El Reaccionario
Madmaxista
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Baleares exige el catalán para tocar en la Orquesta Sinfónica
Los violinistas, chelistas, flautistas, trompetistas y clarinetistas de Baleares que no sepan catalán ya pueden irse con la música a otra parte que no sea la Orquesta Sinfónica de las Islas Baleares.
Si la música es el lenguaje universal, el Gobierno dirigido por la socialista Francina Armengol acaba de sacar a Baleares del universo, al convocar las bases para confeccionar una bolsa de trabajo temporal en este organismo público, en las que se exige a los candidatos un nivel de catalán B2.
Se trata de una orquesta en la que, más de la mitad de sus miembros, son extranjeros, partiendo por su director, el japonés, Joji Hattori, quien además se dirige a los músicos en inglés. El otro director, el madrileño Pablo Mielgo, lo hace en castellano. Sin embargo, al contar con plaza en propiedad, esta medida no les afecta, como tampoco a los violinistas Smerald Stahiu, Gina Nicola, Jennifer Peck, Andrei Melkumov, Beth Super, Christine Schedukat o Ferenç Racz; o a los contrabajistas Martin Gregg, Josef Szafrañski, Philip Dawson o Wojciech Sobolewski, en esta ONU musical que compone desde hace lustros la Sinfónica balear.
La falta de oposiciones desde hace años hace que gran parte de la Sinfónica se alimente de un bolsín, también formado en su mayoría por extranjeros, y que en su mayoría se verán excluidos por la exigencia del catalán.
Una de ellas es la chelista rusa Ella Carberry, quien desde 2005 es convocada todos los meses una o dos meses para formar parte de la Sinfónica. Su discurso, es muy parecido al que pronuncian desde hace meses los médicos de Baleares por la misma exigencia: «Es muy raro, no sé para que se necesita el catalán para tocar el chelo, o la flauta».
También recuerda que «cualquier músico, independientemente de lo bueno que sea, o su experiencia, estará en desventaja con cualquier otro profesional que tenga el catalán».
Pero es el único paralelismo con los médicos, la convocatoria del Govern también aclara en su publicación en el Boletín Oficial de las Islas Baleares que, «excepcionalmente, si en determinadas categorías o especialidades no han quedado aspirantes con este nivel se podrá incluir en la lista final a aspirantes sin este certificado. En estos casos y siempre que el contrato que se haga sea previsiblemente superior a 18 meses, el aspirante deberá acreditar en el plazo de un año el correspondiente nivel de conocimientos de lengua catalana. En caso contrario, será causa de extinción de la relación laboral».
Carberry, de 43 años y con dos décadas, marido e hijos en las islas, formó parte de la Orquesta que acompañó a Plácido Domingo en el histórico concierto de 2009, para el que el tenor, bromea, no le exigió ningún idioma.
También se pregunta que dada la cantidad de extranjeros con los que cuenta la orquesta de forma temporal «también se podría exigir el B2 de castellano. ¿Acaso no es también una lengua oficial?».
La medida es simplemente el resultado de la recuperación del catalán que los socialistas de Baleares, en connivencia con los ecosoberanistas de Mès y Podemos, impusieron en 2016 para poder trabajar en la función pública.
Los músicos además podrán tener todavía más puntos si son capaces de acreditar, no experiencia, sino un nivel de catalán todavía más alto que el exigido. En concreto, 0,10 puntos si se trata del C1 y 0,20 si se trata del nivel máximo, el C2.
La temporada de conciertos de la Sinfónica balear en Mallorca arrancó el pasado mes de octubre y terminará en mayo tras celebrar quince concierto.
Es de suponer que a otros trabajadores temporales, los directores invitados de esta temporada, entre los que se encuentran Giuliano Carmignola, Jonathan Cohen, Leopold Hager o Krzysztof Penderecki no se les ha exigido ni se les exigirá el catalán.
Baleares exige el catal
Los violinistas, chelistas, flautistas, trompetistas y clarinetistas de Baleares que no sepan catalán ya pueden irse con la música a otra parte que no sea la Orquesta Sinfónica de las Islas Baleares.
Si la música es el lenguaje universal, el Gobierno dirigido por la socialista Francina Armengol acaba de sacar a Baleares del universo, al convocar las bases para confeccionar una bolsa de trabajo temporal en este organismo público, en las que se exige a los candidatos un nivel de catalán B2.
Se trata de una orquesta en la que, más de la mitad de sus miembros, son extranjeros, partiendo por su director, el japonés, Joji Hattori, quien además se dirige a los músicos en inglés. El otro director, el madrileño Pablo Mielgo, lo hace en castellano. Sin embargo, al contar con plaza en propiedad, esta medida no les afecta, como tampoco a los violinistas Smerald Stahiu, Gina Nicola, Jennifer Peck, Andrei Melkumov, Beth Super, Christine Schedukat o Ferenç Racz; o a los contrabajistas Martin Gregg, Josef Szafrañski, Philip Dawson o Wojciech Sobolewski, en esta ONU musical que compone desde hace lustros la Sinfónica balear.
La falta de oposiciones desde hace años hace que gran parte de la Sinfónica se alimente de un bolsín, también formado en su mayoría por extranjeros, y que en su mayoría se verán excluidos por la exigencia del catalán.
Una de ellas es la chelista rusa Ella Carberry, quien desde 2005 es convocada todos los meses una o dos meses para formar parte de la Sinfónica. Su discurso, es muy parecido al que pronuncian desde hace meses los médicos de Baleares por la misma exigencia: «Es muy raro, no sé para que se necesita el catalán para tocar el chelo, o la flauta».
También recuerda que «cualquier músico, independientemente de lo bueno que sea, o su experiencia, estará en desventaja con cualquier otro profesional que tenga el catalán».
Pero es el único paralelismo con los médicos, la convocatoria del Govern también aclara en su publicación en el Boletín Oficial de las Islas Baleares que, «excepcionalmente, si en determinadas categorías o especialidades no han quedado aspirantes con este nivel se podrá incluir en la lista final a aspirantes sin este certificado. En estos casos y siempre que el contrato que se haga sea previsiblemente superior a 18 meses, el aspirante deberá acreditar en el plazo de un año el correspondiente nivel de conocimientos de lengua catalana. En caso contrario, será causa de extinción de la relación laboral».
Carberry, de 43 años y con dos décadas, marido e hijos en las islas, formó parte de la Orquesta que acompañó a Plácido Domingo en el histórico concierto de 2009, para el que el tenor, bromea, no le exigió ningún idioma.
También se pregunta que dada la cantidad de extranjeros con los que cuenta la orquesta de forma temporal «también se podría exigir el B2 de castellano. ¿Acaso no es también una lengua oficial?».
La medida es simplemente el resultado de la recuperación del catalán que los socialistas de Baleares, en connivencia con los ecosoberanistas de Mès y Podemos, impusieron en 2016 para poder trabajar en la función pública.
Los músicos además podrán tener todavía más puntos si son capaces de acreditar, no experiencia, sino un nivel de catalán todavía más alto que el exigido. En concreto, 0,10 puntos si se trata del C1 y 0,20 si se trata del nivel máximo, el C2.
La temporada de conciertos de la Sinfónica balear en Mallorca arrancó el pasado mes de octubre y terminará en mayo tras celebrar quince concierto.
Es de suponer que a otros trabajadores temporales, los directores invitados de esta temporada, entre los que se encuentran Giuliano Carmignola, Jonathan Cohen, Leopold Hager o Krzysztof Penderecki no se les ha exigido ni se les exigirá el catalán.
Baleares exige el catal