esté en la guandoca?
Sí. Yo me creo la Justicia.
Pero lo acusaron de crear una nueva Batasuna con Rafa Díez Usabiaga cuando Sortu es lo mismo, un marco político de referencia para la izquierda abertzale. ¿Tiene algún mérito Otegi en el nuevo marco sin violencia?
Arnaldo es el que lee la situación de debilidad de ETA y la necesidad de la izquierda abertzale de no desaparecer. Pero es supervivencia política, no parte de una reflexión ética sobre la violencia.
Usted apostó por acercar posturas con el PNV.
Cuando yo llegué a presidente del PP de Guipuzcoa, hace tres años, no había relación con el PNV. Lo primero que hice fue llamar a Joseba Egibar, jefe del PNV, y le dije: “Nos vemos cuando quieras. Y en el batzoki“. Nos reunimos y ¿sabes qué pasó? Nada. El militante nos decía: qué bien. El político tiene que liberar también. Tomar decisiones. La sociedad tiene menos prejuicios y está menos ideologizada de lo que nosotros nos creemos.
Usted critica la homogeneización de los políticos. Pues bienvenido a Bulgaria. España es quizás el país con los políticos menos creativos, más dependientes del aparato, listas cerradas…
Los políticos parecemos salidos de una fotocopiadora. Pero no es así. Somos seres humanos. El problema es cuando el ejercicio de la política, dentro de un partido, dentro de una organización, anula la singularidad de ese político. Pero todo depende al final de nosotros, de si queremos dejarnos homogeneizar. Probablemente es lo más cómodo, pero todos los días hay que tratar de luchar para no acomodarse.
¿Y aquí quién tiene la culpa de lo que ha ocurrido?
Aquí usamos demasiado el “yo no he sido”. Los ciudadanos culpan a los políticos. Los políticos, a otros políticos. Esos otros políticos, a los banqueros. Aquí nadie tiene responsabilidad de la situación, pero todos somos en el fondo responsables. Llevamos treinta y pocos años de democracia. Asistimos a explosiones de rabia, como el 15M, que luego se intentan manipular por algunos movimientos políticos, pero no hay una sociedad civil con conciencia crítica. En el ejercicio de la política, estamos en pañales todavía. Somos una democracia muy joven. Eso explica que no podamos comparar nuestra forma de hacer política con países más consolidados: los americanos votan al sheriff del condado, y al fiscal del distrito. Votan si se legaliza la marihuana.
No es un secreto que la gente está indignada con los políticos. Pero ustedes, ¿con quiénes están indignados?
Nosotros no podemos permitirnos el lujo de estar indignados. Sería injusto y una pérdida de tiempo. Indignado es el que sufre, el que se va a quedar en paro, el desahuciado. Como para decirle yo que estoy indignado. Sí estoy muy cabreado con ciertas cosas. Esta historia nace en sitios que no controlamos, en determinadas operaciones financieras con sede en no sé dónde; que luego se traslade a Europa y España; que se reproduzcan determinados sistemas; que aquí no pague nadie. Hay muchos responsables de la situación actual pero hay muy pocos que han pagado por ella. La gente no es iluso. La gente está dispuesta sufrir siempre que ese esfuerzo y ese sufrimiento sean compartidos. No puede haber nadie privilegiado. Y sigue habiendo determinados sectores privilegiados.
¿Cuáles?
Probablemente, los políticos todavía no han purgado lo suficiente el haber jugado con entidades financieras. Es evidente que no se han purgado responsabilidades porque algunas cajas de ahorros hayan sido juguetes en manos de ciertos políticos. Y eso ha poco equilibrado en lo que ha poco equilibrado. No es casualidad que aquellas entidades financieras con más problemas sean las de gestión pública y las que estén fuertes, las privadas. Alguien jugó a ser banquero sin serlo: los políticos de turno. Y en determinados consejos de administración de algunas cajas de ahorros primaban los criterios políticos antes que los de gestión.
¿Hay algún curso acelerado por correspondencia para pasar de político a consejero de administración? Porque son fastuosos los saltos de algunos.
Soy absolutamente refractario a eso. Yo creo que no consejo de administración no puede haber un político por muy bueno que sea porque hay un conflicto de intereses.
Ángel Acebes ganaba 163.000 euros como consejero de Bankia y presidente de la Comisión de auditorías. Dice su abogado que está imputado “de rondón”. Acebes, que hizo política como la viva imagen de la rectitud, no tenía ni idea de auditorías. Hay dos opciones: o miraba para otro lado o no sabía lo que pasaba, en cuyo caso es un ejemplo claro de panfilismo con el bolsillo lleno. Y en cualquiera de las versiones parece lógica la imputación.
El principal problema del caso de Acebes es que no es una singularidad. Es cierto también que exministros, ex altos cargos de la administración, cuando dejan su cargo, tienen una colocación más fácil que un ciudadano medio. Y tiene su explicación, en cierto modo.
Pero si no tienen preparación para ello…
Claro. Pero eso depende de la responsabilidad personal. No de los políticos como colectivo. Claro que a todos nos gustaría cobrar 163.000 euros. No conozco a nadie que no quisiera cobrar esa pasta.
¿Por qué la crisis parece menos dura en Euskadi?
No todos los sitios son iguales. Tiene un tejido empresarial sustentado en pequeñas y medianas empresas.
Cataluña también, y mire.
Sí, pero el concierto económico le da a Euskadi una capacidad de reacción y una situación de cierta comodidad que no tienen otros lugares.
¿Y eso no es bueno para Cataluña?
Sí. Lo que probablemente no sea bueno es para el sistema general. A no ser que nos carguemos este modelo de Estado, basado en la solidaridad interterritorial, en el que yo creo.
¿Me dice que Euskadi está mejor porque es más egoísta?
No. No es eso. Hay dos factores fundamentales. El tejido empresarial. La base de la economía vasca, y principalmente guipuzcoana y vizcaína, es la exportación de componentes. Aunque el mercado interior de demanda flojee, exportamos más del 80% de los bienes producidos y por lo tanto sufrimos menos. Hubo que cambiar el modelo industrial antiguo, el de los Altos Hornos, y lo hicimos con la solidaridad de todos los españoles.
Patxi López asegura que en Euskadi se han hecho menos recortes.
No, los ha habido igualmente. Una cosa es el discurso político y otra, la realidad. Se puede creer en los Reyes Magos, a mí me encantan, pero en el País Vasco ya no hay pediatras por la tarde, se cierran los ambulatorios los fines de semana, se han reducido profesores, se ha incrementado el número de alumnos por aula… Todas son decisiones unilaterales del Gobierno vasco. Si entramos en el circo de las declaraciones, entonces sí que el panorama es otro.
¿Alguien dentro del PP se creyó el programa electoral? ¿No tiene la sensación de que se sabía que no se iba a poder cumplir?
No, lo que creo es que hubo un error de cálculo. No tanto en cuanto a la gravedad de la situación, pero sí un error de cálculo de las medidas que se tenían que aplicar. Yo conozco a Rajoy algo. No mucho, pero algo. Creo que es un buen tipo, una buena persona, y no creo que sea un mentiroso patológico. Él estaba plenamente convencido de que no iba a tener que hacer las cosas que está haciendo. Por lo menos no hasta ese extremo. No cumplir el programa electoral es una frutada, para el ciudadano, para el presidente y para el partido. Y somos conscientes de ello. Porque yo sí creo que el programa electoral es un contrato no firmado. Este tinglado debería de funcionar así si nos queremos volver a creer la política. La credibilidad es muy difícil de ganar y muy fácil de perder.
Pues ahora Gobierno y oposición no tienen ninguna.
Claro. Pero nunca ha habido un presidente que haya apostado tanto su futuro propio, y el de su Gobierno, al éxito de determinadas medidas. Todas las cartas de Rajoy están echadas.
Lucía Méndez, en su libro Morder la bala, asegura que altos cargos del PP le habían reconocido que pensaban que, por llegar ellos, esto se solucionaba: aparezco yo y se abren las murallas. Eso es no tener ni idea de cómo funciona hoy la economía. Seguir en el siglo pasado.
Ha cambiado casi todo. Los políticos, como casi siempre, vamos por detrás de la sociedad. Hay un proceso de adecuación e interpretación de esa nueva realidad que se tiene que instaurar. Antes, había un cambio de Gobierno, y por ese mero cambio de hombres y siglas, se generaba un nuevo impulso. Eso se ha acabado ya. Era como cuando un equipo de fútbol no funciona y cambia al entrenador a ver si así hay un chute de ánimo. La situación económica es tan diferente del pasado, que en la tormenta eso ya no funciona. El nivel de descrédito de los políticos, el pasar de ser aquellos que iban a resolver los problemas a ser parte del problema, tras*forma completamente el ejercicio del poder.
¿Cree que los que gobiernan hoy en día pueden interpretar ese cambio de paradigma? A lo mejor es que, directamente, ni entienden el mundo de hoy, ni saben comunicar para el mundo de hoy. Los Rajoy, Arenas, Montoro, Rubalcaba, Lissavetzky, Ana Botella, Rosa Díez, Cayo Lara… poco importa el partido.
Hay una cosa bien clara: el primero que sepa entender a esa nueva sociedad que se comunica por whatsapp, vuela en low cost y que mira el mundo sin las gafas de antaño es el que se llevará el gato al agua. El que no entienda por dónde van el mundo y la política, se queda atrás
¿Se está quedando atrás el Gobierno?
No se le puede juzgar por esos parámetros porque no está haciendo política. Está intubando al enfermo. Está empezando a suministrar la medicación al enfermo.
Ese discurso esconde cierta perversión. Porque hay muchas formas de intubar. Hacerlo de una manera u otra implica ya una opción política e ideológica.
Yo sí conozco gente muy buena en política, en el Gobierno y la oposición. El político tiene que dar un titular bueno, entrar en un corte de radio acertado y que claves el mensaje en diez segundos para la televisión. No hay lugar para la reflexión interna porque se lee como una discrepancia dentro del partido. No hay espacios de diálogo. Si hago autocrítica, mi adversario la va a usar en mi contra. Igual esto es ingenuo, pero no soy orate. Sé por dónde va el mundo, aunque no me gusta. La crisis es política, de los medios de comunicación, de la sociedad, de cada uno. Es lógico responsabilizar al político, al líder. Pero seamos valientes y vayamos más allá: hagamos autocrítica y el compromiso de cada uno para cambiar las cosas. ¿Estamos haciendo todos algo para cambiar esto?
¿Por qué en este país se confunde ser conservador y de derechas?
Porque vivimos de prejuicios y un desconocimiento político brutal. Había dos bloques ideológicos, derecha e izquierda, y yo mismo estuve obligado a etiquetarme. Pero no me gustan las etiquetas. Ni soy conservador ni me siento de derechas, sino liberal. Si te autodefines de izquierdas parece que por definición eres ecologista, te gusta la igualdad, eres progay y eres un tío de querida progenitora con el que salir de copas es divertido. Eso es una gran mentira. Hay gente muy progresista adscrita a la derecha. Y gente carca en la izquierda. Eso no lo da un carnet. Eso hay que demostrarlo con los hechos. Ser liberal es tener mucha más confianza en la persona. A mí me importa poco a quién reza la gente, a quién besa y con quién se acuesta.
A mucha gente en su partido, no.
Porque el PP tiene muchas influencias. Es un gran abanico. Desde la democracia cristiana hasta gente socialdemócrata. En política también se lucha por cambiar a tu propio partido.
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Fotografía: Guadalupe de la Vallina