Bisfenol A hasta en la sopa

Latun King

Madmaxista
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Más allá de la cúpula del latún
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El bisfenol A no forma parte de la lista de los compuestos más tóxicos, pero se encuentra en numerosos envases alimentarios y existen serias dudas sobre su inocuidad. Por eso, cada vez son más las voces que piden que las autoridades sanitarias se guíen por el principio de precaución, tal y como ha hecho Francia.

Uno de los últimos estudios sobre este elemento revela que la orina de las personas que consumen sopa de lata con frecuencia contiene una concentración de bisfenol A muy superior a la de quienes toman caldo casero.

Realizada con un número reducido de voluntarios y publicada hace unos días en 'The Journal of the American Medical Association' ('JAMA'), la investigación pone de relieve que la cubierta interior de las conservas puede mezclarse con el alimento y entrar en contacto con el organismo. ¿Eso implica un riesgo para la salud? Este trabajo no responde a esa pregunta, pero otros sí lo han hecho. El debate no está cerrado, aunque en los últimos meses se han producido novedades importantes.

La principal noticia es que Francia se ha convertido en el país pionero en la lucha contra el ubicuo compuesto químico. El pasado 12 de octubre la Asamblea Nacional gala aprobó su prohibición en cualquier envase alimentario a partir del 1 de enero de 2014, iniciativa que supone una ampliación de la actual normativa europea.

Desde junio de este año, ningún biberón de la UE podrá contener bisfenol A. La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, según sus siglas en inglés) considera que la población infantil merece una especial protección, pero estima que no existe ninguna evidencia científica de que la presencia de la sustancia en contenedores de plástico destinados a consumidores adultos suponga un riesgo para la salud.

Los políticos franceses no están de acuerdo con la EFSA y fundamentan su decisión de ir un paso más allá en dos informes elaborados por la Agencia Francesa de Seguridad y Salud Alimentaria, Ambiental y Ocupacional (Anses, según sus siglas en francés). El primero de ellos repasa los riesgos para la salud. En animales se ha probado que el bisfenol A tiene efectos en la reproducción, las glándulas mamarias, el metabolismo, el cerebro y el comportamiento.

En humanos, las evidencias científicas son más débiles, pero hay estudios que permiten albergar sospechas fundadas de que afecta a la reproducción y al metabolismo de los azúcares y las grasas y está relacionado con las enfermedades cardiovasculares. Todos los efectos citados se han observado incluso con niveles bajos de exposición, por debajo de los límites establecidos por la UE.

Estos peligros se deben a que se trata de un disruptor endocrino, es decir, una sustancia química que interfiere en el funcionamiento de las glándulas endocrinas, que son los órganos responsables de la secreción de hormonas.

El segundo documento aborda los múltiples usos del compuesto en la industria alimentaria. Se utiliza para fabricar productos plásticos de policarbonato (presentes, por ejemplo, en botellas de plástico, en los envases de comida precocinada o en los recipientes de tipo 'tupper'). También se emplea en la elaboración de las resinas de epoxi que recubren algunas latas de conservas (de fabada, atún, espárragos...), evitando que el plomo y el estaño de la soldadura interior se disuelvan y entren en contacto con el alimento. La agencia francesa ha lanzado una consulta pública para encontrar compuestos alternativos que permitan reemplazar al bisfenol A.

En opinión de Nicolás Olea, catedrático de la Universidad de Granada, el conjunto de países de la UE debería tomar nota de la iniciativa francesa. "Ya existen pruebas de que el bisfenol A aumenta el riesgo de diabetes y enfermedades cardiovasculares. Lo que hace 15 años era sólo una sospecha ya cuenta con confirmación epidemiológica", asegura. Por esta razón, cree que si las autoridades esperan a obtener una mayor evidencia científica, "tal vez sea demasiado tarde".

Otro de los defensores de la prohibición es Miquel Porta, del Instituto de Investigación Hospital del Mar (IMIM) de Barcelona, quien reconoce que los estudios en humanos no son totalmente concluyentes, pero sí "suficientemente preocupantes". Según su parecer, "el bisfenol A no es agua bendita, es un disruptor endocrino" y se están produciendo múltiples llamadas de atención que deben llevar a que "la industria encuentre alternativas".

El fin del bisfenol A

Bisfenol A y diabetes:
Un componente de los plsticos podra estar relacionado con la epidemia de diabetes | elmundo.es salud
 
Además de las sopas en lata, todos los productos "alimenticios" producidos en forma industrial lo único que tienen de alimento es alimentar la cuenta bancaria del dueño de la empresa que lo produce.

Para el organismo humano son altamente dañinos, empezando por la pasteurización que genera un estado de acidosis en el organismo, que es la forma como se abren las puertas a las enfermedades.
 
Creo los pioneros en prohibirlo para su uso en biberones fueron los canadienses, demostraron que producía alteraciones irreversibles en el aparato reproductor (sobre todo en el femenino).Es alucinante que sabiendo los peligros que lleva consigo, todavía se vendan productos para niños que lo contengan. Pero estamos rodeados de plástico para envases alimentarios!!
De todos modos es sólo un compuesto químico más de la larga lista que nos tragamos todos días, y si no que se lo pregunten a los "japos"

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El bisfenol A no forma parte de la lista de los compuestos más tóxicos, pero se encuentra en numerosos envases alimentarios y existen serias dudas sobre su inocuidad. Por eso, cada vez son más las voces que piden que las autoridades sanitarias se guíen por el principio de precaución, tal y como ha hecho Francia.

Uno de los últimos estudios sobre este elemento revela que la orina de las personas que consumen sopa de lata con frecuencia contiene una concentración de bisfenol A muy superior a la de quienes toman caldo casero.

Realizada con un número reducido de voluntarios y publicada hace unos días en 'The Journal of the American Medical Association' ('JAMA'), la investigación pone de relieve que la cubierta interior de las conservas puede mezclarse con el alimento y entrar en contacto con el organismo. ¿Eso implica un riesgo para la salud? Este trabajo no responde a esa pregunta, pero otros sí lo han hecho. El debate no está cerrado, aunque en los últimos meses se han producido novedades importantes.

La principal noticia es que Francia se ha convertido en el país pionero en la lucha contra el ubicuo compuesto químico. El pasado 12 de octubre la Asamblea Nacional gala aprobó su prohibición en cualquier envase alimentario a partir del 1 de enero de 2014, iniciativa que supone una ampliación de la actual normativa europea.

Desde junio de este año, ningún biberón de la UE podrá contener bisfenol A. La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, según sus siglas en inglés) considera que la población infantil merece una especial protección, pero estima que no existe ninguna evidencia científica de que la presencia de la sustancia en contenedores de plástico destinados a consumidores adultos suponga un riesgo para la salud.

Los políticos franceses no están de acuerdo con la EFSA y fundamentan su decisión de ir un paso más allá en dos informes elaborados por la Agencia Francesa de Seguridad y Salud Alimentaria, Ambiental y Ocupacional (Anses, según sus siglas en francés). El primero de ellos repasa los riesgos para la salud. En animales se ha probado que el bisfenol A tiene efectos en la reproducción, las glándulas mamarias, el metabolismo, el cerebro y el comportamiento.

En humanos, las evidencias científicas son más débiles, pero hay estudios que permiten albergar sospechas fundadas de que afecta a la reproducción y al metabolismo de los azúcares y las grasas y está relacionado con las enfermedades cardiovasculares. Todos los efectos citados se han observado incluso con niveles bajos de exposición, por debajo de los límites establecidos por la UE.

Estos peligros se deben a que se trata de un disruptor endocrino, es decir, una sustancia química que interfiere en el funcionamiento de las glándulas endocrinas, que son los órganos responsables de la secreción de hormonas.

El segundo documento aborda los múltiples usos del compuesto en la industria alimentaria. Se utiliza para fabricar productos plásticos de policarbonato (presentes, por ejemplo, en botellas de plástico, en los envases de comida precocinada o en los recipientes de tipo 'tupper'). También se emplea en la elaboración de las resinas de epoxi que recubren algunas latas de conservas (de fabada, atún, espárragos...), evitando que el plomo y el estaño de la soldadura interior se disuelvan y entren en contacto con el alimento. La agencia francesa ha lanzado una consulta pública para encontrar compuestos alternativos que permitan reemplazar al bisfenol A.

En opinión de Nicolás Olea, catedrático de la Universidad de Granada, el conjunto de países de la UE debería tomar nota de la iniciativa francesa. "Ya existen pruebas de que el bisfenol A aumenta el riesgo de diabetes y enfermedades cardiovasculares. Lo que hace 15 años era sólo una sospecha ya cuenta con confirmación epidemiológica", asegura. Por esta razón, cree que si las autoridades esperan a obtener una mayor evidencia científica, "tal vez sea demasiado tarde".

Otro de los defensores de la prohibición es Miquel Porta, del Instituto de Investigación Hospital del Mar (IMIM) de Barcelona, quien reconoce que los estudios en humanos no son totalmente concluyentes, pero sí "suficientemente preocupantes". Según su parecer, "el bisfenol A no es agua bendita, es un disruptor endocrino" y se están produciendo múltiples llamadas de atención que deben llevar a que "la industria encuentre alternativas".

El fin del bisfenol A

Bisfenol A y diabetes:
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Ahora todo el mundo al comprar biberones pide que no contengan bisfenol, y estan triunfando los de PP, mientras que el agua con que se llenan esta enbotellada en PET -que contiene bisfenol-

Vamos, lo de siempre...
 
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