Azog el Profanador
Siervo de Sauron
Con la pica clavada en tierra, miles de mosqueteros en línea y la sombra de decenas de estandartes adornados con la Cruz de Borgoña. Así combatieron las tropas españolas un día de 1634 cuando batallaban -junto a una alianza católica- contra miles de soldados protestantes en la ciudad alemana de Nördlingen. Aquella jornada no sirvió de nada el título de invencible que portaba el ejército sueco, pues, a base de sangre y arrojo, se impuso el morrión hispano.Pero comencemos por el principio.
Camino hacia la guerra
Un 23 de mayo de 1618, a primera hora de la mañana, cuatro hombres salieron despedidos por una de las ventanas del Castillo de Praga. No eran unos vulgares intrusos, sino los emisarios del emperador en Bohemia, tres aristócratas de alcurnia y un escriba que los acompañaba para tomar nota de cuanto ocurriese. Lo que el escriba no podía imaginar es que aquella importante reunión iba a terminar así, con él y sus compañeros sobre un montón de estiércol, para mofa y befa de los parroquianos.
Defenestración de Praga
La noticia de la infamante expulsión no tardó en llegar a Viena, donde paraba el afrentado emperador Fernando II de Habsburgo, católico a machamartillo y persuadido de que sobre él recaía la misión histórica de detener el avance del protestantismo.
Fernando II de Habsburgo.
Este Fernando era, además, primo y aliado preferente del rey de España, Felipe III, quien, a diferencia de su padre y tocayo, era hedonista, pacífico y poco amigo de meterse en líos.
Felipe III de España.
Felipe reinaba sobre el mayor imperio que jamás había conocido el mundo. Desde la unión con Portugal, en sus dominios nunca anochecía. Los siete mares y algún continente entero como Suramérica eran de su entera propiedad; en otros, su poder era tan incontestable que nadie se atrevía a desafiarle.
Imperio español en tiempos de Felipe II
Los años de Felipe III fueron los de la llamada Pax Hispanica, apenas dos décadas en las que apenas hubo guerras en Europa porque el poder de España era tan apabullante que su sola mención disuadía a los revoltosos. La paz de los españoles acabó bruscamente aquel día de mayo de 1618. El emperador la emprendió contra los protestantes en Bohemia y, poco a poco, fueron encendiéndose una a una todas las mechas de la discordia. La Guerra de los Treinta Años acababa de empezar.
Los católicos se las veían muy felices sabiendo que su padrino español no tardaría en socorrerles tanto en el aspecto financiero –el imperio de Fernando II estaba en la ruina– como en el militar, gracias a la cantidad y calidad de tropas que España tenía desperdigadas por media Europa.
Los protestantes por su parte,encontraron protección en Suecia, un reino reformado, que, desde el lejano norte, aspiraba a construirse un pequeño imperio a costa de los luteranos alemanes.
---------- Post added 13-sep-2014 at 23:46 ----------
La revolución militar sueca
Cuando hizo su entrada en el conflicto la Suecia de Gustavo Adolfo II,contaba con un ejército que usaba técnicas militares revolucionarias y esperaba su momento para hacerse valer en Europa. Sin duda, se acaba de despertar a un gigante dormido al que iba a costar derrotar.
Gustavo Adolfo II de Suecia
Suecia llevaba varios años perfeccionando y renovando sus técnicas militares.Gustavo Adolfo redujo la profundidad de la formación de diez a seis hileras e incrementó su poder de fuego al añadir cuatro piezas de artillería ligera por cada regimiento.Pero su revolución no se detuvo en este punto, sino que también incluyó la reorganización del ejército en nuevas unidades. Gustavo Adolfo introdujo también una nueva unidad táctica, la brigada, formada por cuatro escuadrones (o dos regimientos) en formación en forma de flecha, con el cuarto escuadrón en reserva y apoyada por nueve o más cañones.
A su vez, este interesado en el arte de la guerra realizó modificaciones en las tácticas relacionadas con la caballería. Esta solía usarse en el SXVII como una unidad móvil que, armada con pistolas, acosaba a los soldados de infantería con sus disparos para retirarse después velozmente a lomos de sus monturas.Las cargas de caballería sueca a la espada, rodilla contra rodilla, superaban en el choque a las de otras caballerías, como la alemana y la española, realizadas con pistola al trote.
No obstante, la gran tras*formación por la que pasaría a la Historia Gustavo Adolfo fue por la instauración en su ejército de la denominada doble salva. En esta táctica, «los mosqueteros se situaban en tres hileras, la primera arrodillada, la segunda cuerpo a tierra y la tercera en pie». De esta forma, se conseguía disparar dos veces más plomo sobre el enemigo que con la formación clásica y, en palabras de los expertos de la época, minar además la jovenlandesal de los enemigos.
Tercio napolitano de Torralto rechazando a la caballería sueca en Nördlingen
Mosqueteros suecos.
Caballeria sueca.
---------- Post added 13-sep-2014 at 23:53 ----------
Los Suecos invaden Alemania.
Sin vacilar,el monarca sueco se dispuso a avanzar sobre Alemania, lugar en el que desembarcó en 1630. A partir de ese momento su moderno ejército no encontró rival y, como se esperaba, contó todas sus batallas por victorias. De hecho, tal era su reputación militar que Suecia pronto recibió la ayuda de Francia e hizo pactos con el ducado de Sajonia-Weimar.
Ni siquiera la fin de Gustavo Adolfo en una de las contiendas detuvo el avance del ejército sueco, ávido ahora de acabar con las fuerzas del Sacro Imperio Romano Germánico y sus aliados, entre los que se encontraba España.
La ofensiva sueca, acaudillada en persona por su rey, Gustavo II Adolfo, fue rápida y vigorosa. En pocos años se adueñaron de todo el norte de Alemania, aseguraron la línea del Oder manteniendo a raya a polacos y lituanos y descendieron por el valle del Elba hasta la misma Baviera, corazón de la Alemania católica.
Al rey de España –ya Felipe IV porque el tercero había pasado a mejor vida–, que los suecos enredasen por el Báltico le era indiferente. Otra cosa es que se plantasen en el mismo lago Constanza, donde operaba una escuadrilla española, a un paso de los puertos alpinos y del llamado Camino Español, una ruta que iba de Holanda al Milanesado y por la que el rey trasegaba tropas, dineros y mercancías.
Camino español.Esta ruta comunicaba los territorios del imperio español en Europa
Un tercio español se dirige al frente a través del camino español.
Madrid consideró que era obligado decantarse con armas y dinero a favor de la Casa de Austria, no sólo por vinculación dinástica, sino también por motivaciones religiosas y políticas. Una derrota aplastante del Imperio habría dejado a España aislada en Europa.
La situación se hizo definitivamente insostenible cuando el ejército sueco, acompañado de sus aliados sajones, avanzó sobre el sur de Alemania poniendo en jaque a las tropas imperiales. Sin tiempo que perder, España comenzó a equipar con picas y mosquetes a sus tercios, había llegado la hora de combatir y derramar sangre a favor de los aliados.
Piquero de los tercios españoles
Para ello, se formó en Milán un ejército al mando del cardenal-infante Fernando de Austria, hermano del rey Felipe IV, con el objetivo de apoyar a las fuerzas imperiales de Fernando II.El ejército expedicionario que salió de Milán integraba una formidable fuerza compuesta por unos 14.000 infantes, 3.000 soldados de caballería y 500 arcabuceros montados.
---------- Post added 13-sep-2014 at 23:57 ----------
Llegada a Nördlingen
Tras partir, las huestes hispanas lograron tomar dos plazas fuertes enemigas antes de llegar a Nördlingen, una pequeña ciudad ubicada en el sur de Alemania que estaba siendo sitiada por tropas imperiales. Así, el 2 de septiembre de 1634, las fuerzas españolas se unieron a las tropas asaltantes con la intención de arrebatar el emplazamiento a los protestantes.
Mapa de Nördlingen
Sin embargo, este objetivo no sería nada fácil de realizar, pues los mandos suecos y sajones también habían desplazado sus tropas hasta Nördlingen para, de una vez por todas y a costa de todas las vidas que fueran necesarias, detener la contraofensiva católica. Aquel día se decidiría el destino de muchos soldados frente a una preciosa tierra hasta entonces virgen de fin.
Las fuerzas hispano-imperiales superaban entonces los 30.000 hombres, de los cuales unos 20.000 eran de infantería, con 32 cañones. En esa fuerza se contaban dos tercios viejos españoles, que mandaban Idiáquez y Fuenclara; cuatro napolitanos y tres de Lombardía .Además, había dos regimientos alemanes de infantería bisoños.La caballería contaba con varios miles de excelentes jinetes, croatas en su mayor parte.
Fuerzas imperiales
Por su parte, el ejército protestante –al mando de Gustav Horn y Bernardo de Sajonia-Weimar- presentó ante las fuerzas católicas un ejército de 16.300 infantes, 9.300 caballeros y 54 piezas de artillería. Podían ser menos en número, pero sus temidas y revolucionarias tácticas militares les convertían, sin duda, en unos enemigos muy difíciles de derrotar.
---------- Post added 13-sep-2014 at 23:59 ----------
Disposición de los ejércitos
Afiladas las espadas, abrillantadas las armaduras y preparados los arcabuces ahora sólo quedaba organizarse para plantar cara al rival.cuando amaneció el 6 de septiembre el ejército protestante se desplegó al noroeste, entre la ciudad de Nördlingen (ubicada a la izquierda de su flanco) y un bosque cercano que cubría el lateral derecho de su ejército.
De forma concreta, el ejército protestante se encontraba dividido en varios grupos.Avanzaba dividido en dos alas. La derecha, y más potente, al mando del general sueco Horn, con 9.000 soldados de infantería y 4.000 jinetes. La izquierda, que mandaba Bernardo de Sajonia Weimar, incluía 25 escuadrones de caballería y tres regimientos de infantería, con toda la artillería.
Frente a ellos se hallaban las tropas hispano-imperiales, que tomaron posiciones entre la colina de Albuch (delante del flanco derecho de los protestantes) y la ciudad de Nördlingen. En cuanto a su despliegue, los católicos formaron una línea dividida en tres cuerpos.
El principal ocupaba la estratégica posición de Albuch flanqueado a derecha e izquierda por 12 escuadrones de caballería. Detrás de algunos regimientos alemanes y algunos tercios italianos estaba el viejo tercio español de Martín de Idiáquez.
A su vez, el ejército imperial se completaba con las fuerzas del duque de Lorena, ubicadas a la izquierda de la colina, la caballería a las órdenes de Mathias Gallas y los jinetes ligeros de Croacia.El cuerpo de reserva, mandado por el marqués de Leganés, tenía unos 7.000 infantes y 1.500 caballos.
Camino hacia la guerra
Un 23 de mayo de 1618, a primera hora de la mañana, cuatro hombres salieron despedidos por una de las ventanas del Castillo de Praga. No eran unos vulgares intrusos, sino los emisarios del emperador en Bohemia, tres aristócratas de alcurnia y un escriba que los acompañaba para tomar nota de cuanto ocurriese. Lo que el escriba no podía imaginar es que aquella importante reunión iba a terminar así, con él y sus compañeros sobre un montón de estiércol, para mofa y befa de los parroquianos.
Defenestración de Praga
La noticia de la infamante expulsión no tardó en llegar a Viena, donde paraba el afrentado emperador Fernando II de Habsburgo, católico a machamartillo y persuadido de que sobre él recaía la misión histórica de detener el avance del protestantismo.
Fernando II de Habsburgo.
Este Fernando era, además, primo y aliado preferente del rey de España, Felipe III, quien, a diferencia de su padre y tocayo, era hedonista, pacífico y poco amigo de meterse en líos.
Felipe III de España.
Felipe reinaba sobre el mayor imperio que jamás había conocido el mundo. Desde la unión con Portugal, en sus dominios nunca anochecía. Los siete mares y algún continente entero como Suramérica eran de su entera propiedad; en otros, su poder era tan incontestable que nadie se atrevía a desafiarle.
Imperio español en tiempos de Felipe II
Los años de Felipe III fueron los de la llamada Pax Hispanica, apenas dos décadas en las que apenas hubo guerras en Europa porque el poder de España era tan apabullante que su sola mención disuadía a los revoltosos. La paz de los españoles acabó bruscamente aquel día de mayo de 1618. El emperador la emprendió contra los protestantes en Bohemia y, poco a poco, fueron encendiéndose una a una todas las mechas de la discordia. La Guerra de los Treinta Años acababa de empezar.
Los católicos se las veían muy felices sabiendo que su padrino español no tardaría en socorrerles tanto en el aspecto financiero –el imperio de Fernando II estaba en la ruina– como en el militar, gracias a la cantidad y calidad de tropas que España tenía desperdigadas por media Europa.
Los protestantes por su parte,encontraron protección en Suecia, un reino reformado, que, desde el lejano norte, aspiraba a construirse un pequeño imperio a costa de los luteranos alemanes.
---------- Post added 13-sep-2014 at 23:46 ----------
La revolución militar sueca
Cuando hizo su entrada en el conflicto la Suecia de Gustavo Adolfo II,contaba con un ejército que usaba técnicas militares revolucionarias y esperaba su momento para hacerse valer en Europa. Sin duda, se acaba de despertar a un gigante dormido al que iba a costar derrotar.
Gustavo Adolfo II de Suecia
Suecia llevaba varios años perfeccionando y renovando sus técnicas militares.Gustavo Adolfo redujo la profundidad de la formación de diez a seis hileras e incrementó su poder de fuego al añadir cuatro piezas de artillería ligera por cada regimiento.Pero su revolución no se detuvo en este punto, sino que también incluyó la reorganización del ejército en nuevas unidades. Gustavo Adolfo introdujo también una nueva unidad táctica, la brigada, formada por cuatro escuadrones (o dos regimientos) en formación en forma de flecha, con el cuarto escuadrón en reserva y apoyada por nueve o más cañones.
A su vez, este interesado en el arte de la guerra realizó modificaciones en las tácticas relacionadas con la caballería. Esta solía usarse en el SXVII como una unidad móvil que, armada con pistolas, acosaba a los soldados de infantería con sus disparos para retirarse después velozmente a lomos de sus monturas.Las cargas de caballería sueca a la espada, rodilla contra rodilla, superaban en el choque a las de otras caballerías, como la alemana y la española, realizadas con pistola al trote.
No obstante, la gran tras*formación por la que pasaría a la Historia Gustavo Adolfo fue por la instauración en su ejército de la denominada doble salva. En esta táctica, «los mosqueteros se situaban en tres hileras, la primera arrodillada, la segunda cuerpo a tierra y la tercera en pie». De esta forma, se conseguía disparar dos veces más plomo sobre el enemigo que con la formación clásica y, en palabras de los expertos de la época, minar además la jovenlandesal de los enemigos.
Tercio napolitano de Torralto rechazando a la caballería sueca en Nördlingen
Mosqueteros suecos.
Caballeria sueca.
---------- Post added 13-sep-2014 at 23:53 ----------
Los Suecos invaden Alemania.
Sin vacilar,el monarca sueco se dispuso a avanzar sobre Alemania, lugar en el que desembarcó en 1630. A partir de ese momento su moderno ejército no encontró rival y, como se esperaba, contó todas sus batallas por victorias. De hecho, tal era su reputación militar que Suecia pronto recibió la ayuda de Francia e hizo pactos con el ducado de Sajonia-Weimar.
Ni siquiera la fin de Gustavo Adolfo en una de las contiendas detuvo el avance del ejército sueco, ávido ahora de acabar con las fuerzas del Sacro Imperio Romano Germánico y sus aliados, entre los que se encontraba España.
La ofensiva sueca, acaudillada en persona por su rey, Gustavo II Adolfo, fue rápida y vigorosa. En pocos años se adueñaron de todo el norte de Alemania, aseguraron la línea del Oder manteniendo a raya a polacos y lituanos y descendieron por el valle del Elba hasta la misma Baviera, corazón de la Alemania católica.
Al rey de España –ya Felipe IV porque el tercero había pasado a mejor vida–, que los suecos enredasen por el Báltico le era indiferente. Otra cosa es que se plantasen en el mismo lago Constanza, donde operaba una escuadrilla española, a un paso de los puertos alpinos y del llamado Camino Español, una ruta que iba de Holanda al Milanesado y por la que el rey trasegaba tropas, dineros y mercancías.
Camino español.Esta ruta comunicaba los territorios del imperio español en Europa
Un tercio español se dirige al frente a través del camino español.
Madrid consideró que era obligado decantarse con armas y dinero a favor de la Casa de Austria, no sólo por vinculación dinástica, sino también por motivaciones religiosas y políticas. Una derrota aplastante del Imperio habría dejado a España aislada en Europa.
La situación se hizo definitivamente insostenible cuando el ejército sueco, acompañado de sus aliados sajones, avanzó sobre el sur de Alemania poniendo en jaque a las tropas imperiales. Sin tiempo que perder, España comenzó a equipar con picas y mosquetes a sus tercios, había llegado la hora de combatir y derramar sangre a favor de los aliados.
Piquero de los tercios españoles
Para ello, se formó en Milán un ejército al mando del cardenal-infante Fernando de Austria, hermano del rey Felipe IV, con el objetivo de apoyar a las fuerzas imperiales de Fernando II.El ejército expedicionario que salió de Milán integraba una formidable fuerza compuesta por unos 14.000 infantes, 3.000 soldados de caballería y 500 arcabuceros montados.
---------- Post added 13-sep-2014 at 23:57 ----------
Llegada a Nördlingen
Tras partir, las huestes hispanas lograron tomar dos plazas fuertes enemigas antes de llegar a Nördlingen, una pequeña ciudad ubicada en el sur de Alemania que estaba siendo sitiada por tropas imperiales. Así, el 2 de septiembre de 1634, las fuerzas españolas se unieron a las tropas asaltantes con la intención de arrebatar el emplazamiento a los protestantes.
Mapa de Nördlingen
Sin embargo, este objetivo no sería nada fácil de realizar, pues los mandos suecos y sajones también habían desplazado sus tropas hasta Nördlingen para, de una vez por todas y a costa de todas las vidas que fueran necesarias, detener la contraofensiva católica. Aquel día se decidiría el destino de muchos soldados frente a una preciosa tierra hasta entonces virgen de fin.
Las fuerzas hispano-imperiales superaban entonces los 30.000 hombres, de los cuales unos 20.000 eran de infantería, con 32 cañones. En esa fuerza se contaban dos tercios viejos españoles, que mandaban Idiáquez y Fuenclara; cuatro napolitanos y tres de Lombardía .Además, había dos regimientos alemanes de infantería bisoños.La caballería contaba con varios miles de excelentes jinetes, croatas en su mayor parte.
Fuerzas imperiales
Por su parte, el ejército protestante –al mando de Gustav Horn y Bernardo de Sajonia-Weimar- presentó ante las fuerzas católicas un ejército de 16.300 infantes, 9.300 caballeros y 54 piezas de artillería. Podían ser menos en número, pero sus temidas y revolucionarias tácticas militares les convertían, sin duda, en unos enemigos muy difíciles de derrotar.
---------- Post added 13-sep-2014 at 23:59 ----------
Disposición de los ejércitos
Afiladas las espadas, abrillantadas las armaduras y preparados los arcabuces ahora sólo quedaba organizarse para plantar cara al rival.cuando amaneció el 6 de septiembre el ejército protestante se desplegó al noroeste, entre la ciudad de Nördlingen (ubicada a la izquierda de su flanco) y un bosque cercano que cubría el lateral derecho de su ejército.
De forma concreta, el ejército protestante se encontraba dividido en varios grupos.Avanzaba dividido en dos alas. La derecha, y más potente, al mando del general sueco Horn, con 9.000 soldados de infantería y 4.000 jinetes. La izquierda, que mandaba Bernardo de Sajonia Weimar, incluía 25 escuadrones de caballería y tres regimientos de infantería, con toda la artillería.
Frente a ellos se hallaban las tropas hispano-imperiales, que tomaron posiciones entre la colina de Albuch (delante del flanco derecho de los protestantes) y la ciudad de Nördlingen. En cuanto a su despliegue, los católicos formaron una línea dividida en tres cuerpos.
El principal ocupaba la estratégica posición de Albuch flanqueado a derecha e izquierda por 12 escuadrones de caballería. Detrás de algunos regimientos alemanes y algunos tercios italianos estaba el viejo tercio español de Martín de Idiáquez.
A su vez, el ejército imperial se completaba con las fuerzas del duque de Lorena, ubicadas a la izquierda de la colina, la caballería a las órdenes de Mathias Gallas y los jinetes ligeros de Croacia.El cuerpo de reserva, mandado por el marqués de Leganés, tenía unos 7.000 infantes y 1.500 caballos.
Última edición: