Autonomicas 2017: Conspiraciones indepes

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Traducción de google, pongo en negrita lo interesante para que no os tengais que tragar todo el cagarro.

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1. El fantasma de Cataluña

Un fantasma recorre la política catalana. Se habla en los DM, a las conversaciones de café, en las charlas de la ANC sin cámaras ni Youtube, los grupos de Telegram y Whatsapp, el confesionario del Skype, en los pasillos del Parlamento, bajo la sombra del Patio los Naranjos, incluso en algunos off the record de los viajes oficiales en NY. Yo lo he sentido del entorno del presidente y el vicepresidente, de dirigentes de Barcelona en Común, del entorno de los ex Mas y Pujol respectivamente, de diputados al Parlamento, de gente de Demócratas, y de miembros de la ejecutiva del ANC. Y de periodistas que siguen todo este somier institucional. Vivir lejos de veces incentiva que te cuenten lo que no te cuento si te hubieran de mirar a los ojos cada día. Va más o menos así:

"Hay un sector de la política catalana que prevé que el referéndum no se hará. Por parte de la vieja guardia convergente, que todavía manda por encima de los esfuerzos de los jóvenes, el plan es sacar el máximo partido de la persecución judicial del 9-N, e ir a la confrontación con el Estado por el referéndum. Llamar a la gente a movilizarse en la calle, incluso promover alguna acampada. Subir la intensidad emocional, traducida en discursos públicos denunciando la "demofòbia" de España, al tiempo que internamente se constata en columnas de opinión y tertulias y entrevistas que no hay suficiente fuerza revolucionaria para paralizar el país. Que la única opción razonable que permanezca sea continuar con el proceso, denunciando la tibieza de los Comunes y el radicalismo de los que creen que pueden repartir carnés de independentista puro y nos llevarían a un nuevo 6 de octubre. Mientras tanto hay que agrupar todos los grupúsculos liberales o que orbitan alrededor de la ANC y Òmnium, y fusionarse con los Demócratas, si se dejan. Cuando no pueda celebrarse, culpar al Estado y la incompetencia de ERC, hacer una declaración de soberanía en el Parlamento que llame a los tribunales internacionales a posicionarse, a costo de sacrificar Puigdemont al altar de la inhabilitación y la heroicidad de cartón, e ir a elecciones, quizás dichas constituyentes, presentándose como el partido serio que ha hecho todo lo humanamente posible para hacer el referéndum, que ha llevado al país más allá que nunca, el único a favor la unidad, y que admite que todavía no somos suficientemente y que tenemos que ampliar la base, y que mientras tanto no se puede dejar el país en manos de los antojos de los anticapitalistas. El trabajo bien hecho, etc. Tenemos que ser más fuertes para o bien hacer un referéndum con garantías y protección internacional, o bien poder "aplicar" de verdad una declaración de independencia, lo que ahora no se puede hacer porque no tenemos control del territorio. Pero al menos empezamos internacionalizando el conflicto a los tribunales e instancias internacionales. Cuando nos digan que el que nos hemos pensado, abrir una reflexión general sobre la necesidad de asumir que en el siglo XXI en Europa algunas cosas no se pueden hacer unilateralmente, pero si nos mantenemos firmes y tenemos suficiente apoyo interno, podemos ir alcanzando cuotas de soberanía e ir construyendo estructuras de Estado hasta que seamos suficientes para hacer entender que debemos votar nuestro futuro. Todas las elecciones serán, en este sentido, un plebiscito sobre el futuro de la nación. Y del conflicto, puede salir una negociación: podría ser en interés de todos ".

Este sector no es el único que cree que no habrá referéndum, en esta versión de los debates a puerta cerrada. Hay un sector del juntspelsiïsme, cercano en algunos casos en ERC y en otros a los antiguos sectores del PSC y de ICV, o en la sociedad civil, que ve el referéndum y el impedimento del Estado para hacerlo como un proceso de legitimación de una DUI con todos los pormenores. La idea es básicamente la misma que en caso anterior, pero con la convicción de que una escalada de represión judicial haría posible una declaración efectiva de independencia que movilizara el país y permitiera situar el conflicto en un choque de autoridades suficientemente intenso para liberar el país. Si esto no ocurre, ya sea por el desmarque de parte de JxSí o por parte del sector descrito en el párrafo anterior, las elecciones serían inevitables, pero esta vez la culpa sería de los demás.

Todo esto no excluye que hay sectores del gobierno, de los partidos y del grupo parlamentario que están trabajando para hacer el referéndum, porque se han convencido de que el problema de la política catalana es justamente que el entramado institucional de la autonomía y los sus actores impiden hacer lo que se debe hacer mientras mantienen el control, y que un referéndum los arrebata este control. Incluso, hay que trabajan por el referéndum aunque creen que es muy difícil que se pueda hacer, porque creen que sólo un referéndum posible legitimará todo lo que se pueda hacer después.

Es por este motivo que es una buena noticia que Puigdemont y Junqueras hayan decidido reaccionar conjuntamente a la oferta de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría de ir al Congreso a debatir el referéndum, apelando al derecho irrenunciable a la autodeterminación ya la necesidad del consenso del Parlamento. Cuanto más sea este el marco, más cerca estaremos de las condiciones que hacen posible el referéndum y todo lo demás. Y se demuestra que hay una lucha intestina en el interior de la política catalana para enmarcar los gestos que se pueden hacer y los que no. La comparecencia del viernes de Puigdemont y Junqueras es el mejor signo hasta hoy que si pones el derecho de autodeterminación en la base, todos los demás gestos ganan sentido y dirección. Hay mucha gente trabajando en reuniones y discusiones para hacer que esto sea así, diputados de Demócratas, de la CUP, del PDeCAT, de ERC e independientes haciendo de cortafuegos. Pongámoslo en el centro. Mientras tanto, explicamos las resistencias a las que se enfrentan.

2. ¿Por qué hay quien persigue esta estrategia?

Lo más difícil de explicar para la militancia de base del independentismo es por qué estos actores estarían actuando de esta manera. ¿Por qué deberían renunciar a la independencia, que claramente implicaría más poder para todos, a cambio de mantener una parcela de poder en la Cataluña autonómica?

La respuesta es relativamente sencilla. En primer lugar, porque el poder en Cataluña proviene del acuerdo entre los sectores financieros, empresariales y políticos que surgen del control del Estado sobre el territorio catalán. Es una pirámide trófica. Para poder romper, todo el mundo se ve obligado a comerse su depredador, en lugar de vivir de su subordinado, que es como funciona habitualmente el país, en todos los sectores. Esta imagen general se reproduce en los espacios íntimos. Romper significa enfrentarse a las personas que tienes inmediatamente junto, y cuestionar su modo de vida, no sólo materialmente sino también jovenlandesal y espiritualmente. Hay gente que se vería forzada a renunciar a toda una vida de renuncias y justificaciones, por ejemplo en el periodismo. Yo mismo evito encararse a algunos amigos por cobardía, tanto como durante muchos momentos he evitado mirarme al espejo y ver que había razonamientos que eran autojustificatoris, por muy honestamente que pensara que eran verdad. Esta confrontación íntima puede sonar inexplicable junto a un proyecto de independencia, pero es esencial entender que una cosa es tener un interés político y otra es vivir de y dentro del entramado de intereses que define esta política. Aquí hay muchas seguridades materiales en juego, sí, pero también existenciales: mientras haya una vía que garantice la posibilidad de un discurso aparentemente inocente y un sistema de vida vinculado al estado de cosas, todo rotura será más difícil.

El catalanismo político posterior a la guerra civil tiene un vocabulario y unas liturgias de relación con el poder que son las únicas herramientas que algunos actores saben utilizar y imaginarse

El segundo motivo es quizás más cínico, pero fácilmente comprensible también: nada garantiza que en una eventual independencia se pueda mantener los mismos resortes de poder; de hecho es probable que sea imposible que los discursos que los sostienen dejarían de hacer sentido. En cambio, una derrota total, entregaría los resortes a los que hasta ahora la política catalana ha mantenido simbólicamente a la oposición, el españolismo más recalcitrante, y cambiaría las relaciones entre los actores políticos y los actores económicos. Ahora, la costra estatal-financiera manda, los políticos catalanistas hacen de intermediarios, y se pelean con los políticos españolistas en una serie de tensiones de coreografía institucional que se derrama sobre el espacio comunicativo: municipios-generalidad, diputaciones-consejos comarcales, delegación del gobierno-conselleria de Interior, etcétera. El espacio jovenlandesal y comunicativo del catalanismo perdería espacio y esto implicaría pérdida de influencia y un descontrol de las bases, que dejarían de tener el incentivo de obedecer los caciques locales.

Por último, existe la tradición. El catalanismo político posterior a la guerra civil tiene un vocabulario y unas liturgias de relación con el poder que son las únicas herramientas que algunos actores saben utilizar y imaginarse. Cuando con estas herramientas no ha sido posible lograr ninguno de los objetivos planteados, ya fuera la independencia o una relación de corte confederal con el Estado que ampliara el espacio de poder disponible que he descrito más arriba, la conclusión lógica sería cambiar de herramientas y estrategias, pero esto implicaría de nuevo hacerse cargo de la naturaleza viciada de muchos de los instrumentos que hemos justificado como válidos, y querría decir vaciar de valor trayectorias vitales enteras. Por tanto, se mantienen las herramientas y se cambian los tiempos y los objetivos.

3. La perversión del lenguaje

También hay quien piensa, porque le conviene no ver más allá de lo que le conviene, que en realidad ahora mismo la cosa no es posible. Hay líderes de opinión, activistas del ANC y políticos que por el país diciendo que el referéndum es imposible, que la independencia sólo puede pasar o bien por insurrección o, más habitualmente, que aún tenemos que ampliar la base. Esta posición es curiosa porque implica un falso realismo. El falso realismo dice que tenemos que ser realistas para decir que no somos suficientes, pero que tenemos que alimentar un relato confrontativo como si todo estuviera a punto de pasar por demostrar los indecisos que no hay más remedio que hacer la independencia, así consolidar el independentismo en todas las instituciones -repite una especie de JxSí en el Ayuntamiento de Barcelona, ​​por ejemplo- y conseguirla dentro de 10 o 15 años (con suerte).

Aparte de la falta de respeto por las razones que tienen los que ya han asumido el Estado por lo que es, esta postura es fruto en parte de un marco intelectual que dice que el principal problema de Cataluña es España, cuando esto es raramente el caso cuando se trata de liberarse. Que los estados europeos desde la invención de la pólvora se han dedicado a centralizarse mientras las ciudades y las periferias se lo han permitido es obvio en todas partes menos en la España vigía de Occidente que todavía pretende mantener vivo un excepcionalismo del siglo XIX. La libertad siempre empieza por uno mismo, y eso quiere decir entender cuáles son las fuerzas que nos mantienen atados, en el contexto de paz y propaganda que nos ha tocado vivir, en que las razones y energías que engendraron el Estado moderno europeo han sido sustituidas por formas de control psicológico. Estas fuerzas son siempre locales. Quien crea que se pueden hacer las cosas evitando este debate, se equivoca tanto como quien cree que la vía es destruirlo todo y mirar si en el desierto crece un país.

La buena noticia es que el referéndum tiene una potencia mayor que las fuerzas que quieren utilizarlo para protegerse o para conseguir un escenario favorable a sus equilibrios. Y como todas las estrategias pasan por hacer ver que el referéndum es necesario, a cada paso que se hace en la dirección de hacerlo, más difícil es no verse atrapado por su bola de nieve. Esto significa que lo único razonable que podemos hacer los otros, los que no estamos en la sala de máquinas, es crear las condiciones sociales e intelectuales para que sea imposible hacer el giro al final. El giro se sustenta en la posibilidad de decir que en realidad siempre dijimos que las cosas eran así de difíciles. El giro es negar el giro.

Una caja con una ranura es un fetiche para articular el relato de la represión, pero lo importante es qué compromiso tomas con lo que suceda dentro

Recuerde el 9N: se pusieron en circulación una serie de conceptos -derecho a decidir en lugar de autodeterminación, estado propio en lugar de estado independiente, consulta en lugar de referéndum- que en el comienzo del camino se nos decía que eran sinónimos para evitar la impugnación (y que de fondo partían de la renuncia de situar Cataluña como un sujeto de autodeterminación legítimo -algo que sólo podemos hacer nosotros y que literalmente nadie puede hacer por nosotros) y que al final del camino se ' ns dijo que nunca se había prometido un referéndum de autodeterminación sobre la independencia sino una consulta de derecho a decidir sobre el estado propio, fuera independiente o no. Todo el énfasis con las urnas parte del mismo malentendido: una caja con una ranura es un fetiche para articular el relato de la represión, pero lo importante es qué compromiso tomas con el que pase dentro.

Una vez el marco intelectual que permitía a todos decir lo que conviniera según el foro, fue imposible construir un relato crítico con lo que estaba pasando sin parecer un loco, un radical, o alguien que se dedica a repartir carnés de purista. Las sociedades dispuestas a pagar el precio de lo que quieren hacer entienden que se puede estar de acuerdo con el objetivo en abstracto, ya pesar de todo estar equivocado en las herramientas, los motivos inmediatos, y la prioridad de los intereses a proteger una vez hay bienes en conflicto. Por eso es importante ser tan claro como pueda e incentivar el pluralismo en lugar de la confluencia o la unidad. Por ello las estrategias de unidad en Cataluña han servido para delimitar los márgenes de la disidencia. Sólo en el pluralismo se ven los errores de cada uno: mis puntos ciegos son tus luces. Etcétera.

Considere esta idea que domina la política catalana: "si nos impiden el referéndum ya hemos ganado." Es decir: una derrota es una victoria. Esta mentalidad es la de fondo de toda la psicología victimista del último catalanismo. Como se nos ha ocultado la violencia de fondo de todo Estado, como se nos ha infantilizado la política para estar a la altura de la infantilización que promovió el franquismo, y que quizás era la única manera de sobrevivirlo sin parar loco o terminar solo, se han dado la vuelta los valores y se hace necesario usar cada acto de injusticia o arbitrariedad del Estado como una prueba de que existimos y tenemos razón.

En la derrota existimos. En la derrota, siempre habíamos tenido razón. En la derrota, nos resarce. En la derrota, la victoria. Y vuelve a empezar. Así no sólo se normaliza la dominación, también se incentiva. El exigible a nuestra clase política del siglo XXI es que aproveche la confluencia improbable del fin de la violencia armada en Europa con la potencia del mercado global, es decir, la disponibilidad de la libertad y del poder, para hacer un referéndum con todas las garantías que sabemos reconocer como válidas y justas. Que por una vez haga posible el gobernarnos.

Esta semana, por ejemplo, hemos visto como JxSí asumía ambivalentemente una de las condiciones impuestas por ICV, que es el aval de la comisión de Venecia sobre la celebración del referéndum. Ambivalentemente porque por un lado se dice que se acepta el aval y por el otro que no se hace necesario: así los comunes e ICV pueden decir que el independentismo reconoce la necesidad de un aval externo y el independentismo puede decir que ICV y los comunes reconocen que no es necesario, y así al final de todo se podrá decir que era una dificultad objetiva.

Desde el principio, durante las consultas de 2009, el activismo independentista ha apelado a la comisión de Venecia para explicar algunas de las cosas que se negaban de base: como la contingencia de la soberanía a la voluntad democrática (con todas las restricciones que la palabra ya implica), o las reflexiones sobre los quórum y mayorías, o sobre quién es llamado a votar, para deshacer algunos de los posicionamientos más netamente autoritarios del Estado, -al que hay quien está dispuesto a someterse sin pedir avales o garantías. Pero el independentismo nunca ha engañado: la comisión de Venencia es un grupo consultivo formado por Estados que tratan de canalizar el hecho innegable de la pluralidad nacional de los estados del mundo posmoderno con el mantenimiento de su estatus de poder: comprensible, guste o no. Es importante entender que el sistema surgido de la 2ª Guerra Mundial es un sistema que premia la estabilidad y la deflación política, porque se sustenta en la más radical de los miedos hobbessianes: la guerra de todos contra todos como expresión última de la naturaleza humana. Este miedo es la base de todos los razonamientos, y al igual que ocurre con el poder de las religiones sobre el miedo al más allá, se usa para mantener el poder tanto como para justificar la paz. Bueno, el representante español es elegido por el gobierno del Estado, obviamente. Y entre las condiciones que pone, la comisión incluye no sólo una convocatoria normal, es decir, con aquiescencia del Estado, sino también una serie de condiciones que son imposibles de cumplir si el Estado es hostil, que no es un escenario que se contempla y que es nuestro: el mismo que se teorizó en la sentencia sobre el caso Kosovo. Alguien debería releer el posicionamiento de EE.UU. en ese contencioso.

Es importante entender que el sistema surgido de la II Guerra Mundial es un sistema que premia la estabilidad y la deflación política, porque se sustenta en la más radical de los miedos hobbessianes: la guerra de todos contra todos como expresión última de la naturaleza humana

Es otra constante del proceso: la desnaturalización de conceptos básicos de la política internacional para hacer creer a los catalanes que sólo pueden aspirar a la anestesia. La podredumbre que hay detrás de la palabra fraternidad, o federalismo es un caso fácil, pero el otro día, el portavoz del lobby del Palace, hacía un artículo en La Vanguardia en el que confundía el principio de integridad territorial, que protege los estados contra invasiones externas, con la inexistente legislación positiva sobre el derecho a la autodeterminación de una región de un estado. Y así todo.

4. El espantajo de la represión

Una prueba de que la situación actual alimenta las mismas ambigüedades del pasado es que si el referéndum fuera el punto de fuga de toda la política catalana, ya haría meses que existiría una comisión de control de garantías del referéndum con expertos internacionales haciendo discursos por el caso de Cataluña , que es un caso sui generis, como lo son todos los casos de autodeterminación de la historia, y que tiene suficientes puntos comunes con la norma general como para aparecer en los libros de texto o ser protagonista de los congresos sobre nacionalidades, como en el que participé en la Universidad de Columbia hace tres semanas. La fecha ya sería pública y la pregunta, una pregunta normal y clara. La campaña ya estaría en solfa, y habría recursos a disposición de la sociedad civil y los partidos del sí y del no para poder hacer campañas; los medios públicos tendrían un manual de buenas prácticas sobre los espacios dedicados a cada opción, y se harían monográficos con voces plurales sobre las virtudes del sí y del no. Todo esto, se nos dice, no se puede hacer para que el Estado lo impugnaría. Y he aquí el síntoma de todo lo que trato de decir: presuponer las acciones represivas del Estado no es motivo para no hacer las cosas.

La autodeterminación sólo puede ejercerse en nuestro caso a partir del principio de publicidad.

Si el Estado cree que tiene la fuerza para ir desmontando cada paso públicamente, que lo demuestre. Cuando el choque es real, la mayoría de intereses que se protegen con la ambivalencia desaparecen, y entonces sí que las alternativas son sólidas, porque demuestran que la libertad siempre busca un camino para expresarse. Después de todo, al final del juego, España no puede pagar la factura de la represión, porque no estamos en 1978, ni en 1936, ni a los 1840-50s, ni al 1812, ni al 1705, ni al 1659, ni en 1640. la principal virtud de haber resistido el embate de la historia es que hoy el escenario no permite repetir la operación de destrucción de toda libertad y mantener al mismo tiempo un Estado europeo contemporáneo, también por las condiciones económicas de toda España. Prever y actuar como si esta represión fuera inevitable, hace que al Estado le sea suficiente con el tono funcionarial de señorita Rottenmeyer, y que sea posible mantener intacta en Cataluña toda la pirámide trófica. Por eso los discursos no deberían estar sustentados en la amenaza de hacer una DUI si se impide "físicamente" el referéndum, sino en decir que se protegerá el ejercicio del voto, si es necesario poniendo urnas el Patio de los Naranjos y al hemiciclo del Parlamento. Los responsables de la insurrección no son los ciudadanos ni por la independencia en primera instancia: no vivimos en una dictadura. Los primeros responsables son los políticos y por la autodeterminación. Son los líderes que deben demostrar que el hilado no está electrificado, no llamar a la avalancha de la masa.

Cuando el choque es real, la mayoría de intereses que se protegen con la ambivalencia desaparecen, y entonces sí que las alternativas son sólidas, porque demuestran que la libertad siempre busca un camino para expresarse

5. Lo que está en juego

Este artículo no es para deciros que vaya cosa todo. Es por deciros que estamos en un momento en que todas las facciones y resortes psicológicos están en juego. Estamos en el momento de hacernos responsables de lo que significa hacer un referéndum y de por qué es el vértice de la libertad más íntima y más global a la vez. Nuestra misión es hacer visible el otro entramado de relaciones: las sociales. Hasta ahora han sido subordinadas a la mirada de los poderes locales, como un circo de pulgas. Y en los vaivenes ha habido la posibilidad de simular que vivíamos en un espacio parlamentario y abierto.

Nuestros líderes deben entender que la cadena de mando se ha roto, y que ya no será posible vincular en un solo manojo las fuerzas vivas del país con los intereses de los titiriteros. Deben comprender que esta estrategia que hace el ruido blanco de fondo es inviable porque en realidad sólo los lleva a la autodestrucción. Que una vez la libertad ha anidado en la cabeza de las personas razonables, la manipulación y las editoriales de los periódicos del siglo XX parecen las contorsiones de un augusto con la pintura escurrida, incapaz de distinguir el pathos de la pena del de la risa. De esta manera, los que viven en medio de unos y otros, los políticos y líderes de opinión y activistas que hacen de buena o mala fe de intermediarios entre los dos mundos, verán tensionados los relatos que tratan de hacerlos consistentes , y será imposible justificar la derrota como si fuera una victoria.
 
Refloto para aconsejaros que le echeis un vistazo SOLO a lo que he marcado en negrita.

Es muy revelador de la guerra interna que hay ahora mismo en Jx3%, de los acontecimientos que veremos los proximos meses/semanas, y del deprimente animo entre los golpistas
 
Lo ideal es que todo esto acabe con un buen reparto de palos, multas, inhabilitaciones y penas de guandoca. Tampoco estaría de más la ilegalización de algún partido, la ANC, Omnium y la AMI.
Y por supuesto, la intervención económica de la Generalitat, para que no puedan gastarse un euro más en propaganda.
 
La columna de Graupera se llama "Seré breve"... pues menos mal.

En fin, nada nuevo que no se haya comentado ya: entre los separatistas empiezan los nervios, y las peleas por imponer la estrategia para salir del embrollo en el que se han metido. Cara al público siguen manteniendo el discurso, pero los que tienen los pies en la tierra saben que la leche se acerca y quieren ir pisando el freno. La solución: seguir alentando el victimismo, nada que no hayan hecho desde 1714.

Los dirigentes separatistas saben que sus seguidores están cegados por el repruebo a España (que ellos mismos han inculcado durante tantos años de gobierno nazionalista), y que la mayoría de ellos jamás les recriminarán que no se haga el referéndum si logran hacerles creer que la no celebración pone en el punto de mira la calidad democrática de l'Estat Espanyol a nivel internacional. Todo será mentira, pero mientras los separatistas estén dispuestos a creer el prusés seguirá imparapla. Hasta el infinito y más allá.
 
En fin, nada nuevo que no se haya comentado ya:

Cierto, aunque algunas reflexiones me han parecido especialmente interesantes. En especial esta:

Considere esta idea que domina la política catalana: "si nos impiden el referéndum ya hemos ganado." Es decir: una derrota es una victoria. Esta mentalidad es la de fondo de toda la psicología victimista del último catalanismo.

Mi impresión es que esto es lo que intentarán vender cuando el pruses fracase. Yo pensaban que se echarian las culpas unos a otros (PdCAT vs ERC), tal y como da a entender el árticulo, pero también veo por ahi una posible ""salida"" que van a explotar a tope.

Al fin y al cabo, el pruses es por encima de todo una reafirmacion victimista. Nadie esta realmente dispuesto a jugarse el ojo ciego por esta payasada.
 
Hoy se han juntado cien viejecillos en la plaza de cibeles, frente al ayuntamiento de Madrid, para "recibir" a Puigdemont... Pues bien, esos cien viejecillos tienen más huevones que todos los indepes de las CUP, ERC y CIU juntos

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