Barrenderos racistas trabajan escoltados. No quieren aprender del pueblo etniano

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Los operarios de Limpieza trabajan con escolta policial en Las Viudas para evitar amenazas | El Norte de Castilla

Los operarios de Limpieza trabajan con escolta policial en Las Viudas para evitar amenazas


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Los trabajadores, que utilizan maquinaria por la acumulación de porquería, amagaron en julio con negarse a entrar en la barriada
J. Sanz
J. SANZValladolid
Jueves, 18 octubre 2018, 13:00
La laberíntica barriada de Las Viudas parece «un campo de batalla» a las pocas horas de que los operarios municipales del Servicio de Limpieza peinen sus callejuelas. Bolsas de sarama, escombros, muebles, tablas y todo tipo de desperdicios forman una tupida alfombra que obliga a los funcionarios a emplear maquinaria (barredoras y cañones de aire) cuando acuden al núcleo duro del polígono de viviendas enclavado entre la calle Ebro, el paseo de Juan Carlos I y la avenida de Segovia. Su presencia, pese a ser evidentemente necesaria para evitar un problema aún mayor de insalubridad, llegó a molestar a algunos inquilinos por el ruido que generaban y estos comenzaron a «insultar, increpar y amenazar» a los trabajadores.

La situación llegó hasta el punto de que los destinatarios de la ira de los vecinos amagaron meses atrás con negarse a entrar en la conflictiva barriada de Delicias. Así que desde el pasado mes de julio solo limpian estas calles tres días a la semana (lunes, miércoles y viernes) y en horario fijo de 8:00 a 13:00 bajo vigilancia policial para garantizar su seguridad.

Este dispositivo inédito en la historia reciente de la capital, al menos, desde la desaparición del poblado de La Esperanza hace quince años, obliga a una patrulla con dos agentes de la Policía Municipal a vigilar las calles por las que pasan los operarios de Limpieza durante las cinco horas que emplean en adecentar el núcleo duro de este polígono conformado por 780 viviendas y en el que residen más de cuatro mil personas.

Un dispositivo inédito
La atípica presencia de las patrullas, al menos, permite a los trabajadores realizar su labor «con normalidad», aunque a sabiendas de que la limpieza resulta un tanto efímera. «Los lunes, sobre todo, el barrio amanece llenó de porquería», reconocen fuentes municipales. Pero es que también en días como este miércoles, cuando tocaba el repaso general, los funcionarios se encontraron con escombros de obra tirados en una de las plazoletas, un montón de tablones y bolsas de sarama tiradas junto a unos contenedores vacíos. Eso al margen de la tradicional alfombra de envoltorios, latas y otros desperdicios tirados por cada una de sus calles.

«No hay otra forma de limpiar esto si no es con cañones de aire y barredoras, a mayores del cepillo y el cubo tradicionales», apuntan las fuentes consultadas antes de recordar que los operarios «recibían todo tipo de lindezas de los vecinos cada vez que empleaban sus herramientas de trabajo».

Así que los policías locales, que también han sido el blanco habitual de la ira de algunos residentes –cinco agentes han resultado heridos en este mismo escenario en el último mes y medio después de multar a dos vecinos–, acuden puntuales cada lunes, miércoles y viernes a su cita con los trabajadores del Servicio de Limpieza. «Estamos intentando pacificar el barrio y hemos sacado un compromiso firme de muchos vecinos de evitar confrontaciones, pero lo cierto es que necesitamos más medios para continuar con una labor imprescindible de educación y sensibilización», lamentan los mediadores de la comunidad etniana, mayoritaria en Las Viudas. Pero es que su propia sede, enclavada en el corazón de la barriada, es también objeto de pintadas e, incluso, su cubierta está repleta de todo tipo de desperdicios arrojados desde la calle.

El maltrecho polígono de viviendas, que en realidad son dos, Las Viudas y Francisco Aramburu, situada a ambos lados de la avenida de Segovia, está pendiente (desde 2001) de la materialización de un programa municipal (urbanístico y social) de regeneración de sus 130 bloques, inaugurados entre los años 1962 y 1963 y que hoy presentan un estado lamentable fruto, por un lado, de evidentes deficiencias de construcción y, por otro, de la falta de mantenimiento y el vandalismo por parte de muchos de sus propios vecinos.


Los enganches ilegales de la luz disparan el consumo y llegan a saturar el tras*formador
«Es el juego del gato y el ratón. Los operarios de la compañía eléctrica acuden al piso de turno a cortar el suministro enganchado ilegalmente y los vecinos vuelven a puentear los cables en cuando se van», apuntan fuentes policiales para referirse a la singular situación que se vive en los maltrechos bloques de viviendas de la barriada de Las Viudas, donde decenas de pisos, y no es una exageración, «carecen directamente de contadores» y muestran en el rellano los cables pelados y conectados para garantizarse el suministro eléctrico gratis.

Y el problema no es menor si se tiene en cuenta que estás viviendas, hiperventiladas en muchos bloques por la ausencia de puertas y ventanas en las zonas comunes y con gravísimos problemas de humedades y falta de aislamiento, carecen también de sistema alguno de calefacción, salvo contadas excepciones, lo que obliga a calentarlas con calefactores eléctricos. Y su uso abusivo, especialmente en el caso de los pisos que carecen de contador, «ha llegado a disparar la potencia del tras*formador subterráneo que da a servicio al barrio y ha obligado a modificarlo» con el fin de evitar posibles apagones, apuntan fuentes policiales, que inciden en que las denuncias contra los vecinos que piratean la luz «con continuas».

Esta ilegalidad está recogida en el Código Penal (artículo 255) como un delito de defraudación del fluido eléctrico, que se castiga con penas menores de multa (no de prisión) de tres a doce meses si la cuantía de lo defraudado excede de los cuatrocientos euros. El importe es aún menor por debajo de esa cantidad.


BONUS TRACK:

La rehabilitación del 29 de octubre en Valladolid se topa con amenazas y traficantes | El Norte de Castilla

La rehabilitación del 29 de octubre en Valladolid se topa con amenazas y traficantes

Los vecinos piden más intervenciones policiales y sociales y algunas empresas valoran dejar las obras por la inseguridad
J. Sanz
J. SANZ
Jueves, 19 julio 2018, 21:19
«Las obras están dando muchos problemas, pero no por la construcción en sí, sino por las continuas amenazas que están sufriendo los obreros por parte, sobre todo, de narcotraficantes y de algunos vecinos de los propios bloques molestos con los ruidos», lamenta la presidenta de la asociación de propietarios del 29 de Octubre, Sagrario Gil, quien advierte de que estos contratiempos, unidos a «algunos robos de material y actos vandálicos», están causando «importantes retrasos» en la finalización de la primera fase del proyecto de rehabilitación integral de esta barriada de Pajarillos, situada entre las calles Villabáñez, Faisán y Cigüeña, que comenzaron en junio del año pasado y que alcanzan a 23 bloques particulares (138 viviendas) y uno municipal (6). La mayoría lucen ya la nueva imagen, con un blanco por ahora inmaculado en sus de derechasdas, un zócalo gris que recorre los bajos, un portal acristalado desde la calle hasta la segunda planta y una amplia celosía metálica en la parte posterior para ocultar los tendederos.

Pero la inseguridad que reina en este eterno foco de conflicto, en el que los obreros han llegado a ser amenazados de fin por el simple hecho de «no dejar dormir al nieto de algún residente», está ralentizando las obras hasta el punto de que aún no ha comenzado el eje central de este ambicioso proyecto, como es la recuperación del antiguo colegio Santiago López, situado en el corazón del 29 de Octubre, para abrir un centro contra la exclusión social.

Reunión en el Ayuntamiento
Los representantes del barrio, a través de la asociación de vecinos La Unión, la coordinadora contra el narcotráfico y la agrupación de propietarios, trasladaron ayer tanto los problemas surgidos durante las obras como «el evidente repunte de la venta de drojas», vinculado con lo anterior, al alcalde, Óscar Puente, y a la subdelegada del Gobierno, Helena Caballero, que acudieron junto a concejales y mandos policiales a una junta local de seguridad sobre la situación, sobre todo, de la barriada del 29 de Octubre de Pajarillos y Pilarica.

Los residentes coincidieron en reclamar más «intervenciones policiales y también sociales para combatir la inseguridad y el narcotráfico desde un punto de vista más integral que incluya la lucha contra la exclusión social desde la educación», resumió la presidente de la asociación La Unión, Yolanda Matía.

Y para eso consideran fundamental la apertura del futuro centro social, «dotado con los medios suficientes», además de la intervención urbanística que en un plazo de tres años prevé alcanzar al grueso de los noventa bloques de viviendas (570) del 29 de Octubre. Siempre, claro, que las obras puedan desarrollarse con normalidad.

Fuentes policiales confirmaron que algunos constructores se están planteando, incluso, dejar los trabajos fruto de la inseguridad que sufren sus trabajadores, algunos de los cuales, incluso, se han negado a trabajar en esta barriada.

Solo en esta primera fase se han invertido más de tres millones de euros, sin coste alguno para los vecinos, para remozar los maltrechos edificios inaugurados en un lejano 18 de julio de 1964


Resumen: etnianos que no han madrugado ni para robar en su fruta vida se quejan por los ruidos y amenazan a los obreros que limpian las toneladas de cosa que dejan, o los que les arreglan gratuitamente las viviendas regaladas que destrozaron.

Qué enriquecedor todo, ¿no? Me imagino lo contentos que deben estar esos obreros o barrenderos, que madrugan para arreglar sus casas o limpiar su cosa, y encima les insultan y amenazan. Para más huevones, en el fondo esos trabajadores son paganinis de las reformas y el dispositivo policial. Personas humildes que viven muchas veces bloques de casas EXACTAMENTE IGUALES en la Rondilla u otro barrio obrero, pagando derramas para arreglar mínimamente el edificio, dolidos a impuestos, sin una fruta ayuda para libros o comedor. Y encima llegará la típica campañita de la FSG y les insultará llamándoles racistas y privilegiados opresores.
 
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