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Será en Octubre
Baltasar Garzón: “Vox está en el punto de inflexión del populismo al fascismo”
El exjuez Baltasar Garzón presenta su nuevo libro 'Los disfraces del fascismo'. Alejandro Navarro Bustamante
Alberto Ortiz
10 de junio de 2022 22:56h
Actualizado el 11/06/2022 05:30h
7
SEGUIR AL AUTOR/A
Alejado todavía de los despachos de la Audiencia Nacional, a los que dice querer volver tras el dictamen a su favor del comité de Derechos Humanos de la ONU, Baltasar Garzón (Torres, Jaén, 1955) ha dedicado los últimos meses a escribir un libro sobre el fascismo al que se enfrentó en varias ocasiones desde los tribunales, con el proceso contra el dictador chileno Augusto Pinochet y su histórica detención o los juicios contra represores de la última dictadura militar en Argentina.
El quién es quién de los tres procedimientos contra Garzón que cuestiona el comité de Naciones Unidas
SABER MÁS
En 'Los disfraces del fascismo' (Planeta), Garzón rehúsa definir el término pero aporta algunas claves y advierte del peligro de su avance en España, a través de Vox. “El Partido Popular no es consciente o no quiere ser consciente del riesgo que comporta gobernar con la extrema derecha”, censura durante una extensa conversación en la que también aborda las rémoras franquistas que aún quedan latentes en la Justicia y en la que vuelve a pedir al Gobierno que acate el dictamen de Naciones Unidas.
No hay una palabra unánime para describir este periodo de regresión democrática global. Ultraderecha, supremacismo, populismo. Usted habla de fascismo, ¿por qué?
A partir de la derrota oficial del fascismo y del nazismo en 1945, la palabra prácticamente desaparece. En algunos países incluso es perseguida y comienza a disfrazarse. Es decir, el fascismo no desaparece de la noche a la mañana. Hoy no estamos en presencia del fascismo histórico de esas dos décadas, evidentemente. Pero una de las características de los fascismos es precisamente aparecer en cada momento histórico en función de las necesidades que tiene, con cualquier vestimenta o ropaje que lo disfrace en función del estatus y de la situación. Ese disfraz se lo va quitando. Esa máscara desaparece o porque quienes lo desarrollan se la quitan a sí mismos o porque se les descubre.
Lo que yo digo es que hay que llamar a las cosas por su nombre, hay que ir a la esencia y ver qué conductas están desarrollándose. Por eso yo renuncio a definir el fascismo en mi libro. Yo lo que hago es enumerar las características que definen una conducta, una ideología o una actitud como fascista: es este supremacismo de la idea grupal, del enemigo externo o el uso de la violencia, aunque esto tiene matices.
¿Qué matices?
Por ejemplo, en la actualidad, los grupos de extrema derecha o de ultraderecha que ya participan en algunos elementos del fascismo se han dado cuenta de que la violencia no suma en una sociedad como la actual. Entonces, vas a encontrar a los movimientos de extrema derecha, de ideología fascista que rechazan la violencia pero que cuando llega el momento de la condena, no hay una condena clara, hay una comprensión. Es decir, es muy sutil y no es menor el desarrollo que hacen precisamente para generar ese disfraz o que mantenga esa apariencia democrática de grupos, personas, ideologías que no son democráticas y cuya finalidad es implosionar el sistema.
No estamos en este momento. Si a mí me preguntas: ¿usted cree que en este momento está pasando esto? Yo diría que no. ¿Qué es lo que está pasando entonces? Vamos a analizar los hechos. Vamos a analizar cuáles son los discursos, cuáles son los ataques a derechos consolidados, cuáles son los mecanismos a los que acude, cuál es la vaciedad, banalidad o contundencia de los discursos. Y entonces hagamos el análisis comparativo y nos vamos a encontrar con que hay una expansión muy preocupante en muchos países.
- El exjuez alerta en su último libro del avance de la extrema derecha y acusa al PP de ignorar, o querer ignorar, los riesgos de gobernar con Vox
- Hemeroteca — El comité de Derechos Humanos de la ONU concluye que Garzón fue inhabilitado en un “proceso arbitrario” y pide a España “una reparación efectiva”
Alberto Ortiz
10 de junio de 2022 22:56h
Actualizado el 11/06/2022 05:30h
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Alejado todavía de los despachos de la Audiencia Nacional, a los que dice querer volver tras el dictamen a su favor del comité de Derechos Humanos de la ONU, Baltasar Garzón (Torres, Jaén, 1955) ha dedicado los últimos meses a escribir un libro sobre el fascismo al que se enfrentó en varias ocasiones desde los tribunales, con el proceso contra el dictador chileno Augusto Pinochet y su histórica detención o los juicios contra represores de la última dictadura militar en Argentina.
El quién es quién de los tres procedimientos contra Garzón que cuestiona el comité de Naciones Unidas
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En 'Los disfraces del fascismo' (Planeta), Garzón rehúsa definir el término pero aporta algunas claves y advierte del peligro de su avance en España, a través de Vox. “El Partido Popular no es consciente o no quiere ser consciente del riesgo que comporta gobernar con la extrema derecha”, censura durante una extensa conversación en la que también aborda las rémoras franquistas que aún quedan latentes en la Justicia y en la que vuelve a pedir al Gobierno que acate el dictamen de Naciones Unidas.
No hay una palabra unánime para describir este periodo de regresión democrática global. Ultraderecha, supremacismo, populismo. Usted habla de fascismo, ¿por qué?
A partir de la derrota oficial del fascismo y del nazismo en 1945, la palabra prácticamente desaparece. En algunos países incluso es perseguida y comienza a disfrazarse. Es decir, el fascismo no desaparece de la noche a la mañana. Hoy no estamos en presencia del fascismo histórico de esas dos décadas, evidentemente. Pero una de las características de los fascismos es precisamente aparecer en cada momento histórico en función de las necesidades que tiene, con cualquier vestimenta o ropaje que lo disfrace en función del estatus y de la situación. Ese disfraz se lo va quitando. Esa máscara desaparece o porque quienes lo desarrollan se la quitan a sí mismos o porque se les descubre.
Lo que yo digo es que hay que llamar a las cosas por su nombre, hay que ir a la esencia y ver qué conductas están desarrollándose. Por eso yo renuncio a definir el fascismo en mi libro. Yo lo que hago es enumerar las características que definen una conducta, una ideología o una actitud como fascista: es este supremacismo de la idea grupal, del enemigo externo o el uso de la violencia, aunque esto tiene matices.
¿Qué matices?
Por ejemplo, en la actualidad, los grupos de extrema derecha o de ultraderecha que ya participan en algunos elementos del fascismo se han dado cuenta de que la violencia no suma en una sociedad como la actual. Entonces, vas a encontrar a los movimientos de extrema derecha, de ideología fascista que rechazan la violencia pero que cuando llega el momento de la condena, no hay una condena clara, hay una comprensión. Es decir, es muy sutil y no es menor el desarrollo que hacen precisamente para generar ese disfraz o que mantenga esa apariencia democrática de grupos, personas, ideologías que no son democráticas y cuya finalidad es implosionar el sistema.
No estamos en este momento. Si a mí me preguntas: ¿usted cree que en este momento está pasando esto? Yo diría que no. ¿Qué es lo que está pasando entonces? Vamos a analizar los hechos. Vamos a analizar cuáles son los discursos, cuáles son los ataques a derechos consolidados, cuáles son los mecanismos a los que acude, cuál es la vaciedad, banalidad o contundencia de los discursos. Y entonces hagamos el análisis comparativo y nos vamos a encontrar con que hay una expansión muy preocupante en muchos países.