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Lonchafinista
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Otro articulito de una astuta patria random.
BEGOÑA GÓMEZ URZAIZ
Ben Affleck y el síndrome del triste divorciado
¿En qué momento pasó el hombre separado de mediana edad de encarnar las segundas oportunidades a inspirar pena y risas?
Johnny Depp, Ben Affleck, Brad Pitt o Tobey McGuire se han convertido en la cara pública de una nueva figura de la cultura popular, el triste divorciado, alguien que inspira lástima, rechazo y escarnio en distintas proporciones. El estereotipo lo encarna también el personaje de Thomas Haden Church en Divorce, la nueva serie de HBO: el rictus de estreñimiento emocional que exhibe Haden Church en prácticamente cada plano ayuda bastante.
Por contra, el protagonista de Aquí estoy, de Jonathan Safran Foer, que comete adulterio vía SMS, funciona como el reverso del alegre divorciado, que vivía confortablemente instalado en la cultura popular. Era el padre alocado que vivía en un apartamento molón, estrenaba coche nuevo y aparecía de vez en cuando en las vidas de sus hijos para trastocarlas y dejar las piezas rotas. Piezas que recogía la juiciosa, ajada pero resiliente progenitora divorciada.
Hasta hace nada, la cultura popular miraba con benevolencia al divorciado y le daba segundas oportunidades. Se la dio incluso a Tom Cruise post-Nicole Kidman pre-sofá de Oprah. ¿Y ahora? Ahora nos reímos de Tobey McGuire, que tontea con chicas de 18. Ahora vivimos en la era del meme “Ben Affleck triste”. Desde que no vive con Jennifer Garner, Internet, que siempre ha sido cruel con el pobre Batman, se refocila con las fotos de Affleck, tocado y hundido, arrastrándose por Disneylandia con sus tres hijos y suplicando con la mirada que, por favor, no utilicen su foto para ilustrar un artículo sobre la “fatiga vital a los 40”.
BEGOÑA GÓMEZ URZAIZ
Ben Affleck y el síndrome del triste divorciado
¿En qué momento pasó el hombre separado de mediana edad de encarnar las segundas oportunidades a inspirar pena y risas?
Johnny Depp, Ben Affleck, Brad Pitt o Tobey McGuire se han convertido en la cara pública de una nueva figura de la cultura popular, el triste divorciado, alguien que inspira lástima, rechazo y escarnio en distintas proporciones. El estereotipo lo encarna también el personaje de Thomas Haden Church en Divorce, la nueva serie de HBO: el rictus de estreñimiento emocional que exhibe Haden Church en prácticamente cada plano ayuda bastante.
Por contra, el protagonista de Aquí estoy, de Jonathan Safran Foer, que comete adulterio vía SMS, funciona como el reverso del alegre divorciado, que vivía confortablemente instalado en la cultura popular. Era el padre alocado que vivía en un apartamento molón, estrenaba coche nuevo y aparecía de vez en cuando en las vidas de sus hijos para trastocarlas y dejar las piezas rotas. Piezas que recogía la juiciosa, ajada pero resiliente progenitora divorciada.
Eso lo vimos en El Príncipe de Bel Air, en Las chicas Gilmore y hasta en los Power Rangers. Era Woody Allen en el 80 % de sus películas, utilizando su ganada libertad para cortejar a mujeres más jóvenes y que hablan del Zodiaco. Era Nathan Zuckerman, el divorciado en serie de Philip Roth, sangrando por la herida de sus ex, pero reincidiendo siempre, y era el padre de Elliot de E.T., al que nunca conoceremos y que debía estar visitando bares y conduciendo un deportivo mientras sus tres hijos adoptaban a un extraterrestre.Internet se refocila con las fotos de Affleck, tocado y hundido, arrastrándose por Disneylandia con sus tres hijos
Hasta hace nada, la cultura popular miraba con benevolencia al divorciado y le daba segundas oportunidades. Se la dio incluso a Tom Cruise post-Nicole Kidman pre-sofá de Oprah. ¿Y ahora? Ahora nos reímos de Tobey McGuire, que tontea con chicas de 18. Ahora vivimos en la era del meme “Ben Affleck triste”. Desde que no vive con Jennifer Garner, Internet, que siempre ha sido cruel con el pobre Batman, se refocila con las fotos de Affleck, tocado y hundido, arrastrándose por Disneylandia con sus tres hijos y suplicando con la mirada que, por favor, no utilicen su foto para ilustrar un artículo sobre la “fatiga vital a los 40”.