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Artículos de El Pais sobre como se instrumentaliza la ciencia para demostrar "cientificamente" el feminismo:
Cuidar de sus amistades es la mejor estrategia para los chimpancés
Los primates que cultivan lazos sociales se reproducen más, por lo que los investigadores creen que los beneficios de estas relaciones dan pistas sobre la evolución de la amistad en los seres humanos
Dos chimpancés del Parque Nacional de Gombe (Tanzania) se proporcionan cuidados.IAN GILBY
JAVIER SALAS
17 AGO 2021 - 17:17 CEST
Nuestros primos más cercanos entre los grandes personajes, los chimpancés y los bonobos, tomaron dos caminos evolutivos completamente opuestos a la hora de encarrilar su éxito reproductivo. Los chimpancés tomaron el espinoso trayecto de la violencia y la coacción para asegurarse la descendencia: los machos que más pegan a las hembras tienen más posibilidades de aparearse con ellas. Los bonobos siguieron la ruta de la seda: los machos no saben cuándo son fértiles las hembras, que dirigen el grupo en un matriarcado, y apuestan por aparearse mucho para mejorar sus probabilidades de tener descendencia.
Pero hay un aspecto que extrañaba a los biólogos: si el gen egoísta solo piensa en reproducirse a toda costa, en una competencia sin cuartel entre los machos, ¿por qué los chimpancés se dedican mimos, cuidados y caricias, despiojándose y acicalándose entre ellos? ¿Qué sentido evolutivo tiene afianzar amistades con quien te va a quitar la oportunidad de procrear? El primatólogo Joseph Feldblum, de la Universidad de Michigan (EE UU), explica: “Lo que cabría esperar es ver estos lazos sociales, o relaciones sociales fuertes y amistosas, solo si brindan algún tipo de beneficio a los individuos. Los machos no pasarían todo este tiempo acicalando a otros machos y renunciando a tratar de encontrar hembras o comida a menos que obtuvieran algún tipo de ganancia“.
Feldblum publica hoy un estudio en la revista científica Cell en el que pone a prueba esta idea con un resultado llamativo: los machos cultivan amistades porque les funciona. Gracias a décadas de datos recopilados en el Parque Nacional de Gombe (Tanzania) desde los tiempos de Jane Goodall, los científicos han podido analizar la descendencia que tienen aquellos machos que estrechan lazos con otros compañeros y aquellos que no lo hacen. Y obtuvieron dos resultados. El primero no es nada sorprendente, y es algo que ya se sabía: los machos que más tratan con el macho alfa de la comunidad ganan posibilidades de reproducirse. Tiene lógica: en este patriarcado, el alfa controla a las hembras y permite a sus amigos aparearse. “Hacerle la pelota al jefe no es nada nuevo”, asegura la coautora del estudio Anne Pusey, de la Universidad de Duke (EE UU), que ha pasado tres décadas organizando y digitalizando ese conjunto de datos único. Y añade: “Demostramos que siempre ha valido la pena”.
Bonobos y personas
Es decir, al contrario de lo que se sobreentiende al simplificar la perspectiva evolucionista, la estrategia victoriosa no es ser el más fuerte o agresivo, sino también ser el que más cuida sus amistades. Feldblum cree que hacen falta más estudios para entender cómo conducen al éxito estos lazos sociales. ”Puede que el potencial para formar alianzas agresivas con compañeros sea lo que ayude a los machos a acceder a oportunidades de apareamiento, y que precisamente la formación de esos vínculos reduzca la necesidad de ser agresivos con tanta frecuencia, pero aún necesitamos investigarlo”, señala.
El primatólogo se pregunta: “¿Es que si tu aliado está cerca, es más probable que te aparees con una hembra en celo, o que tener aliados a tu alrededor te protege del acoso de otros machos? ¿O es que como tu aliado te apoyará si surge un conflicto, tus niveles de estrés son más bajos y puedes dedicar más energía a los esfuerzos de apareamiento?”, se pregunta el primatólogo. Es la primera vez que se estudia cómo influye la sociabilidad en la capacidad de reproducirse en machos, señalan los investigadores, porque esta perspectiva siempre se aplicó únicamente a las hembras.
Los investigadores creen que tener una idea más clara de los beneficios de estas relaciones sociales en los chimpancés proporciona pistas sobre la evolución de la amistad en los seres humanos, como explica Ian Gilby, autor principal del estudio. “Junto con los bonobos, los chimpancés son nuestros parientes vivos más cercanos y nos ayudan a identificar qué características de la vida social humana son únicas. Este estudio sugiere que los lazos fuertes entre los machos tienen raíces evolutivas profundas y proporcionaron la base para las relaciones más complejas que vemos en los humanos“, asegura Gilby, de la Universidad Estatal de Arizona, en una nota de prensa. Y añade: “Esta investigación también resalta el valor de estudios a largo plazo como estos, que son esenciales para comprender la biología de una especie que vive durante muchas décadas y se reproduce lentamente”.
‘Flora’, la bonoba que se enfrentó a un leopardo para impresionar a la jefa
Un grupo de primatólogos observa por primera vez a este pacífico pariente de los chimpancés en una escaramuza inédita con el peligroso felino
Instante del vídeo en el que el leopardo amenaza con sus colmillos a la bonoba 'Flora'.
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JAVIER SALAS
28 MAY 2021 - 11:00 CEST
La bonoba Flora ascendió por el árbol hasta acercarse peligrosamente al leopardo que amenazaba al grupo desde lo alto. Flora golpeó las ramas cercanas y trató de espantar al depredador, que respondió mostrando amenazante sus blancos colmillos. El encontronazo entre la comunidad de bonobos y el leopardo, el primero que se describe, pudo ser grabado fugazmente por los primatólogos que observan a este grupo en la República Democrática del Congo. Un único enfrentamiento que, sin embargo, ofrece algunas claves sobre cómo es la vida en una comunidad de bonobos, estos matriarcados por lo general pacíficos, tan distintos de sus parientes los chimpancés, patriarcales y más violentos.
El grupo que observó el encuentro estaba liderado por la científica Barbara Fruth, del Instituto Max Planck de Comportamiento Animal, que considera que este hito al que asistieron —cuyos detalles han publicado en la revista Primates— abre más preguntas de las que resuelve, aunque también aporta lecturas inesperadas. Por ejemplo, que todos los bonobos se agruparan para hacer frente a la amenaza real del leopardo (ya que hay registros de leopardos que se han comido bonobos), en lugar de disolverse y huir, como cabía esperar de este animal que por lo general evita el conflicto.
Flora tomaba la delantera al hacer frente al joven leopardo, apoyada en su empuje por otros dos machos adultos. Se trata de dos bonobos de bajo rango, por carecer de madres que los respalden en este matriarcado, y probablemente trataban de impresionarla con la intención de ganarse su aprecio para un futuro apareamiento. Mientras, a escasos metros de allí, observaba tranquila la escena una de las jefas del grupo. La hembra Paula comía plácidamente hojas sin inmutarse por la presencia del leopardo. Esta fiera es una de las principales amenazas para la supervivencia de estos grandes personajes, siempre por detrás de los furtivos humanos. En algunas poblaciones de chimpancés, se considera a los leopardos responsables de casi el 40% de los casos de mortalidad de adultos.
En general, el grupo de bonobos se mostró más beligerante de lo esperado, por lo que encontraron muchas más similitudes de las que suponían entre su reacción y la que tienen los chimpancés, más guerreros. “Los bonobos tienen la reputación de ser pacíficos y podemos esperar que desaparezcan después de algunas llamadas de alarma que indiquen la detección de su enemigo. Aquí, sin embargo, invirtieron tiempo y energía para continuar acosando y exhibiendo un espíritu de lucha que angustió visiblemente al leopardo”, explica Fruth, que también es profesora de la Universidad John Moores de Liverpool.
Eso sí: reconocen en el estudio que no pueden excluir la posibilidad de que el leopardo se distrajera con la presencia de los humanos o que le hiciera replantearse el ataque; los bonobos ya están acostumbrados a los científicos, pero no el depredador. Según la primatóloga, parecía que este leopardo no podía huir, ya que todas las rutas de escape aparentaban estar bloqueadas. “No podía juzgar el peligro que emanaba de estos observadores humanos en el suelo. Imagina que había planeado un salto hacia Flora, empujándola, saltando al suelo para escapar... Incluso si supiera que los bonobos no tenían ninguna posibilidad de seguirle, ¿qué pasa con los humanos?”, reflexiona Fruth.
Cuidar de sus amistades es la mejor estrategia para los chimpancés
Los primates que cultivan lazos sociales se reproducen más, por lo que los investigadores creen que los beneficios de estas relaciones dan pistas sobre la evolución de la amistad en los seres humanos
JAVIER SALAS
17 AGO 2021 - 17:17 CEST
Nuestros primos más cercanos entre los grandes personajes, los chimpancés y los bonobos, tomaron dos caminos evolutivos completamente opuestos a la hora de encarrilar su éxito reproductivo. Los chimpancés tomaron el espinoso trayecto de la violencia y la coacción para asegurarse la descendencia: los machos que más pegan a las hembras tienen más posibilidades de aparearse con ellas. Los bonobos siguieron la ruta de la seda: los machos no saben cuándo son fértiles las hembras, que dirigen el grupo en un matriarcado, y apuestan por aparearse mucho para mejorar sus probabilidades de tener descendencia.
Pero hay un aspecto que extrañaba a los biólogos: si el gen egoísta solo piensa en reproducirse a toda costa, en una competencia sin cuartel entre los machos, ¿por qué los chimpancés se dedican mimos, cuidados y caricias, despiojándose y acicalándose entre ellos? ¿Qué sentido evolutivo tiene afianzar amistades con quien te va a quitar la oportunidad de procrear? El primatólogo Joseph Feldblum, de la Universidad de Michigan (EE UU), explica: “Lo que cabría esperar es ver estos lazos sociales, o relaciones sociales fuertes y amistosas, solo si brindan algún tipo de beneficio a los individuos. Los machos no pasarían todo este tiempo acicalando a otros machos y renunciando a tratar de encontrar hembras o comida a menos que obtuvieran algún tipo de ganancia“.
Feldblum publica hoy un estudio en la revista científica Cell en el que pone a prueba esta idea con un resultado llamativo: los machos cultivan amistades porque les funciona. Gracias a décadas de datos recopilados en el Parque Nacional de Gombe (Tanzania) desde los tiempos de Jane Goodall, los científicos han podido analizar la descendencia que tienen aquellos machos que estrechan lazos con otros compañeros y aquellos que no lo hacen. Y obtuvieron dos resultados. El primero no es nada sorprendente, y es algo que ya se sabía: los machos que más tratan con el macho alfa de la comunidad ganan posibilidades de reproducirse. Tiene lógica: en este patriarcado, el alfa controla a las hembras y permite a sus amigos aparearse. “Hacerle la pelota al jefe no es nada nuevo”, asegura la coautora del estudio Anne Pusey, de la Universidad de Duke (EE UU), que ha pasado tres décadas organizando y digitalizando ese conjunto de datos único. Y añade: “Demostramos que siempre ha valido la pena”.
Sin embargo, los científicos descubrieron que los machos que más tiempo dedican a otros machos de rango medio en la comunidad multiplican sus posibilidades de tener descendencia. Un chimpancé macho tiene un 50% más de probabilidades de tener hijos si mantiene al menos dos fuertes amistades con otros machos. Dejando al margen al alfa, el rango en la jerarquía del grupo no influye en las posibilidades de tener éxito reproductivo, sino tener muchos amigos a los que dedique tiempo y atenciones. La estrategia no es la competencia violenta, sino la colaboración con tus compañeros.“Puede que la formación de esos vínculos reduzca la necesidad de ser agresivos con tanta frecuencia”
JOSEPH FELDBLUM, UNIVERSIDAD DE MICHIGAN
Bonobos y personas
Es decir, al contrario de lo que se sobreentiende al simplificar la perspectiva evolucionista, la estrategia victoriosa no es ser el más fuerte o agresivo, sino también ser el que más cuida sus amistades. Feldblum cree que hacen falta más estudios para entender cómo conducen al éxito estos lazos sociales. ”Puede que el potencial para formar alianzas agresivas con compañeros sea lo que ayude a los machos a acceder a oportunidades de apareamiento, y que precisamente la formación de esos vínculos reduzca la necesidad de ser agresivos con tanta frecuencia, pero aún necesitamos investigarlo”, señala.
El primatólogo se pregunta: “¿Es que si tu aliado está cerca, es más probable que te aparees con una hembra en celo, o que tener aliados a tu alrededor te protege del acoso de otros machos? ¿O es que como tu aliado te apoyará si surge un conflicto, tus niveles de estrés son más bajos y puedes dedicar más energía a los esfuerzos de apareamiento?”, se pregunta el primatólogo. Es la primera vez que se estudia cómo influye la sociabilidad en la capacidad de reproducirse en machos, señalan los investigadores, porque esta perspectiva siempre se aplicó únicamente a las hembras.
Los investigadores creen que tener una idea más clara de los beneficios de estas relaciones sociales en los chimpancés proporciona pistas sobre la evolución de la amistad en los seres humanos, como explica Ian Gilby, autor principal del estudio. “Junto con los bonobos, los chimpancés son nuestros parientes vivos más cercanos y nos ayudan a identificar qué características de la vida social humana son únicas. Este estudio sugiere que los lazos fuertes entre los machos tienen raíces evolutivas profundas y proporcionaron la base para las relaciones más complejas que vemos en los humanos“, asegura Gilby, de la Universidad Estatal de Arizona, en una nota de prensa. Y añade: “Esta investigación también resalta el valor de estudios a largo plazo como estos, que son esenciales para comprender la biología de una especie que vive durante muchas décadas y se reproduce lentamente”.
‘Flora’, la bonoba que se enfrentó a un leopardo para impresionar a la jefa
Un grupo de primatólogos observa por primera vez a este pacífico pariente de los chimpancés en una escaramuza inédita con el peligroso felino
Instante del vídeo en el que el leopardo amenaza con sus colmillos a la bonoba 'Flora'.
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JAVIER SALAS
28 MAY 2021 - 11:00 CEST
La bonoba Flora ascendió por el árbol hasta acercarse peligrosamente al leopardo que amenazaba al grupo desde lo alto. Flora golpeó las ramas cercanas y trató de espantar al depredador, que respondió mostrando amenazante sus blancos colmillos. El encontronazo entre la comunidad de bonobos y el leopardo, el primero que se describe, pudo ser grabado fugazmente por los primatólogos que observan a este grupo en la República Democrática del Congo. Un único enfrentamiento que, sin embargo, ofrece algunas claves sobre cómo es la vida en una comunidad de bonobos, estos matriarcados por lo general pacíficos, tan distintos de sus parientes los chimpancés, patriarcales y más violentos.
El grupo que observó el encuentro estaba liderado por la científica Barbara Fruth, del Instituto Max Planck de Comportamiento Animal, que considera que este hito al que asistieron —cuyos detalles han publicado en la revista Primates— abre más preguntas de las que resuelve, aunque también aporta lecturas inesperadas. Por ejemplo, que todos los bonobos se agruparan para hacer frente a la amenaza real del leopardo (ya que hay registros de leopardos que se han comido bonobos), en lugar de disolverse y huir, como cabía esperar de este animal que por lo general evita el conflicto.
“La participación de una joven viajero fue inesperada, pero es algo que puede resultarle beneficioso en una sociedad dominada por hembras”, explica la primatóloga sobre el papel protagonista de Flora. Entre los bonobos, las hembras llegadas de otras comunidades suelen tener un estatus bajo dentro de la jerarquía de la comunidad. Para solucionarlo, suelen intentar buscar proximidad con hembras mayores de alto rango con las que asociarse y buscar coaliciones. Y esto es lo que pudo estar pasando aquella mañana del 17 de julio de 2020, cuando Flora corrió a defender del leopardo a su comunidad, formada por unos cincuenta individuos. La joven bonoba no se amedrentó a pesar de que el toma y daca se prolongó un par de horas, con el leopardo amenazando varias veces con atacar, saltando a por ella y espantándola.“La participación de una joven viajero fue inesperada, pero es algo que puede resultarle beneficioso en una sociedad dominada por hembras”
BARBARA FRUTH, INSTITUTO MAX PLANCK DE COMPORTAMIENTO ANIMAL
Flora tomaba la delantera al hacer frente al joven leopardo, apoyada en su empuje por otros dos machos adultos. Se trata de dos bonobos de bajo rango, por carecer de madres que los respalden en este matriarcado, y probablemente trataban de impresionarla con la intención de ganarse su aprecio para un futuro apareamiento. Mientras, a escasos metros de allí, observaba tranquila la escena una de las jefas del grupo. La hembra Paula comía plácidamente hojas sin inmutarse por la presencia del leopardo. Esta fiera es una de las principales amenazas para la supervivencia de estos grandes personajes, siempre por detrás de los furtivos humanos. En algunas poblaciones de chimpancés, se considera a los leopardos responsables de casi el 40% de los casos de mortalidad de adultos.
Fruth explica que Paula es una hembra adulta (en la cuarentena) muy especial —“es conocida por hacer lo que le plazca independientemente de la corriente principal”— de gran interés para las hembras venidas de fuera del grupo y que buscan proximidad a una de alto rango. Paula pudo saber, por su experiencia, que la situación no era tan peligrosa como aparentaba. “Yo interpretaría su comportamiento como que ella pudo haber sido consciente de que el leopardo, de alguna manera, estaba atrapado en el amaje y no era realmente peligroso dadas las endebles ramas y los individuos que lo rodeaban”, especula la primatóloga. Y de este modo, elucubra Fruth, aprovechó la situación para examinar a la joven Flora: “Pudo haberlo tomado como una prueba de idoneidad de esta hembra para la futura integración en esta comunidad”.Las bonobas viven en un matriarcado y la hembra adulta pudo haber aprovechado la situación para examinar a la joven Flora, para mejorar su integración en la comunidad
En general, el grupo de bonobos se mostró más beligerante de lo esperado, por lo que encontraron muchas más similitudes de las que suponían entre su reacción y la que tienen los chimpancés, más guerreros. “Los bonobos tienen la reputación de ser pacíficos y podemos esperar que desaparezcan después de algunas llamadas de alarma que indiquen la detección de su enemigo. Aquí, sin embargo, invirtieron tiempo y energía para continuar acosando y exhibiendo un espíritu de lucha que angustió visiblemente al leopardo”, explica Fruth, que también es profesora de la Universidad John Moores de Liverpool.
Eso sí: reconocen en el estudio que no pueden excluir la posibilidad de que el leopardo se distrajera con la presencia de los humanos o que le hiciera replantearse el ataque; los bonobos ya están acostumbrados a los científicos, pero no el depredador. Según la primatóloga, parecía que este leopardo no podía huir, ya que todas las rutas de escape aparentaban estar bloqueadas. “No podía juzgar el peligro que emanaba de estos observadores humanos en el suelo. Imagina que había planeado un salto hacia Flora, empujándola, saltando al suelo para escapar... Incluso si supiera que los bonobos no tenían ninguna posibilidad de seguirle, ¿qué pasa con los humanos?”, reflexiona Fruth.