tobias
Madmaxista
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el español tiene una gran tendencia al optimismo (tal vez por el caracter festivo), pero esto nos hace ser menos críticos que el resto de europeos... con la economía se ha visto que sin fondos europeos no somos nada, además de creernos que un ladrillo era mejor que la gallina de las narices de oro. Me ha llamado la atención una carta en el periodico información de alicante por parte de un italiano. Nos gusta chuparnos la platano más que en otros paises??
Malestar de un ciudadano italiano
Llevo más de 11 años viviendo en Alicante, soy italiano y lector de vuestro periódico. Me gustaría intervenir sobre algo que parece estar de moda en los medios de comunicación, incluido el vuestro, en España y en Italia. Se trata de las comparaciones entre los dos países.
Vuestro periódico publica últimamente a menudo artículos sobre Italia. Un poco de todo, en su mayoría de «Efe», pero también de catedráticos (recuerdo un artículo del señor Emilio Soler). Creo que en parte todo esto es algo pasajero, debido a la necesidad de «maquillaje económico» del señor Zapatero y de su amigo Almunia en Bruselas, además amplificado por lo del nacionalismo futbolero («¡A por ellos!», «¡Arriba Ejjpaña!», «¡Besa la bandera!»). Se trata en su mayoría de noticias sobre «cosas antiestéticas y malitas» que pasan en Italia o comentarios de corte nacionalista (me refiero al nacionalismo español, aunque la palabra nacionalista en España, incomprensiblemente, parece estar reservada para arremeter contra los malos de los catalanes, vascos y gallegos).
Ahora, dicho que el señor Berlusconi no es un ejemplo a imitar, que en Italia como en cualquier sitio existen fraudes y que Pompeya parece de verdad que está que se cae, en España mola mucho lo de apuntar el dedo para señalar los problemas de los vecinos. A propósito, no somos ni vecinos ni parientes, y siempre me causa risa escuchar o leer expresiones como «los tras*alpinos». Italianos, franceses o austriacos son tras*alpinos entre ellos por compartir los Alpes, pero ya está.
Es como si en Italia se les llamara a los españoles «tras*pirenaicos», eso suena igual de ridículo. Ni siquiera somos todos «mediterráneos», ni bastantes italianos ni la inmensa mayoría de los españoles, que comparten dieta (plancha-refritos, alcohol, patatas, fritas o en tortilla), más con alemanes, franceses (los del norte) e ingleses, que con griegos o turcos.
Bueno, la prensa italiana no es precisamente una maravilla: el caso reciente de la chica desaparecida en Lloret de Mar ha sido una excusa para pintar a la costa española como una especie de paraíso de drojas, alcohol y sesso violento. Pero tampoco se entiende cómo la prensa española, y sobre todo de la Comunidad Valenciana, se pueda meter con cara tan dura con los tramposos de los italianos, cuando aquí hay una corrupción generalizada, empezando con el sector inmobiliario, un conflicto de intereses total entre administradores locales/promotoras, tránsfugas político-inmobiliarios (ver caso Dénia, Benidorm, etcétera), la venta y destrucción sistemática de estas tierras por un plato de lentejas. Esto en cualquier país se le llamaría simplemente «especulación mafiosa».
Está claro que apuntar hacia problemas de otros países es una manera muy antigua para resaltar que «aquí la cosa va bastante bien», pero hay que decir que el resalto absolutamente mínimo de los medios sobre escándalos como el accidente de Ascó, ocultado durante meses, o sobre el mayor desastre del metro de Europa (43 muertos en Valencia) son testimonios de algo más preocupante. Quizás la tras*ición democrática no se ha acabado del todo en ciertas áreas.
Aprovecho la ocasión para preguntar, por pura curiosidad, cómo puede ser que nadie proteste por la vergüenza de nivel europeo que, en medio de todos los megaproyectos de AVE y de autopistas, no exista ningún ferrocarril entre Alicante y Málaga y Granada vía Almería, y que el número de trenes que salen de la estación de Alicante sea mucho inferior a los que salen de cualquier ciudad mediana de Polonia o de Rumanía.
Bueno, a pesar de esto, por supuesto, sois los mejores.
Marco Paolacc