Kuesko
Madmaxista
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El traje nuevo del emperador 'Bitcoin'
Esto del Bitcoin recuerda demasiado a las estafas de Fórum Filatélico y Afinsa. Hasta que el roto no fue lo suficientemente grande y afectó a cientos de miles de personas nadie movió un dedo.
Con las criptomonedas pasa algo parecido, puesto que las autoridades no están entrando en el fondo de la cuestión y tan solo se muestran preocupadas por la opacidad de las tras*acciones y porque pueda ser vehículo de blanqueo de dinero. El Bitcoin, y otras criptomonedas, es un problema mucho mayor y mirar hacia otro lado, seguramente por temor a parecer un carca, no resuelve nada sino que puede conducirnos a situaciones
desastrosas.
El Bitcoin no es una moneda, ya que no es generalmente aceptado como medio de pago. Por tanto, llamar criptomonedas a estos engendros tecnológicos no deja de ser un fraude en sí mismo, pues supone un engaño sobre la esencia de lo que más bien se podría calificar como un activo financiero irregular. Este apellido obedece a su extraña naturaleza, puesto que su creación no responde a la financiación de un sujeto ni tiene como origen la referencia a otro activo, sino que se emite por la generación de cadenas de bloques, es decir, por algo insondable para cualquiera y sin ningún propósito económico salvo para propiciar la existencia del propio instrumento. Todo demasiado extraño y aparentemente complejo como para no encerrar un ánimo de engañarnos. Si no podemos entender de una vez por qué existen Bitcoins no es porque seamos estúpidos, es porque alguien nos quiere tomar el pelo. ¿Se acuerdan del cuento el traje nuevo del emperador? Pues algo parecido, ya que nadie se atreve a denunciar la ridícula forma en que aparecen nuevos Bitcoins en el mercado.
Y como se vende la moto de que es una moneda que no depende de un Estado, ni está controlada por los abyectos bancos centrales, sino que es producto de la libertad, la propaganda positiva está servida y tenemos a un buen número de paletos o partes interesadas que hablan del Bitcoin como si hubieran visto al nuevo dios monetario, que además se revaloriza constantemente, debido, todo hay que decirlo, a una escasez inducida y calculada sobre su oferta que provoca una artificial burbuja de precios. Vamos, es como si el BCE pusiera en circulación euros con cuentagotas, aplicando una política monetaria ultra restrictiva, lo que dispararía la cotización del euro. Están inventado la rueda.
Ahora va a resultar que poner un banco, como institución monetaria que es, requiere de múltiples autorizaciones, garantías y aportaciones de capital, mientras que se permite que alguien genere sin explicar bien cómo nada menos que algo a lo que llama dinero y que dice que sirve como medio de pago. Mientras tanto, las autoridades están preocupadas por saber quién compra, vende y usa ese dinero, sin reparar en que el dinero es monopolio del banco emisor y que desde el sector privado no se pueden crear activos con esa denominación ni ese propósito de ser medios generalizados de pago, lo consigan o no. Si la bola de nieve sigue aumentando y se permiten y fomentan las criptomonedas, estaremos ante la circulación de dinero privado paralelo que puede llegar a inducir cambios monetarios sin control y quizás influir en las cotizaciones de las divisas y su poder adquisitivo.
El dinero es algo muy serio y los denostados bancos centrales ponen grandes medios y recursos en intentar, y muchas veces conseguir, la estabilidad monetaria, que es uno de los principales bienes de los que disfrutan las economías desarrolladas. ¿Podemos dejar el dinero, cualquier forma de dinero, en manos privadas sin el control que ejercen las autoridades monetarias? La respuesta es, obviamente, no, y cualquier intento de emitir un medio de pago privado que invoque su carácter de dinero debería ser inmediatamente bloqueado porque es equivalente a montar un banco sin las autorizaciones precisas y sin la supervisión que ejercen las autoridades financieras.
Por reducción al absurdo, dado que estamos en el absurdo ámbito de las criptomonedas, imaginemos un mundo en el que la moneda está permanentemente revalorizándose en los niveles que ha experimentado el Bitcoin en los últimos años. El público no querría desprenderse de una sola porque perdería el rendimiento futuro y la deflación galopante paralizaría la actividad económica. Puede que a las autoridades todo esto les haga mucha gracia y les parezca algo exótico y nadie se atreve a decir basta ya de tomaduras de pelo, no vaya a ser que le consideren una antigualla que no comprende las aportaciones de la tecnología.
La única respuesta que cabe es la prohibición explícita y total de toda tras*acción entre el sistema financiero regular y cualquier ente, entidad, empresa o persona que negocie con Bitcoins y otras criptomonedas privadas, pues lo contrario es legalizar su compraventa y alimentar la burbuja. No basta con que muchas entidades por blanqueo de dinero no realicen las tras*acciones, el público debe disponer de una posición de los Gobiernos clara sobre este tema y se debe proteger a los inversores de caer en las redes de quienes dicen crear dinero sin estar legalmente habilitados para ello.
Porque mañana, de seguir así las cosas, cuando las pérdidas alcancen a los ciudadanos podrán decir, no sin razón, por qué nadie me avisó de todos los riesgos a los que me enfrentaba y permitió que me estafaran. El Estado existe, entre otras muchas cosas, para evitar que nos estafen y la inacción, conocido el problema, no es más que complicidad culpable.
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