Monsieur George
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Miércoles, 06 de enero 2016
Atrapados en la ratonera del Futuro
The Archdruid Report: Down the Ratholes of the Future
El nuevo año ha traído el cupo habitual de predicciones sobre lo que puede ocurrir en 2016 y propongo como de costumbre hacer mi propia contribución a este tema. He señalado más de una vez en el pasado que la gente que hace predicciones sobre el futuro debería comprobar sus predicciones anteriores de vez en cuando para ver si más o menos van acertando o no. Con esto en mente, antes de pasar a 2016,me gustaría revisar en un momento las predicciones que hice el año pasado. Mi post sobre el temacubrió muchas predicciones, y he reducido la discusión un poco en aras de la legibilidad; aquellos quequieren leer las previsiones publicadas entonces lo encontrará aquí.
En resumen, esto es lo que predije:
"El primer y más obvio asunto esperable es el colapso de la burbuja fracking [...] Wall Street ha usado la industria del fracking del mismo modo que utilizó la industria de los bienes raíces en el período previo a la caída de 2008, creando lo que todavía llamamos con hilaridad "valores, en inglés, securities" en la última parte de una burbuja especulativa que se hinchó con gran rapidez. A medida que la caída del precio del petróleo destroza el umbral de rentabilidad del fracking, la gran mayoría de los bonos sarama emitidos por empresas de la industria de fracturación, la deuda titulizada de esas mismas empresas que se utiliza para maquillar el hecho de que están pediendo dinero cada trimestre, los contratos de arrendamiento para la utilización de los yacimientos de esquisto, los acuerdos de producción volumétrica, y todo lo demás, volverán a tener su valor real, que en la mayoría de los casos es muy cercano a cero”.
"En 2015 estaremos entretenidos con una crisis económica que afectará duramente a los EE.UU. y a cualquier otro país cuyo pan y mantequilla dependa de la economía estadounidense. La magnitud de la crisis depende de la cantidad de personas que apuesten su futuro financiero a la fantasía de un boom estimulado por un frácking inagotable, pero mi conjetura es que será parecida a la crisis hipotecaria de 2008.”
"También se está cociendo en el año nuevo una espiral ascendente de inestabilidad política en los Estados Unidos. [...] ¿Se pondrá en marcha una insurgencia estadounidense financiada por una o más potencias extranjeras hostiles en 2015? Yo no lo creo, aunque igual me equivoco. Lo más probable es, creo yo, otro año de tensiones crecientes, de parálisis política, de fuego graneado y de retórica calentándose hasta el punto de incandescencia mientras los diferentes actores el juego toman posiciones de conflicto real: el tipo de cosas que se vieron en los Estados Unidos en la segunda mitad de la década de 1850, mientras se iba tensando la sociedad hasta el inicio de una sangrienta guerra civil[...]”
"Mientras tanto, detrás de estos eventos de primer plano, las tendencias más amplias que este blog ha estado siguiendo desde su inicio deambulan sin cesar siguiendo sus propios caminos. Se agota el suministro de petróleo, junto con la mayoría de los recursos de los que depende la civilización industrial para su supervivencia. Estamos tratando la atmósfera como una alcantarilla aérea para la salida de nuestros tubos de escape y chimeneas, lo que conlleva consecuencias ecológicas, al tiempo que ponemos en marcha a ritmo acelerado otras locas iniciativas. La civilización industrial, entre la espada y la pared, ha entrado en la creciente espiral de crisis de la que tantos científicos ambientales trataron de advertir al mundo en la década de 1970, y sólo una pequeña minoría de gente ajena a nuestro discurso colectivo ha mostrado la menor disposición a reconocer el lío en que estamos metidos y ha empezado a reaccionar cambiando sus propias vidas: el establecimiento, vale la pena repetirlo, de respuestas constructivas de cualquier tipo a la crisis de nuestra era ".
Lo que no tuve en cuenta, y debería haberlo esperado, es que el fracaso de la fantasía del frácking ha sido silenciado por los principales medios de comunicación estadounidenses. Yo debería haberlo previsto, porque lo mismo sucedió con el último boom de la energía que se nos iba a salvar a todos,la
burbuja de etanol de maíz que se infló desmesuradamente hace una década y no se deshinchó hasta mucho después. Muchas empresas de la industria del fracking han ido a la quiebra, los bonos sarama que apuntalaban esa industria se están vendiendo por centavos de dólar a cualquiera que esté dispuesto a apostar por ellos, y todas esas grandiosas declaraciones que decían que el frácking iba a traer una nueva era de independencia energética en los EE.UU. se han evaporado lo mismo que idénticos titulares formulados para el etanol lo hicieron muchos años antes; aún así, no se han dado el batacazo que yo esperaba.
El efecto dominó en la economía de Estados Unidos ha sido más lento de lo que esperaba. Así, en vez de la feroz crisis económica que predije, hemos visto una contracción a cámara lenta, aderezada con las habituales maniobras frenéticas del Banco de la Reserva Federal. En efecto, en lugar de reventarse la burbuja del frácking ha resultado ser una pinchazo lento, que suena como un tambor sordo de empeoramiento de las noticias económicas en vez de cómo una caída repentina. Así que me equivoqué en eso. ¿Del resto de las predicciones del año? Comprueben el post citado.
Ahora bien, como a mis críticos les gusta señalar, es fácil de ver todo lo que está empeorando cada año, y predecir que todas esas cosas seguirán empeorando este año. Lo que esos mismos críticos tienden a olvidar es que esta estrategia puede ser fácil, pero, a diferencia de las alternativas, funciona. Cada enero, con una puntualidad de reloj suizo, la gente emite las mismas caducas predicciones de avances tecnológicos revolucionarios y de catástrofes monstruosas; un blogger anuncia que este será el año en
el que las energías renovables alcanzarán la masa crítica, mientras que otro insiste con el mismo entusiasmo que este será el año en que de una vez por todas descarrile la economía mundial; pasa otro año y seguimos lo mismo, unos profetizando avances, otros catástrofes, en un espectáculo imparable, mientras aquí estamos, 365 días han pasado en la larga trayectoria irregular que conduce al fin de la era industrial.
Por lo tanto mi predicción elemental para 2016 es que todas las cosas que empeoraron en 2015 seguirán empeorando durante el presente año. El agotamiento continuo de los combustibles fósiles y de otros recursos no renovables seguirá ahogando a la economía mundial a medida que los costes reales (no los costes financieros) de la extracción de recursos se vayan comiendo porciones cada vez mayores de la producción económica total del mundo. Esto provocará cambios drásticos en el precio de la energía y las materias primas, que actualmente van hacia abajo que escarban, pero que dentro de unos años se dispararán de nuevo cuando la destrucción de la demanda termine de hacer su trabajo. Las palabras vacías en París de hace unas semanas no harán nada para frenar la velocidad con la que se
vierten a la atmósfera los gases de invernadero, aumentando el coste económico y humano de los desastres relacionados con el clima por encima de los pavorosos costes de 2015 y, una vez más, la dura realidad de los efectos del carbono no hará que renunciemos a estilos de vida que dependen de extraer y quemar a mansalva. Sólo una minoría de personas está dispuesta a cambiar su forma de vida.
Mientras tanto, la economía de Estados Unidos continuará a trompicones mientras políticos y financieros tratan de compensar la disminución de la riqueza real (es decir, no la financiera) mediante la impresión de billetes a un ritmo aún más absurdo que antes, y la frenética improvisación mantendrá el mercado de valores muy lejos de su estado real, arrojando cada vez más oscuridad sobre la economía.
Ya estamos en una profunda recesión económica que va a empeorar con el año, pero no vamos a saberlo por los principales medios de comunicación, que serán, como siempre, “palmeros y agradaores”; usted tendrá que observar la velocidad con la que gente que usted conoce pierde sus empleos o las empresas que echan el cierre definitivo.
Todo eso ocurrirá con absoluta certeza. Sin embargo, para aquellos lectores que quieran alguna predicción más arriesgada, tengo algo que ofrecer. Hay un comodín en el juego en la economía de los Estados Unidos en este momento, y es el sector de la tecnología. Aunque si llamamos las cosas por su
nombre, tendríamos que hablar de la actual burbuja tecnológica. Al pan, pan, y al vino, vino. Mis lectores con conocimientos financieros sabrán que un indicador típico para comparar el valor de una empresa en relación con sus perspectivas reales es la relación entre el precio total de todas sus acciones
con sus ingresos anuales, el PER (price-to-earnings ratio relación precio/ganancias). Empresas sanas en una economía normal por lo general tienen PER de 10 a 20; es decir, su valor total es de entre diez y veinte veces sus ganancias anuales. ¿Sabe cuál es el PER de Amazon? Un disparatado 985. En ese momento, Amazon está en mejor forma que otros gigantes de la alta tecnología, ya que en realidad tiene ganancias. Twitter, por ejemplo, nunca ha conseguido beneficios, por lo que su PER es el
absurdo valor de sus acciones dividido por cero. Valores PER tan alejados de la lógica no se han visto desde antes de la burbuja de las “punto.com” de 2000, y la razón es exactamente la misma que entonces: enormes cantidades de dinero fácil han inundado el sector tecnológico, y esa catarata de dinero en efectivo ha apuntalado una amplia colección de empresas y estafas que no tienen sentido económico en absoluto. Tarde o temprano, en función de la misma fuerza de las matemáticas que hace estallar todas las burbujas, una “burbuja.com II” va a estallar, se van a evaporar ingentes cantidades de dinero, y una gran cantidad de empresas tecnológicas de relumbrón se irán “al-carajo.com”.
Cuándo sucederá esto con exactitud es una buena pregunta, pero yo voy a tirarme a la piscina y decir que la próxima burbuja tecnología será evidente a finales de 2016. Esta es mi predicción específica número 1.
Otro aspecto de la realidad económica que va a golpear duro en el próximo año es el pinchazo en la burbuja del frácking. Aparte del impacto financiero directo de esta la deflación, el fracaso del fracking a lomos de las fantasías cornucopianas en las que se apoya significará que una gran cantidad de personas que confiaron en frácking como una manera de ignorar la dura realidad de los límites del planeta van a tener que encontrar algo más, para poder tener nuevas excusas para seguir con los estilos de vida que están destruyendo el planeta. Hay, de hecho, muchos otros candidatos; sin duda miles de millones de dólares y euros seguirán cayendo en el agujero sin fondo de la investigación en la fusión. Sin duda, hay un montón cerdos corporativos alineados y gruñendo, exigiendo su pienso en el comedero de los
gobiernos, pero mi mejor conjetura en este punto es que la energía solar fotovoltaica será la próxima gran burbuja energética.
La energía solar fotovoltaica es mucho menos benigna para el medioambiente de lo que sus promotores proclaman, como por otra parte ocurre con casi todas las llamadas tecnologías "verdes". El daño ambiental se origina sobre todo en la actividad de minería para obtener las materias primas para la fabricación y en la instalación de los paneles, no tanto en su funcionamiento una vez instalada. La rentabilidad económica de la energía solar que entrega electricidad a la red eléctrica es tan dudosa que en la práctica, la solar vinculada a red es un sumidero de subsidios en lugar de una fuente seria de energía. No obstante, espero ver cómo se abonan esos huertos solares, sea con delicadeza o con ira, a medida que los lobbies solares y sus filiales en el movimiento verde se baten el cobre para vender la
energía solar fotovoltaica como la próxima maravilla. La misma retórica que se desplegó para vender el etanol y el frácking como creativas innovaciones que por supuesto antes no existían, salió a relucir para la fotovoltaica. Igual que las promesas vacías de la reciente reunión de la COP-21 en París
inevitablemente acabarán como mero sermón de mercaderes del presunto milagro energético que nunca cumplirá las desorbitadas promesas hechas en su nombre.
Todavía hay cierta incertidumbre, pero voy a predecir que la comercialización masiva de la que inevitablemente será llamada "la revolución fotovoltaica" se pondrá en marcha en 2016. Esa es la predicción específica número 2
Mientras tanto, el contexto político de la vida estadounidense está calentando constantemente hacia un punto de explosión. Mientras escribo esto, un grupo fuertemente armado de milicianos está atrincherado en un edificio situado en un refugio federal de vida silvestre en los desiertos del sureste de Oregón tratando de provocar un enfrentamiento. Sin duda son peligrosas payasadas, pero hay que recordar que las actividades de esos violentos abolicionistas como John Brown parecían igualmente inútiles en su tiempo; su importancia real era la de ser indicador de las presiones que se estaban acumulando hacia la guerra civil, y esa es exactamente la misma lectura que le doy al suceso que acabo de describir.
Dicho esto, no creo que este año vaya explotar en los Estados Unidos una insurgencia armada. La era de la guerra de guerrillas (rural y urbana), bombas en las carreteras, campos de internamiento, horribles violaciones de los derechos humanos por todos los lados y millones de refugiados huyendo en todas direcciones que ocurrirá los Estados Unidos de América es todavía un poco prematura, pero por una razón fundamental: una fracción suficientemente grande de las personas más dispuestas a iniciar la insurgencia en un futuro próximo ha decidido dar una última oportunidad al proceso político, y lo que les ha inducido a hacer esto es la candidatura de Donald Trump.
La gran importancia del sorprendente progreso de Trump hasta erigirse como el principal candidato es lo suficientemente compleja que merece un post propio en breve. De momento, lo que importa es que un gran número de personas con ideas republicanas están tan hartos de los negocios “como de
costumbre” que venden los candidatos bendecidos por su partido que prefieren votar a cualquiera que está dispuesto a romper con el bipartidista consenso de lo que podríamos llamar la era Dubyobama: un consenso que ha traído miseria a la gran mayoría de los estadounidenses, pero sigue beneficiando a una minoría, no sólo a la muy arrogante proporción que se encuentra en el primer percentil de la riqueza, sino a los estadounidenses que están más o menos en el 20% de los que más ingresos tienen.
Hillary Clinton es la candidata de ese 20%, la elección de los que quieren que las cosas sigan yendo por el mismo camino han llevado en las dos últimas décadas. Más concretamente, ella es la candidata de la brigada BAU que aún sigue en la carrera por la presidencia, ya que cuenta con el apoyo incondicional la mitad del 20% que vota demócrata y hecho todo lo posible para cerrar la competición, mientras que la mitad que vota republicano no ha sido capaz de arropar a Jeb Bush ni a otro de sus insulsos e intercambiables rivales que serán ignorados cuando el restante 80% haga su propia elección. Todavía es posible que Bernie Sanders pueda dar la sorpresa si vence a Clinton en alguna de las primarias iniciales y el 80% restante de los demócratas hace oír su voz, pero esa es una posibilidad muy remota. En este
momento parece mucho más probable una elección a cara de perro entre Hillary Clinton y Donald Trump, y aunque Sanders probablemente podría vencer a Trump, Clinton casi seguro que no se puede.
Por supuesto, hay un montón de giros y revueltas en el camino del largo, complicado y llamativamente corrupto proceso electoral de EE.UU.. Es posible que el Partido Republicano encuentre algún modo de evitar que Trump logre la nominación, en cuyo caso el aspirante auspiciado por el partido perdería por goleada si el resto del 80% del Partido Republicano se queda en casa. Es posible que, con el suficiente fraude electoral y cualquiera que piense que esto es sólo un hábito Partido Republicano debería leer a Seymour Hersh en “El lado oscuro de Camelot”, que detalla cómo Joe Kennedy compró las elecciones de 1960 para su hijo , Clinton podría triunfar y entrar en la Casa Blanca. Incluso es posible que Sanders sea capaz de saltar las barricadas levantadas en su contra por el establishment demócrata y gane la
carrera.
En este punto, sin embargo, aunque me gusta poco decirlo, el resultado más probable de las elecciones de 2016 es la investidura de Donald Trump como presidente en enero de 2017. Esa es la predicción específica número 3.
En un contexto más amplio, la situación política internacional está dominada por un hecho que nadie en este país está dispuesto a discutir: el de la rápida aceleración de la decadencia imperial de Estados Unidos y la caída en el último año. Eso es algo que he estado esperando hablé extensamente de ello en mi libro “Decadencia y caída (Decline and Fall)” y también en mi novela de suspense y anticipación político-militar “Crepúsculo Últimos Destellos (Twilight’s Last Gleaming)”, pero los detalles serán una
sorpresa, no sólo para mí, sino posiblemente para todo el mundo excepto quienes trabajan en un par de edificios de oficinas fuertemente custodiados en Moscú. La intervención rusa en Siria ha resultado ser uno de los pocos hechos realmente decisivos en los últimos años, virando fuertemente el equilibrio de poder en contra de los EE.UU. en una región crucial del mundo y revela las debilidades que hasta ahora ha escondido la quimera la omnipotencia de los EE.UU.. Como resultado, probablemente, aunque no
ciertamente antes de finales de 2016, la milicia del yihadista denominada "Estado islámico" o Daesh quedará reducida a la irrelevancia.
Esto último puede llegar a ser un significativo punto de inflexión en más de un sentido, porque el fenómeno Daesh es considerablemente más complejo que la caricatura unidimensional que han presentado los medios de comunicación de los EE.UU.. Hay clara evidencia de que Daesh está financiado
y apoyado por varios países de Oriente Medio, siendo Turquía y Arabia Saudita probablemente los mayores contribuyentes; después de todo, esas icónicas camionetas blancas no han aparecido en medio del desierto sirio por la gracia de Dios. También es al menos sugerente que los EE.UU., en un año de supuesta guerra aérea contra Daesh, no sólo han fracasado en su objetivo de debilitarlo; de alguna manera nunca fueron capaces de darse cuenta, ni mucho menos fijarlas como su objetivo, de los larguísimos (de varias millas de largo) convoyes de camiones cisterna que tras*portaban petróleo hacia
Turquía para cubrir los costes de la yihad.
Algo muy turbio ha estado sucediendo en el norte de Mesopotamia que merece un post propio aquí, ya que es muy probable que juegue un papel importante en el declive del imperio estadounidense y en el surgimiento de una nueva hegemonía mundial bajo una administración diferente. Los lectores habituales pueden encontrar útil revisar la discusión anterior sobre geopolítica en este mismo blog o incluso encontrar y leer un volumen cualquiera de Halford Mackinder, teniendo en cuenta que las regiones y continentes tienen sus propias áreas cruciales. Aún así, hay una consecuencia específica que es probable que resulte de todo esto.
El Reino de Arabia Saudita es un buen ejemplo de un fenómeno demasiado familiar para los estudiosos de la historia: el desmoronamiento de un despotismo desnortado que nunca recibió advertencias ni fue consciente de que no podía seguir actuando siempre como una gran potencia. La disminución constante del precio del petróleo ha dejado al reino en una situación financiera espantosa, le ha obligado a pedir dinero prestado en los mercados internacionales de crédito para pagar sus cuentas mientras corta a
degüello los generosos subsidios que mantienen tranquilos y conformes a sus ciudadanos. Una clase gobernante prudente en esa situación evitaría aventuras en el extranjero y mantendría buenas relaciones con las potencias vecinas para tener margen de maniobra en una crisis. Sin embargo y como
suele suceder en estos casos, los gobernantes de Arabia Saudita son de todo menos prudentes y se han metido en una guerra abierta en Yemen, a tiro de piedra de su frontera meridional, y secretamente, pero de forma masiva en el avispero de Siria e Irak .
La guerra en Yemen no les va nada bien, fuerzas yemeníes han cruzado en varias ocasiones la frontera y han atacado bases militares saudíes. La guerra en Siria e Irak está yendo incluso peor. En este punto, el reino ni puede retirarse de la lucha, ni puede ganar ninguna de las dos; sus asuntos internos se están volviendo cada vez más problemáticos y el tesoro se está agotando. Es una receta familiar que tiene un resultado aún más familiar: el colapso abrupto de la monarquía, seguido por un caos prolongado hasta
que uno o más gobiernos nuevos puedan consolidar su poder. (Aquellos de mis lectores que sepan sobre el colapso de los imperios ruso, austro-húngaro y otomano tras el final de la Primera Guerra Mundial que estén alerta a las noticias de mañana). Cuando eso suceda (y ya no es una cuestión si va a ocurrir, sino de cuándo) el impacto en los mercados mundiales del petróleo, en los mercados de inversión y en la política será turbulento y profundo, pero casi imposible de predecir en detalle con antelación.
El momento del colapso político no es nada fácil de predecir, pero aquí estoy de nuevo para poner una fecha y decir que el régimen saudí habrá desaparecido a finales de 2016. Esa es la predicción específica número 4.
Admito muy alegremente que estas cuatro predicciones pueden estar totalmente equivocadas. Que la burbuja actual tecnología estallará caóticamente, y que la Casa Saud va a implosionar de forma desordenada, son a mi modo de ver apuestas seguras, en ambos casos hay un patrón histórico consistente que los guiará hacia su predecible conclusión, pero es imposible saber de antemano el momento en que ocurrirán. Es igualmente cierto que se anunciará a bombo y platillo cualquier cosa como la siguiente razón por la que los estadounidenses privilegiados no tengan que cambiar su estilo devida. Es también seguro que la colisión entre las políticas de la era Dubyobama y el resentimiento y larabia de quienes han sufrido el coste de esas medidas incendiará la política estadounidense, pero es imposible estar seguro de antemano que la energía solar fotovoltaica y Donald Trump sean losbeneficiarios.
La simple realidad es que aquí en Estados Unidos, hemos tirado por la alcantarilla casi todas las opciones que quedaban para el cambio constructivo. La opción que aún podría lograr algo la opción de cambiar ahora nuestro estilo de vida para disminuir la carga sobre el planeta y preservar lo que se puedade la economía industrial es impensable para todo el espectro político. Si ese fuera el caso, para aquellos de nosotros que hagamos lo impensable, mientras aislamos nuestros hogares, vendemos
nuestros vehículos y otros artículos que malgastan energía, aprendemos habilidades útiles y llevamos a cabo el resto de cosas prácticas que importan en este momento, quizá sea bueno almacenar una buena cantidad de palomitas de maíz; ¡va a ser todo un espectáculo!
Traducido por "Abadín" en John Michael Greer - Atrapados en la ratonera del Futuro
A disfrutar, y me sumo al paquete de palomitas para 2016. :cook:
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