Triptolemo
Corripiendi sunt inquieti, oppressi liberandi...
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MEMORIAS DE GETXO: "BAR EL PIRAO
El Pirao”, también conocido como el “Bar de Paco” o “Paco el del Loro”, estaba situado en la calle Mayor de Areeta-Las Arenas. Su fundador fue Remigio Téllez Medina (1904-1963), natural de Béjar (Salamanca), buen profesional de la hostelería, hombre de aspecto orondo y de muy buena conversación (Ver fotografía superior).
Antes de establecerse en Areeta, trabajó de camarero en el café Nervión de Bilbao. Por aquel bar solían pasar todas las artistas de la época. Se casó con Encarnación Gil de Diego (1904-1991), “Encarna”, natural de San Martín de Lines (Santander), mujer muy trabajadora y gran aficionada a la zarzuela. Trabajó en el “Hotel Excelsior”, sito en la calle Hurtado de Amézaga de Bilbao. Allí aprendió las artes de la cocina. Ella preparaba con gran esmero sus afamadas banderillas (antxoas rellenas, champiñones rebozados, alcachofas y un largo etcétera que hacía las delicias de sus clientes).
Su único vástago, “Paco Tellez”, nacería en Bilbao. Más tarde la familia, en 1951, se trasladó a Algorta. Remigio trabajó en el Casino Algorteño, donde vivió con su familia. Hombre de gustos exquisitos, gustaba de usar pajarita. Era un gran aficionado a los toros (en la fotografía inferior se le puede ver en primera línea, primero por la izquierda).
Con sus ahorros, abrió el Bar conocido como “El Pirao” en 1950. Dicen que el apodo le venia de una de sus costumbres consistentes en que cuando tenía mucho dinero en la Caja, lo cogía y desaparecía una temporada para irse a la Rioja. Cuando preguntaban a Encarna, su esposa, por dónde andaba Remigio, ella solía contestar “..se ha pirado...” Las puertas de su establecimiento eran de tonalidad verde con cristaleras. En un hueco de las cristaleras solía colocarse su loro “Potari”.
Su bar rompía un poco con el estilo de los existentes en la zona. Entonces, los bares eran como el “Amparo”, “Ortuzar”, o el “Benito”, tipo taberna (grandes) o bien tipo café como el “Novelti”, “Cosmo” o el “Amaya” de Romo. El montó un bar sin mesas, estrecho, con la barra alargada. Eligió como modelo “El Tilo”, construido en el Arenal bilbaíno en 1910, lo que chocaba en la época.
Remigio era un gran conversador y tenía facilidad para hacer amistades. Por su establecimiento pasaron gentes de todos los extractos sociales de Areeta, con quienes mantuvo una buena relación. (En la fotografía inferior se puede ver a Paco y Encarna con uno de sus loros).
Bar siempre repleto de clientes, algún niño de la época lo bautizó como “el cuartito de los hombres”, pues nunca había mujeres. Además, todos ellos estaban en pie, con lo que la sensación de saturación era mayor. Sólo tenia una pequeña mesa pegada a la pared. En la barra del bar tenían dos ruletas, de las numeradas, en las que algunos clientes, solían jugarse las consumiciones.
Era un hombre imaginativo. Fue muy celebrada la rifa del pollo. Visto desde hoy parecerá que era una rifa poco atractiva, pero para aquella época, un pollo era un articulo casi de lujo que solo adornaba las mesas en Navidad. No debemos olvidar que corrían los años 50. Más tarde realizó sorteos de marisco.
Quizá la originalidad que más definía aquel establecimiento eran su loros. El primero de aquellos alegres animales tenia mal carácter. Se llamaba “Pedres”. Lo trajeron unos marinos de Brasil. Tenia un genio endemoniado, aunque sus malas pulgas se la sacaron algunos de los clientes: (le ataban petardos y le asustaban con el molinillo de café). Algunas veces lo llevaron a las Cortes, así que el vocabulario, no era precisamente refinado. Se defendía mordiendo a los clientes que le hacían rabiar cuando andaban despistados.
Generalmente, tenía los loros por parejas. Antes del loro que dio fama a su establecimiento, tuvo otros dos: “Macho” y “Machito”. El nombre del primero se debía a un vecino de Areeta. Dicen que se parecía al loro. El segundo, con nombre diminutivo del primero, resultó un animal muy callado, que sólo expresaba sus emociones con la televisión encendida. Echaba grandes carcajadas.
Los siguientes loros fueron “Potari” y “Pele” El más famoso fue “Potari”. Ese nombre era el de un chofer del “Garaje Vasconia”, que fue quien trajo el loro. Era cliente asiduo. Así que el plumífero parlanchín recibió el nombre de su donador. El famoso animal llegó al bar en el año 1966. El bar tenia, al igual que los existentes en toda la calle Mayor, unos plátanos de jardín o plataneros, junto a su de derechasda. Era el sitio preferido de aquellos loros. A “Potari” y “Macho” los tuvieron disecados en el bar.
“Potari” era verdaderamente lenguaraz. Hablaba sin parar, imitaba voces, incluso era capaz de imitar a las sardineras de Santurtzi, con su característico grito de !!!Sardinas!!!. Era un loro que, al igual que su dueño, gustaba ir de ronda, se piraba volando hasta lugares próximos: la vieja estación de Areeta, el Puente de Bizkaia donde disfrutaba colgado en sus tirantes, quizá admirado por la belleza del entorno. “Pele” era hincha del equipo bilbaíno, cantaba el “All Iron” (aliron) con voz clara y armoniosa, mejor que muchos hinchas del Athletic. Este loro, el único de tonalidad gris, ya que los demás eran verdes, se lo terminaría regalando Encarna, la progenitora de Paco, a Ramón Zubia.
El final de alguno de aquellos loros fue casi novelesco, “Potari” murió debido a un accidente de coche. Parece ser que un día lluvioso una clienta entro en el local. Al cerrar el paraguas, asustó al pobre animal, que estaba en la puerta. "Potari" salió volando con tal mala fortuna, que resultó atropellado por un coche. El final de “Macho” resultó más glamuroso. Murió de una borrachera un día de mucho calor. Se puso a beber en una jarra llena de vino. Aquello causo su defunción.
El hijo del matrimonio Tellez, “Paco Tellez” (1936-1999) (Ver fotografía superior), era un hombre corpulento. Fue su gran apoyo en el bar. Vivían en la calle Amistad Nº 8. Realizó los primeros estudios en las academias de D. Pablo y Bidegorri, en Algorta. Posteriormente realizaría los de Profesor Mercantil, aunque nunca llegó a ejercer. Le ofrecieron un puesto de trabajo en el Banco Bilbao de Areeta-Las Arenas, pero Paco pensó “...me voy a tener que poner traje todos los días..”, así que declinó la oferta y se dedicó al bar de sus padres. Su esposa Pilar Echeandia, nacida en Andra Mari, recuerda que solía decir “...nuestro bar era muy pobre, comparado con los de alrededor, pero venía todo el mundo...”.
Hombre con gran afición a la música, era un enamorado de la ópera. Solía mostrar orgulloso una fotografía con el tenor Alfredo Kraus. Otras de sus aficiones eran el fútbol, la pala y la natación. Para estas dos últimas demostraba una gran resistencia. Uno de sus lugares predilectos para practicar estos deportes era la playa de Arrietara-Atxabiribil (Sopelana). Verle jugar a pala causaba asombro. Pese a ser un hombre voluminoso manejaba la pala con una habilidad envidiable.
Era un autentico atleta. Pero lo que llamaba más la atención era la fuerza de sus brazadas. Incluso con mares embravecidas se adentraba en la mar con enormes olas para hacer su media hora de natación en invierno y verano. Hay que decir que su compañero fiel e inseparable, no era otro que su perro “Yaqui”, un enorme pastor alemán de tonalidad blanco.
El bar de Remigio y Paco “El Pirao” se cerro en 1991 coincidiendo con el fallecimiento de Encarna. Paco falleció en Canarias en 1999. Atrás queda el recuerdo de aquel local que tan buenos momentos hizo pasar a muchos Areneros.
El Pirao”, también conocido como el “Bar de Paco” o “Paco el del Loro”, estaba situado en la calle Mayor de Areeta-Las Arenas. Su fundador fue Remigio Téllez Medina (1904-1963), natural de Béjar (Salamanca), buen profesional de la hostelería, hombre de aspecto orondo y de muy buena conversación (Ver fotografía superior).
Antes de establecerse en Areeta, trabajó de camarero en el café Nervión de Bilbao. Por aquel bar solían pasar todas las artistas de la época. Se casó con Encarnación Gil de Diego (1904-1991), “Encarna”, natural de San Martín de Lines (Santander), mujer muy trabajadora y gran aficionada a la zarzuela. Trabajó en el “Hotel Excelsior”, sito en la calle Hurtado de Amézaga de Bilbao. Allí aprendió las artes de la cocina. Ella preparaba con gran esmero sus afamadas banderillas (antxoas rellenas, champiñones rebozados, alcachofas y un largo etcétera que hacía las delicias de sus clientes).
Su único vástago, “Paco Tellez”, nacería en Bilbao. Más tarde la familia, en 1951, se trasladó a Algorta. Remigio trabajó en el Casino Algorteño, donde vivió con su familia. Hombre de gustos exquisitos, gustaba de usar pajarita. Era un gran aficionado a los toros (en la fotografía inferior se le puede ver en primera línea, primero por la izquierda).
Con sus ahorros, abrió el Bar conocido como “El Pirao” en 1950. Dicen que el apodo le venia de una de sus costumbres consistentes en que cuando tenía mucho dinero en la Caja, lo cogía y desaparecía una temporada para irse a la Rioja. Cuando preguntaban a Encarna, su esposa, por dónde andaba Remigio, ella solía contestar “..se ha pirado...” Las puertas de su establecimiento eran de tonalidad verde con cristaleras. En un hueco de las cristaleras solía colocarse su loro “Potari”.
Su bar rompía un poco con el estilo de los existentes en la zona. Entonces, los bares eran como el “Amparo”, “Ortuzar”, o el “Benito”, tipo taberna (grandes) o bien tipo café como el “Novelti”, “Cosmo” o el “Amaya” de Romo. El montó un bar sin mesas, estrecho, con la barra alargada. Eligió como modelo “El Tilo”, construido en el Arenal bilbaíno en 1910, lo que chocaba en la época.
Remigio era un gran conversador y tenía facilidad para hacer amistades. Por su establecimiento pasaron gentes de todos los extractos sociales de Areeta, con quienes mantuvo una buena relación. (En la fotografía inferior se puede ver a Paco y Encarna con uno de sus loros).
Bar siempre repleto de clientes, algún niño de la época lo bautizó como “el cuartito de los hombres”, pues nunca había mujeres. Además, todos ellos estaban en pie, con lo que la sensación de saturación era mayor. Sólo tenia una pequeña mesa pegada a la pared. En la barra del bar tenían dos ruletas, de las numeradas, en las que algunos clientes, solían jugarse las consumiciones.
Era un hombre imaginativo. Fue muy celebrada la rifa del pollo. Visto desde hoy parecerá que era una rifa poco atractiva, pero para aquella época, un pollo era un articulo casi de lujo que solo adornaba las mesas en Navidad. No debemos olvidar que corrían los años 50. Más tarde realizó sorteos de marisco.
Quizá la originalidad que más definía aquel establecimiento eran su loros. El primero de aquellos alegres animales tenia mal carácter. Se llamaba “Pedres”. Lo trajeron unos marinos de Brasil. Tenia un genio endemoniado, aunque sus malas pulgas se la sacaron algunos de los clientes: (le ataban petardos y le asustaban con el molinillo de café). Algunas veces lo llevaron a las Cortes, así que el vocabulario, no era precisamente refinado. Se defendía mordiendo a los clientes que le hacían rabiar cuando andaban despistados.
Generalmente, tenía los loros por parejas. Antes del loro que dio fama a su establecimiento, tuvo otros dos: “Macho” y “Machito”. El nombre del primero se debía a un vecino de Areeta. Dicen que se parecía al loro. El segundo, con nombre diminutivo del primero, resultó un animal muy callado, que sólo expresaba sus emociones con la televisión encendida. Echaba grandes carcajadas.
Los siguientes loros fueron “Potari” y “Pele” El más famoso fue “Potari”. Ese nombre era el de un chofer del “Garaje Vasconia”, que fue quien trajo el loro. Era cliente asiduo. Así que el plumífero parlanchín recibió el nombre de su donador. El famoso animal llegó al bar en el año 1966. El bar tenia, al igual que los existentes en toda la calle Mayor, unos plátanos de jardín o plataneros, junto a su de derechasda. Era el sitio preferido de aquellos loros. A “Potari” y “Macho” los tuvieron disecados en el bar.
“Potari” era verdaderamente lenguaraz. Hablaba sin parar, imitaba voces, incluso era capaz de imitar a las sardineras de Santurtzi, con su característico grito de !!!Sardinas!!!. Era un loro que, al igual que su dueño, gustaba ir de ronda, se piraba volando hasta lugares próximos: la vieja estación de Areeta, el Puente de Bizkaia donde disfrutaba colgado en sus tirantes, quizá admirado por la belleza del entorno. “Pele” era hincha del equipo bilbaíno, cantaba el “All Iron” (aliron) con voz clara y armoniosa, mejor que muchos hinchas del Athletic. Este loro, el único de tonalidad gris, ya que los demás eran verdes, se lo terminaría regalando Encarna, la progenitora de Paco, a Ramón Zubia.
El final de alguno de aquellos loros fue casi novelesco, “Potari” murió debido a un accidente de coche. Parece ser que un día lluvioso una clienta entro en el local. Al cerrar el paraguas, asustó al pobre animal, que estaba en la puerta. "Potari" salió volando con tal mala fortuna, que resultó atropellado por un coche. El final de “Macho” resultó más glamuroso. Murió de una borrachera un día de mucho calor. Se puso a beber en una jarra llena de vino. Aquello causo su defunción.
El hijo del matrimonio Tellez, “Paco Tellez” (1936-1999) (Ver fotografía superior), era un hombre corpulento. Fue su gran apoyo en el bar. Vivían en la calle Amistad Nº 8. Realizó los primeros estudios en las academias de D. Pablo y Bidegorri, en Algorta. Posteriormente realizaría los de Profesor Mercantil, aunque nunca llegó a ejercer. Le ofrecieron un puesto de trabajo en el Banco Bilbao de Areeta-Las Arenas, pero Paco pensó “...me voy a tener que poner traje todos los días..”, así que declinó la oferta y se dedicó al bar de sus padres. Su esposa Pilar Echeandia, nacida en Andra Mari, recuerda que solía decir “...nuestro bar era muy pobre, comparado con los de alrededor, pero venía todo el mundo...”.
Hombre con gran afición a la música, era un enamorado de la ópera. Solía mostrar orgulloso una fotografía con el tenor Alfredo Kraus. Otras de sus aficiones eran el fútbol, la pala y la natación. Para estas dos últimas demostraba una gran resistencia. Uno de sus lugares predilectos para practicar estos deportes era la playa de Arrietara-Atxabiribil (Sopelana). Verle jugar a pala causaba asombro. Pese a ser un hombre voluminoso manejaba la pala con una habilidad envidiable.
Era un autentico atleta. Pero lo que llamaba más la atención era la fuerza de sus brazadas. Incluso con mares embravecidas se adentraba en la mar con enormes olas para hacer su media hora de natación en invierno y verano. Hay que decir que su compañero fiel e inseparable, no era otro que su perro “Yaqui”, un enorme pastor alemán de tonalidad blanco.
El bar de Remigio y Paco “El Pirao” se cerro en 1991 coincidiendo con el fallecimiento de Encarna. Paco falleció en Canarias en 1999. Atrás queda el recuerdo de aquel local que tan buenos momentos hizo pasar a muchos Areneros.