Me gustaría compartir con vosotros la historia de Bernardino de Mendoza, un espía y soldado que sirvió a Felipe II a finales del Siglo XVI que me gustó bastante.
Bernardino de Mendoza (1541-1604)
Fue Embajador de Felipe II en las Cortes de París y Londres. Durante el desarrollo de su labor dirigió una importante red de espías al servicio del Rey y proporcionó fondos para varias conspiraciones favorables a los intereses de Felipe II. Los manuales militares que Bernardino escribiera con clara prosa fueron traducidos a varios idiomas y son fuente de información para los estudiosos de la época.
Bernardino nació en Guadalajara hacia 1541. Para desdicha de los estudiosos no fue el único Bernardino (hay abundantes confusiones en algunos textos) que la amplia familia Mendoza tuvo en esos años, aunque si es el que más aparece en los libros de los historiadores extranjeros dedicados a la segunda mitad del reinado de Felipe II. Era hijo del tercer Conde de Coruña y Vizconde de Torija (quien tuvo 19 hijos). Tras licenciarse en 1556 en el Colegio de San Ildefonso de Alcalá pasa a combatir en el norte de Africa y Malta.
En 1567 acompaña al Duque de Alba a Flandes y se distingue como capitán de caballería. Alumno militar de Alba, participa en acciones como el sitio de Mons, un ataque nocturno ("encamisada"), marcha como embajador de Alba a Madrid y de vuelta a Flandes decide con su caballería la batalla de Mook. El sucesor de Alba (Luis de Requessens) le envía a Inglaterra por primera vez (1574) para obtener permiso para que los barcos españoles se refugien en puertos ingleses. Desde 1576 es Caballero de Santiago y en 1577 comenzará su carrera como diplomático al ser nombrado embajador en Inglaterra. Fruto de estos diez años como militar será su conocida "Comentario de los sucesos acaecidos en la Guerra de los Países Bajos" (París, 1591) y su "Theoría y Práctica de la Guerra" (Madrid, 1595), manual militar dónde afirma que "el triunfo será de quien posea el último escudo", como buen conocedor de los repetidos motines por falta de pagos del ejército de Flandes.
A partir de este 1577 Bernardino entra en la Historia. Otros Mendozas como Francisco (el Almirante de Aragón, hijo del tercer marqués de Mondéjar) o Rodrigo (el segundo duque de Pastrana) lucharían o morirían en Flandes. Pero sólo Bernardino se encuentra en los libros que sobre este periodo de Francia e Inglaterra se escriben y pasa a ser mas conocido por los historiadores extranjeros (Braudel, Kamen, Parker, Grimberg o Mattigly) que por los españoles (con excepciones, como Layna o Fernández Alvarez). Seguro que alguno recuerda a Claude Rains interpretando al sibilino y malicioso embajador español ante Isabel I en la película protagonizada por Errol Flynn.
La situación entre España e Inglaterra merece una breve explicación. Felipe II había sido rey consorte de Inglaterra y residido allí dos largas temporadas con su esposa católica María Tudor. Ahora la reina era su cuñada Isabel I, pero ésta era partidaria de la Iglesia de Inglaterra y de la Reforma. De hecho llegaría Isabel a mandar un pequeño ejército en ayuda de los holandeses, y alentó los ataques contra las colonias y barcos españoles. Diego Guzmán de Silva o el catalán Gerau de Spés habían precedido a Bernardino como embajadores, siendo Guzmán expulsado por su participación en una conspiración contra Isabel, pues había estado presente en las conjuras de 1569 y 1571. De hecho, cuando detenían "a alguien por razones políticas lo primero que le preguntan es si ha mantenido contacto conmigo", escribe el embajador español.
Bernardino era partidario de que se declarase la guerra contra los luteranos dondequiera que estuviesen, y ello no le hacía el más apropiado para una misión de paz. Asimismo debía evitar el apoyo de Isabel a los rebeldes protestantes flamencos y proteger a los católicos ingleses. De lo que contamos a continuación hay amplia constancia en las cartas que intercambiara con los Idiáquez, secretarios de Felipe II.
Nuestro protagonista recaba información, distribuye sobornos y realiza labores de espionaje, recluta y dirección de espías y colaboradores, creando una red primero en Inglaterra y, más adelante, en Francia y Flandes para defender los intereses de España. Empleaba tanto agentes residentes como emisarios viajeros. Por motivo de su labor secreta, además de buscar siempre el camino más seguro para sus misivas, aunque pudieran tardar algo más en llegar el Rey (como le ocurrirá en 1587 al interceptar las postas los protestantes), buscaba lugares para esconder sus cartas (por ejemplo detrás de un espejo en 1582) y empleaba el cifrado en su correspondencia cambiando letras por signos, unas letras por otras, letras por números, pares de letras por pares de números, nombres simbólicos, etc. Entre sus éxitos mencionaremos cuando en 1578 pusiera un espia en el barco de la expedición de Martin Frobisher a Canada, cuando en 1578 mandó a D. Juan de Austria en Flandes el retrato de Radcliffe, enviado para asesinarle y pronto detenido, y finalmente cuando en 1579 informa al rey de la misiva secreta que a través de Francia le ha enviado el Sultán de Constantinopla a Isabel I.
Desde su puesto estuvo en contacto con María Estuardo (reina de Escocia expulsada de allí por sus súbditos protestantes y prisionera de Isabel), apoyaría a los católicos y a los jesuitas ingleses. En esos tiempos los jesuitas estaban estudiando profundamente la casuística de si "era o no lícito apiolar a un tirano" y fueron muy activos contra Isabel. En sus cartas sugiere cuatro vías de catolizar a Escocia, entre ellas "oleada turística" y "predicación". Asimismo sugeriría en 1579 a Felipe II el asesinato de Guillermo de Orange (de hecho no fue el único en sugerirlo, y Guillermo sería asesinado en 1585). Tuvo un sonoro altercado con la reina Isabel en 1581 indicándola que era fiel vasallo de su rey y que por nada del mundo deshonraría a la Casa de Coruña y el nombre de Mendoza. La verdad es que a la reina le costaba soportar este carácter orgulloso e intransigente, lógicamente.
Finalmente, Bernardino es llamado a la presencia del Consejo Privado de Isabel I en enero de 1584 y expulsado fulminantemente de Londres debido a su participación en la llamada "conspiración de Francis Throckmorton" junto a nobles ingleses y a María Estuardo. Cuando los ministros ingleses le advierten de que puede darse por contento con un castigo benévolo como la expulsión a pesar de que "sus maquinaciones turbaban al reino de Inglaterra", Bernardino "rezuma de soberbia e indignación e incluso ánimo de venganza" cuando escribe el 26 de enero de 1584 desde Londres a Felipe II que "me encendió la cólera", "que lo de castigarme la reina era risa para mi", "pues no le había dado satisfacción siendo ministro en la paz, me esforzaría de aquí en adelante para que la tuviese de mi en la guerra" y que "Don Bernardino de Mendoza no ha nascido para revolver reinos sino para conquistarlos". Realmente no son palabras de un embajador de paz, aunque si son palabras propias de un orgulloso miembro de la poderosa familia Mendoza. Desde entonces vivirá obsesionado por los planes que aseguren el triunfo de su fe (su "cruzada religiosa" contra los protestantes), de su rey y (asimismo) su venganza personal contra Isabel. Felipe II aprobaría la labor de su embajador escribiéndole "la respuesta que los disteis, la cual fue la que convenía y nos ha parescido muy bien" y "de que quedo yo de vos con entera satisfacción".
Nombrado en septiembre embajador en París, llega allí en noviembre de 1584 y sigue siendo considerado como un hábil y experto diplomático, con su red de espías funcionando perfectamente. Según Mattingly "muy poco de lo que pasaba en la Corte francesa, y aún al otro lado del Canal, le pasaba por alto gracias a su red de espías". En este punto debemos indicar que la nación francesa estaba dividida entre católicos y protestantes (hugonotes), se habían producido sangrientos sucesos cono la matanza de la "Noche de San Bartolomé" en 1572, y el débil rey Enrique III no tenía sucesor siendo manejado por la reina progenitora Catalina de Médicis. Este periodo se conoce como de las "Guerras de Religión" de Francia. Felipe II firma en 1585 en Joinville un tratado secreto de ayuda con los príncipes católicos de la Casa de Lorena, y Mendoza se convirtió en "tesorero de los ultracatólicos de la Santa Alianza", apoyándoles con fondos desde 1584, y financiando al posible heredero católico al trono de Francia: Enrique de Lorena, Duque de Guisa. Bernardino conversa repetidamente en privado con Catalina, establece en 1587 un convenio con los jesuitas para su apoyo a Enrique de Guisa y entrará en contacto con la parisina y católica "Junta de los Dieciséis" (que según Mattingly le consideraba su jefe natural).
En primavera de 1586 alienta desde París una conspiración contra Isabel. Felipe II le advierte de no poner nada por escrito, pero los cómplices ingleses (sobretodo Anthony Babbington) no son tan precavidos y cuando su torpeza los descubre, las pruebas se usan contra María Estuardo (siempre conspirando también contra Isabel y con "papeles peligrosos" en su poder) quien es decapitada en 1587. Días antes de morir, María Estuardo escribe a Mendoza una carta de despedida y le regala un anillo con un brillante. Aunque Bernardino escribe a Felipe II que "Isabel tuvo que guardar cama afectada por la fin de María" le indica que debido a su ejecución "ruego a Su Majestad que active en todo lo posible la empresa de Inglaterra". Felipe II se decide a atacar Inglaterra y la misión de Bernadino será asegurarse que Francia no pueda atacar a Flandes en ausencia del ejército de Alejandro Farnesio, Duque de Parma y Gobernador en Flandes, quien debería embarcar en la Armada para atacar Inglaterra.
Pare ello debería favorecer un incremento en las luchas entre el católico Enrique (Duque de Guisa), el débil rey Enrique III de Valois y el protestante Enrique de Borbón, rey de la Navarra francesa y futuro Enrique IV. Pero el ataque de Drake a Cádiz en abril de 1587 retrasa los planes de oleada turística un año. No hay pruebas concluyentes, pero coincidiendo con el retraso mencionado en la oleada turística, Guisa acepta un acuerdo "pacífico" aparentemente muy difícil de lograr poco antes con la reina progenitora Catalina de Médicis y Enrique III. ¿Casualidad o simplemente que ya no era necesaria una revolución en Francia ese verano? Los espías de Bernardino en Inglaterra y sus puertos de mar le seguían informando de los preparativos ingleses. Bernardino debe retrasar sus preparativos un año.
La Armada parte de Lisboa en 1588. Coincidiendo con ello, el 12 de mayo de 1588 Enrique de Guisa entra instigado por Bernardino en París. Allí se produce un levantamiento popular con barricadas contra las tropas de Enrique III que huye. Testigo de todo desde su habitación en la calle des Pouilles, Bernardino escribe el 25 de mayo que "quedan las cosas tan rotas (en Francia) que se podrán mal acomodar y el Rey (de Francia) imposibilitado para asistir a la de Inglaterra de ninguna manera". Mientrastanto las tropas de Farnesio mantenían controlados a los rebeldes en Flandes. Así pues Flandes y Francia no pondrían obstáculos y la Armada partió sin tener que preocuparse por ellos. Tras el presumible triunfo de la Armada el rey Enrique III de Francia debería rendirse a los intereses de la Liga Católica pero, como veremos, los hechos posteriores acabarían con estos planes.
La derrota de la Armada en julio de 1588 coincide asimismo con la destrucción de la red que Bernardino mantenía en Inglaterra. De hecho, Bernardino fue informado erróneamente y en agosto de 1588 envía un mensaje a Felipe II dando cuenta del éxito de la Armada y del "apresamiento de Drake", encendiendo una hoguera de victoria delante de su Embajada en París. En septiembre aún enviaba mensajes optimistas desde París al rey. Este "fiasco" no puede empañar totalmente su labor (se dejó llevar y dio por cierto aquello que deseaba que hubiera ocurrido) pues este mismo año había informado de los tratos secretos entre Isabel I, el futuro Enrique IV de Francia, el pretendiente al trono portugués Prior de Crato y el Sultán de jovenlandia contra Felipe II.
Una de las consecuencias de la derrota fue que el apocado Enrique III cobró valor para mandar asesinar a Enrique de Guisa el 23 de diciembre de 1588 mientras le visitaba. Según Mendoza "Guisa sólo a su propia temeridad debió su fin", pues había sido prevenido de que el rey quería matarle. Estalló la guerra civil, y Enrique III (aliado momentáneamente con Enrique de Navarra) sitiaría al rebelde París pero sería asesinado en su residencia el 1 de agosto de 1589. La guerra civil se recrudece al entrar en juego la sucesión al trono. Felipe II intenta que su hija Isabel Clara Eugenia sea proclamada reina de Francia por los católicos, al ser hija de Isabel de Valois, y esta será otra nueva misión para Bernardino. Pero podemos adelantar que el intento fracasaría pues el Parlamento de París proclamó por unanimidad la vigencia de la Ley Sálica, excluyendo a la Infanta.
En primavera de 1590, el futuro Enrique IV marcha sobre el católico París tras derrotar en Ivry a las tropas de la Liga Católica reforzadas por contingentes enviados por Alejandro Farnesio. El sitio iniciado a fines de abril llegaría tras cuatro meses a hacer conocer a París los horrores del hambre, se mataron asnos, gatos y ratas para comer. Bernardino permanece dentro de París durante este sitio en que los parisinos resistieron reforzados por pequeños contingentes valones y alemanes enviados por Alejandro Farnesio y alentados por el legado pontificio Gaetano y por el embajador Bernardino, que vuelve a emplear en este sitio los conocimientos militares que aprendió de joven en Flandes. Bernardino alienta a los defensores de París, visita repetidamente sus defensas y ayuda a los menesterosos de su propio peculio con comida y repartiendo monedas (sus famosas monedas de "medio sueldo" con las armas de España). Sus enemigos extendieron la patraña de que el pan que repartía estaba hecho con huesos en polvo de los cementerios parisinos. En suma, Bernardino está presente en todas las crónicas que los historiadores franceses dedican a este periodo de su historia. Finalmente tras recibir la orden de Felipe II, Farnesio entra en Francia en julio de 1590 y obliga a retirarse a Enrique IV que levanta el sitio en agosto. Farnesio regresa a Flandes en diciembre.
En el plano personal es muy importante indicar que ya sus cartas de 1579 Bernardino empieza a mencionar los problemas de la vista, comienza a perderla en 1583 y en 1590 era ya ciego, en pleno sitio de París. Asimismo, como los fondos de Felipe II no llegaban regularmente de su propio peculio iba solventando sus gastos, empeñándose con la casa de banqueros florentinos Martelli, especializada en 1590 en el préstamo a grandes señores. Su hacienda era administrada en España por su hermana que le enviaba los beneficios de la cosecha, prontamente gastados en su embajada.
Nuevamente Farnesio entraría en 1591 y en 1592 para actuar a favor de los católicos. Enrique IV se convertiría al catolicismo en julio de 1593, sería coronado en Chartes en febrero de 1594 y los parisinos le abrirían sus puertas el 22 de mayo de 1594 (Enrique fue el autor de la frase "París bien vale una misa"). La guarnición de 1200 valones e italianos que Felipe II tenía en París en apoyo de la Liga abandonaría la plaza con honores militares el día 24. ¡Muy pocos españoles conocen actualmente que París estuvo guardada por tropas de Felipe II y con el beneplácito de sus habitantes! Cuando en 1595 el Papa aceptaba la conversión al catolicismo y daba el perdón a Enrique IV se esfumaron definitivamente las aspiraciones de Felipe II y Francia volvería a ser rival militar de España.
Pero esto ya no afectaba a Bernardino pues vuelve por tierra a Castilla en 1591 sintiéndose exonerado de su cargo de embajador. Llega como mucho a comienzos de 1592 y compra casa en Madrid. Felipe II le nombra Trece de la Orden de Santiago (1595) y con la renta consiguiente llega al final de sus días sin agobios económicos y dedicándose a escribir y asistir a misa a diario. Muere en el convento de San Bernardo de Madrid en 1604 y es enterrado en la iglesia de Torija, dónde Juan Catalina García encontraría su lápida. Su contemporáneo Cabrera de Córdoba dice a su fin "en Madrid murió Don Bernardino de Mendoza, el ciego, que fue embajador en Francia". Sus restos desaparecerían mezclados con otros en 1936, aunque su sepultura (con una calavera esculpida) se encuentre en la Iglesia de Torija.
Fuente: Universidad Autónoma de Madrid
Otros Mendoza: el Embajador y Espia Bernardino.
Bernardino de Mendoza (1541-1604)
Fue Embajador de Felipe II en las Cortes de París y Londres. Durante el desarrollo de su labor dirigió una importante red de espías al servicio del Rey y proporcionó fondos para varias conspiraciones favorables a los intereses de Felipe II. Los manuales militares que Bernardino escribiera con clara prosa fueron traducidos a varios idiomas y son fuente de información para los estudiosos de la época.
Bernardino nació en Guadalajara hacia 1541. Para desdicha de los estudiosos no fue el único Bernardino (hay abundantes confusiones en algunos textos) que la amplia familia Mendoza tuvo en esos años, aunque si es el que más aparece en los libros de los historiadores extranjeros dedicados a la segunda mitad del reinado de Felipe II. Era hijo del tercer Conde de Coruña y Vizconde de Torija (quien tuvo 19 hijos). Tras licenciarse en 1556 en el Colegio de San Ildefonso de Alcalá pasa a combatir en el norte de Africa y Malta.
En 1567 acompaña al Duque de Alba a Flandes y se distingue como capitán de caballería. Alumno militar de Alba, participa en acciones como el sitio de Mons, un ataque nocturno ("encamisada"), marcha como embajador de Alba a Madrid y de vuelta a Flandes decide con su caballería la batalla de Mook. El sucesor de Alba (Luis de Requessens) le envía a Inglaterra por primera vez (1574) para obtener permiso para que los barcos españoles se refugien en puertos ingleses. Desde 1576 es Caballero de Santiago y en 1577 comenzará su carrera como diplomático al ser nombrado embajador en Inglaterra. Fruto de estos diez años como militar será su conocida "Comentario de los sucesos acaecidos en la Guerra de los Países Bajos" (París, 1591) y su "Theoría y Práctica de la Guerra" (Madrid, 1595), manual militar dónde afirma que "el triunfo será de quien posea el último escudo", como buen conocedor de los repetidos motines por falta de pagos del ejército de Flandes.
A partir de este 1577 Bernardino entra en la Historia. Otros Mendozas como Francisco (el Almirante de Aragón, hijo del tercer marqués de Mondéjar) o Rodrigo (el segundo duque de Pastrana) lucharían o morirían en Flandes. Pero sólo Bernardino se encuentra en los libros que sobre este periodo de Francia e Inglaterra se escriben y pasa a ser mas conocido por los historiadores extranjeros (Braudel, Kamen, Parker, Grimberg o Mattigly) que por los españoles (con excepciones, como Layna o Fernández Alvarez). Seguro que alguno recuerda a Claude Rains interpretando al sibilino y malicioso embajador español ante Isabel I en la película protagonizada por Errol Flynn.
La situación entre España e Inglaterra merece una breve explicación. Felipe II había sido rey consorte de Inglaterra y residido allí dos largas temporadas con su esposa católica María Tudor. Ahora la reina era su cuñada Isabel I, pero ésta era partidaria de la Iglesia de Inglaterra y de la Reforma. De hecho llegaría Isabel a mandar un pequeño ejército en ayuda de los holandeses, y alentó los ataques contra las colonias y barcos españoles. Diego Guzmán de Silva o el catalán Gerau de Spés habían precedido a Bernardino como embajadores, siendo Guzmán expulsado por su participación en una conspiración contra Isabel, pues había estado presente en las conjuras de 1569 y 1571. De hecho, cuando detenían "a alguien por razones políticas lo primero que le preguntan es si ha mantenido contacto conmigo", escribe el embajador español.
Bernardino era partidario de que se declarase la guerra contra los luteranos dondequiera que estuviesen, y ello no le hacía el más apropiado para una misión de paz. Asimismo debía evitar el apoyo de Isabel a los rebeldes protestantes flamencos y proteger a los católicos ingleses. De lo que contamos a continuación hay amplia constancia en las cartas que intercambiara con los Idiáquez, secretarios de Felipe II.
Nuestro protagonista recaba información, distribuye sobornos y realiza labores de espionaje, recluta y dirección de espías y colaboradores, creando una red primero en Inglaterra y, más adelante, en Francia y Flandes para defender los intereses de España. Empleaba tanto agentes residentes como emisarios viajeros. Por motivo de su labor secreta, además de buscar siempre el camino más seguro para sus misivas, aunque pudieran tardar algo más en llegar el Rey (como le ocurrirá en 1587 al interceptar las postas los protestantes), buscaba lugares para esconder sus cartas (por ejemplo detrás de un espejo en 1582) y empleaba el cifrado en su correspondencia cambiando letras por signos, unas letras por otras, letras por números, pares de letras por pares de números, nombres simbólicos, etc. Entre sus éxitos mencionaremos cuando en 1578 pusiera un espia en el barco de la expedición de Martin Frobisher a Canada, cuando en 1578 mandó a D. Juan de Austria en Flandes el retrato de Radcliffe, enviado para asesinarle y pronto detenido, y finalmente cuando en 1579 informa al rey de la misiva secreta que a través de Francia le ha enviado el Sultán de Constantinopla a Isabel I.
Desde su puesto estuvo en contacto con María Estuardo (reina de Escocia expulsada de allí por sus súbditos protestantes y prisionera de Isabel), apoyaría a los católicos y a los jesuitas ingleses. En esos tiempos los jesuitas estaban estudiando profundamente la casuística de si "era o no lícito apiolar a un tirano" y fueron muy activos contra Isabel. En sus cartas sugiere cuatro vías de catolizar a Escocia, entre ellas "oleada turística" y "predicación". Asimismo sugeriría en 1579 a Felipe II el asesinato de Guillermo de Orange (de hecho no fue el único en sugerirlo, y Guillermo sería asesinado en 1585). Tuvo un sonoro altercado con la reina Isabel en 1581 indicándola que era fiel vasallo de su rey y que por nada del mundo deshonraría a la Casa de Coruña y el nombre de Mendoza. La verdad es que a la reina le costaba soportar este carácter orgulloso e intransigente, lógicamente.
Finalmente, Bernardino es llamado a la presencia del Consejo Privado de Isabel I en enero de 1584 y expulsado fulminantemente de Londres debido a su participación en la llamada "conspiración de Francis Throckmorton" junto a nobles ingleses y a María Estuardo. Cuando los ministros ingleses le advierten de que puede darse por contento con un castigo benévolo como la expulsión a pesar de que "sus maquinaciones turbaban al reino de Inglaterra", Bernardino "rezuma de soberbia e indignación e incluso ánimo de venganza" cuando escribe el 26 de enero de 1584 desde Londres a Felipe II que "me encendió la cólera", "que lo de castigarme la reina era risa para mi", "pues no le había dado satisfacción siendo ministro en la paz, me esforzaría de aquí en adelante para que la tuviese de mi en la guerra" y que "Don Bernardino de Mendoza no ha nascido para revolver reinos sino para conquistarlos". Realmente no son palabras de un embajador de paz, aunque si son palabras propias de un orgulloso miembro de la poderosa familia Mendoza. Desde entonces vivirá obsesionado por los planes que aseguren el triunfo de su fe (su "cruzada religiosa" contra los protestantes), de su rey y (asimismo) su venganza personal contra Isabel. Felipe II aprobaría la labor de su embajador escribiéndole "la respuesta que los disteis, la cual fue la que convenía y nos ha parescido muy bien" y "de que quedo yo de vos con entera satisfacción".
Nombrado en septiembre embajador en París, llega allí en noviembre de 1584 y sigue siendo considerado como un hábil y experto diplomático, con su red de espías funcionando perfectamente. Según Mattingly "muy poco de lo que pasaba en la Corte francesa, y aún al otro lado del Canal, le pasaba por alto gracias a su red de espías". En este punto debemos indicar que la nación francesa estaba dividida entre católicos y protestantes (hugonotes), se habían producido sangrientos sucesos cono la matanza de la "Noche de San Bartolomé" en 1572, y el débil rey Enrique III no tenía sucesor siendo manejado por la reina progenitora Catalina de Médicis. Este periodo se conoce como de las "Guerras de Religión" de Francia. Felipe II firma en 1585 en Joinville un tratado secreto de ayuda con los príncipes católicos de la Casa de Lorena, y Mendoza se convirtió en "tesorero de los ultracatólicos de la Santa Alianza", apoyándoles con fondos desde 1584, y financiando al posible heredero católico al trono de Francia: Enrique de Lorena, Duque de Guisa. Bernardino conversa repetidamente en privado con Catalina, establece en 1587 un convenio con los jesuitas para su apoyo a Enrique de Guisa y entrará en contacto con la parisina y católica "Junta de los Dieciséis" (que según Mattingly le consideraba su jefe natural).
En primavera de 1586 alienta desde París una conspiración contra Isabel. Felipe II le advierte de no poner nada por escrito, pero los cómplices ingleses (sobretodo Anthony Babbington) no son tan precavidos y cuando su torpeza los descubre, las pruebas se usan contra María Estuardo (siempre conspirando también contra Isabel y con "papeles peligrosos" en su poder) quien es decapitada en 1587. Días antes de morir, María Estuardo escribe a Mendoza una carta de despedida y le regala un anillo con un brillante. Aunque Bernardino escribe a Felipe II que "Isabel tuvo que guardar cama afectada por la fin de María" le indica que debido a su ejecución "ruego a Su Majestad que active en todo lo posible la empresa de Inglaterra". Felipe II se decide a atacar Inglaterra y la misión de Bernadino será asegurarse que Francia no pueda atacar a Flandes en ausencia del ejército de Alejandro Farnesio, Duque de Parma y Gobernador en Flandes, quien debería embarcar en la Armada para atacar Inglaterra.
Pare ello debería favorecer un incremento en las luchas entre el católico Enrique (Duque de Guisa), el débil rey Enrique III de Valois y el protestante Enrique de Borbón, rey de la Navarra francesa y futuro Enrique IV. Pero el ataque de Drake a Cádiz en abril de 1587 retrasa los planes de oleada turística un año. No hay pruebas concluyentes, pero coincidiendo con el retraso mencionado en la oleada turística, Guisa acepta un acuerdo "pacífico" aparentemente muy difícil de lograr poco antes con la reina progenitora Catalina de Médicis y Enrique III. ¿Casualidad o simplemente que ya no era necesaria una revolución en Francia ese verano? Los espías de Bernardino en Inglaterra y sus puertos de mar le seguían informando de los preparativos ingleses. Bernardino debe retrasar sus preparativos un año.
La Armada parte de Lisboa en 1588. Coincidiendo con ello, el 12 de mayo de 1588 Enrique de Guisa entra instigado por Bernardino en París. Allí se produce un levantamiento popular con barricadas contra las tropas de Enrique III que huye. Testigo de todo desde su habitación en la calle des Pouilles, Bernardino escribe el 25 de mayo que "quedan las cosas tan rotas (en Francia) que se podrán mal acomodar y el Rey (de Francia) imposibilitado para asistir a la de Inglaterra de ninguna manera". Mientrastanto las tropas de Farnesio mantenían controlados a los rebeldes en Flandes. Así pues Flandes y Francia no pondrían obstáculos y la Armada partió sin tener que preocuparse por ellos. Tras el presumible triunfo de la Armada el rey Enrique III de Francia debería rendirse a los intereses de la Liga Católica pero, como veremos, los hechos posteriores acabarían con estos planes.
La derrota de la Armada en julio de 1588 coincide asimismo con la destrucción de la red que Bernardino mantenía en Inglaterra. De hecho, Bernardino fue informado erróneamente y en agosto de 1588 envía un mensaje a Felipe II dando cuenta del éxito de la Armada y del "apresamiento de Drake", encendiendo una hoguera de victoria delante de su Embajada en París. En septiembre aún enviaba mensajes optimistas desde París al rey. Este "fiasco" no puede empañar totalmente su labor (se dejó llevar y dio por cierto aquello que deseaba que hubiera ocurrido) pues este mismo año había informado de los tratos secretos entre Isabel I, el futuro Enrique IV de Francia, el pretendiente al trono portugués Prior de Crato y el Sultán de jovenlandia contra Felipe II.
Una de las consecuencias de la derrota fue que el apocado Enrique III cobró valor para mandar asesinar a Enrique de Guisa el 23 de diciembre de 1588 mientras le visitaba. Según Mendoza "Guisa sólo a su propia temeridad debió su fin", pues había sido prevenido de que el rey quería matarle. Estalló la guerra civil, y Enrique III (aliado momentáneamente con Enrique de Navarra) sitiaría al rebelde París pero sería asesinado en su residencia el 1 de agosto de 1589. La guerra civil se recrudece al entrar en juego la sucesión al trono. Felipe II intenta que su hija Isabel Clara Eugenia sea proclamada reina de Francia por los católicos, al ser hija de Isabel de Valois, y esta será otra nueva misión para Bernardino. Pero podemos adelantar que el intento fracasaría pues el Parlamento de París proclamó por unanimidad la vigencia de la Ley Sálica, excluyendo a la Infanta.
En primavera de 1590, el futuro Enrique IV marcha sobre el católico París tras derrotar en Ivry a las tropas de la Liga Católica reforzadas por contingentes enviados por Alejandro Farnesio. El sitio iniciado a fines de abril llegaría tras cuatro meses a hacer conocer a París los horrores del hambre, se mataron asnos, gatos y ratas para comer. Bernardino permanece dentro de París durante este sitio en que los parisinos resistieron reforzados por pequeños contingentes valones y alemanes enviados por Alejandro Farnesio y alentados por el legado pontificio Gaetano y por el embajador Bernardino, que vuelve a emplear en este sitio los conocimientos militares que aprendió de joven en Flandes. Bernardino alienta a los defensores de París, visita repetidamente sus defensas y ayuda a los menesterosos de su propio peculio con comida y repartiendo monedas (sus famosas monedas de "medio sueldo" con las armas de España). Sus enemigos extendieron la patraña de que el pan que repartía estaba hecho con huesos en polvo de los cementerios parisinos. En suma, Bernardino está presente en todas las crónicas que los historiadores franceses dedican a este periodo de su historia. Finalmente tras recibir la orden de Felipe II, Farnesio entra en Francia en julio de 1590 y obliga a retirarse a Enrique IV que levanta el sitio en agosto. Farnesio regresa a Flandes en diciembre.
En el plano personal es muy importante indicar que ya sus cartas de 1579 Bernardino empieza a mencionar los problemas de la vista, comienza a perderla en 1583 y en 1590 era ya ciego, en pleno sitio de París. Asimismo, como los fondos de Felipe II no llegaban regularmente de su propio peculio iba solventando sus gastos, empeñándose con la casa de banqueros florentinos Martelli, especializada en 1590 en el préstamo a grandes señores. Su hacienda era administrada en España por su hermana que le enviaba los beneficios de la cosecha, prontamente gastados en su embajada.
Nuevamente Farnesio entraría en 1591 y en 1592 para actuar a favor de los católicos. Enrique IV se convertiría al catolicismo en julio de 1593, sería coronado en Chartes en febrero de 1594 y los parisinos le abrirían sus puertas el 22 de mayo de 1594 (Enrique fue el autor de la frase "París bien vale una misa"). La guarnición de 1200 valones e italianos que Felipe II tenía en París en apoyo de la Liga abandonaría la plaza con honores militares el día 24. ¡Muy pocos españoles conocen actualmente que París estuvo guardada por tropas de Felipe II y con el beneplácito de sus habitantes! Cuando en 1595 el Papa aceptaba la conversión al catolicismo y daba el perdón a Enrique IV se esfumaron definitivamente las aspiraciones de Felipe II y Francia volvería a ser rival militar de España.
Pero esto ya no afectaba a Bernardino pues vuelve por tierra a Castilla en 1591 sintiéndose exonerado de su cargo de embajador. Llega como mucho a comienzos de 1592 y compra casa en Madrid. Felipe II le nombra Trece de la Orden de Santiago (1595) y con la renta consiguiente llega al final de sus días sin agobios económicos y dedicándose a escribir y asistir a misa a diario. Muere en el convento de San Bernardo de Madrid en 1604 y es enterrado en la iglesia de Torija, dónde Juan Catalina García encontraría su lápida. Su contemporáneo Cabrera de Córdoba dice a su fin "en Madrid murió Don Bernardino de Mendoza, el ciego, que fue embajador en Francia". Sus restos desaparecerían mezclados con otros en 1936, aunque su sepultura (con una calavera esculpida) se encuentre en la Iglesia de Torija.
Fuente: Universidad Autónoma de Madrid
Otros Mendoza: el Embajador y Espia Bernardino.